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La Comisión Europea ha autorizado sin objeciones la compra de Alcatel-Lucent por Nokia sobre la base de que la operación «no plantea problemas de competencia [porque] sólo compiten entre sí en ciertos segmentos de un mercado en el que un líder europeo, Ericsson, se enfrenta a tres rivales asiáticos: Huawei, ZTE y Samsung». Faltan pasos legales importantes para que ambas puedan consumar su unión, entre ellos la aprobación de China, donde anbas han tenido presencia durante años. Pero ya resulta evidente que Alcatel-Lucent quiere exhibir ante los mercados – y ciertos analistas escépticos – que bien vale los 15.600 millones de euros pactados. Leer más
Por insólito que parezca, Apple tendrá que esforzarse para reparar los daños causados por unos resultados trimestrales de fábula: 33% de incremento en sus ingresos, récord de ventas del iPhone, mejora del precio medio, 200.000 millones de dólares en caja, y así algunos otros parámetros. ¿Cómo se explica que tras el anuncio, la acción cayera un 7%, lo que significa que el valor bursátil de la compañía perdió 62.000 millones de golpe y porrazo?
Se explica – y creo que no es la primera vez que lo digo – por los excesos del aparato informal de propaganda formado por voluntariosos escribas enfermos de forofismo y analistas que viven de inflar expectativas. Esto no ocurre por azar: es alimentado por la falta de transparencia que es uno de los rasgos de Apple más difíciles de erradicar en cualquier compañía, y en esta en particular.
Entre abril y junio, Apple ingresó 49.610 millones de dólares (el 63% debidos al iPhone). Pero, ay, el llamado consenso de los analistas, amalgama de profesionales y aficionados – recopilado regularmente por alguien que sólo escribe sobre Apple y siempre bien – apuntaba una media de 50.000 millones. Y como la otra pata del consenso apuntaba 49,4 millones de iPhone vendidos [influyó sobremanera un chino que estimó 54,2 millones] ha sido frustrante ver que se vendieran ´sólo` 47,5 millones. Afortunadamente, la dosis del modelo 6 Edge ha mejorado en 99 dólares el precio medio efectivo, para elevarlo a 660 dólares por unidad.
En realidad, los números fueron mejores de lo que parecen. Luca Maestri, el nuevo CFO, ha desvelado una corrección del inventario en 600.000 unidades de iPhone, lo que se puede atribuir – Maestri no lo dijo expresamente – a la proximidad de lanzamiento del nuevo modelo que se espera en setiembre. Supuestamente, el ajuste habría reducido los resultados en unos 650 millones de dólares.
Lo menos que se puede decir es que la reacción bursátil ha sido irracional. Pero Apple se la ha buscado con su hábito de permitir que unos cuantos cortesanos ocupen el vacío de información. Es curiosa la discusión previa acerca de las previsiones de venta del Watch. Cuando la prensa sería – New York Times, Wall Street Journal, Financial Times, etc – expresó dudas acerca de la demanda real del reloj ´inteligente` de Apple, surgieron los sospechosos habituales para contrarrestarla. El colmo fue uno que denunció a los periodistas como presstitutes. En auxilio de Apple, llegó corriendo la consultora Canalys, generalmente respetable, con un pronóstico de 4,2 millones de unidades vendidas en el trimestre.
En la presentación de resultados, Tim Cook se negó en redondo a ofrecer cifras sobre el Watch, con el peregrino argumento de que si lo hiciera estaría dando información a la competencia. Pero Maestri dio una pista indirecta, al decir que los 952 millones de aumento en la categoría Otros obedecía «en más de un 100%» al Watch. Los analistas de verdad echaron la cuenta: unos 2,1 millones de unidades al precio medio de 499 dólares. Resulta difícil entender por qué se oculta una información que se hubiera interpretado como un éxito. Herméticamente, Cook dejó caer que el mercado para el Watch no estará maduro hasta el 2017. ¿Esto no es chivarse al adversario?
Si se me permite sacar una conclusión de tan pocos elementos, entiendo que la reacción de los inversores refleja la convicción de que el crecimiento de Apple no pueda sostenerse mucho más en torno al 30%. Es plausible pensarlo, pero no parece que sea un motivo para dar órdenes de vender acciones.
Samsung. ¿De qué hablamos exactamente cuando decimos Samsung? Los ingenuos dirán que es una marca de móviles, y los enterados que es una compañía coreana. Los dos tienen razón: es un conglomerado de al menos 70 compañías emparentadas entre sí por un inextricable laberinto de intereses y participaciones cruzadas. Samsung Electronics (la de los móviles), es la más conocida del grupo, y también la más rentable. En la cúspide se asienta la dinastía Lee, que en las últimas semanas ha protagonizado un culebrón corporativo con un actor no invitado. En el origen están los enredos sucesorios del clan, que controla con mano hábil un grupo empresarial cuya facturación en 2014 fue de 305.000 millones de dólares. Leer más
Conforme los amos de Internet animan a los editores de prensa a albergar más contenidos en sus agregadores de noticias (Google News, Facebook Instant Articles, Flipboard, Apple News), crece en estos (los editores) la preocupación por su pérdida de poder, la falta de transparencia de los motores de búsqueda y sobre si las empresas periodísticas recibirán un pago justo por los contenidos que ellas generan y otros explotan. Más allá de si cobrar o no cobrar un canon (compensación equitativa versus generación de tráfico) los medios de comunicación se enfrentan al dilema de cómo monetizar su papel en un entorno que ha escapado de sus manos: los móviles y las redes sociales. Leer más
Para los inversores occidentales, el sector de los semiconductores es aburrido, y sólo se entusiasman ante operaciones de consolidación. En cambio, para las autoridades chinas, esa industria es un punto débil en su deseo de alcanzar objetivos de potencia económica.
Por esto mismo, no puede decirse que la noticia de estos días sea inesperada. Pekín ha dado sobradas muestras de estar convencidos de que dotarse de capacidades propias en esa industria les permitiría superar el estadio de «fábrica del mundo», confortable pero insuficiente a sus ojos. Se entienden sus motivos: en la balanza comercial china, los semiconductores representan un déficit de 150.000 millones de dólares; el país ´consume` una tercera parte de los chips que se fabrican en el mundo, pero sólo fabrica un 12% del total.
En realidad, el cálculo anterior contiene un equívoco: la mayor parte de ese ´consumo` chino es un input que se integra en los productos industriales que China vende al resto del mundo y que llegan a los clientes finales bajo marcas no chinas. Pero aumentar la dosis de componentes de producción propia corregiría el déficit comercial.
Me refiero a la información conocida el lunes, según la cual Tsinghua Unigroup, rama inversora de la universidad Tsinghua e instrumento de la estrategia tecnológica gubernamental, prepara una oferta de compra por la empresa Micron Technology, segundo fabricante de semiconductores de Estados Unidos. En principio, el valor de la oferta sería de 23.000 millones de dólares, pero la cifra resulta baja porque, el año pasado, Micron ingresó 16.358 millones de dólares con un beneficio neto de 3.045 millones, de modo que el múltiplo distaría de ser satisfactorio para los accionistas. El inversor David Einhorn – un ´activista` que ha acumulado una buena cartera de acciones de Micron – opina que el precio mínimo aceptable sería de 40.000 millones.
La verdad verdadera es que no valdrán 23.000 ni 40.000. El gobierno de Estados Unidos, a través del órgano que supervisa las inversiones extranjeras, vetará la transacción cualquiera sea el precio: no dejará que una pieza clave de la capacidad industrial del país caiga en manos chinas. Se puede argumentar que las memorias – especialidad de Micron – no plantean problemas de seguridad equiparables a los de otras categorías, pero no vale la pena perderse por ahí: la oferta no va a colar. Esto entra en los cálculos de China, por supuesto, pero la presentación de la oferta (aún por concretarse) introduciría un factor de confrontación política. No somos nosotros – sería la réplica china – sino Estados Unidos, quien bloquea el desarrollo de relaciones económicas mutuamente beneficiosas.
Micron es uno de los cuatro grandes fabricantes de memorias de estado sólido [Samsung, SK Hynix y Seagate son los otros tres] y, entre otras virtudes, es socia de Intel en tres fábricas de última generación, una en Utah y dos en Singapur. No produce en China, por lo tanto el interés de la oferta no estaría en apropiarse de una capacidad directa de fabricación; lo que persigue es a) propiedad intelectual, b) cuota de mercado y c) experiencia industrial.
El asunto tiene muchas facetas, pero aprovecharé el espacio para señalar sólo una: de carambola, Intel podría verse en una situación incómoda si, como se prevé, la oferta fuera rechazada: tras muchos esfuerzos por seducir al gobierno chino para evitar sanciones como las que han costado caro a Qualcomm, se dejó convencer para invertir 1.500 millones de dólares en la fusión de dos fabricantes chinos de semiconductores, maniobra que fue orquestada por Tsinghua, accionista de ambos. Dando por seguro que el gobierno de Estados Unidos se opondrá a la oferta por Micron – insisto: con la que Intel está asociada – con argumentos estratégicos, no creo pecar de exceso de suspicacia si digo que pueden esperarse represalias chinas a costa de Intel.
De aquellos polvos, estos lodos. La razón por la que Steve Ballmer decidió comprar la división de móviles de Nokia no fue otra que evitar que se pasara al campo de Google rompiendo el acuerdo de exclusividad firmado con Microsoft. En tal extremo, hubiera colapsado el débil tinglado de Windows Phone, porque Nokia era el único fabricante de smartphones afín a este sistema operativo. Todos los demás, alineados con Android, eludían comprometerse con Microsoft, que tampoco podía confiar en los operadores: de palabra, estos anhelaban la existencia de un tercer sistema operativo, pero no que el tercero fuera Windows [no disimulaban su temor al daño que pudiera hacerles Skype integrado en Windows Phone].
Pues eso, amigos: de aquellos polvos, estos lodos. La semana pasada, Microsoft anunció que antes de cerrar su año fiscal amortizará 7.600 millones de dólares (400 millones más que el precio neto pagado por la división de móviles de Nokia). La integración de activos de la compañía finlandesa se cerró por un valor de 9.400 millones, pero su tesorería de 1.500 millones rebajaba de facto ese precio. Ha sido un desastre incluso mayor que los 6.200 millones que Ballmer amortizó para borrar el error de la compra de aQuantive, con la que tenía pensado montar una estructura publicitaria [Nadella acaba de vender los restos a AOL].
A Kevin Turner – curiosamente el único directivo de la primera línea de Ballmer que sigue en su puesto – le ha tocado la papeleta de explicar que “las perspectivas del segmento de hardware móvil están por debajo de las expectativas originales”. ¿Eran razonables las expectativas? Ese segmento, que en las cuentas de la compañía aparece como Phone Hardware – aportó 1.400 millones de dólares en el tercer trimestre del actual año fiscal, y sus costes de fabricación y comercialización ascendieron a 1.400 millones de dólares. En el mismo período, las ventas de móviles Lumia sumaron 8,6 millones de unidades frente a 24,7 millones de ´no Lumia` vendidos por diversos partners.
El problema viene de lejos. Entre 2011 y 2013, Nokia ya había perdido la mitad de su cuota del mercado mundial, y un CEO fichado como salvador, Stephen Elop (que había sido directivo de Microsoft) no encontró mejor salida que aparear la marca con el sistema operativo Windows Phone. Como el resultado fue necesariamente catastrófico, transformar el apareamiento en matrimonio no iba a cambiar las cosas.
Además de los 7.600 millones amortizados brutalmente, la decisión costará a Microsoft entre 750 y 850 millones de dólares adicionales en «costes de reestructuración» (léase finiquitos). Porque el impacto no será sólo financiero: casi todo el personal procedente de Nokia habrá perdido su empleo con el recorte de 7.800 puestos de trabajo, el 6% de la fuerza laboral de Microsoft. Con este paquete de despidos, la cuenta de Nadella desde que ocupa el puesto asciende a 26.000.
Fiel a un lenguaje peculiar que empieza a ser caricaturizado, Satya Nadella promete ´reinventar` el rol de Microsoft y su ´ecosistema` en el mercado de la movilidad. «Nuestra reinvención estará centrada en la creación de nuevas experiencias de movilidad a través de la familia de dispositivos de Microsoft, incluídos los teléfonos».
Consciente del efecto negativo que las noticias han tenido en sus propias filas, Nadella ha insistido en que, a corto plazo, Microsoft seguirá vendiendo móviles bajo su marca pero la verdadera meta son las ´experiencias de movilidad`. Si así fuera, carecerá de importancia de qué marca sean los dispositivos del usuario, y lo más probable es que esas ´experiencias` haya que vivirlas sobre smartphones Android. Por lo tanto, Microsoft acabará matando la marca Lumia pasado un tiempo prudencial y relegue Windows 10 a dispositivos de terceros, bajo marcas que en su día se echaron atrás, pero quizá se sumarían a esa estrategia, lo que no deja de ser una conjetura.
Alguien ha comparado esta operación con la separación de dos siameses, y la comparación no resulta exagerada, cuando faltan 110 días para la segregación de la histórica Hewlett-Packard en dos empresas de tamaño equivalente, con más de 55.000 millones de ingresos anuales cada una. El mes pasado, la CEO de la compañía, Meg Whitman, resumió la operación en estos términos: «en esta separación, está involucrada una infraestructura de 50.000 servidores, 6 datacenters 2.800 aplicaciones y 75.000 interfaces; ha sido ejecutada en 570 proyectos que han supuesto 172.000 test de integración […] hemos montado una robusta infraestructura híbrida y movido 1.700 aplicaciones a la nube». Sin precedentes. Leer más
Vuelvo sobre un asunto, la consolidación de las telecomunicaciones en Europa, que suele despertar comentarios de mis lectores. Releídas con un poco de distanciamiento, las declaraciones de la comisaria Marghette Vestager en las que negaba la conveniencia de reducir el número de operadores por país, pueden ser interpretadas como una teatralización, una postura destinada a marcar su territorio en previsión de puntos de fricción con las opiniones de dos de sus colegas en la Comisión Europea, que llevan temas afines al suyo.
En las últimas semanas, Andrus Ansip (Digital Single Market) volvió a defender la tesis de que la condición para que florezcan en la UE modelos de negocio innovadores es que los ciudadanos no se vean constreñidos por las fronteras nacionales en sus actividades sobre las redes de comunicaciones. Por la misma fecha Gunther Ottinger (Digital Economy and Society) opinaba que no podrá haber revolución digital en Europa mientras existan 28 marcos regulatorios diferentes, y se quejaba de que la cuestión crucial del espectro haya sido sustraída a las facultades de la Comisión. Diciendo cosas distintas a Vestager, en el fondo hablaban de lo mismo, la ausencia de un modelo concertado y aceptado.
Miguel, lector de los de primera hora – le reconozco la paciencia – y ex directivo de la industria, hoy retirado, me ha escrito un mail del que transcribiré un par de párrafos. «La solución a este debate ha estado clara desde hace años. Por supuesto que hay sitio para tres, para cuatro, y me atrevería a decir que hasta para cinco operadores en cada país europeo. Eso sí, para que fueran sostenible deberían ser los mismos en todos los países europeos. Este ha sido el gran fracaso de la UE en este tema: no haber sabido/podido favorecer una consolidación a nivel europeo (eso que intentan vendernos otra vez como mercado único)».
Reconoce el lector la existencia de barreras de distinta naturaleza, pero «mientras no lleguenos [a esa solución sostenible] seguiremos dando bandazos en un movimiento pendular que a veces consiste en quejarnos de la falta de competencia por la consolidación, y otras en quejarnos de la falta de rentabilidad de los operadores». Hay un riesgo – apostilla – de que «puede llegar un momento en canbien las condiciones y ´nos consoliden` desde fuera – desde Asia o desde Norteamérica, a uno u otro lado del río Grande».
Detengo aquí la cita. He leído en la prensa mexicana una entrevista al director financiero de América Móvil, que relaciono con lo anterior. Dice que, partiendo de su control sobre el 60% de Telekom Austria, el grupo fundado por Carlos Slim [que es el primero en América Latina, por delante de Telefónica] tiene previsto «invertir muy fuerte en Europa los próximos años […] es un mercado con mucho potencial, así que no descartamos la compra de más empresas».
Según su informe anual de 2014, el grupo ´incumbente` mexicano destinó ese año 60.000 millones de pesos (3.450 millones de euros) a inversiones en Europa; Telekom Austria aporta el 4,4% de los ingresos de América Móvil, y sus subsidiarias suman 20 millones de clientes en países de Europa Central y del Este (Bielorrusia, Bulgaria, Serbia, Croacia, Eslovenia y Macedonia, además de Austria). Según el diario El Financiero, en el punto de mira de Slim se encuentran Polonia, República Checa y Hungría «con una estrategia inicial de prepago que posteriormente podría convertir a postpago en la medida que los mercados alcancen niveles de penetración más altos». Si no me equivoco, en la lista identifico 7 – supuestamente secundarios – de los 28 mercados de la UE, mientras algunos en Bruselas parecen pensar sólo en los cuatro o cinco mercados más voluminosos y más saturados.
El fichaje de Otto Berkes como nuevo CTO de CA Technologies es un signo inequívoco del cambio de estrategia emprendido por esta empresa cuyas raíces se remontan a la era del mainframe. Puede que pocos lectores conozcan el CV de Berkes, persona respetada en la industria. Físico antes que ingeniero, empezó su carrera como desarrollador de software dentro de Autodesk, y durante dieciocho años tuvo diversos roles en Microsoft, donde fue uno de los cuatro ´inventores` de Xbox. Últimamente, trabajaba en HBO y, como queda dicho, su nueva función será apuntalar como CTO el cambio de una compañía que, sin renegar de su pasado, tiene decidido transformarse según las reglas de la app economy. Leer más