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Cuando el río suena… El adagio, tantas veces fallido, se ha cumplido esta vez: el martes se anunció que Hewlett-Packard Enterprise (HPE) ha cerrado el acuerdo para adquirir Simplivity, por la que pagará 650 millones de dólares. La sorpresa no está en la compra, de la que se hablaba desde hace tiempo, sino en el precio, notablemente bajo. En su cuarta ronda de financiación, Simplivity recaudó 175 millones de dólares, que proyectaban una valoración de 1.000 millones, y los rumores añadían la disposición de HPE a desembolsar una cifra cuatro veces mayor: 3.900 millones.
Tal vez aquella expectativa estuviera influída por la salida a bolsa de Nutanix, cuyo valor se ha duplicado desde la salida a bolsa [4.200 millones de capitalización], Lo cierto es que HPE ha conseguido una rebaja sustancial . ¿Por qué? Una conclusión posible es que los inversores en Simplivityse habrán convencido de que no van a recibir ofertas más altas: el total que han desembolsado en seis años ha sido de 350 millones, de modo que la plusvalía no está a la altura de la que han obtenido otros ´unicornios`. O que no están maduras las condiciones para salir a cotizar.
Intuyo que Doron Kempel, fundador de Simplivity – un tipo arrollador y competitivo – debe experimentar una cierta frustración. Cuando le entrevisté, se las arregló para no responder la pregunta sobre una eventual oferta de la que ya entonces se hablaba. A cambio, me contó que en 2008 vendió su primera empresa, Diligent [deduplicación de datos], bajo la presión de sus socios israelíes, más dispuestos que él a aceptar los 200 millones de IBM. Esta vez, ha dicho que «unirnos a HPE era un paso lógico para la solución de TI híbrida que buscan nuestros clientes».
Queda la sensación de que la hiperconvergencia puede no tener tanto recorrido como se esperaba, al menos para las startups que abrieron el camino. La idea de combinar en un mismo sistema servidores, almacenamiento y networking, recortar costes y acercar la facilidad de un datacenter a las prestaciones cloud, da para alimentar un mercado de 2.400 millones de dólares en 2016 que, a una ratio del 25% anual, podría llegar a 6.000 millones en 2020. Pero hay serias dudas de que este segmento relativamente pequeño pueda prosperar como alternativa a los grandes proveedores de infraestructuras. De hecho, el líder del mercado es Dell EMC, que se apoya en Nutanix, lo que quiere decir que Nutanix será sostenible mientras pueda contar con Dell EMC.
La obsesión de Kempel ha sido comparar Simplivity con Nutanix, pero al final ha descartado una futura OPV. Por el lado de HPE, el análisis tiene más matices. Aparte de los piropos de manual [best-in-class / industry-leading], Antonio Neri, VP Ejecutivo de su Enterprise Group, ha afirmado que la compra de Simplivity dará un vuelco al mercado de la hiperconvergencia y robustecerá la oferta de datacenter definido por software de su compañía: «tenemos por delante una hoja de ruta excitante para nuestros appliances hiperconvergentes, para Synergy y 3Par en los próximos doce meses».
Según Neri, «esencialmente, las empresas quieren tener en casa una experiencia cloud, en velocidad, costes y facilidad, sin sacrificar el control ni la seguridad: la tecnología de Simplivity está diseñada con base en estos criterios». Un aliciente adicional para la oferta de compra ha sido el interés en evitar (a un precio asequible) que Simplivity pudiera echarse en brazos de uno de sus competidores. A ese precio, no faltarían ofertas.
El caso es que HPE y Simplivity casi no tenían relaciones contractuales, pero la oferta hiperconvergente de la primera – derivada de la compra de LeftHand en 2008 – anda necesitando una renovación. Según se ha dicho, la compra de Simplivity no sustituirá la actual gama CS200. Sin embargo, una nueva familia cuya cabeza será el appliance H 380, que fusionará las tecnologías de ambas procedencias, estará disponible 60 días después de consumada la integración de Simplivity en HPE.
Una incógnita del momento es qué hará Cisco ante este panorama. ¿Será suficiente con su producto Hyperflex, consistente en combinar servidores UCS con el almacenamiento definido por software, que ha desarrollado en común con Springpath? Podría tirar de chequera para comprar alguna compañía mucho menos crecidita que no tendría más opciones que seguir los pasos de Kempel. Habrá que estar atentos.
Cuanto mayor sea el número de dispositivos y más prolifere el uso de las tecnologícas, tanto más aumentará la superficie de ataque a favor de la ciberdelincuencia. Es una premisa sencilla, una obviedad. Partiendo de ella, puede afirmarse que este año crecerán los retos a los que deberán hacer frente las infraestructuras, con especial énfasis en las industrias críticas y el sector médico. Al catálogo de amenazas habrá que sumar en 2017 lo que empieza a llamarse randsomware of things (RoT). Estos son algunos de los asuntos que aborda el documento Trends 2017: security held ramson, elaborado por la compañía especializada ESET, vieja conocida de este blog. Leer más
Hace un año, comentando el CES de 2016, este blog titulaba «El televisor ya no manda». ¿Podría decirse lo mismo doce meses después? Sí y no. Sí: porque toda la repercusión mediática en 2017 ha girado en torno a otros productos electrónicos investidos de la etiqueta de ´disruptivos` [una condición que no garantiza la supervivencia]. No: porque el televisor continúa sosteniendo las cifras de la industria de electrónica de consumo, por más que los coches semiautónomos y los dispositivos que hablan, caminan y responden a la voz de su amo, han atraído a multitudes de curiosos sin que su realidad comercial sea tangible como lo es la de ese aparato al que muchos daban por agonizante antes de hora. Leer más
Estas primeras semanas del año son propicias a los buenos propósitos, y bien sabemos cuántas de esas intenciones se han frustrado, y vuelven a plantearse el año siguiente. Yo mismo me propongo cada año reducir el número de horas que dedico a este blog, pero aquí me tienen, y no sé si en 2017 lo conseguiré.
Hay costumbres arraigadas. Una cada vez más extendida hace que numerosas empresas nos bombardeen con notas de prensa [el nefasto branded content] en las que formulan 5 o 10 predicciones [he recibido una con siete predicciones y media] y que invariablemente arriman el ascua a su sardina, para demostrar que están en la cresta de la ola. El optimismo corporativo forzado esteriliza el ejercicio.
Predicciones, previsiones, pronósticos… hay de todo. Por estas fechas se acentúa una pulsión futurista que induce a los medios más respetables a publicar disparates sin fundamento científico alguno, con los que creen captar a una audiencia joven. Por no hablar de las sesgadas coberturas que se han publicado sobre el CES de Las Vegas, que omiten precisamente la escasez de novedades y el estancamiento del mercado de electrónica de consumo.
No se me malinterprete: un día de diciembre escribí a los magos de oriente pidiéndoles que 2017 sea un año magnífico para la industria de las TI. Por la cuenta que me tiene, porque de ella vivo. Tengo que dejar constancia de que los primeros informes de consultoras me han devuelto la fe en Melchor, Gaspar y Baltasar: me han dicho que el PIB mundial podría crecer un 3,4% en 2017, tres décimas más que el 3,2% estimado para 2016. Y esto es, sin duda, una buena noticia.
Por supuesto, podría tener una lista de motivos para la incertidumbre, pero ya que por fin hay un buen dato para animar el año, ¿por qué chafarlo? Los analistas de Gartner afirman que «en 2017 veremos un resurgir del gasto mundial en TI. Algunas tendencias fundamentales están convergiendo [cloud, blockchain, inteligencia artificial, digitalización de los negocios] apuntalando la hipótesis según la cual el gasto global en TI será este año de 3,5 billones de dólares, un crecimiento del 2,7%», escribe John David-Lovelock, VP de esta consultora. A renglón seguido aconseja ´esperar a ver` cómo evoluciona el contexto político. Pero aun así, si se cumpliera la hipótesis de Lovelock, en 2017 el mercado daría un salto con respecto a 2016, año en el que Gartner ha calculado – provisionalmente – un descenso del 0,6%.
Escribe Lovelock que «el rango entre el crecimiento más alto y el más bajo es más amplio que en los años anteriores. Normalmente, el entorno económico es la causa de diferencias de comportamiento entre categorías; este año, será clave observar el grado de incertidumbre política. Por ahora, vemos una diferencia clara a favor de las empresas que van a gastar más y las que van a retraerse».
Cita Lovelock el avance de las plataformas cloud de Amazon, Microsoft y Google, que está impulsando la previsión de demanda de servidores, que en 2017 crecería un 5,6%, y que corregida por el declive del segmento de almacenamiento, daría como saldo un 2,6% positivo en la inversión en infraestructura de datacenter [175.000 millones de dólares] en vez del 0,6% con el que se habría cerrado 2016.
El desglose por categorías – sigo con Gartner – atribuye la cota más alta de crecimiento al software para empresas [6,8%] tras el 5,9% de 2016 y, en principio, debería repetir en 2018 con un 7%. Los servicios TI crecerán un 4,2% hasta 938.000 millones de dólares. La gran diferencia de comportamiento entre 2016 y 2017 reside en las compras de dispositivos, que el año pasado declinaron un 8,9% y este año serán planas. Otro elemento que destaca son los servicios de comunicaciones [40,6% del gasto total] que pasarán de bajar el 1,0% a subir el 1,7%.
Los analistas de Forrester Research ha hecho un esfuerzo por ser lo más precisos que se puede, en estas circunstancias. El gasto mundial en TI – de empresas y gobiernos, sin contar los consumidores – crecería este año un 3,2%, que resulta ser inferior al 3,6% de su previsión anterior. El recorte lo explican porque la original daba por supuesta la continuidad demócrata en la Casa Blanca, pero la victoria de Donald Trump «ha introducido cambios significativos pero todavía no verificables en la economía estadounidense y mundial». Ya tenemos algo en qué pensar.
Forges ha conseguido ilustrar con fino humor el desprecio que le merece Donald Trump. Más difícil lo tenían los directivos presentes en la reunión del presidente electo con la élite de la industria de las TI, en la que estaban cinco de las empresas con mayor valor bursátil. A la derecha de la foto, el semblante de Tim Cook revela su comprensible incomodidad con alguien a quien, si por él fuera, no habría conocido jamás. Y no sólo ha sido el CEO de Apple: con los matices ideológicos que se quiera, el encuentro ha sido la primera manifestación pública de una actitud pragmática por ambas partes: Trump sabe cómo seducir con la promesa de una reforma fiscal que Obama les negó. Leer más
Ha dicho Peter Thiel que a Donald Trump hay que tomarlo «en serio, pero no literalmente». Thiel, un reaccionario de campeonato, fundó Pay Pal, se sienta en el consejo de Facebook y es miembro del comité de transición del presidente electo, quien le confió la organización del primer encuentro con la flor y nata de la industria de las TI. La onda expansiva del resultado electoral sigue reverberando, y su impacto dista de ser predecible. Los primeros indicios confirman que Estados Unidos – y por ende, el mundo – experimentará cambios profundos que exceden lo habitual en toda transmisión de poderes. La segunda y la tercera crónicas de la serie abordan los efectos directos sobre el sector. Leer más
Injustamente, no se ha dado suficiente importancia a una de las operaciones de Intel en torno a la Inteligencia Artificial. ¿Por qué pagar casi 400 millones de dólares por Nervana Systems, una startup con 48 empleados y menos de dos años de existencia? Poco dinero para la industria de semiconductores. Diane Bryant, vicepresidenta ejecutiva de Intel y directora general del Data Center Group, explica que la integración de Nervana «nos permitirá multiplicar por 100 el rendimiento y el ritmo de innovación en el emergente campo del deep learning«. O sea que, si tuviera éxito, sería un giro estratégico de envergadura que cambiaría el paisaje de la IA. La cuestión es: ¿tendrá el éxito esperado? Leer más
No hay más que ver las caras de los asistentes a la reunión entre Donald Trump y las primeras espadas de la industria tecnológica. La conclusión es que se trató de un paripé, diseñado para dar una imagen conciliatoria tras los exabruptos de la campaña electoral. Por no haber, no hubo siquiera una versión oficiosa de lo conversado, salvo que el presidente electo recibió a sus visitantes llamándoles «un grupo de gente admirable». La agenda era previsible: desde las relaciones con China hasta la educación, pasando por la fiscalidad, las visas H-1B y la ciberseguridad, pero se ha mantenido la confidencialidad. Dejaré este asunto para la primera crónica de enero, muy próxima a la toma de posesión del nuevo presidente.
Hoy sólo quiero adelantar un aspecto de la cuestión. Desde la sorpresa del 8 de noviembre, las bolsas estadounidenses han vivido una fase que tiene nombre: Trump rally – el índice S&P no había tenido un diciembre mejor en los últimos 30 años – inspirado aparentemente por la creencia en que el equipo de Trump, trufado de jerarcas de Goldman Sachs – iniciará una política de desregulación en sectores como el financiero o el energético, que como consecuencia han ganado protagonismo en las bolsas durante las últimas semanas. En cambio, las acciones tecnológicas lo han perdido.
El S&P, como digo, ha subido un 6% desde las elecciones; el Dow Jones alcanzaba ayer, por primera vez, el listón de los 20.000 puntos. Cuatro acciones de compañías poco o nada entusiastas con el nuevo régimen han pasado al pelotón de rezagados en este rally. Es cierto que Apple se ha valorizado casi un 4% [por tanto, menos que los índices] y Alphabet más o menos lo mismo. Otras han sufrido un descenso de sus cotizaciones. Facebook ha caído un 3% y Amazon ha perdido el 1,7% de su valor bursátil, cuando a principios de octubre estaba en máximos históricos.
Es lógico preguntarse por qué estas acciones no han acompañado el rally generado por la elección de Trump. ¿Son razones genuinas, atribuibles a la marcha de sus negocios, o es que los inversores temen que el contexto político que viene no les será favorable? Lo que está claro, para empezar, es que los inversores tienen otras alternativas de rendimiento a la vista, y se han dejado impresionar por los puyazos del Trump candidato al sector (y al revés, en ciertos asuntos). El único aspecto de la agenda económica del Trump presidente será bien recibida es la repatriación de la tesorería aparcada fuera de Estados Unidos.
Este parece ser el principal motivo por el que Apple destaca, pese a que 2016 no ha sido un año propicio, y se teme que los resultados del cuarto trimestre sean mediocres. En sentido contrario pueden haber actuado los temores a que Apple acabe siendo la primera víctima propiciatoria de la mentalidad proteccionista y de una guerra comercial con China.
Según los medios económicos de Estados Unidos, los inversores tienen una visión ´mixta` acerca de las relaciones de Alphabet con la nueva Casa Blanca, después de que Eric Schmidt fuera una especie de asesor áulico de Barack Obama. Según lo poco que ha trascendido, en el encuentro de la Trump Tower, Larry Page sólo abrió la boca para pedir que se mantenga el sistema de visados para trabajadores extranjeros cualificados [muchos de ellos entrenados en universidades donde son reclutados por Alphabet y otras empresas del sector; al fin y al cabo, el cofundador de Google, Sergey Brin es un inmigrante de origen ruso].
Facebook puede ser un caso especial. Su acción empezó a caer a finales de octubre, cuando llevaba un 25% de subida en el año. Los errores repetidos con la métrica de la publicidad en vídeo y la errática política ante las noticias falsas [que, en general, han favorecido la campaña de Trump] han puesto el foco en aspectos negativos que Facebook quisiera olvidar. Pero, sobre todo, quisiera que Trump olvide la antipatía que le guardan Mark Zuckerberg y Sheryl Sandberg, que representó a la compañía en la reunión. Pero estos tienen un amigo a quien recurrir: Peter Thiel, que ha apoyado a Trump, es miembro del consejo de Facebook.
Lo mismo ocurre con Amazon. Durante la campaña, Donald Trump sugirió que merecería ser investigada por las autoridades, a lo que Jeff Bezos replicó con humor [ahora se ve que inoportuno] ofreciéndole una plaza en un vuelo fuera de la atmósfera terrestre. Un factor indirecto, para nada subjetivo, es el hecho de que Bezos es propietario a título personal del Washington Post, y Trump es de los que piensan que los medios deberían bailar al son de sus ocurrencias.
El año se acaba, y los analistas discuten si la fiebre decembrina será coyuntural o duradera. Según algunos, la promesa republicana de rebajar del 24 al 16,5% el tributo sobre ganancias de capital hará que quienes tomaron posiciones en las últimas semanas posterguen la venta de las acciones adquiridas. Se daría así un caso inverso al tradicional January effect, por el que normalmente se vende a finales de diciembre para reconstruir las carteras en enero, por razones fiscales. En pocas palabras: una reforma impositiva favorable al establishment era la receta que Donald Trump ocultaba a sus votantes. Dudo mucho que Apple, Alphabet, Facebook y Amazon, capitalistas de nuevo cuño, vayan a criticarle por ello.
En estos días en los que España (una parte) parecería haber vuelto al frenesí consumista de años atrás, es oportuno leer el informe eEspaña: transformación digital en el sector retail, publicado por la Fundación Orange. Recorre el impacto de cuatro tecnologías: cloud computing, movilidad, Internet de las Cosas y Social (redes sociales y economía colaborativa) en el comercio minorista, y enumera tendencias: probadores inteligentes, interacción a través de beacons, supermercados virtuales, etiquetas RFID, pago móvil, etc. Como telón de fondo, la convergencia entre los ámbitos offline y online, que precipita la conversión del punto de venta en punto de contacto y la omnicanalidad. Leer más