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Dos empresas emparentadas por su enorme éxito, Google y Facebook, atraviesan las mismas turbulencias políticas. Les acompaña Twitter, que comparte con ellas una exposición mediática proporcional a su influencia en la creación de opinión. Son distintas, pero tienen en común el haber sido instrumentos de una gigantesca manipulación que quizá podría repetirse en las elecciones de noviembre. Con un rasgo añadido: estas tres empresas que decían cambiar el mundo tropiezan con la rebelión de una parte de sus empleados porque su estrategia contradice los valores que postulan.
Este sería sólo el marco de mi comentario. A simple vista, otro actor involucrado es Rusia, presunta comanditaria de las interferencias que han desestabilizado el sistema político estadounidense. Pero lo que en estos días se dirime no es tanto lo que hicieron o toleraron Facebook, Google (propietaria de YouTube) y Twitter, sino el blindaje de que han gozado en lo que respecta a la responsabilidad legal sobre los contenidos que circulan por sus redes.
La actitud hacia estas empresas ha cambiado radicalmente en Washington. Como quinto protagonista, un tal Donald Trump, les atiza – a través de Twitter, paradójicamente – sin pruebas de estar a su vez manipulando los algoritmos para privilegiar los contenidos contrarios a los conservadores. El siguiente paso ha sido la amenaza de promover su regulación.
En rigor, la legislación vigente que eventualmente se podría esgrimir para sancionarlas seria la Communications Decency Act de 1996, pero sólo si se demostrara que esas empresas actúan como medios de comunicación y no, como ellas mismas sostienen, en condición de intermediarios de una ´comunidad de usuarios`. Esta distinción es su escudo protector.
A preservar esa impunidad han dedicado mucho dinero en abogados y lobistas. La situación resultaba plausible mientras eran compañías jóvenes, antes de convertirse en tres colosos de influencia inaudita. Se calcula que representan un caudal de al menos 3.200 millones de usuarios. Pues bien, hace menos de una década, Facebook contaba con un 100 millones de usuarios – básicamente en Estados Unidos – cifra que desde entonces ha multiplicado y globalizado hasta alcanzar los 2.100 millones globales. Un elemento político clave es la constatación de que siete de cada diez estadounidenses reconocen que Facebook es su primera y casi siempre única fuente de información.
En este punto estaba el lio cuando saltó el nombre de otro villano, China. Que Google no enviara a su CEO, Sundar Pichai, a responder preguntas de un comité del Senado, mientras sí acudieran Sheryl Sandberg, número dos de Facebook, y Jack Dorsey, fundador y CEO de Twitter, ha centrado la crítica en aquela. Para subrayarlo, se colocó una silla vacía.
Con el trasfondo de una animadversión creciente contra China en Estados Unidos – azuzada, pero no creada, por Trump – la espantada de Pichai fue entendida como motivada por el deseo de quedar bien con Pekín para no frustrar su pretendido retorno al mercado chino.
Como base de esta suspicacia se ha revelado un proyecto de Google para relanzar en China su buscador en una versión ad hoc, que no indexaría determinados contenidos que las autoridades proscriben. Desde dentro, muchos empleados de la compañía clamaron contra ese favor al régimen chino, igual que contra un proyecto conjunto con el Pentágono para usar y perfeccionar la inteligencia artificial de Google. Visto lo visto, Pichai arrió velas: renunció a este segundo proyecto y aclaró que el primero es sólo una hipótesis de trabajo que, en todo caso, no se concretaría próximamente.
Facebook, que durante meses pudo sentirse abandonada por su pares ha mostrado otra actitud. En abril, cuando Mark Zuckerberg fue convocado al Senado, llamó la atención que, ante una sugerencia marginal de escisión de la compañía – fórmula que no funciona cuando es fruto de una imposición política – replicó que en tal caso se reforzaría el avance de las empresas chinas hacia los mercados occidentales.
En esto siempre ha habido diferencias entre Facebook y Google. Tengo buena memoria: en 2010, mientras Google presumía de retirarse de China como adalid de la libertad de expresión, Facebook trataba de seducir a las autoridades: durante un tiempo estudió mandarín, visitó Pekín con frecuencia [a Zuck todavía le afean una célebre foto paseando por Tiananmen] lo que hiciera para merecer la autorización de operar en China. No ha alcanzado ese objetivo, pero no renuncia a ello.
Mucho ha llovido desde 2008, año de la primera incursión de Google en el negocio cloud con su App Engine. Para entonces, Amazon Web Services llevaba dos años quemando dinero y pasarían otros dos años antes de que Microsoft Azure entrase en batalla. La propuesta original de Google pretendía convencer a los desarrolladores de usar su infraestructura para alojar aplicaciones: un modelo PaaS que era una traslación de lo que la compañía hacía internamente, pero pocas empresas estaban dispuestas a dar ese paso. Aprendida la lección, presentó Google Cloud Platform (GCP), pero no fue suficiente para sacudirse el sambenito de ser el tercero en una carrera dominada por dos campeones al parecer imbatibles. Leer más
La banca, sobre todo en su vertiente minorista, lleva años enfrentándose al reto de abrirse a nuevos canales de negocio. Consiguientemente, el soso discurso de “modernización de las TIC”, ha sido reemplazado por un cliché que en sí mismo no dice mucho, “transformación digital”, pero en el fondo encierra el mismo problema: dar con la clave para fidelizar a una clientela voluble, a la vez que seducir a nueva y novísimas camadas de usuarios de servicios financieros. La filosofía es la misma, pero la aparición del fenómeno fintech y de la tecnología blockchain han cambiado la ecuación. Este es un resumen posible del informe Top 10 Trends in Retail Banking 2018, publicado por Capgemini. Leer más
Por mucho que algunos se empeñen en ver una progresión lineal en las comunicaciones móviles (2G, 3G, 4G, 5G y escalas intermedias) la verdad es que esta ha sido siempre una carrera de obstáculos, en la búsqueda de objetivos que en sus inicios parecían imposibles. Es lo que está pasando ahora con la quinta generación: una vez aprobados los estándares y reordenado el espectro radioeléctrico, su puesta en marcha tiene plazos definidos. No faltan operadores que se cuestionan si es el momento de acelerar o de regular la marcha. Esta crónica se justifica por las últimas noticias sobre las ondas milimétricas, asunto tan complejo que los medios normalmente prefieren soslayar. Leer más
Larry Ellison, fundador, primer accionista y factótum de Oracle durante cuatro décadas, lleva años verbalizando una batalla contra Amazon Web Services. La explicación no está sólo en su personalidad, que también, sino en el temor de que, gracias a su liderazgo en el mercado cloud, AWS erosione la clientela de la base de datos a la que Oracle debe su existencia. Por su lado, AWS dice haber completado la migración de 50.000 bases de datos – sin precisar cuántas eran de Oracle – cifra claramente exagerada. Al mismo tiempo, paga a Oracle unos 5 millones de dólares mensuales en licencias de uso de esa misma base de datos con la que gestiona la mayor plataforma de comercio electrónico global. Leer más
No por primera vez la trayectoria del mercado español de PC difiere de la que sigue el mercado mundial. En el segundo trimestre, el número de unidades despachadas en España ha descendido otro 4,3%, con lo que ya suma nueve puntos de caída en seis meses. Es un agudo contraste con la recuperación del mercado mundial, que ha sido suficiente para registrar el mayor crecimiento desde comienzos de 2012. Las cifras son comparables porque proceden de la misma fuente, IDC, pero no disimulan la ´verdad verdadera` de que, en todo el mundo, la demanda de PC se contrae año tras año. Con, entre otras consecuencias, una concentración en dos marcas (HP y Lenovo) que suman el 59,7% de cuota. El resto pierde fuelle. Leer más
En su medio siglo de existencia, Intel ha engrosado su negocio gracias a que sus microprocesadores estrechaban con regularidad la distancia entre transistores de miles a decenas de nanómetros. La tecnología lo permitía y la demanda lo justificaba. Pero hace quince trimestres que Intel se ha quedado en 14 nanómetros y parece que así será durante otros cinco. Es una contravención al postulado que se conoce como ´ley` de Moore, pero no impide que la compañía siga aumentando su facturación y sus beneficios. Aun así, ha llegado un punto en el que los inversores están inquietos al ver que ya no lidera la tecnología de fabricación de chips: sus rivales Samsung y TSMC, ya van por los 7 nanómetros. Leer más
La guerra comercial de Estados Unidos contra China no es una bravuconada más de Donald Trump. Los aranceles diseñados por sus acólitos no entrarán en vigor hasta septiembre, pero ya están teniendo consecuencias: entre las víctimas colaterales se encuentra Taiwán, cuyas complejas relaciones con la ´madre patria` pasan por un momento delicado. En particular, afecta a su industria electrónica con fábricas en el continente integradas en una cadena de suministro global. Para las empresas sería grave verse atrapadas por el conflicto; el gobierno no lo desea, pero tampoco puede rechazar el espaldarazo diplomático que le ofrece Trump para salir del limbo en la escena internacional. Leer más
Prepárese el lector para una retahila de cifras a cual más alta, a las que, para mitigar el impacto, se ha despojado de seis ceros cada una. Tras ver el cierre (luego recurrido) de la adquisición por AT&T de Time Warner, valorada en 85.000 millones de dólares, el operador Comcast se atrevió a ofrecer 65.000 millones por ciertos activos de la Fox, lo que obligó a Disney a elevar la suya (originalmente de 52.000 millones) hasta 71.000 millones. La semana pasada Comcast prefirió abandonar y centrarse en su oferta de 34.000 millones por el 61% de la británica Sky por 34.000 millones. A estas fechas, la familia Murdoch, propietaria de Fox, se ha embolsado unas plusvalías de 18.000 millones. Leer más