25 de julio 2019

25/07/2019

Hasta el último día de julio (una vez Apple haya publicado sus cuentas) no se conocerán los datos del mercado mundial de smartphones, que IDC recopila trimestralmente. Esta será la prueba empírica, la más objetiva de que se dispone, sobre el impacto que ha tenido la campaña de acoso contra Huawei sobre sus ventas y las de sus competidores.

Con independencia de la apariencia de tregua anunciada por Donald Trump y del revuelo provocado por su amago de guerra comercial contra China, es impensable que no perturbara la demanda por los smartphones de esa marca e, indirectamente, beneficiara a las demás. A estas alturas, no parece posible que Huawei haya conservado el segundo puesto en el ranking, arrebatado a Apple. Por tanto, su aspiración a convertirse en el número uno del mercado mundial queda descartada, de momento. De esto me ocuparé cuando se publiquen las cifras globales de IDC.

Entretanto, han empezado a circular, con imaginable discreción y posible manipulación, las cifras que regularmente publica la consultora GfK sobre el mercado español de smartphones. Además  de la obviedad del ámbito geográfico, hay una diferencia de método: IDC recoge sus datos de los fabricantes (son entregas, no ventas), GfK refleja las informaciones del canal de distribución (ventas finalistas). Sobre esta base, el seguimiento de GfK viene a ser el mejor indicador del mercado

Vaya por delante que sólo conozco parcialmente el informe de GfK. En unidades, el acumulado hasta junio sitúa a Samsung (26%) con una ventaja no decisiva sobre Huawei (21%) en el mercado español. Les sigue, a nueve puntos de distancia, un empate estadístico entre Apple y Xiaomi, ambos en la franja de 11/12%. Por razones obvias, lo más relevante son las cifras de junio, que cambian sustancialmente la trayectoria del año. Otorgan a Samsun una cuota del 35% (nueve puntos de subida) que duplica la de un emergente Xiaomi (17%) y deja muy lejos la de Huawei: esta marca, que en mayo era todavía el número dos, ha caído bruscamente al cuarto puesto, del 27% al 11%, ligeramente por debajo de Apple. Si lo que el lector se está preguntando por el balance, resulta abrumador: en sólo un mes, Samsung ha ganado nueve puntos y Huawei ha perdido dieciséis.

Como de costumbre, GfK también publica datos sobre el valor del mercado. En el acumulado de seis meses, el líder es Apple, con un 33% de las ventas; no anda lejos Samsung (29%) y ambos relegan a Huawei (19%). La entretela de estos porcentajes el peso que en el valor total del mercado tienen los modelos premium,  en un rango de precio de más de 800 euros. También en este parámetro las cosas han cambiado mucho en junio: Samsung ha pasado al frente (39%) y Apple baja al 30%, mientras Huawei no pasa del 10%.

No hay duda de que han sido unos meses anómalos y que las cartas van a repartirse de nuevo. Por un lado, se disipa la incertidumbre en torno a Huawei (incluido el a todas luces precipitado gesto ´patriótico´de Google). Po otro, la gama media sigue dominando la demanda: los cuatro modelos más vendidos en junio en España son de la serie A de Samsung, mientras el iPhone XR es el más “popular” (sic) de la gama alta. En agosto y a la vuelta del verano se esperan los nuevos modelos de ambas marcas líderes; queda por saber qué presentarán sus rivales en la feria IFA de septiembre. Desde luego, nadie espera que Huawei se quede de brazos cruzados: la contraofensiva ya se está perfilando.

El mercado de PC va bien, gracias a Trump

24/07/2019

El trimestre ha sido raro para el mercado mundial de PC. Raro en la acepción de “extraordinario, poco común o frecuente”. Tras cerrar un 2018 plano y empezar mal 2019 (-3,0%) el informe de IDC registra una subida del 4,7%. Raro pero no  insólito, porque tiene explicación. Una: Intel ha relajado el suministro de procesadores; otra es la cercana (enero 2020) caducidad del soporte de Microsoft a Windows 7. Pero los analistas añade otro motivo coyuntural: la amenaza de la administración Trump de aplicar aranceles a las importaciones originadas en China ha impulsado un crecimiento que en el mercado estadounidense, directamente afectado, roza los dos dígitos, algo que no casi no se recuerda. Leer más

19 de julio 2019

19/07/2019

De la política de adquisiciones que ha seguido Chuck Robbins como CEO de Cisco puede afirmarse que es tan profusa como la de John Chambers, su antecesor. Sin embargo, difiere en un rasgo determinante: en lugar de  perseguir la apertura de nuevas áreas de negocio, Robbins tiende a comprar empresas que refuercen las líneas existentes. Y para ello cuenta con una máquina de generación de caja y, si fuera el caso, una capacidad de endeudamiento envidiable. Siete meses después de pagar 660 millones por Luxera, Cisco persevera en su apuesta por las comunicaciones ópticas. Para esto acaba de comprar Acacia, pagando 2.600 millones.

Es lo que puede esperarse de una empresa líder del mercado de networking. Luxera y Acacia se complementan como piezas de una estrategia que se remonta casi 20 años, hasta la absorción de CoreOptics. Lo que distingue a Acacia en el mercado es que permitirá a su nuevo propietario internalizar el diseño y la fabricación de componentes ópticos. Ambas se conocen bien: durante años Cisco ha sido el primer cliente de componentes de Acacia, tanto que representa en torno al 15% de sus ventas totales.

¿A qué se debe este interés por dotarse de capacidades propias de fabricación? A que en este mercado de las comunicaciones ópticas, la ventaja competitiva se logra con la habilidad para integrar circuitos ASIC, óptica y software, lo que permite mantenerse en la cresta de la innovación sojuzgando los costes. En otras palabras, los activos de Acacia aportarían a Cisco un mayor control sobre la evolución futura de la tecnología, cuando los 400 Gb/s han despegado en el mercado y empieza a hablarse de 1 Tb/s en un horizonte de pocos años.

Creo entender que la lógica de la operación sería la siguiente: con Luxera, Cisco ha mejorado su apuesta dentro del datacenter – su campo tradicional – mientras que Acacia hace posible “salir fuera”. A pesar de su indiscutible potencia como vendedor de switching y routing, Cisco no puede sacar pecho en la relación comercial con los grandes proveedores cloud, los hyperscalers. En este segmento, el que más crecimiento aporta al mercado, le aventajan dos competidores de relevancia: Arista y Ciena.

Aquí tengo que transcribir lo que me ha explicado un buen amigo que conoce el tema: Ciena encabeza el mercado de módulos DCI (Data Center Interconnect) mientras que Acacia le habría cogido la delantera en la implementación del nuevo estándar ZR para la transmisión óptica a mayor distancia, que es justamente lo que demandan clientes como Amazon, Microsoft, Facebook, Google o Tencent.

Esta breve digresión era necesaria para apreciar los motivos de la compra por parte de Cisco. Habrá quien discuta si valía la pena pagar una prima del 46% por una empresa que en 2018 facturó 340 millones; lo raro es que se discuta, porque las cuentas cuadran y precios más altos ha pagado Cisco por empresas que intrínsecamente valían menos (alguna tuvo que malvender)

Durante años, Cisco ha integrado transceptores ópticos en alguna de sus familias de routers, pero al envejecer la tecnología Acacia llegó a ser un suministrador irreemplazable. Según explica Bill Gartner, director general de su Optical Group –   dependiente del EVP David Goeckeler – “la tecnología que tradicionalmente se ha identificado con las plataformas DCI [nota: coloquialmente caja de pizza] está dejando paso a los módulos coherentes conectables”. En consecuencia, las operaciones de sus clientes se simplifican y Cisco podrá competir a gusto con unos rivales que en los últimos tiempos andan crecidos.

Reconoce Gartner, no obstante, que Cisco es un actor relativamente pequeño en los sistemas ópticos, un segmento de mercado que va girando hacia una rápida evolución. La compañía no puede quedarse atrás sin riesgo a perder cuota.

Conviene saber que Acacia nació en 2009 con el fin de “siliconizar las interconexiones ópticas”. Su CEO desde 2010, Raj Shanmugaraj, ha declarado que “mediante la integración de nuestra tecnología en el catálogo de networking de Cisco, se acelerará la tendencia hacia las soluciones conectables, lo que a su vez ampliará el número de clientes”.

¿De qué están hablando Gartner y Shanmugaraj? En este mercado, tal como es hoy, la batuta está en manos de un puñado de poderosos  usuarios, los hyperscalers, por lo que la tecnología que adopten va a influir en la actitud de los clientes corporativos de Cisco de toda la vida. Acacia – con una treintena de clientes en 2018 – tiene asegurada la dimensión que este mercado exige.

Si ajustamos el foco para fijarnos en las velocidades de 400 Gb/s actuales (y muy pronto en el estándar 400 ZR) cualquiera que pretenda comercializar sistemas ópticos para redes de transporte podría encontrarse con que las fuentes posibles se limitan a un par de proveedores: Ciena y Acacia. Cuando se cierre la operación, serán Ciena y Acacia. Un analista se preguntaba el otro día por qué Robbins no ha comprado Ciena. Imagino varias respuestas: 1) el precio sería bastante más alto, 2) absorbería actividades que ya tiene en casa y esto podría crearle problemas de regulación y 3) dejar suelta a Acacia sería como invitar a otro competidor (¿Arista?) a presentar una oferta de compra. Pero estas son conjeturas de un observador remoto.

Robbins se ha comprometido a mantener intactas las relaciones de Acacia con clientes de esta que sean competidores de Cisco. De hecho, el único problema que eventualmente podría fastidiar las intenciones de Cisco es que Acacia vende componentes a Huawei y ZTE, por lo que la aprobación de las autoridades chinas será imprescindible. Con una pizca de suspicacia se puede pensar que la indulgencia de Robbins ante el veto estadounidense contra Huawei [textualmente: “he prohibido que ningún empleado de Cisco utilice las dificultades de Huawei como argumento de venta”] es un gesto a la vez conveniente y elegante.

IBM y Red Hat serán felices comiendo perdices

17/07/2019

El acuerdo de compra de RedHat por IBM estipulaba como plazo límite el 28 de octubre próximo, al cumplirse exactamente un año. Tras recibir las bendiciones de los reguladores, la transacción se ha consumado, de modo que está en marcha el proceso de integración efectiva de ambas. Hoy, miércoles 17, IBM presentará sus resultados del segundo trimestre, pero más que de números se hablará del camino abierto para la integración. No es que a Virgina Rometty le sean indiferentes los números. Si fueran buenos, se atribuirá la vuelta del crecimiento orgánico, pero si no, saludará el inicio de una nueva era, tras siete años como CEO (más bien deslucidos, según consenso dentro y fuera de la compañía). Leer más

Samsung se fía del segundo semestre

12/07/2019

Y bien que necesita fiarse, aunque no sea la única. Las perturbaciones que vive el mercado mundial de smartphones están pasando factura a las tres marcas líderes y abriendo paso a sus perseguidores (todos chinos). En espera de conocer las estadísticas de IDC, se puede esbozar una primera  aproximación con los resultados trimestrales que Samsung ha adelantado. Su beneficio operativo (5.600 millones de dólares) ha caído un 56% entre abril y junio, comparado con igual período de 2018 y un 11% sobre el trimestre anterior. Pese a todo, el dato es mejor del esperado por los analistas, que no podían saber de antemano que Apple echaría un cable a su rival (y proveedor) al abonarle 850 millones. Leer más

10 de julio 2019

10/07/2019

En la foto más conocida del empresario malasio Hock Tan, CEO de Broadcom, aparece junto a Donald Trump, anunciando en la Casa Blanca que la empresa cambiaría su sede de Singapur a California. Un gesto oportunista que no le valió para conseguir lo que quería: la luz verde gubernamental para la costosísima compra de Qualcomm, denegada por temor a que una de las joyas tecnológicas de Estados Unidos cayera en manos de los financieros asiáticos que respaldan a Tan  Tan.

Hay que tener presente el antecedente porque con aquella decepción de marzo de 2018 se origina el interés de Broadcom – quinta en el ranking mundial de semiconductores – para diversificar su modelo de negocio hacia el software.  En noviembre, la compra de CA Technologies en 2016 fue un sorprendente primer paso que ahora podría repetirse si Tan logra que los accionistas de Symantec le vendan – en principio por 22.000 millones – la empresa que, pese a sus múltiples problemas, lidera el ranking del mercado de ciberseguridad.

No sería la primera vez que se concibe la maniobra de reunir fabricación de chips con software de seguridad. Lo hizo Intel al comprar McAfee, que acabó cediendo con una fuerte minusvalía. Ni sería la primera en que se habla de una venta de Symantec: meses atrás anduvo rondando el fondo Thoma Bravo, dueño de una amplia cartera de compañías de software.

Symantec, pese al lustre de su marca, lleva al menos un año y medio de vida tumultuosa, cuyo momento culminante ha sido la destitución en mayo de su CEO, Greg Clark, motivada por los repetidamente malos resultados. Clark ha sido el cuarto CEO despedido en siete años, desde la caída de Enrique Salem. En los últimos meses, han abandonado la compañía prácticamente todos los directivos de primera línea: el COO, el CFO y el CMO, dejando en evidencia a Clark. No es de extrañar que la acción se revalorizara un 16% tras publicarse el rumor de la oferta de compra mientras la de Broadcom caía bruscamente un 9%. Y así están.

Al cierre en marzo del año fiscal 2019, Symantec había facturado 4.700 millones de dólares; un 51% gracias a su división Enterprise Security y el resto a la de Consumer Security. El problema es que la segunda ha bajado en ingresos pero sigue siendo la rama más rentable. Digo que es un problema porque – siempre presuntamente – Broadcom tendría intención de desprenderse de la actividad de consumo, suponiendo que encontrase un comprador a buen precio [al parecer, si Thoma Bravo se echó atrás fue porque sólo le interesaba la de seguridad para empresas].

La inestabilidad de Symantec tiene rasgos crónicos. Hizo alguna adquisición costosa, como la de Veritas (2004), especialista en backup, mal digerida hasta malvenderla. Otras compras pequeñas pasaron sin pena ni gloria pero al costar poco dinero era indoloro dejarlas en el desván. Han proliferado los rivales en distintos segmentos de la seguridad y ha tardado en adaptarse al modelo cloud. Es cierto que la absorción de BlueCoat fue un acierto: con ella se incorporó un nuevo CEO (Clark) de la mano de accionistas exigentes que tres años después parecen haber perdido la paciencia. Esta sería, a grandes rasgos, una descripción del contexto que el avispado Hock Tan ha sabido captar.

¿Qué busca Broadcom en Symantec? O, mejor dicho ¿qué busca Tan? Tras una trayectoria como director financiero de compañías multinacionales con intereses en Asia, se le conoce por sus actos: recortar costes, liquidar activos poco (o nada) rentables y extraer flujo de caja con el que pagar la deuda contraída para comprar.

Lo primero que lógicamente debe atraerle es el desequilibrio de las cuentas de Symantec entre alto margen bruto y bajo beneficio neto. Más de un tercio de sus gastos operativos se destina a marketing, pese a lo cual las ventas no recuperan sus cifras pasadas, según se ve en el siguiente gráfico:

El analista Harsh Kumar, de Piper Jaffray, es optimista: estima que “una vez integrada y depurada”, Symantec bien podría elevar sustancialmente su margen operativo y aportar al nuevo propietario unas sinergias de 1.500 millones de dólares anuales en ahorro de costes.

Aunque por su audacia táctica pudiera parecerlo, Tan no es uno de esos inversores activistas que se forran desguazando empresas en dificultades: nadie podrá decir que sus adquisiciones de los últimos años (Broadcom y desde esta Brocade (5.500 millones) y CA Technologies (18.900 millones) hayan sido un fracaso. Desde la absorción de esta última, el grupo se reordenó en tres divisiones: semiconductores, software de infraestructura y una pequeña unidad de licencias de propiedad intelectual. Actualmente, la segunda de esas divisiones representa una cuarta parte de los ingresos y en ella debería insertarse Symantec, caso de cerrarse la transacción.

Otro objetivo posible, según se comenta, podría ser Tibco (en manos privadas), con la que podría continuar configurando un conglomerado de software. Este sector vive una cierta agitación ante la eventualidad de que, tarde o temprano, se pongan en venta activos que años atrás fueran adquiridos por fondos de inversión y que, una vez cumplido lo calculado, van a deshacerse de ellos.

Broadcom vale en bolsa 110.000 millones de dólares, diez veces más que Symantec, por lo que poco ganaría en tamaño a cambio de pagar una prima que debería oscilar en torno al 20% y absorber su deuda. Entonces, siguiente pregunta: ¿por qué diversificar Broadcom? En primer lugar, porque su sector de origen es fuertemente cíclico y en su caso los ingresos dependen demasiado del mercado de smartphones, que no pasa su mejor momento ni parece que vaya a reactivarse pronto.

En concreto, según dice su informe anual de 2018, “las ventas agregadas a Apple a través de todos sus canales [alusión directa a Foxconn, cuyas compras son reembolsadas por aquella] representa aproximadamente el 25% de nuestros ingresos netos del año fiscal […] La pérdida o descenso de la demanda de alguno de nuestros cinco grandes clientes podría tener efectos adversos en nuestro negocio”. Añádase la incertidumbre creada por la política arancelaria de la administración Trump y el veto contra Huawei (otro de esos ´cinco grandes clientes`] y se tendrá el cuadro casi completo.

IoT, oportunidad para Europa a condición de …

5/07/2019

La buena noticia es que Europa está bien posicionada para desarrollar servicios y aplicaciones de IoT y para sacar provecho en beneficio de su economía. La (casi) buena es un prerrequisito: antes habrá que armonizar la legislación en toda la UE y evitar la dispersión normativa. Tal fue la conclusión de una conferencia en Bruselas que Stefano Gastaut, director de IoT de Vodafone Business sintetiza así: “es urgente contar con un marco regulatorio que sea a la vez ambicioso y coherente”. Su ausencia es un obstáculo porque tanto la normativa europea como las nacionales están pensadas para las comunicaciones humanas y es incierto cómo deberían aplicarse esas reglas a los dispositivos IoT. Leer más

3 de julio 2019

3/07/2019

Me temo que entre nosotros ha habido precipitación al interpretar la tregua sellada (extraoficialmente) por Donald Trump y Xi Jinping. El conflicto continúa y el hecho de que la única fuente del aparente acuerdo sean unas breves declaraciones del presidente estadounidense no es exactamente una garantía de claridad. Sin entrar en detalles, Trump anunció que  las compañías estadounidenses “podrán vender a Huawei sin que ello cree un problema de emergencia nacional”, frase que cabe entender como indicio de que en él ha pesado más la opinión de la industria tecnológica que la de su belicoso consejero John Bolton. Esto no quiere decir que el veto contra Huawei haya sido levantado. Ni mucho menos.

A Larry Kudlow, antaño comentarista de televisión y actualmente consejero económico presidencial, le tocó la tarea de aleccionar a la prensa: no se trata de una amnistía general ni Huawei ha sido borrada de la lista negra del departamento de Comercio. Esta rama del gobierno será flexible al otorgar licencias de exportación de componentes destinados a Huawei, con esta precisión: “aquellos productos o componentes que sean obtenibles en otras fuentes o se juzguen de especial sensibilidad para la seguridad de Estados Unidos, no serán autorizados”.

Es suficiente para tranquilizar a la industria de semiconductores, cuyo lobby en Washington se había movilizado para aliviar el rigor de la medida presidencial. Otras decisiones quedan congeladas de facto: habría desaparecido el motivo para que Google restrinja patrióticamente el uso de Android por Huawei. De paso, aunque sin decirlo oficialmente, se da por sobreentendido que las empresas norteamericanas no encontrarán trabas para importar sus productos fabricados en China (como es el caso de Apple, entre otros). Y que China no tomará represalias, que era el otro temor.

No obstante, Kudlow advirtió que “no se ha dicho la última palabra”, lo que venía a subrayar que el supuesto aflojamiento del bloqueo ha sido un truco o una contrapartida necesaria para poder decir que hay un acuerdo para seguir buscando un acuerdo. Por su lado, es obvio que Xi Jinping no habría podido sentarse a la mesa sin saber de antemano que se levantaría con esa concesión.

El articulista Andrew Ross Sorkin comenta agudamente que se ha llegado a esta situación porque Estados Unidos no ha tenido una estrategia propia de innovación en telecomunicaciones. Es rigurosamente cierto que ninguna empresa norteamericana puede ni remotamente compararse a  Huawei: la única que pudo haber jugado un papel en el desarrollo de 5G, Lucent, cayó bajo control de Alcatel y luego esta fue adquirida por Nokia.  Según el autor, la ceguera de sucesivos gobiernos ha entregado a China una ventaja decisiva que no se podrá resolver con medidas proteccionistas sino con lo que él llama “una suerte de Proyecto Manhattan acerca del futuro de la conectividad”: adelantarse a China en la próxima generación de redes inalámbricas.

Ambas delegaciones se tomarán tiempo para discutir cientos, quizá miles, de asuntos en los que sus intereses son divergentes. Que se sepa, la única concesión que ha hecho Xi ha sido el compromiso de comprar unos cuantos miles de toneladas de soja, que Trump podrá esgrimir como un triunfo ante sus votantes del Medio Oeste.

En lo que respecta a Huawei, no ha cambiado nada fundamental. Su fundador, Ren Zhengfei, ha enfriado las expectativas al declarar que la compañía está preparada para las peores circunstancias. Lo cierto es que en los dos países hay corrientes que se oponen a que las apariencias vayan demasiado lejos. En Estados Unidos, se suelta la lengua de los que critican la gestión personalista que Trump ha hecho de la relación con China. En Pekín, crece la resistencia dentro de la dirección colectiva a las eventuales concesiones de Xi.

Para el presidente chino, su programa de autonomía tecnológica en 2025 es intocable. Uno de los aspectos que podrían estar sobre la mesa sería la llamada  “neutralidad competitiva”, consistente en relajar sustancialmente la exigencia de que ciertas actividades económicas queden reservadas a empresas chinas (públicas o privadas) con exclusión del capital extranjero. Las telecomunicaciones son una de esas actividades, lo que significa que una “línea roja” (nunca mejor dicho) a no traspasar sería la defensa a ultranza de Huawei en su condición de campeón nacional.

Discover: HPE sirve un menú variado e híbrido

2/07/2019

Discover 2019, la conferencia anual de Hewlett-Packard Enterprise (HPE) celebrada en Las Vegas, sonó más orquestal que nunca. Puede que esta apreciación sea sólo un matiz de estilo, por lo que de poco valdría extenderse sobre las diferencias de personalidad entre el nuevo CEO, Antonio Neri, y su predecesora Meg Whitman. Neri ejerce de directivo sobrio, al tiempo que abre espacio para que resalte cada ejecutante, no deja lugar a dudas de que la partitura es suya. Mucho ayuda la herencia de un perímetro corporativo rehecho tras las desinversiones y adquisiciones durante la gestión de Whitman. Mañana, miércoles 3, se abrirá en Madrid una variante de Discover para el mercado español. Leer más


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