3 de mayo 2019

3/06/2019

“Es lo que hay”. Es un sofisma que escucho a menudo, cada vez más a menudo, cuando se me ocurre comentar negativamente alguna tendencia a mi juicio anómala o malévola. Puede tratarse de la superexplotación de los falsos autónomos, de la ruinosa batalla tarifaria entre las telecos o la afortunadamente menguada piratería de software. Obsérvese que los tres casos que cito (hay más) tienen en común la supuesta ventaja que el precio más bajo supone para los usuarios.

En algunos medios que leo habitualmente, he encontrado agudas  denuncias de lo que describen como una preocupante proliferación de productos falsificados que circulan sin cortapisas a través de sitios de comercio electrónico o se anuncian en las redes sociales. No me extraña en absoluto, pero me niego a que la respuesta sea el escapista “es lo que hay”.

Las marcas de imitación son un fenómeno tan corriente que da algo de rubor tener que recordar sus efectos nocivos. Empezando, cómo no, por los económicos: según estudios oficiales pero que no me consta si han sido actualizados, representarían hasta un 9,3% de las ventas directas en España.

Coincidiendo con lo anterior, he reparado en una campaña en defensa legítima de los consumibles de impresión, con cuyos argumentos no puedo menos que identificarme. En mala hora se me ocurrió hacer una simple comprobación en Internet: no sólo he comprobado que ese comercio de cartuchos de tinta y tóner existe sino que si en la búsqueda incluyo adjetivos como “barato”, “compatible” o “recargable”, al poco rato recibo  ofertas tentadoras cuya tentación está en el precio y la entrega a domicilio.

No estamos ante una práctica periférica ni ante una picaresca folclórica, sino que tiene todos los visos de ser delictiva. Un informe de la Imaging Supplies Coalition (ISC), integrada por cuatro marcas globales de impresión (Brother, Canon, Epson, HP, Lexmark y Xerox) estima que un 8% de los cartuchos que se venden son en realidad productos falsos en distintas acepciones de la palabra y añade que representan una pérdida directa para la industria de al menos de 3.000 millones de dólares.

La primera y más obvia consecuencia es económica: el mercado negro online viene a ser un sumidero que genera evasión fiscal, que no crea empleo y desde luego no necesita I+D porque de eso se ocupan sus víctimas, las marcas legítimas. La segunda es medioambiental: según otra fuente autorizada, HP, el 97% de los cartuchos de imitación terminan en los vertederos, con el agravante de que de la ausencia de reciclaje se nutre de un tráfico secundario de carcasas que, una vez rellenadas con productos de baja calidad, serán reinsertadas en el mercado. Hay quienes hacen como que no ven, porque el subterfugio facilita precios mucho más bajos que los de las marcas que articulan el mercado e invierten en el cumplimiento de las normativas.

Me consta que HP, porque hace años visité sus instalaciones, tiene a gala un sofisticado sistema de recogida y reciclaje de consumibles [está de moda llamarlo gig economy] con un programa de ciclo cerrado que la compañía llama HP Planet Partners. Una vez recogidos – lo que en sí mismo tiene un coste – sus componentes se reutilizan: en la actualidad – informa la empresa – el 100% de sus cartuchos de tóner y el 80% de los de tinta son reciclables.

La táctica de HP se dirige a disuadir al mismo destinatario que – como yo la semana pasada – recibe una publicidad engañosa. Como consumidor individual, la diferencia puede no ser importante, pero sí lo es para las pymes, más sensibles al coste.

Normalmente, el usuario final no tiene idea de los componentes químicos ni del rendimiento y calidad del proceso de impresión que obtienen con esos consumibles de imitación. En la práctica, en esto consiste el engaño, en que no haya manera de distinguir lo falso de lo auténtico.

No hay que mirar muy lejos para saber por qué tantos usuarios pican el anzuelo. Basta con entender una ecuación económica que caracteriza el negocio de impresión y explica por qué entre los usuarios no decaen los malos hábitos: las impresoras se venden a menos de su coste porque el margen que el fabricante sacrifica en el hardware lo recuperará luego a través de la venta de consumibles.

A partir de esta incómoda realidad, el modelo de negocio de las marcas se ha remodelado, primero con ayuda de la tecnología [etiquetas holográficas, software de detección] y, más recientemente, adoptado una fórmula de servicio – también llamada contractual – que, a juzgar por las cifras está siendo bien acogida pero que no ha acabado con la peste.

29 de mayo 2019

29/05/2019

Poco ha durado la alegría de los accionistas de Qualcomm. Exactamente del 16 de abril al 21 de mayo. Tras el acuerdo con Apple que puso fin a una larga batalla judicial, la cotización de la primera subió 23%. Desde que se conoció la sentencia desfavorable a Qualcomm en el proceso iniciado por la FTC (Federal Trade Commission), su acción ha vuelto a caer un 17%. Hasta ayer.

La jueza Lucy Koh, concida por haber presidido otros juicios célebres sobre patentes, ha sentenciado que Qualcomm es culpable de infringir capítulos clave de la ley antimonopolio. En 233 páginas de argumentación, ha logrado algo que ni los competidores ni los reguladores de medio mundo habían conseguido hasta ahora: promover un cambio radical del modelo de negocio de Qualcomm. Si se aplicara el criterio judicial, la compañía se vería obligada a rebajar sus royalties, a renegociar los contratos firmados y a ceder su propiedad intelectual en condiciones razonables a los competidores. El impacto en su cuenta de resultados es imposible de calcular en este momento, pero sería elevado.

Obviamente, Qualcomm recurrirá en todas las instancias a su alcance, por lo que el desenlace tardará años en llegar. Cabe entonces  preguntarse qué habría hecho Apple si la secuencia entre ambos juicios hubiera sido la inversa, como durante un tiempo se creyó que ocurriría. Probablemente, a disgusto, se hubiera allanado a negociar un acuerdo, puesto que no tenía alternativa de suministro de un módem con el que equipar su iPhone 5G, previsto para el año próximo.

En sus conclusiones, la jueza deja escrito que “la demandada ha mantenido durante años una conducta  que resulta excepcional en la industria. Se ha negado a vender sus chips a los fabricantes de móviles [cita a Motorola, Samsung, Lenovo y Huawei, además de Apple] que no aceptasen firmar un contrato de licencia sobre la totalidad de su cartera de patentes [con independencia de que usaran o no esa propiedad intelectual]; para reforzar su posición no ha vacilado en cortar o retrasar las entregas de software ni en amenazar con retirar el soporte técnico a sus productos”. En cuanto a sus competidores directos (menciona a Samsung, Broadcom y Mediatek) se ha negado a negociar con ellos licencias sobre su propiedad intelectual.

Según dicta la sentencia, Qualcomm deberá someter a la FTC una propuesta de correctivos a la situación descrita, así como un mecanismo de verificación de cumplimiento durante los próximos siete años. Ahora está en manos de la comisión solicitar la aplicación cautelar de la sentencia o – lo más probable – dejarla provisionalmente sin efecto hasta que se resuelva en apelación.

Ya he descrito en este blog el deterioro de las relaciones entre Qualcomm y Apple, de modo que no insistiré. Pero me parece interesante observar que la jueza reflota una cláusula del llamado Marketing Incentive Agreement (MIA) en virtud de la cual Qualcomm ha reembolsado a Apple una parte de los royalties recibidos a cambio de la exclusividad contratada, estipulando que ese pacto caducaría automáticamente si algún producto de Apple incorporase un chip de banda base (módem) de otro suministrador.

También rescata la jueza Koh un episodio hasta ahora conocido sólo parcialmente: Qualcomm aceptó indemnizar a Samsung para que esta retirase su denuncia por prácticas anticompetitivas. Como secuela de ese trato, los smartphones Galaxy destinados a ciertos mercados integran desde entonces procesadores Snapdragon mientras en los otros mercados llevan los  Exynos de Samsung.

El modelo de negocio de Qualcomm Inc, se transparenta en su cuenta de resultados. La mayor parte de sus ingresos procede de la venta de chips (su rama QCT) pero obtiene el grueso de sus beneficios de QCL, titular de la cartera de patentes. La llave maestra se resume en un  lema, ´No license, no chips´, que aplica a rajatabla. Por cierto, la cuantía a pagar por las licencias se define por el precio final del producto (con un tope de 400 dólares) y no por el coste de las partes suministradas por Qualcomm.

Esta anomalía siempre se ha argumentado por la necesidad de financiar el esfuerzo de I+D que se necesita para mantener el ritmo de innovación adelantándose a las necesidades de la demanda. Esta tesis es, al parecer, compartida por la administración Trump: el departamento de Defensa ha querido influir desde fuera al declarar que Qualcomm es un “campeón nacional” indispensable en el desarrollo de la tecnología 5G. En cuanto al departamento de Justicia, se personó en el proceso para advertir a la jueza que si diera la razón a la FTC [agencia formalmente independiente] provocaría más perjuicios que beneficios” en la capacidad competitiva de Estados Unidos. El recurso de Qualcomm deja este argumento en manos de un tribunal superior.

Lo que me lleva inevitablemente al contexto actual, marcado por la hostilidad de la administración federal contra Huawei y los efectos de la así llamada guerra comercial con China. Baste recordar que la FTC inició el proceso contra Qualcomm en 2017, durante la transición entre Obama y Trump, con una proporción dentro de la comisión que desde entonces se ha invertido a favor de los republicanos.

Prácticamente dos terceras partes de los ingresos de Qualcomm se originan, directa o indirectamente, en China, lo que significa que la compañía está expuesta a circunstancias políticas que no puede controlar. Al mismo tiempo, desde Washington se le asigna un rol esencial en la defensa de la primacía estadounidense en las comunicaciones 5G.

Es cierto que Huawei tiene una (relativa) autonomía, ya que sus smartphones llevan chips de diseño y producción propios. Pero, en comparación, las demás marcas chinas integran chipsets Snapdragon, aunque por el momento no se han visto afectadas por las medidas arancelarias de Donald Trump.

De ello podría deducirse que Qualcomm ha podido hasta ahora proteger su modelo de negocio gracias a un monopolio “natural” que ni siquiera Intel ha podido romper. Bueno, alternativas hay: Samsung tiene sus Exynos, Huawei sus Kirin así como MediaTek tiene sus Helio. Aun así, la ventaja adquirida por Qualcomm en las tecnologías 5G se antoja decisiva. Tecnológicamente, sin duda, pero sus accionistas acaban de descubrir un factor inesperado, la repentina incertidumbre jurídica.

Rakuten opta por “cloudificar” su red 5G

28/05/2019

Hiroshi Mikitani

De  entrada, algún lector se preguntará qué relación puede haber entre la camiseta que lucen los jugadores del Barça y uno de los más originales proyectos de despliegue de telefonía móvil 5G. Rakuten, gigante japonés del comercio electrónico, está a un paso de convertirse en el cuarto operador de su país con una red tecnológicamente pionera, para cuyo despliegue prescindirá de los suministradores habituales tras diseñarla para que sea completamente virtualizada. Operadores de otras partes del mundo –  entre ellos Telefónica – toman nota del experimento por las lecciones que pudiera aportar a sus propias redes. Mientras tanto, la industria lo observa con una mezcla de interés y aprensión. Leer más

Se abre una grieta judicial en la App Store

27/05/2019

Han tenido que pasar ocho años hasta que el Tribunal Supremo de Estados Unidos (coloquialmente, SCOTUS) diera luz verde para que sea juzgada una demanda antimonopolio contra Apple en relación con su tienda de aplicaciones. Larga ha sido la paciencia de los litigantes, un tal Robert Pepper y otros tres usuarios de iPhone que, en 2011, denunciaron a la compañía con el argumento de que la exclusividad exigida a los desarrolladores impedía la existencia de un sistema alternativo. La sentencia reabre el cuestionamiento de un  boyante negocio que Apple ha construido en base a las aplicaciones de los que se nutre una base instalada de 1.400 millones de dispositivos IoS activos en todo el mundo. Leer más

Intel muestra al fin su nueva hoja de ruta

24/05/2019

Murthy Renduchintala

Varias calamidades padecidas por Intel en los últimos dos años – destitución fulminante de Brian Krzanich, acumulación de retrasos en la progresión de su tecnología de producción de chips, problemas de suministro de procesadores a los fabricantes de PC y, como postre, colapso de las relaciones con Apple – han encontrado quien diera la cara. En su primer Investor Day desde que fuera confirmado como CEO, Bob Swan ha anunciado una hoja de ruta sobre la que se juzgará su autoridad para dar un golpe de timón. Como prenda de credibilidad, se ha fijado un plazo holgado, plausible: en los tres próximos años, tanto los ingresos como el beneficio crecerán modestamente, menos del 10% anual. Leer más

HPE al asalto del mercado de supercomputación

22/05/2019

Este jueves, cuando Antonio Neri, CEO de Hewlett Packard Enterprise, presente los resultados del segundo trimestre de su año fiscal, se dará el gusto de confirmar una noticia que los analistas han elogiado por consenso: la compra de la empresa Cray al precio de 1.300 millones de dólares. La política de adquisiciones de HPE mantiene así el derrotero trazado por Meg Whitman con Neri primero como mano derecha y luego sucesor. En parte, lo llamativo de la operación reside en que HPE heredará  contratos para construir tres de los superordenadores más potentes hasta el presente, que han sido adjudicados a Cray en los últimos meses, con una facturación agregada superior a 700 millones de dólares. Leer más

17 de mayo 2019

17/05/2019

Intel ha dado pie a varias noticias en las últimas semanas. Una buena, la nueva familia Xeon para centros de datos. Otra tardía, el anuncio de que en el segundo semestre se normalizará el suministro de procesadores para portátiles que tiene muy disgustados a los fabricantes de PC.  Y una tercera, que parece no tener arreglo: la pérdida de Apple como cliente para los módems de la próxima generación de iPhone, consecuencia del acuerdo que reintegra ese negocio a manos de Qualcomm. De la tercera noticia voy a ocuparme en este newsletter. Me facilita mucho la tarea un artículo de Aaron Tilley (en The Information) que reconstruye las entretelas de lo que llama el divorcio entre Apple e Intel.

Un par de horas después de conocerse el acuerdo entre Apple y Qualcomm, que deja fuera de juego a Intel en el desarrollo de un módem 5G, Bob Swan  anunció que esta última abandona sus esfuerzos por falta de perspectivas de rentabilidad. Tilley rastrea el desencuentro hasta 2010, cuando Intel adquirió activos de Infineon por 1.400 millones; buscaba resarcirse del error de no haber aceptado participar del proyecto de iPhone al que había sido invitada por Steve Jobs. Como es sabido, en 2011 Apple se echó en brazos de Qualcomm como único suministrador durante cinco años. Intel tardó en desmontar sus equipos, que en cierto momento habían sumado 7.000  personas dispersas en 32 sitios alrededor del mundo.

En 2015, Brian Krzanich, CEO de Intel hasta el año pasado, había tomado la iniciativa de fichar a Venkata (Murthy) Renduchintala, que dirigía la ingeniería de Qualcomm, pero este fue resistido por veteranos que desde entonces pasarían a estar a sus órdenes. De pronto, el viento pareció cambiar en 2016: Apple, que ya barruntaba un conflicto con Qualcomm, negoció con Intel para que le suministrara un módem – 8060 según la nomenclatura – desarrollado en conjunto, para equipar una parte de los iPhone 7, si bien Qualcomm siguió como proveedor del resto hasta que se rompieron las relaciones.

Curiosamente, los vaivenes de Intel le impidieron aprovechar esta segunda (o tercera) oportunidad: el prototipo del siguiente módem 5G (8160) no convenció a Johny Srouji, senior VP de tecnología de hardware de Apple, quien recomendó a Tim Cook hacer las paces con Qualcomm [un vídeo en el que elogiaba la tecnología de esta fue mostrado durante el juicio].

No fue plato de  gusto para Cook desdecirse de la demanda y aprobar el pago de 4.500 millones de dólares a su adversario (y nuevamente  proveedor) en concepto de royalties atrasados. El premio será, algún día,  completar el desarrollo de su propio módem, una tarea que según fuentes de Tilley podría llevarle hasta 2025.

El deterioro de la confianza entre Apple e Intel amenaza la continuidad del contrato de suministro de procesadores para la familia Mac. El mes pasado, Cook expresó públicamente su decepción, lo que ha llevado a suponer que tiene planes de autoabastecimiento, quizás el año próximo.

Entretanto, algunos quisquillosos andan quejándose de que el consejo de Intel tirara por la calle del medio y escogiera como nuevo CEO a Bob Swan, antes CFO y el primero en alcanzar esa posición sin haber estudiado ingeniería. Bueno, qué quieren que les diga, a juzgar por los vídeos que he visto, puede que Swan no tenga la soltura escénica de su predecesor, pero la verdad es que los problemas que afligen a Intel no los ha creado  ningún financiero ni ha sabido resolverlos ningún ingeniero.

Ante todo, un lavado de cara para Facebook

14/05/2019

Mark Zuckerberg y Chris Hughes

En los próximos días se conocerá la cuantía de la sanción ya decidida por la FTC (Federal Trade Commission) de Estados Unidos contra Facebook por sus reiteradas violaciones de la privacidad de sus usuarios. La compañía se ha resignado, hasta el punto de provisionar 3.000 millones de dólares para pagar una multa que, según rumores, podría llegar a 5.000 millones. Sea cual sea la cifra, será relevante incluso para una compañía que cerró su año fiscal 2018 con un beneficio neto de 22.000 millones. Aún más  dolorosas podrían las medidas de acompañamiento a las que deberá  allanarse Facebook y que, según lo trascendido, van a condicionar el futuro de su modelo de negocio.
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¿Pelotazo digital o acto de fe? Ambas cosas

10/05/2019

Dara Khoshrowshahi

Hoy es el gran día, el de la esperada salida a bolsa de Uber. La  empresa que diera origen al neologismo “uberización” y a la estúpida jerga sobre la “economía colaborativa” empezará a cotizar este viernes en Wall Street. El prospecto presentado a la comisión de valores estadounidense (SEC) informa de que Uber tiene 91 millones de usuarios mensuales en 700 ciudades de seis continentes y presta cada día 14 millones de servicios. Cerró 2018 con unas pérdidas operativas de 3.033 millones de dólares sobre unos ingresos totales de 11.270 millones con un déficit acumulado de 7.900 millones. ¿Cómo explicar en este contexto que su (presunto) valor bursátil llegue a rondar 90.000 millones de dólares? Leer más


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