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No hay que tomar a la ligera las historias acerca de esa criptomoneda que llaman Bitcoin, como si fuera sólo una reedición de aquella ocurrencia que fue SecondLife hace varios años. Ni una ni otra experiencias merece ser tratada como moneda fiduciaria, pero ambas han recibido un tratamiento mediático desproporcionado. Más allá, no se parecen en nada. Bitcoin se define como una divisa electrónica que se intercambia de manera anónima entre ordenadores, no se le reconoce paridad con ninguna moneda real, no está controlada por un regulador (en realidad, ni siquiera se sabe quién está detrás ni qué pretende, aparte de alucinar a cierto número de frikis).
Se ha contado mil veces que su origen está en un paper firmado con seudónimo, que se basa en un protocolo en doble criptografía, que las unidades se generan a medida que una red P2P resuelve algoritmos planteados por el sistema, y que en teoría hay un máximo fijo de moneda virtual «acuñada» que debería alcanzarse en 2040. Como trabajo de fin de carrera, es interesante. Lo insensato es, en coincidencia con el corralito chipriota, a alguien se le haya ocurrido la tesis de que Bitcoin [o algo por el estilo] pudiera ser la base de una alternativa económica libertaria, acorde con ciertas teorizaciones sobre el efecto red o Internet como comunidad autogestionada.
El problema del razonamiento es que un bitcoin no cumple el primer requisito de cualquier unidad monetaria, que es servir para el intercambio: si sólo se puede atesorar, no crea incentivos para gastar, por tanto no genera flujo económico, no crea ni distribuye riqueza. Desde luego que estamos muy habituados a los intangibles; la mayor parte de nuestra actividad pecuniaria cotidiana son apuntes en cuenta, relacionados con tarjetas de crédito o débito, transferencias electrónicas, etc. pero siempre tienen detrás unos activos reales, y si nos merecen confianza, individual y colectivamente, es porque están regulados y respaldados por (relativas) garantías de conversión.
El tratamiento fiscal y la eventualidad de que sirvan para actividades ilícitas, no es materia de este comentario. Sí lo es, en cambio, que la volatilidad de los bitcoins en ese supuesto mercado donde supuestamente han subido como la espuma, es el resultado de su iliquidez; son deflacionarios por naturaleza. Dejando a un lado las diferencias con SecondLife, veo que tienen dos cosas en común: acabará tristemente, pero unos cuantos habrán pasado un rato divertido con sus algoritmos. Mis respetos.
No es un secreto que la guerra contra IBM es una seña de identidad original de Oracle. Por esto no sorprende que Larry Ellison aprovechara la presentación de tres nuevos procesadores Sparc y seis sistemas basados en ellos, para lanzar su enésimo ataque verbal contra el adversario. Hace cuatro décadas, cuando Ellison creó Oracle, el objetivo era instalar sus bases de datos en los ordenadores de IBM, dominantes en las empresas; con el tiempo no sólo lo consiguió, sino que las llevó a ser mayoritarias en el mercado. Hasta que en 2010, con la compra de Sun – cortejada y abandonada por IBM – Oracle se convirtió en competidor también en el hardware, abriendo otra fase en la vieja guerra. Leer más
Demasiadas expectativas. El esperado anuncio de Facebook Home no ha hecho más que confirmar algo de sobra sabido, su necesidad de explotar el hecho de que al menos la mitad de los usuarios acceden a través de dispositivos móviles. Pero Mark Zuckerberg no se ha atrevido – y puede que lleve razón – a ir tan lejos como le recomendaban algunos prosélitos: es improbable que, con tan poca materia como la anunciada, los inversores cambien de actitud y se entusiasmen por la acción de una compañía que aún sigue explorando el alcance de lo que tiene entre manos.
Desde su frustrante salida a bolsa, Facebook ha estado bajo constante presión para mostrar sus cualidades como modelo publicitario. Y lo ha hecho, pero no a la altura de las esperanzas iniciales. De ahí que sus iniciativas despierten a la vez ansiedad y desconfianza. El nuevo intento tiene al menos el acierto de presentarse como una capa social para los usuarios de móviles, con la sagacidad de no actuar como competidor de Apple, Google o los fabricantes y de no enfadar a los operadores.
Casi seguramente, un fphone hubiera sido una experiencia desastrosa, y nadie hubiera entendido que desarrollara un sistema operativo propio. Se ha quedado a medio camino: crear un launcher para Android, una colección de aplicaciones y servicios propios – entre ellos una de mensajería – que conectan a los usuarios de Facebook directamente, usando a Google como plataforma pero sin darle negocio. Será preinstalado en dispositivos de varias marcas, pero la primacía la tendrá un modelo desarrollado ad hoc por HTC, a la que buena falta le hace un empujón de popularidad.
¿Y esto para qué? Para delimitar una plataforma propia, habitada por millones de usuarios ensimismados que – se puede imaginar – se comportarán como consumidores compulsivos de Facebook [esto quiere decir mensajes, fotos, vídeos] casi sin necesidad de aventurarse fuera de ese territorio donde están sus ´amigos´. Durante la presentación, alguien preguntó a Zuckerberg por la monetización de esta iniciativa, y el muy pícaro fingió no haber pensado en ello.
Pues claro que lo tiene pensado. Se calcula que un 14% de los ingresos publicitarios de Facebook proceden de los usuarios que acceden al servicio desde sus móviles, un porcentaje realmente bajo – dicen los analistas – y por tanto prometedor. La manera de elevar el porcentaje es promover el uso, lo que quiere decir más tráfico. Es pronto para saber qué piensan al respecto los operadores – AT&T y Orange han sido los primeros en apuntarse – y no sería raro que llegaran a tener mejores relaciones con Facebook que con Google. Podrían, quizá, ofrecer planes de datos baratos, diseñados a la medida de ese público cautivo. Todo se andará.
Dicho sin rodeos: el «rumor de mercado» difundido por el Financial Times en su blog Alphaville, acerca de una operación triangular en la que Verizon Communications y AT&T se repartirían Vodafone, merece poca o ninguna credibilidad. Desde hace años, el respetable diario británico se esfuerza en promover salidas para un enredo corporativo enquistado de antiguo. Consiste en que Vodafone posee el 45% de Verizon Wireless. Tal vez estaría dispuesta a vender, pero el precio – con una prima sobre el valor en bolsa, estaría por encima de los 100.000 millones de dólares – y el consiguiente coste fiscal, han sido suficientes para que la idea no prosperara. Hasta hoy, por lo menos. Leer más
Estoy en deuda con un par de lectores que reclaman una actualización acerca de software-defined networks (SDN), un área en constante evolución. Como entremés, les ofrezco el resumen del resumen de un informe de UBS que ha llegado a mis manos. El autor opina que pasarán un par de años antes de pasar de los pilotos a los despliegues importantes de SDN, pero ya vale con que se hable de ello para extender la idea de una disrupción inminente en el mercado de networking. Por consiguiente, UBS prevé una fiebre de adquisiciones, no necesariamente de empresas jóvenes, más o menos relacionadas con esa perspectiva.
Con 30.000 millones en tesorería, Cisco no se dejará amedrentar por la ´amenaza´ de Nicira (ya integrada en VMware) y aprovechará cualquier oportunidad que se le presente para lo que el informe de UBS denomina (sin duda exagerando) «una navegación por aguas revueltas». Tiempo habrá de analizar aquí la estrategia de Cisco, pero de momento no se trata sólo de SDN, ni mucho menos: prácticamente todos los nombres importantes de la industria TI tratan de asentarse en el antes restringido espacio del networking. Y entre esos nombres aparece el de Oracle.
Valgan como ejemplo dos adquisiciones recientes con las que Oracle quiere hacer crecer su cartera entre las telecos. Muchos hemos reparado en esa publicidad de Oracle en los aeropuertos, según la cual nueve de cada diez operadores son clientes de la compañía. De lo que ahora se trata no es de venderles más de lo mismo – comenta Dana Cooperson, analista de Ovum – sino de «penetrar en áreas estratégicas como la gestión de la experiencia de usuario, despliegue de aplicaciones, análisis de big data, gestión de abonados y el control inteligente de las redes». Probablemente, no descarta venderles también hardware.
Larry Ellison extiende así la larga lista de sus adversarios: Ericsson, Alcatel Lucent,Huawei y Cisco son rivales de no menor categoría que IBM, HP y SAP; a por ellos va Oracle en esta nueva fase. Dos adquisiciones clave de los últimos meses – seguramente habrá más – lo ponen de manifiesto. Oracle ha acordado desembolsar más de 3.000 millones de dólares para comprar Acme Packet y Tekelec, que no son precisamente startups desconocidas para las telecos de medio mundo: llevan muchos años suministrándoles software para optimizar la gestión de sus infraestructuras, y este es un nicho interesante que Oracle quiere añadir a su catálogo.
¿Alguien imagina a Steve Jobs pidiendo disculpas por un error? Recuerde el caso antenagate. Habla bien de su sucesor Tim Cook, haber pedido disculpas al menos dos veces en medio año: el fiasco de la aplicación de mapas para iOS 6, y, esta semana, al asumir las críticas por no ofrecer unas garantías apropiadas a los consumidores… en China. Un hecho doblemente insólito, porque viene precedido de una campaña de descalificaciones contra Apple en los medios de comunicación chinos, empezando por la cadena de televisión estatal CCTV. Cook debe haber quedado realmente impresionado, tras haber visitado el país dos veces y proclamado que China será el mayor mercado para los productos de Apple. Leer más
El plan articulado por Michael Dell para ´privatizar` la compañía que lleva su nombre, se ha complicado en los últimos días. Además de su oferta, que valora la empresa en 24.400 millones de dólares, han aparecido otras dos que tienen carácter preliminar: una de Blackstone – que cometió la torpeza de sugerir que contrataría a Mark Hurd para tomar el mando en lugar del fundador, lo que de entrada privaría a su propuesta del 14% de capital en manos de este – y otra, manifiestamente oportunista, presentada por Carl Icahn, un bucanero de Wall Street. Ambas, por supuesto, cortejan a los accionistas con un precio aparentemente superior, pero la impresión que prevalece es que acabaran retirándose. Porque, a poco que se piense, ¿qué otro sentido tendría cualquier operación que no fuera dar a su fundador el control incondicional de la compañía, sin enojosas interferencias bursátiles?
Para entender lo poco que se puede entender del asunto, hay que recordar que el PC, un negocio en declive, aporta aún la mayor parte de los ingresos de Dell, pese a los esfuerzos de diversificación. Como es impensable que alguien aceptara comprar esa parte y liberar a la empresa del peso de la carga, viene a resultar que lo único sensato sería llevar adelante el plan de Michael Dell (o lo se intuye que es su plan). Un documento presentado por el consorcio oferente ha dejado meridianamente claro que Dell no podría en ningún caso conseguir que su negocio de soluciones de empresa crezca al ritmo suficiente para compensar la caída de su negocio principal.
¿Qué hacer, entonces? Si acelerara la transformación más de lo que ha hecho hasta ahora, los números serían mal recibidos en la bolsa, porque las inversiones necesarias afectarían negativamente la rentabilidad durante años, y los accionistas minoritarios ya pueden ir olvidándose del precio (una prima del 25%) que ahora se les ofrece por sus títulos. Tal como pintan las cosas, la compañía es víctima de un deterioro operativo, pero su situación financiera es (todavía) relativamente sana. Ahora o nunca, se habrá dicho Michael Dell.
A primera vista, sólo es un relevo, un leve salto generacional. Warren East (52 años) dejará en julio de ser el CEO de ARM Holdings, y el puesto será ocupado por Simon Segars (45); los dos ingenieros entraron en la compañía a principios de los 90, cuando despuntaba tras segregarse de Acorn Computer. Juntos – aunque el protagonismo siempre se lo llevó East – convirtieron una boutique de diseño de chips en una pesadilla del gigante Intel. La arquitectura ARM domina el mercado de móviles, en el que Intel está casi ausente, y aspira a competir en otras categorías. Con una diferencia clave: ARM no tiene fábricas; se limita a licenciar sus diseños a terceros que sí las tienen (o no). Leer más
Si la gran innovación que nos prometen Apple y Google para este año es un adminículo como aquel con el que Sophie, la sobrina del inspector Gadget, se comunicaba por videoconferencia con su perro Sultán… hay derecho a pensar que se están quedando cortos de ideas. Vale, quizá no sea justo decirlo así: se ha hecho costumbre que ciertos blogs tecnológicos preanuncien desarrollos asombrosos – convenientemente aderezados con imágenes supuestamente robadas – que mantienen viva la fantasía de los usuarios pero que luego no comparecen cuando se presentan al mercado los productos de la siguiente generación, ni de la siguiente.
Por poner un ejemplo, es lo que ha ocurrido con el Galaxy S4, del que esos blogs (y miles de tuits) pregonaron que traerían novedades que, por alguna razón, Samsung prefirió dejar en el laboratorio. De algo ha servido esta complicidad mediática: la marca coreana ha conseguido acreditar la idea de que, hoy por hoy, innova más que Apple. Me cuesta imaginar que la única respuesta de Apple sea un reloj interactivo.
El problema es, según me explica el amigo Andreu, que la innovación industrial es normalmente incremental y funciona por fases, cada una de las cuales requiere ser validada por los usuarios antes de dar paso a la siguiente; por esto, la tecnología da a veces la impresión de haber llegado a una meseta, pero sólo está en espera de que el mercado madure para aceptarla. Al margen del comic y sus personajes, estos relojes interactivos arrastran años de experiencias fallidas (Microsoft, Sony, Samsung, Pebble, etc) y se han estrellado contra la indiferencia de los consumidores.
¿Volverán a estrellarse, como pronostica el señor Hayek, presidente de Swatch, que algo sabe del asunto? Es posible, pero si ahora mismo existiera demanda para algo supuestamente llamado iWatch, lo único seguro es que Apple no pillaría a nadie por sorpresa. Aunque sólo fuera por aguarle la fiesta, sobrarían los competidores. No está de más recordar que la primera necesidad que tiene Apple no es la apertura de nuevas categorías sino la ruptura de su autoimpuesto ciclo de productos, un modelo de negocio al que los rivales ya le han cogido el truco.