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  5/06/2013

5Jun

Si IBM quiere cumplir su objetivo de facturar 7.000 millones de dólares en servicios cloud a finales de 2015, difícilmente podrá conseguirlo sólo con sus recursos internos. Esta es la explicación más elemental de la compra de la empresa SoftLayer, anunciada ayer y cuyo precio habría sido de unos 2.000 millones de dólares. A mediados de marzo corrió el rumor de que IBM y EMC estaban interesados en SoftLayer, pero la segunda – embarcada en una redefinición del papel de VMware y el despegue de su última creatura, Pivotal – se desinteresó. Se dijo que IBM contemplaba otra opción, la compra de Rackspace, sin duda mucho más cara.

SoftLayer destaca como una de esas empresas de talla media – facturó 335 millones de dólares en 2012 y espera alcanzar los 400 millones este año – que se codean con las estrategias de servicios cloud de los grandes del sector y resisten como pueden la guerra de precios que aquellos se traen. Presta servicios a través de 13 centros de datos (uno de ellos en Amsterdam), en los que gestiona 100.000 servidores, que serán fusionados con la infraestructura de IBM en todo el mundo. La suma de la unidad SmartCloud y SoftLayer dará origen a una nueva división, Cloud Services. Vuelvo a la primera frase: IBM ha invertido miles de millones en desarrollo interno y adquisiciones para montar su negocio cloud agrupando tecnologías como Tivoli, WebSphere y otras herencias de un tiempo en el que ni siquiera se hablaba de cloud computing, y aunque no desglosa los ingresos de su unidad de negocio, es probable que sean inferiores a la facturación de SoftLayer.

El cambio de talante de IBM empezó el año pasado, cuando decidió apuntarse como miembro platinum de la OpenStack Foundation, cuyo sistema operativo específico para la nube se postula como alternativa open source a Amazon y Microsoft. Entre los miembros de OpenStack aparecen HP, Dell, Cisco y RedHat. Rackspace, fuerte rival de Amazon Web Services, es miembro prominente – fue la promotora inicial de OpenStack antes de convertirla en fundación – pero no SoftLayer, que va por libre. Es un dilema pendiente: para IBM, OpenStack es una apuesta estratégica, y ya ha presentado su primer producto basado en ese sistema operativo concebido para la nube.

SoftLayer presenta interés para IBM por otra razón: le daría entrada a miles de clientes pequeños y medianos, mientras que hasta ahora la oferta cloud del gigante azul se ha centrado en nubes privadas para grandes empresas, particularmente multinacionales. Probablemente esta no será la última operación que se materialice este año, clave para cualquier empresa que no quiera perder comba frente a sus rivales de todos los colores.


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