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Habituados a los litigios de los últimos años entre Apple y Samsung –neutralizados pero no cerrados – podríamos pasar por alto que la empresa coreana tiene otros asuntos de patentes en los tribunales. Estos días se ha conocido, casi de casualidad, que Microsoft ha demandado a Samsung por renegar del acuerdo de licencia firmado por ambas en 2011, que ampara el uso de patentes sobre componentes de Android. Formalmente, la demanda en sí es por calderilla, 7 millones de dólares, pero gracias a ella nos enteramos – escribe Mary Jo Foley en su blog – de que Samsung pagó a Microsoft 1.040 millones de dólares en 2013 en concepto de royalties sobre esas patentes.
Sabíamos de la existencia del acuerdo y su duración de siete años, pero no cuál era el coste para el fabricante que lidera el pelotón de Android. Los 1.000 millones fueron el monto de la segunda anualidad, vencida en noviembre y sobre la que parece estar pendiente un fleco. En junio, Microsoft facturó la tercera – no se dice por cuánto, pero debería ser superior, acorde con la evolución de las ventas de Samsung – pero del embrollo se desprende que los coreanos se niegan a reconocer la vigencia del acuerdo.
La clave estaría en que, cuando Microsoft anunció la compra de la división de dispositivos de Nokia, Samsung la interpretó como una ruptura del pacto de cooperación entre ambas. Por consiguiente, amparándose en la legislación coreana, se niega a pagar cualquier débito posterior a esa fecha, 3 de septiembre de 2013. Mary Jo inserta un apunte que complica más la situación: Samsung y Nokia firmaron – en noviembre de 2013 – una extensión por cinco años de su acuerdo recíproco sobre patentes. La fecha es importante, porque en ese momento Microsoft no era legalmente propietaria de la marca finlandesa. De modo que, eventualmente, podría plantearse una inversión de la prueba, si Samsung lograra convencer al tribunal que la compra de Nokia desbarata el conjunto de los acuerdos.
El episodio confirma, en primer lugar, que el mundo de las patentes – en especial sobre dispositivos móviles – es un terreno minado. También viene a confirmar que Android no es gratuito, pero eso nos llevaría a otro tema. El impacto de las patentes controladas por Microsoft sobre el coste de un Android ha sido estimado por lo bajo en 3,21 dólares por unidad. Samsung espera vender unos 400 millones de smartphones y tabletas este año, por lo que la factura le saldría por 1.300 millones de dólares, más o menos. Bonita cifra que lleva a otra confirmación: las patentes sobre el sistema operativo de Google son un goloso negocio para Microsoft, probablemente de unos 3.000 millones de dólares. Bastante más que los beneficios que obtiene – si los obtiene – de Windows Phone.
Plausiblemente, Samsung necesita bajar los costes de sus móviles de bajo precio, que en los mercados emergentes (los que crecen) sufren el acoso de marcas chinas e indias que no pagan royalties, y que empiezan a asomarse al segmento de gama media. Este no es un problema que afecte sólo a Samsung: un total de 25 fabricantes – LG, Huawei, Lenovo y Sony entre ellos – ha aceptado pagar a Microsoft, por lo que una sentencia favorable a aquella abriría la espita para dejar de pagar. Y abriría, tal vez, una brecha en los ingresos de Microsoft.
Como el tribunal competente es estadounidense, es previsible que sea favorable a la posición de Microsoft, que podrá esgrimir un refuerzo poco corriente: el gobierno chino ha reconocido oficialmente la propiedad de Microsoft sobre más de 200 patentes relativas al desarrollo y producción de un smartphone.
Una coda malévola: Google no ha creído necesario refutar el derecho de Microsoft sobre ciertos elementos de Android. Y su filial Motorola no ha pasado por el aro, pero seguramente lo hará cuando sea propiedad de Lenovo.
Con más de 630 millones de usuarios, una tasa de penetración con amplio margen de mejora (46%) y un alma colectiva propensa al clic, no es extraño que el fenómeno chino se base en la demografía y la efervescencia económica. Una prueba entre muchas es Alibaba, creada en 1999 por el espabilado Jack Mam que ha salido a bolsa en Nueva York (no en Shanghai ni en HongKong) con un valor bursátil superior al de Facebook y equivalente al de IBM. Aun así, no es lo bastante grande para ocultar las sombras de una economía privada y un tejido empresarial con serios problemas de productividad. Leer más
No tengo nada nuevo que escribir acerca de la segregación de HP en dos empresas ´hermanas`, salvo que el anuncio se ha hecho oficial. Pero hay muchos otros temas en espera: Europa, sin ir más lejos.
Turbulentas, es el adjetivo que mejor conviene a las relaciones que durante cuatro años han mantenido la comisaria europea Neelie Kroes y los directivos del sector de telecomunicaciones. La política holandesa, como responsable de una cartera llamada Agenda Digital, se ha ganado el mote de Steelie Neelie, por su estilo abrasivo y su tozudez ante los argumentos ajenos. Las telecos europeas le reprochan, entre otras, dos actuaciones que les inquietan: la rebaja del 55% en las tarifas de roaming y su posición favorable a la así llamada ´neutralidad de red`.
Con estos precedentes, Kroes participó la semana pasada en una conferencia en Bruselas de la asociación ETNO, que agrupa a los operadores europeos y, como se podía esperar de su carácter, les leyó la cartilla por última vez antes de dejar el cargo. «A menudo pienso que ustedes son los peores enemigos de sí mismos», disparó en el primer minuto de su discurso.
Ante el estupor de los presentes, no aflojó en lo que mi colega Le Maistre ha descrito graciosamente como «a verbal kick to the collective cojones of European telcos» [sic]. Lean: «Muchas veces, en nuestros encuentros, les he preguntado qué harían si estuvieran en mi lugar; hoy daré la vuelta a la pregunta y les diré qué haría yo si estuviera en el suyo, cómo dirigiría una de sus empresas en un entorno digital dinámico».
El consejo que deja Neelie Kroes a sus interlocutores de los últimos cuatro años es este: «el mercado del futuro no se caracterizará por la defensa de las rentas ni por el proteccionismo, ni será viable encerrarse en jaulas nacionales. De nada les van a servir los viejos modelos de negocio ni los flujos de ingresos caducos». Dicho lo cual instó a los operadores a buscar acuerdos con las empresas over-the-top [en la sala estaba Reed Hastings, fundador de Netflix, quien obviamente alegó en favor de la neutralidad de las redes] porque «la situación de las empresas que ustedes dirigen no es culpa de las OTT […] son ellas las que generan la demanda que justifica el pago por los servicios de banda ancha; ¿quién estaría dispuesto a pagar si no fuera por Facebook, YouTube, Netflix o Spotify?».
El enojoso debate sobre la ´consolidación necesaria` del sector no ha sido de la jurisdicción de Kroes, sino de Joaquín Almunia, pero dijo estar de acuerdo en que es necesaria. La cartera que heredó en 2010 de Viviane Reding cambiará de manos en la comisión que debería entrar en funciones el 1 de noviembre. Si los candidatos de Jean-Claude Juncker fuera aprobados por el parlamento [se dice que hay cinco en el alambre], sus responsabilidades serán repartidas de hecho entre tres comisarios: Günther Oettinger, Andrus Ansip y Jyrki Katainen, una manifestación de que – dijo Kroes -«no habrá crecimiento económico si Europa no se digitaliza».
Oettinger (Economía y Sociedad Digital) despierta resistencias entre los parlamentarios por su falta de conocimientos en la materia. En cambio, el ex primer ministro estonio Ansip (la cartera de Mercado Único suma el apelativo Digital), llega con el marchamo de haber impulsado en su país una política de servicios públicos digitales eServices. El finlandés Katainen (nominado para Empleo, Crecimiento y Competitividad) provoca rechazo en los escaños de izquierda. Al margen de este reparto de papeles, hay otros dos comisarios que tendrán competencias adyacentes: la checa Véra Jourová (Justicia) absorberá el desarrollo de la directiva europea sobre Protección de Datos, y la danesa Margrethe Vestager recibirá la envenenada cartera de Competencia, cuyo primer marrón será reabrir el expediente contra Google.
A todo esto, ¿qué dice la ETNO en su manifiesto que presentará ante la nueva CE? Simplificando: «la próxima Agenda Digital debe poner el foco en cómo hacer que haya inversiones en las redes». No es la primera vez que se dice, desde luego y apuesto lo que quieran a que no será la última.
Después de mucho resistirse, eBay ha decidido amputarse el brazo del que depende casi la mitad (exactamente el 41%) de sus ingresos. Pero antes de aceptar que PayPal sea una compañía independiente, ha habido un largo tira y afloja entre John Donahue, CEO de eBay, y Carl Icahn, inversor célebre por otros despieces, siempre con el mismo leitmotiv, elevar el valor para los accionistas. En este caso, el mercado parece dar la razón a Icahn: la suma de las partes valdría más que el todo actual. Donahue se ha rendido a la evidencia de que las sinergias no necesariamente obligan a dormir bajo el mismo techo. A partir del 2015, cada parte tendrá algo que ganar y mucho que demostrar. Leer más
No le dejan a uno pasar la noche del domingo en familia. En un instante, el tema que había escrito para este newsletter ha perdido interés al lado de la que podría ser, según anticipa el Wall Street Journal, el anuncio de hoy, lunes: la decisión de segregar HP en dos compañías. No es la primera vez que el diario de Murdoch se columpia, en su obsesión por ganarle la mano a la competencia. Pero tampoco es la primera vez que se enuncia esa posibilidad. De modo que este comentario de alcance no tiene otro fin que recuperar el hilo de lo publicado en este blog, por si dentro de unas horas fuera necesario para interpretar lo que ocurra, si es que ocurre. Y si ocurre, este será el tema que dominará el final del año fiscal 2014, cuyo último mes es octubre. Como poco, habrá movida bursátil.
El último CEO que estuvo cerca de partir las aguas fue el efímero Leo Apotheker, cuya intención era convertir HP en una compañía de software (y subsidiariamente de servicios), que era lo que él había vivido en SAP. Se llegaron a insinuar fusiones fantasiosas con distintas compañías de software, pero la caída de Apotheker fue atribuída al efecto negativo que tuvo en la bolsa aquella idea.
Sin embargo, quedó flotando en el aire un razonamiento: el hardware era entonces un lastre para los resultados de HP. Al poco de tomar el mando, Meg Whitman, se desmarcó radicalmente de su antecesor. No obstante, hizo un movimiento que hoy podría adquirir sentido, al unificar – nominalmente, porque en la práctica han seguido funcionando a su aire – las divisiones de PC y de impresión, bajo el común denominador PPS; pero el discurso de las sinergias se mantuvo: el mercado de consumo y el corporativo están más entrelazados de lo que sugiere la clasificación.
Vino otra fase, en la que las traumáticas amortizaciones contables de EDS [comprada por Mark Hurd] y de Autonomy [responsabilidad de Apotheker] desbarataron cualquier asomo de disociarse del hardware. El esfuerzo de HP por colocarse en la primera fila entre los proveedores de cloud computing rehabilitó el papel de la compañía en el mercado de los servicios; en algún momento escuché la especulación según la cual las dos divisiones dedicadas a tratar con el mercado corporativo podrían fusionarse a su vez. De haber sido así, las dos mitades de HP estarian más o menos a la par en ingresos y en beneficio operativo.
Si, como dice la información de anoche, sería difícil encontrar un mejor momento para segregar la división PPS: pese a haber perdido el liderazgo del mercado de PC, los ingresos de esta rama han crecido un 12% el último trimestre, mientras la posición dominante en sistemas de impresión se mantiene, aunque con rentabilidad a la baja. Sumadas ambas actividades, el beneficio operativo fue de 1.400 millones de dólares, lo que sería un buen punto de partida.
La supuesta segregación dejaría otra mitad de cierto parecido con la actual IBM, al agrupar bajo un mismo techo hardware de almacenamiento y servidores – más de network – junto con software y servicios (sumados, ingresos de 13.500 millones en el tercer trimestre). No es oportuno llevar la analogía al extremo, porque IBM se está desprendiendo de sus activos no rentables en hardware, lo que en cierta medida beneficia a HP. Pero se da otra circunstancia singular: la ´noticia` del WSJ se publica poco después de otra, que reveló la existencia de negociaciones con vistas a una fusión entre HP y EMC. Presuntamente, las negociaciones se habrían roto porque Joe Tucci, CEO de la segunda, consideró incongruente la permanencia de las actividades que en el nuevo esquema estarían destinadas a segregarse. Si fue así, ahora podría replantearse un matrimonio «entre iguales». Hay que esperar que hablen los hechos, pero las corrientes están cambiando el paisaje de la industria.
La semana próxima, del 14 al 16 de octubre, se celebrará en Barcelona la edición 2014 de VMworld Europe, de la que en su momento informará este blog. Entretanto, la crónica de lo visto en agosto, durante el VMworld de San Francisco, puede servir como ilustración adelantada de lo que verán los miles de clientes y partners que, nuevamente este año, asistirán a la conferencia europea. Hay que decir, de entrada, que no es nada fácil resumir el alto número de novedades que este año tiene VMware para presentar; como hilo conductor vale una frase pronunciada por el CEO de la compañía, Pat Gelsinger: «el peor riesgo que corren los profesionales de las TI es la perpetuación del status quo«. Leer más
Ignoro si la campaña de relaciones públicas de Google es eficaz. No conozco encuestas que revelen la opinión de los usuarios acerca de la larga lista de litigios que la compañía tiene abiertos a través del mundo. Pero me atrevo a afirmar que para sus especialistas en public affairs será cada vez más difícil contener el torrente de problemas relacionados con la privacidad. Esta semana, ha recibido un rejón en Alemania, donde un comisionado a cargo de la protección de datos ha dictado una orden por la que declara «inaceptable» que Google cruce los datos personales de sus usuarios a través de diferentes plataformas. El regulador, basado en Hamburgo, exige a la empresa que cumpla la legislación según la cual la cesión de datos entre servicios separados requiere el consentimiento informado y explícito de los usuarios.
Este caso no es sustancialmente distinto de expedientes que Google tiene abiertos en Francia, España, Italia, Reino Unido y Holanda, tras su decisión de consolidar sus propias reglas de privacidad para empezar a combinar los datos que recoge de los usuarios de Gmail, YouTube y Google Maps. En cada uno de ellos se expone a sanciones. En enero, la CNIL francesa la castigó con una multa de 150.000 euros por ignorar el plazo de tres meses para adaptar sus prácticas de profiling a la legislación francesa.
En el traumático asunto del «derecho al olvido» en Internet, Google ha optado por crear un consejo asesor con la finalidad de reabrir el debate por la puerta de la opinión pública para, eventualmente, obtener una revisión de la sentencia que la obliga a dar satisfacción a los usuarios que reclamen el borrado de informaciones que consideren incorrectas, inapropiadas o denigrantes. La lluvia de peticiones es tal que Google tiene problemas logísticos para atenderlas.
Para contrarrestar la propaganda según la cual la sentencia es inaplicable, el colectivo de reguladores nacionales en materia de protección de datos – conocido como Grupo de Trabajo sobre el Articulo 29 – ha aprobado el envío a Google un catálogo de directrices a las que deberá ajustarse en el cumplimiento de la sentencia. Y la compañía ha reaccionado educadamente, diciendo que siempre ha deseado tener un feedback de las autoridades.
En el fondo de la cuestión está la inminente aplicación de la nueva directiva europea sobre protección de datos, que sustituirá a la vigente de 1995 y entrará en vigor el año próximo, con un plazo de implementación completa que lleva hasta 2017. Este plazo no significa que a las empresas concernidas les convenga dejar pasar el tiempo como si no fuera con ellas: reguladores y tribunales de varios países de la Unión Europea ya están interpretando la nueva directiva cuando les toca resolver algún caso de protección de datos. La vigilancia sobre Google (sus directivos la llaman acoso) indica que han perdido el miedo a las campañas del gigante.
La norma – a la que espero dedicar espacio en una próxima crónica – distingue entre dos figuras: el data controller (empresa que detenta los datos, propios o de terceros) y el data processor (por ejemplo los proveedores de servicios cloud o de hosting). La tendencia de las recientes decisiones y las advertencias que pesan sobre Google sugiere como poco probable la aceptación del argumento según el cual su actividad la situaría en la segunda categoría. La diferencia no es un capricho semántico: un data controller que falle en el cumplimiento de sus obligaciones, podría ser multado con hasta el 5% de su cifra de negocios global. En cuanto a los proveedores de cloud, también se ciernen nubarrones sobre ellos, como custodios de la integridad de la información. Por eso, cuando se habla de compliance, la industria de las TI debería tomarla con no menor seriedad que los bancos o los operadores.
El mercado del almacenamiento de hoy día gira en torno a los móviles, dispositivos con poca capacidad pero con apremiante necesidad de aumentarla. La tendencia aceptada es que esta ampliación se produzca mediante la nube. Un estudio reciente ha señalado que las limitaciones congénitas (sic) de los dispositivos móviles expandirán las opciones del modelo cloud de almacenamiento personal. Sin embargo, no todo son ventajas, de manera que el consumidor no puede sustraerse ¿todavía? a la seguridad que le ofrece el tener sus datos en un disco duro físico, al alcance de la mano, accesible sin conexión a Internet. Es un argumento que predicó Toshiba durante la reciente feria IFA de Berlín. Leer más
Muchos en la situación de Tim Cook se hubiera tomado unos días de descanso tras la resonante presentación de los nuevos iPhone más el anuncio anticipado del Apple Watch y de Apple Pay. Pero al CEO de Apple, si acaso tenía intención de holgar, le han tocado quince días de problemas que, entre otros efectos, han logrado que la cotización retrocediera – nada grave, pero dañino para la reputación – al listón de 100 dólares por acción, que creía haber superado.
Primero fue la revelación en foros y blogs de un fallo en el sistema operativo iOS 8, que tendría como consecuencia el borrado de archivos almacenados en iCloud Drive. A priori menor, el incidente perturbó las descargas iniciales. La compañía optó por recomendar a los usuarios que esperaran mientras investigaba y resolvía el problema. Se ha escrito que no es motivo de escándalo, porque otros no podrían tirar la primera piedra, pero que un problema sea menor no lo hace disculpable. En todo caso, ni de lejos es comparable con el bochornoso fallo de 2012 con la aplicación Maps y sus consecuencias.
Más repercusión ha tenido la denuncia de que algunos ejemplares de iPhone 6+ [el phablet de la familia] sufrían una deformación de su carcasa por falta de rigidez. El ingenio público bautizó este problema como Bendgate, y los competidores lo han aprovechado para burlarse del celebrado diseño de Apple. El caso es que el doblado del iPhone 6 no parece deberse al diseño sino a un mal tratamiento del aluminio anodizado que emplea en su fabricación la empresa china Foxconn. Comoquiera que Apple presume de excelencia en la gestión de su compleja cadena de suministros [véase la prédica de Steve Jobs en la célebre The Lost Interview], alguien deberá hacerse cargo.
La defensa de Apple ha sido torpe: es un hecho excepcional, ha dicho, porque sólo han llegado nueve denuncias formales. Por lo que se ve en los vídeos de YouTube, las inopinadas curvaturas podrían ser producto de una presión deliberada, pero sugerir que se resuelve de acuerdo a la cláusula de garantía es una manera de enmascarar la posibilidad de que una partida (va de suyo que más de nueve unidades) tuviera que reemplazarse. A diferencia del episodio conocido como Antenagate, que Jobs minimizó en 2010 [pero puso al responsable en la calle] si en esta ocasión se tratara de un defecto de fábrica, Apple tendrá que echar cuentas con Foxconn.
Sería peccata minuta al lado del tercer problema que le ha caído a Cook en relación con otro tipo de ingeniería, la fiscal. Esta semana, la Comisión Europea tomará la decisión de sancionar (o no, a estas horas no se sabe) a Apple si su investigación demostrara que ha hecho un uso indebido, consentido y contumaz de la muy benévola legislación irlandesa, con la finalidad de rebajar la factura de sus impuestos. Si así fuera, cada 1% de multa sobre sus ingresos podría equivaler a unos 500 millones de dólares que debería descontar de su cuenta de resultados en el actual año fiscal.
Este asunto se remonta al 2013: una investigación del senado de Estados Unidos – con una solemne comparecencia de Cook – dilucidaba un asunto de actualidad: las compañías americanas se las apañan para montar complejas tramas de filiales instrumentales en países que ofrecen mejores condiciones fiscales, de los que Irlanda sería el arquetipo. Lo que inquietaba a los senadores era la merma en los ingresos federales, pero de aquello no salió ninguna medida contra Apple ni contra Google (también en el banquillo). No obstante, la CE vio que allí había materia para abrir un expediente acerca del aparente dumping fiscal de Irlanda y Luxemburgo. En primera instancia, afectaría a Apple y Starbucks, pero podría salpicar a Google y a Amazon, entre otras.