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AMD, eterno aspirante a hacer sombra a Intel, ha vuelto a cambiar de CEO. Después de tres años al frente, Rory Read deja paso a Lisa Su, hasta ahora chief operating officer de la compañía. En su momento, el fichaje de Read, que procedía de Lenovo – y antes, de IBM – se interpretó por la conveniencia de insuflar marketing en una empresa dominada por ingenieros. Por su reemplazo se puede colegir que el péndulo vuelve a oscilar: Lisa Su es muy respetada en la industria de los semiconductores, y de ella se espera que persevere en la estrategia de reducir la dependencia con respecto a los procesadores para PC. Pero Read ha precisado que la sucesión estaba prevista desde que él contrató a Su. Leer más
En espera de ocasión apropiada, tenía archivado un artículo firmado en diciembre por Francisco González, presidente del BBVA, en el que avisaba a la banca que debe prepararse para una eventual irrupción en su terreno de unos temibles competidores llamados Amazon y Google. Su razonamiento era este: “los nuevos entrantes no tienen los problemas que tenemos los bancos con la obsolescencia de nuestros sistemas y el alto coste de las redes de distribución. Hasta ahora, sólo hemos visto a algunos actores como PayPal, Square, iZettle o SumUp, asomarse a lo que tiene el aspecto de ser un negocio de nicho […] Casi con total certeza, las grandes empresas del mundo digital, dotadas de marcas fuertes y con millones o miles de millones de usuarios, ya están pensando en saltar a la arena de los servicios financieros”.
La ventaja en la que podría apoyarse la banca – explicaba González – es la vastedad de la información financiera y no financiera que acumula acerca de sus clientes [por lo que] “en esta nueva era, los bancos tendremos que transformarnos en bancos digitales y adaptarnos a nuevas formas de actuación, más propias de las empresas de servicios de información”.
PwC publicaría poco después un estudio en el que concluía que “el fracaso de los gestores de fondos para mantenerse a tono con el cambio tecnológico, acabará por abrir oportunidades para que los grandes grupos de Internet se cuelen en la cadena de valor bancaria”. No obstante, los propios autores reconocían que “es poco probable que estos nuevos actores consigan desplazar el papel de los bancos como proveedores primarios de servicios financieros en mercados donde estos son ampliamente accesibles”. O sea, con otro lenguaje, la consultora venía a decir lo mismo que González (de quien no hay que olvidar que antes de ser banquero fue directivo de una multinacional informática.
Pues yo sigo sumando referencias sobre el asunto. La compañía suiza Temenos, especializada en software para entidades bancarias, ha publicado los resultados de una encuesta según la cual el 23% de los directivos de banca consultados considera que la competencia más peligrosa vendrá desde fuera de los confines tradicionales de su sector. Por si a alguien la proporción le parece baja, sepa que hace un año era del 18% y hace dos años del 11%.
Una puerta por la que podrían colarse esos nuevos competidores en el ´ecosistema` financiero serían los medios de pago electrónicos. Google Wallet, lanzado en 2011 en Estados Unidos, es un ejemplo de iniciativa que se ha quedado a medias pero podría reactivarse ahora, para librar batalla contra el nuevo servicio Apple Pay. Incluso Facebook ha dado a entender que no renuncia a ofrecer alguna forma de servicio de pago a sus usuarios.
“Claramente – dice el informe de Temenos – la rápida digitalización se conjuga con la cada vez más débil lealtad de los clientes de la banca, para sentar las condiciones de entrada de empresas que han construido sus modelos de negocio sobre la base de enormes volúmenes de datos en los que hay una colosal información sobre los usuarios”. Junto a los grandes nombres de Internet, se menciona la proliferación de plataformas peer-to-peer – como Lending Club o Funding Circle – que son señaladas por el 19% de los encuestados como competidores en ascenso, mucho más que las cadenas de grandes superficies, un poco alicaídas en su oferta financiera.
Ay, al informe de Temenos se le ve el plumero: “los bancos tradicionales – dice – deberían actuar cuanto antes para contrarrestar estas amenazas competitivas, empezando por reemplazar las aplicaciones del pasado e invertir en capacidades analíticas. La ventana para tomar estas medidas se va estrechando, mientras los bancos ven recortarse sus márgenes”.
Ex uno, plures. Ya no se estudia latín en la escuela (en España), pero esta locución ha tenido fortuna entre los analistas (fuera de España). Se puede decir de otro modo: no es otra cosa que el recurrente dilema de si vale más el todo o la suma de las partes.
A rebufo de tres anuncios de la semana pasada – HP, eBay y Symantec – con el común denominador de la fragmentación y con el argumento de hacerlas más flexibles y valiosas para sus accionistas, se han agudizado los rumores acerca de supuestos planes para seguir la misma línea en otras grandes compañías de TI. Pero la segunda derivada del argumento nos dice que las segregaciones serían el preludio de una nueva concentración en la que las empresas divididas, una vez depuradas, podrían dar rienda suelta a sus energías. El asunto merece un desarrollo extenso; si lo traigo hoy a los lectores es porque la primera compañía que – dicen los rumores – tendría el perfil para un break-up sería Cisco, y se da la circunstancia de que su CEO, John Chambers, ha sido de los primeros en proclamar que al sector le ha llegado la hora de una “consolidación brutal”.
Como suele suceder, los rumores tienen origen y motivaciones. Los analistas que trabajan para brokers y bancos de inversión piensan en términos bursátiles, pero no por ello coinciden en el diagnóstico. Mark Sue, de RSB Capital, dramatiza su juicio: “Cisco es demasiado grande y demasiado lenta para enfrentarse a competidores más ágiles y con más capacidad de maniobra. Necesitaría un cambio radical en su estructura que le permitiera liberar su potencial bloqueado y acelerar su crecimiento”. La teoría es transparente: como digo, ex uno, plures. ¿Cuál es el fundamento? Que las acciones de Cisco no se mueven del rango de 25 dólares, una ratio que es de 11 veces los beneficios estimados del año próximo, y que valora la compañía en el doble de sus ingresos, mucho menos que “otras compañías de rápido crecimiento”. Si Cisco se dividiera en dos compañías – arriesga Sue – un accionista podría obtener 40 dólares por acción.
Pero resulta que no todos los analistas piensan lo mismo. Amitabh Passi, del banco UBS, difiere completamente: “sí, es verdad que los distintos negocios de Cisco tienen perfiles de crecimiento diferentes que afean la media, pero una segregación de esos negocios sólo conseguiría estropear toda posibilidad de explotar las sinergias entre líneas de productos para vender arquitecturas, que es la estrategia actual de la compañía, a la que conviene dar tiempo para desarrollarla”.
Es obvio que tras cada posición hay intereses incompatibles, pero todo lo que puedo hacer aquí es identificar uno de los problemas, nada accesorio, que plantea este debate en relación con Cisco. Todo indica que Chambers no es partidario de escindir la compañía, y si hubiera inversores que comparten la opción de Sue, antes tendrían que convencer a miembros influyentes del consejo de administración, pero esto provocaría un conflicto que nadie desea. Es una hipótesis tan dramática que basta enunciarla para comprender que no tendría muchos partidarios, pero con la agitación en la bolsa también se gana dinero.
Hoy, lo concreto es que va tomando forma el compromiso que Chambers y su CFO, Frank Calderoni, expresaron en agosto y al que tal vez no se le dio demasiada importancia porque no tenía fecha: una profunda reorganización que, consecuente con la reducción en el número de divisiones, de ocho a cuatro, entraña 6.000 despidos, un 8% de la plantilla.
Me despido citando a Richard Waters: “cuando se asiente la nube de polvo que vemos ahora, un puñado de gigantes de las TI seguirán de pie, pero alguno de los nombres que ahora suenan, se habrán desvanecido”. Que conste que Waters es el corresponsal del Financial Times en San Francisco, y yo un plumilla que lo lee desde Madrid.
A la Academia Sueca le ha bastado una frase para explicar su decisión de otorgar el Premio Nobel de Física de este año: “Las bombillas de luz incandescente alumbraron el siglo XX; el siglo XXI lo alumbrarán las luces LED”. Con esta sentencia queda claro el mérito de los dos japoneses (Isamu Akasaki, Hiroshi Amano) y el estadounidense (Shuji Nakamura) que inventaron los diodos emisores de luz azul. Los LED tienen un menor consumo y mayor duración, cualidades que además los hacen propensos para iluminar zonas sin acceso a la red eléctrica, pudiendo usarse en paneles solares. Con estas cualidades, han dado pie a un mercado multimillonario. Leer más
No puedo menos que coincidir con el buen reportaje de Jordi Goula, mi compañero en La Vanguardia, que en cierta medida ha basado en sus conversaciones con profesores del Iese barcelonés. En esta escuela de negocios – dice – la definición de emprendedor no es la misma que se ha difundido en los medios. Reproduce la opinión de la profesora Julia Prats: «haríamos bien en desmitificar la imagen del emprendedor heroico, porque ayuda a crear la idea de que forzosamente nos hemos de buscar la vida fuera de la empresa. Y no siempre es así, sino sólo una parte de la verdad».
La clave del asunto está en que se ha sobredimensionado el papel del emprendimiento externo y se ha descuidado la retención del talento. Consultado por Jordi, el consultor Antonio Flores dice estar convencido de que «fomentar el emprendimiento como medida – entre otras – para el autoempleo y la reducción de las cifras del paro, puede ser contraproducente: cuanto más fomentamos el emprender más vaciamos nuestras empresas de capital humano y de energía que necesitamos para ganar dimensión y competitividad».
Lo poco que yo puedo añadir de mi cosecha es que se han combinado factores de distinto origen. Por un lado, los ajustes de personal en las empresas se han hecho a menudo facilitando la salida de gente mejor dispuesta o mejor preparada para tomar iniciativas propias, una manera de evitarse conflictos. Por otro lado, pesa el objetivo político de «limpiar» la estadística de desempleo, principal baldón de la economia española en los últimos años. Y ha contribuído no poco la propaganda mediática: hasta la televisión ha creado formatos – discutibles – para convencer a los ciudadanos de que el mejor futuro que pueden labrarse tras perder el empleo consiste en invertir sus finiquitos en la creación de una empresa propia. No tengo más que pasearse por LinkedIn para ver cuántas personas que he conocido trabajando en tal o cual empresa se presentan ahora como consejeros delegados o directores generales de sí mismos.
Como en casi todo, hay experiencias exitosas (pocas) y fallidas (muchas), pero no es el aspecto que quería traer hoy a mi newsletter. Según Flores, cada vez que ha tratado de implementar modelos nuevos en compañías que otean una reactivación – que las hay – se ha encontrado con la insuficiencia de gente preparada: «algunos se han marchado y a otros los han echado en medio del torbellino de la crisis». En el reportaje, esto se identifica con una variante del refranero español: para vestir un santo (las cuentas de resultados) se ha desvestido a otro (la capacidad de ganar dimensión y competitividad).
El diagnóstico es severo para la corriente imperante: «estamos purgando lo que se hizo mal. En la crisis, por operatividad y táctica, se quería sólo a gente ejecutiva, pero estas personas no pueden [por sí solas] ´traccionar` una empresa», resume el consultor Flores.
La alternativa que se propone es fomentar el ´intraemprendimiento`, neologismo que implica retener dentro de la empresa la iniciativa de los emprendedores potenciales. David Giménez, director de Pimec, asociación de pymes catalanas, aporta su visión: «entre los emprendedores, la mortalidad (sic) es muy alta y no hay retorno para la inversión que se ha realizado […] En una empresa consolidada, viable y con recorrido para entrar en mercados globales, se pueden conseguir mejores retornos que si lo hace un emprendedor individual». Con mis mejores deseos.
Poco a poco se van conociendo más detalles de Windows 10, el próximo sistema operativo de la factoría Microsoft, con el que la compañía trata de corregir muchos de los problemas que plantea Windows 8 en su transición a un mundo dominado por los dispositivos móviles. Tanto que hay quien asegura que Microsoft se ha saltado el número 9 por dar una imagen de ruptura con lo anterior. Pamplinas. No se trata sólo de devolver el botón Inicio y el escritorio; lo que está en juego es mucho más que eso. Con Windows 8, Microsoft quiso reinventar su tablet pero erró en el intento de asemejarlo al PC. Además, mantuvo la dicotomía con el fallido Windows RT, generando aún más dudas. Leer más
Vivo en un país donde, cuando un cargo público mete la pata ante un micrófono, pretende luego matizar o esconderse tras el pretexto de que sus palabras han sido sacadas de contexto por la prensa. Vivo en un país donde una dirigente empresarial ha afirmado que las mujeres que aspiren a desarrollar una carrera profesional no deberían tener hijos, a menos que a su marido le gusten mucho los niños. Pensaba en esto ayer, al leer la reacción que han merecido – en otro país – las palabras de Satya Nadella, CEO de Microsoft, invitado a participar en una conferencia de mujeres empleadas en la industria de las TI en Estados Unidos.
La audiencia se ha calculado en 10.000 personas, y el diálogo tenía formato de conversación de buen rollo entre Nadella y Maria Klawe – científica y miembro del consejo de Microsoft – hasta que, a la pregunta ¿qué aconsejaría usted a las mujeres que aspiran a desean avanzar en su carrera profesional pero no se sienten cómodas abogando ellas mismas por su promoción?», Nadella dijo una frase que desató el escándalo: «no se trata realmente de pedir una promoción sino de tener fe en que el sistema funciona y le dará aquello a lo que tiene derecho […] Creo que esto es un buen karma […] A largo plazo, la eficiencia iguala, y un enfoque de largo plazo ayuda a resolver la cuestión de si las mujeres están bien pagadas y bien recompensadas».
Los resortes saltaron inmediatamente, y Nadella no tardó nada en comprender que debía rectificar. En lugar de ponerse a la altura de aquel que dijo «de todos modos, yo tengo la vida resuelta», en vez de activar los recursos de su agencia de relaciones públicas, el CEO de Microsoft tuvo lo que hay que tener: escribió un mail a los 120.000 empleados de la compañía – 29% de mujeres – admitiendo que su frase fue «completamente errónea».
Si uno ve el vídeo, puede llegar a creer que a Nadella se le fue la olla. Durante la conversación, rindió un homenaje a las mujeres que guiaron su carrera profesional, y no olvidó decir que su esposa ha sido un factor determinante de la ´armonía` de su vida y la de sus hijos. Este era el contexto, puede decirse, pero lo importante es el texto y el subtexto de una frase fatal. Lo único bueno del episodio es que la frase no ha sido considerada errónea sólo por la audiencia de 10.000 féminas presentes. Si de algo han servido, el error y su retractación han dado un impulso nuevo al debate sobre la diversidad de las plantillas.
En mi opinión, suele tratarse la cuestión con un enfoque tramposo, cuando se toma como métrica el número de mujeres que ocupan cargos de CEO en la industria de las TI, una visión elitista y tan toscamente mediática como los premios a las mejores empresas para trabajar, que acaban decorando salas de espera.
En los años 70, el movimiento feminista urgía a la acción colectiva, a intervenir en política, ese era su karma. Recientemente, Sheryl Sandberg, COO de Facebook y cuyo intelecto está fuera de discusión, ha escrito un libro, Lean in: Women, Work and the Will to Lead, en el que (escribo de oídas) es que, con independencia de las variadas formas de discriminación existentes, las cosas no cambiarán si las mujeres no hablan por sí mismas. La abstracción del planteamiento, según me dicen, lleva a Sandberg por el camino de enfatizar la responsabilidad personal, omitiendo señalar la necesidad de que las empresas cambien sus prácticas.
El titular pretende ser un homenaje. Bill Hewlett y Dave Packard fallecieron hace años, y aquella empresa que hace 75 años en un garage de Palo Alto, es una multinacional conocida por la sigla HP, aunque legalmente se llamado Hewlett-Packard Company. El lunes pasado, la actual chairman y CEO, Meg Whitman, anunció la decisión de escindirla en dos sociedades distintas pero emparentadas por un split de acciones: una se llamará Hewlett-Packard Enterprise y la otra HP Inc, a partir de noviembre del 2015. Si para entonces se mantuvieran las cifras actuales, sus tamaños serían aproximadamente equivalentes, unos 56.000 millones de dólares de ingresos cada una. Leer más
La semana empezó con el sensacional anuncio de escisión de HP, y se cierra con rumores de que Meg Whitman estaría negociando una compra de «entre 6.000 y 10.000 millones de dólares», antes del 31 de octubre, cierre del año fiscal, que alteraría las proporciones de la planteada segregación entre Hewlett-Packard Enterprise y HP Inc. Mucho dinero me parece tal como está su tesorería,… no digo que no justifique la expectación, pero me temo que rumores como este vamos a escuchar muchos, porque las circunstancias son propicias. La semana ha traído otros seísmos de menor escala.
Ahí va uno: para sorpresa general, el CEO de AMD, Rory Read, que había hecho un buen trabajo enderezando el barco y estabilizando el negocio, deja el puesto a Lisa Su, hasta ahora COO. Read es, fundamentalmente, un hombre de marketing, mientras que Su tiene una rica experiencia en la industria de semiconductores, y es mujer, cosa rara en este segmento. Aunque el CEO saliente diga que así estaba previsto, el cambio no deja de anticipar noticias de calado estratégico.
Hablando de calado, vean lo que se prepara en Symantec, según la agencia Bloomberg. Estaría considerando escindirse [el verbo de moda, por lo que se ve] en dos compañías, para luego vender una de ellas, la que recogería su actividad de software de seguridad, para mantener a flote la actividad de almacenamiento. Una observación inmediata: es demasiada casualidad que HP, eBay, y Symantec coincidan en desmontar sus artefactos corporativos, cada una por sus razones pero que podría ser tendencia. Como si el ciclo de consolidación que vaticinan los analistas debiera pasar, antes, por una fase de depuración de las estructuras existentes.
Symantec arrastra cadenas desde hace tiempo. Tras la defenestración brusca de Enrique Salem – sucesor natural del respetado Jim Thompson – el chairman Steve Bennet bajó un peldaño para asumir la condición de CEO y emprendió una reorganización que por lo visto fue fallida, ya que por la vía rápida le buscaron un sustituto interino en la persona de Michael Brown, procedente de Veritas, compañía de software de almacenamiento y backup adquirida por Symantec en 2005, un récord para entonces. Ya se ha dicho que Symantec abandonaría sus productos de consumo para centrarse en las empresas. Ahora el péndulo parece moverse más grados, en el sentido menos favorable a su actividad más notoria, la seguridad. Lo que vendría a confirmar una hipótesis de este blog: la vieja guardia del mercado de seguridad ha perdido fuelle justamente cuando los peligros arrecian. .
Insisto en que cada caso es distinto, pero ¿qué tienen en común las tres segregaciones de las que se habla estos días? Varias cosas. Por un lado, se trata de estructuras creadas por la vía de adquisiciones costosas, que se hace delicado mantener bajo un mismo techo, aun cuando en su día se justificaran en nombre de las sinergias. Por otro, el despiece y la venta o salida a bolsa de un bloque segregado presentaría la ventaja de disponer de recursos para abordar nuevas adquisiciones. A dónde conducirá este juego no lo sé, y no sé si alguien lo sabe.