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Los elefantes también meten la pata. No me refiero a los paquidermos de verdad sino a ese puñado de compañías especializadas en Hadoop, software open source que tienen por emblema un elefantito de peluche. Hortonworks, Cloudera y MapR han ganado notoriedad acunadas por el fenómeno conocido como Big Data, para el que Hadoop parece ser la plataforma ideal, «sistema operativo para datos distribuídos a gran escala», según la definición de su pionero Doug Cutting
Las tres compañías han recaudado este año inversiones masivas sobre el supuesto de que su valor en bolsa podría alcanzar los 1.000 millones de dólares, que les haría merecedores de la etiqueta de ´unicornios`- nombre que se da a las startups que superan ese umbral. En el caso de Hortoworks, 1.000 millones es el valor de base que le atribuyen los inversores que la apoyan, unos inversores que se llaman Yahoo (20% del capital), Teradata (8,3%) y HP (6%) o los fondos Benchmark Capital y Blackrock, que no son precisamente unos pardillos. Con tan sólidos respaldos, Rob Bearden, CEO de la compañía, creyó llegado el momento de poner en marcha el proceso de salida a bolsa, prevista para el primer trimestre de 2015.
Bearden metió la pata, porque para salir a bolsa hay que desvelar cifras confidenciales, como saben bien quienes no se atreven a dar ese paso. En la documentación presentada a la SEC, Hortoworks reconoce 38,6 millones de dólares de pérdidas en 2013, sobre 11 millones de ingresos. En los nueve primeros meses de 2014, los ingresos se triplicaron, y las pérdidas se duplicaron. No son buenas credenciales, aunque las hay peores y nadie se escandaliza por la pretensión de ver reconocido un valor que operativamente no se sostiene. Así funciona este juego, me dijo un analista al que consulté sobre la cuestión: «¿si Hortonwork no lo hace ahora, cuándo?», fue su respuesta.
Ahí está el problema. Su rival Cloudera recibió en marzo una inyección de 900 millones de dólares, en una ronda encabezada por Intel que fijó su valor – mientras no se demuestre lo contrario – en 4.000 millones de dólares. Con ese dinero en el banco, el CEO de Cloudera, Tom Reilly decidió que ya no tendrá necesidad de asomarse a la bolsa durante dos o tres años. MapR – la menor de la familia – cerró una ronda de 110 millones liderada por Google Capital, y con esto se conforma. Hortonworks decidió jugársela, pero cuando el proceso se hizo público, la hipótesis de valor bajó a 650 millones; ya no es un unicornio.
Los análisis sobre Hortonworks han revelado que su principal fuente de ingresos procede de los contratos firmados con Microsoft y Teradata, a diferencia de Cloudera – también pierde dinero, sin decir cuánto ¬– que vende a unos 300 clientes servicios de implantación de Hadoop. Al fin, este es el modo de vida de las empresas nacidas del movimiento open source: los márgenes son estrechos, pero si tienen un buen patrocinador – Intel, Yahoo o Google, pongo por caso – salen adelante dignamente.
No tengo capacidad para debatir sobre Hadoop. Me valdré de un informe reciente de Gartner, en el que se explica que una cosa es hablar todo el rato de Big Data como una panacea y otra muy distinta llevarse a casa un elefante, nada fácil de entrenar. Un 73% de los encuestados dice tener planes de inversión en proyectos de Big Data durante los próximos dos años, pero el 43% admite no entender cómo funciona Hadoop, al que consideran un arcano propio de una élite de ingenieros del Silicon Valley. Su mayor problema – concluye Gartner – es «una proposición de valor mal definida». Algo así lo sugería Stephen Brobst, CTO de Teradata, en una entrevista publicado en octubre por este blog.
De lo anterior me atrevo a deducir que lo mejor que podrían hacer estas empresas adolescentes no es tanto vestir a la simpática mascota para pasearlo por Wall Street, sino invertir para reducir su complejidad; que no sea necesario contratar un sobrevalorado científico de datos para explotar las cualidades de Hadoop.
Los números asociados a la Internet de las Cosas (IoT) son enormes: miles de millones de objetos interconectados y miles de millones de dólares en juego, y a la vez diminutos (sensores del tamaño de una partícula de polvo). Ambos extremos convierten a esta tecnología en un guión cinematográfico válido tanto para una película de ciencia ficción como para un ‘Ok Corral’ donde muchas organizaciones se están jugando su futuro: el duelo entre empresas tecnológicas y operadores de redes móviles. La consultora Rethink Technology se atreve a echar agua en el champán de estos últimos: “cada tipo de proveedor tendrá que afrontar sus propios desafíos en la IoT, pero ninguno más que los operadoes móviles”. Leer más
Puedo imaginar la faena que tendrán estos días los directores financieros, volcados en sus hojas de cálculo debido a circunstancias que para muchos son insólitas. Y puedo imaginar que volveremos a ver titulares calificando de tormenta perfecta la coincidencia de dos factores económicos: subida del dólar y bajada del petróleo. Significado: se está agravando la divergencia entre los grandes bloques de la economía mundial, lo que diluye la ilusión de que la mejoría de la economía de EEUU nos va a sacar a todos del agujero.
La semana pasada, el índice que mide la relación entre el dólar y una cesta de monedas tocó su punto más alto desde marzo de 2009. Sólo dos ejemplos: 1,2308 euros, récord en 27 meses, y 120 yenes por dólar, por primera vez en siete años.
De la cesta de monedas del índice, algunas tienen importancia capital para el sector del que se ocupa este blog. La deliberada depreciación del yen tiene efectos en principio positivos para sus empresas (dependiendo de dónde fabriquen) y se refleja en la región: dos potencias industriales como Corea y Taiwan tienen que seguir al vecino y dejar caer sus monedas. A su vez, China ha sido pillada a contrapié: su superávit de cuenta corriente recorta el margen de maniobra para una depreciación competitiva del yuan.
El alza del dólar y la caída de precios de los productos primarios amplifica la divergencia entre la expansión económica estadounidense y la recesión europea. Desde junio, las commodities – alimentos, metales y petróleo – han bajado un 40% en dólares, pero esto no alivia los dolores europeos: cada 1% de subida del dólar significa que hay que pagar el 1% más en euros por la misma mercancía, input o servicio. La economía de la eurozona sigue atrapada por esa pérfida pareja que forman recesión deflación. Por su lado, los mercados emergentes, tan celebrados hace poco, ven cómo se achican sus ingresos y se encarecen las deudas contraídas; su capacidad de compra se contrae.
El FMI ha calculado que Estados Unidos crecerá un 3,1%, mientras la eurozona no pasará de un anémico 1,3% en su conjunto (1% según el BCE), y Japón disfrutará en el mejor de los casos de un 0,8%. Entre las consecuencias está un dilema bien conocido por el Banco Central Europeo. El euro recuperó aire cuando Mario Draghi amagó con un alivio monetario – resistido por el Bundesbank – y volvió a acatarrarse cuando Draghi declaró que quizá esperaría unos meses para tomar medidas que lubriquen la liquidez y empujen los precios al alza.
Pongámonos en la piel de las empresas tecnológicas. IBM y Cisco han sido las primeras en alertar de que la apreciación del dólar devalúa sus ingresos y beneficios fuera de Estados Unidos. Puede que no todos tengan el mismo problema, pero tengamos claro que cuando se publiquen los resultados del año fiscal habrá que leer dos conceptos a los que prestábamos escasa atención: moneda corriente y moneda constante. Y cuanto lleguen, en las próximas semanas, las previsiones de los analistas para 2015, veremos cómo valoran este factor de incertidumbre.
Por segundo trimestre consecutivo, el mercado mundial de smartphones ha absorbido más de 300 millones de unidades; más exactamente 327,6 millones, lo que permite a IDC anticipar que el año 2014 se cerrará con un total de 1.300 millones de dispositivos despachados (+26,3%). «Pese a los rumores sobre una desaceleración del mercado, los smartphones siguen batiendo sus propias cifras de volumen», dice el analista Ryan Reith. Con perdón de Reith, es una vulgaridad; es más interesante constatar que los mercados maduros crecieron al ritmo de un dígito, y los emergentes lo hicieron colectivamente a más del 30%. Esto se refleja en una ´commoditización`que impacta sobre el reparto del mercado. Leer más
En un capítulo de la serie Newsroom, un personaje pregunta a otro «¿todavía usas un iPod?», y recibe esta respuesta: «es que me gusta la ruedecita». Para los fans de Apple, el iPod es, en el mejor de los casos, un recuerdo entrañable; lo que discuten es si Apple lanzará una aplicación de streaming para competir con Spotify. Mientras tanto, los analistas se preguntan qué planes tiene realmente Apple tras pagar un precio exorbitante por Beats, que supuestamente debería servir para poner freno a la decadencia de iTunes. Mientras tanto, lo que se discute en un tribunal de Oakland es si, en 2004, Apple actuaba como un monopolio al bloquear la escucha en un iPod de música no descargada de la tienda iTunes.
Es curioso que este trámite judicial haya resucitado – es un decir – a Steve Jobs. Para demostrar su talante monopolista, los abogados de la acusación han recuperado varios correos electrónicos de 2004 en los que Jobs incita a su equipo a luchar contra cualquiera que intente romper el vínculo entre su lector iPod y su tienda iTunes. Para reforzar el argumento, han traído a colación una comparecencia judicial de Jobs en 2011, seis meses antes de su muerte, en la que dice 70 veces la frase «no me acuerdo», aparte de señalar – con razón – que el éxito de Apple es un imán para litigantes.
En 2004, tres años después de su lanzamiento, el iPod arrasaba en el mercado, con un modelo de negocio que tenía dos componentes: la fuente de la música almacenada debía ser un CD legítimo o la descarga desde iTunes, excluyendo cualquier otro lector mp3 o tienda online. La razón – explicaría Jobs siete años más tarde – era que los contratos con los sellos discográficos imponían el uso de un sistema DRM de protección contra copia.
Por entonces, la empresa RealNetwork, al borde de la ruina por la competencia de Apple, montó una tienda online llamada Harmony como alternativa a iTunes. Lo que encendió la mecha fue que los temas almacenados en Harmony podían transferirse a un iPod, con lo que la dualidad hardware/tienda – clave en el invento de Jobs – se desbarataba. Según la correspondencia presentada ante el tribunal, Jobs ordenó a sus acólitos modificar el software para que no fuera posible descargar música de ninguna tienda que no fuera la oficial de Apple. Según él, RealNetworks aplicaba las tácticas y la ética más propias de un hacker que de una empresa respetable.
Los admiradores de Jobs se indignan ante el atrevimiento de llevar a su héroe póstumamente ante un tribunal. A quienes, como yo mismo, no nos gustaba el personaje, tampoco nos gusta el patético recurso al lado oscuro del difunto, diez años después de los hechos y tres años después de su óbito. Pero los acusadores creen que esa es su mejor baza para arrancar 500 millones de compensación por parte de una compañía cuyos beneficios del último trimestre fueron de 8.500 millones de dólares.
La anécdota me ha interesado por dos motivos. El primero: confirma la obsesión de Jobs por construir un universo cerrado, en el que el hardware estuviera al servicio del software y viceversa. Con el tiempo, esa estrategia de bloqueo a los competidores se ha hecho impopular, pero no esperen que Apple deje de defenderla. He leído que un profesor de derecho de la universidad Rutgers opina lo siguiente: «no hay duda de que Jobs fue un genio visionario, pero tenía un ego enfermizo y nadie a su alrededor se atrevía a ponerle filtros». Es probable que así fuera, pero sus hagiógrafos se quedarán sólo con la primera parte de la frase.
El segundo motivo es un recordatorio oportuno: muy frecuentemente, un mail acaba usándose como evidencia contra su autor. En 2010, Apple y otras cinco compañías fueron acusadas de compincharse para no contratar empleados de las otras: unas líneas dirigidas por Jobs a Eric Schmidt, a la sazón CEO de Google, fueron aportadas ante la justicia. En otro proceso, por conspiración con un grupo de editores para fijar el precio de los ebooks, el tribunal apreció como prueba para condenar a Apple unas declaración de Jobs a su biógrafo Walter Isaacson. Moraleja: cuidadito con lo que escribimos en un mail.
El problema lo describió así Thomas Malthus: “la población crece más rápidamente que los medios de subsistencia”. Dos siglos después, el axioma es aplicable a los alimentos nutritivos o a los cibernéticos. Seriamente: desde el punto de vista tecnológico, la cuestión a resolver se define como dense location y suele explicarse con el ejemplo típico de un estadio en el que se juega uno de esos partidos ´del siglo` de los que hay tres o cuatro por año. La alta concentración de personas y dispositivos móviles tiende a mermar la capacidad y cobertura de la señal de radio. La consultora británica Analysys Mason aboga por las small cells como solución óptima para este problema recurrente. Leer más
Virginia Rometty, CEO de IBM y aficionada al golf, ha tenido una racha de buenas nuevas en las últimas semanas. Parece como si, una vez anunciados los resultados (malos sin discusión) del tercer trimestre, la suerte se hubiera volcado a su favor. La primera buena noticia ha sido personal: ha conseguido ser admitida como miembro del elitista y misógino club de golf de Augusta, algo por lo que venía insistiendo desde 2012. No lo digo frívolamente: para la señora Rometty tiene que ser relevante lucir la chaqueta verde de un club que ha tenido como miembros a sus predecesores en el cargo, y cuyo torneo de masters patrocina IBM desde hace muchos años. «Tiene un buen swing«, ha sido el único comentario de los directivos del club, que sólo ha admitido antes a otras dos féminas.
Vamos ahora con las otras noticias, relevantes para Rometty y para IBM. En tres o cuatro semanas ha hilvanado cuatro contratos multimillonarios y plurianuales. No se han dado todas las cifras, pero el conjunto debería añadir unos 4.000 millones de dólares a las ventas de los próximos diez años.
Thomson Reuters, proveedor de información económica y financiera, le ha adjudicado la gestión de sus sistemas de TI por una suma no desvelada. A los pocos días, se anunció que IBM asumirá la infraestructura y el personal de la filial informática de Lufthansa, un contrato de outsourcing por valor de 1.250 millones de euros durante siete años. A rebufo de estos acuerdos, se adjudicó, por una cantidad similar, la provisión de servicios de cloud híbrida a WPP, el mayor grupo publicitario del mundo por 800 millones de libras. Cerró la secuencia esta semana con otro contrato para prestar servicios al banco holandés ABN Amro, cuyo valor se estima en 2.000 millones de euros en diez años.
Según explican los directivos de WPP, el conglomerado de 300 agencias – la mayoría adquiridas en los últimos años – ha alcanzado tal dimensión que necesita una integración de sistemas, y la oferta de cloud híbrida de IBM ha parecido la más adecuada a sus circunstancias, ya que responde a sus específicas condiciones de gobernanza y seguridad. También el contrato con ABN Amro tiene rasgos especiales, como es lógico en una entidad financiera de esta magnitud. Se ha informado que IBM gestionará una nube privada del banco holandés, además de servicios de externalización para el parque de mainframes, servidores, almacenamiento y el soporte a los puestos de trabajo durante 10 años a partir del comienzo de 2015.
Para la concreción de estos contratos, y otros anteriores, ha sido esencial la compra de SoftLayer a mediados del 2013, y la decisión consiguiente de abrir una decena de centros de datos en Europa, que satisfacen los requerimientos de cercanía de las operaciones transferidas a la nube. La firma de un contrato por el que SAP utilizará los datacenter de IBM para sus prestaciones cloud, es otro elemento de los últimos meses. Esta serie de anuncios lleva a concluir que el concepto de nube híbrida es la versión de cloud que está calando en las organizaciones, pero la compañía no ha desglosado cuánto es la proporción del componente cloud en los contratos anunciados.
Los anuncios pueden aliviar la tensión que analistas e inversores ejercen sobre Rometty desde que sugirió que este año los ingresos no pasarán de 94.000 millones de dólares y los beneficios sufrirán su primera caída desde 2002. De hecho, la cotización de IBM no ha recuperado el 11% perdido desde el 17 de octubre. La contribución de estos contratos al top line será, en todo caso, gradual. Coincidiendo con los anuncios, se ha informado del nombramiento de un nuevo vicepresidente a cargo de Global Technology Services: será el alemán Martin Jetter, que llegará en enero con la estela de haber enderezado la filial japonesa de IBM en los últimos dos años.
De la noche a la mañana, Xiaomi ha irrumpido como el tercer fabricante mundial de móviles, según el ranking de IDC, por detrás de Apple y Samsung y desplazando a sus compatriotas Lenovo y Huawei. Habría que añadir un detalle importante: esa proeza la ha conseguido gracias a un puñado de mercados (China, India, Malasia, Singapur, Filipinas e Indonesia), sin asomarse todavía a occidente. El objetivo, definido por su CEO Lei Jun, es cerrar el año con 60 millones de smartphones para subir a 100 millones en 2015. Su estrategia es audaz: tiene una corta gama de modelos, de gama medio-alta pero a precios agresivos y con un estrecho margen de beneficio que compensa con el volumen de unidades. Leer más
Un tipo curioso, Jack Ma. Tras la salida a bolsa de Alibaba, a este antiguo maestro le han puesto la etiqueta de empresario más rico de China. Cierto o no, es hombre poco inclinado a las relaciones con los medios, pero dirigir una empresa cotizada en Wall Street implica servidumbres, como la de darles carnaza en forma de titulares. Como ejemplo, esta frase replicada por la agencia Bloomberg: “yo digo que mi modelo es el mejor, y Jeff Bezos dirá que el suyo es mejor que el mío, ya veremos dentro de veinte años”. La inferencia es una declaración de guerra: Alibaba contra Amazon. Ma cree que no habrá sitio para ambas en el mercado mundial… dentro de veinte años. Sería bueno saber qué prepara para los próximos dos o tres años.
Suena presuntuoso, pero en algo tiene razón: los modelos de negocio hay que juzgarlos por sus resultados. De momento, Alibaba ha alcanzado en pocas semanas un valor en bolsa de 261.000 millones de dólares, que la pone a tiro de entrar en las primeras diez por capitalización bursátil. Amazon, más antigua, consolidada y con una facturación muy superior, vale 100.000 millones menos, vaya usted a saber por qué. Puestos a comparar, los modelos de negocio no son idénticos: Amazon es un minorista online que se expande hacia terrenos adyacentes: dispositivos, contenidos e infraestructura cloud; Alibaba es, en sentido estricto, un operador de marketplace atrincherado en China.
Lo más bizarro es que, a raíz de la frase de Ma, los analistas han extrapolado que Amazon cotiza a 376 veces su beneficio por acción estimado para 2015 [$335/$0,89=376]. Es un puro juego aritmético, pero confirma que no es rentable… y Alibaba tampoco.
Ser operador de un marketplace quiere decir que retiene un porcentaje sobre el valor de las transacciones que pasan por su plataforma. Este es, hoy por hoy, su modelo de negocio. Ma ha anticipado un cambio: la próxima expansión internacional de su portal Taobao, con lo que se pondrá en competencia directa con Amazon y con eBay. Una guerra de precios, descuentos y promociones está en la agenda, casi con seguridad.
En 2011, los ingresos de Alibaba sumaron 1.900 millones de dólares, que este año se convertirán en 8.500 millones: un 64% de crecimiento medio anual, asombroso pero insostenible. Los analistas de Goldman Sachs y Nomura prevén una media de 25/35% anual a partir del 2016. No estaría nada mal, pero su ratio de monetización es baja, del 2,55%. El gran reto para la empresa de Ma es doble: salir de China y dominar China. A lo primero atiende el lanzamiento de Taobao en Estados Unidos; para lo segundo, tiene antes que resolver el tránsito del e-commerce al m-commerce de su instrumento B2C, el portal Tmall: cada vez más – y en China más que en ningún otro país – los consumidores compran a través de sus móviles.