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  9/01/2015

9Ene

Hace un año, o más, algunos daban por muerto al PC, seguros de que las tabletas acabarían con esa antigualla. Los mismos que descubren el descenso de ventas de las tabletas, cuando la ida y la vuelta sólo reflejan un ajuste en las prioridades de compra de los consumidores. Cuando se publiquen las cifras del cuarto trimestre, probable revelen que el mercado mundial habrá cerrado 2014 con una recuperación, más cercana al valle de 2013 (314 millones de unidades) que del pico de 2011 (365 millones). Estos días, en el pletórico CES de Las Vegas, el PC no ha sido ciertamente el protagonista, pero ha quedado en evidencia que la industria ha hecho los deberes, y en 2015 asistiremos a un movimiento ascendente, una evolución en lugar de la fantasiosa muerte del PC.

De eso me ocuparé otro día. Mi tema de hoy es algo que puede explicar al menos en parte el perezoso despertar del mercado del PC: la estrategia (¿o es sólo una táctica?) de Microsoft para asegurarse de que los Chromebook, promovidos por Google, no detraen la cuota de mercado de Windows. La agresiva política de precios de Microsoft, que se suponía temporal para fortalecer Windows 8, se expresa en una rebaja de las licencias – que en ciertos formatos llegan a ser gratuitas – para dar a los fabricantes un motivo de fidelidad compatible con la rentabilidad.

Se puede ver en la maniobra un anticipo de lo que puede aportar Windows 10 como sistema operativo transversal a distintas familias de dispositivos y, se supone, con diferentes escalas de precio. En una presentación reciente para analistas, Kevin Turner – chief operating officer de Microsoft en la era Ballmer que sigue en el puesto tras el cambio de CEO – dijo que la compañía no está dispuesta a que Windows 10 sea una fuente de pérdidas, pero que explorará «otras maneras de monetizarlo», de lo que algunos entendieron que se refería a distintas combinaciones de Windows y Office. Históricamente, Microsoft ha cargado en la cuenta de las marcas afines unos 50 dólares por cada licencia de Windows, pero el estrechamiento de los márgenes hace imposible que, en esas condiciones, un fabricante venda un PC a 200 dólares.

El resultado del movimiento de Microsoft (para la galería enmascarado como promoción de Bing) ha sido un recorte significativo del precio medio de los PC vendidos en el último tramo de 2014. Por esta razón, no todos los fabricantes han acogido por igual la iniciativa: ganar cuota de mercado está bien, pero no a cualquier precio. Es posible que HP, con su portátil Stream, haya avanzado algo en su carrera contra Lenovo, ejemplo que ha seguido Acer y, por lo visto en Las Vegas, imitará este año también Lenovo.

En comparación con los Chromebook, estas máquinas de bajo precio neutralizan la ventaja que Google creía haber adquirido y son un aviso de que su confianza en que «todo está en la nube» no convence a todos los usuarios. Chromebook puede haber ganado espacio en ciertos mercados, pero no así en el español, donde hasta septiembre se habían vendido unos pocos miles de unidades, gracias a operaciones con escuelas privadas.

Si lo que Microsoft pretendía era frenar la tentación de los fabricantes de echarse en brazos de Google, lo ha conseguido. Ahora bien, para que no se lo reprochen, tendrá que controlar que no está resucitando el efecto que hace unos años tuvieron los netbooks, de los que la industria tiene recuerdos ambivalentes. Ya se verá qué pasa con Windows 10, pero de momento, en el CES, la industria parece apuntar en todas direcciones para evitar una caída mayor del precio medio: por un lado, competir con los modelos baratos, mientras por otro experimenta con nuevos formatos, más capacidades y más prestaciones como manera de diferenciar distintos puntos de precio para mejorar sus márgenes. Mejor lo dejamos por hoy, si les parece.


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