Realidad virtual, el señuelo de 2016 (1)

3/03/2016

La imagen por la que será recordado el Mobile World Congress de este año será esa foto de Mark Zuckerberg andando entre un enjambre de cabezas que no lo ven por estar equipadas con gafas de realidad virtual. Más allá de la broma distópica que sugiere el paseíllo, el público de la presentación del Galaxy S7 recibió un regalo doble: la sorpresa de ver al CEO de Facebook en escena, y unas Gear VR de regalo para llevarse a casa. El primer regalo da idea del compromiso entre Samsung y Facebook para impulsar esta enésima promesa de la tecnología digital: sus motivos son diferentes, pero ambas se necesitan. El segundo es la prueba tangible de que a la VR todavía le falta tirón. Leer más

El mercado de smartphones, a toro pasado

2/03/2016

Podría pensarse que, acabado el Mobile World Congress, las cifras sobre el mercado mundial de smartphones en el cuarto trimestre de 2015 no tendrían más valor que el histórico. No es así: los datos de IDC muestran tres grandes tendencias que en 2016 podrían no ser coyunturales: 1) el inicio de recuperación de Samsung, con la consiguiente oportunidad de reforzar su liderazgo, 2) Apple parece haber tocados techo a juzgar por su nulo crecimiento y 3) tras las dos marcas dominantes, Huawei destaca del pelotón como su único competidor que ha sido capaz de cruzar la línea de los 100 millones de unidades anuales. Pese a la apariencia plural, los tres citados suman el 48% del mercado mundial. Leer más

El futuro de Qualcomm, atado a Samsung

24/02/2016

A mediados de diciembre, el consejo de administración de Qualcomm decidió mantener la actual estructura de la compañía, desoyendo a los accionistas ´activistas` que reclamaban su partición. Una decisión crucial: desde aquel momento, Qualcomm ha multiplicado los anuncios de acuerdos estratégicos, joint ventures, cesiones de licencias y otras formas de cooperación en varias direcciones. De tanto frenesí viene el contrato con Samsung según el cual la empresa coreana se encargará de fabricar el sistema completo Snapdragon 820, diseñado por Qualcomm, con su tecnología de 14 nanometros. El comunicado ha sido parco en detalles pero tiene relevancia para la industria y, en consecuencia, para el mercado. Leer más

Las OTT marcan el paso a las telecos

23/02/2016

Los operadores europeos de telecomunicaciones europeos llevan tiempo dándole vueltas a la posibilidad de bloquear los anuncios que transitan por sus redes sin generarles ingresos. El primero en hacerlo ha sido Three, al firmar un acuerdo con la empresa israelí Shine para desplegar su software ad-blocking en Reino Unido e Italia. Otros seguirán sus pasos, iniciativa que, sin confesarlo, equivale a tomar represalias contra Google y otras over-the-top que viven de la publicidad. ¿Represalias? La vida de las telecos se ha hecho más dura desde que las OTT irrumpieron en su huerto para quedarse con los frutos más apetitosos. Poseer la infraestructura ya no equivale a poseer al usuario final. Leer más

22Feb

22/02/2016

Escribo este newsletter en Barcelona, donde hoy comienza el Mobile World Congress con una cifra record de 2.200 compañías apuntadas a la fiesta. En realidad, comenzó ayer, con la presentación del esperado Galaxy 7 de Samsung, como siempre espectacular y con una expectativa mediática que no han podido emular Huawei o LG con sus respectivos saraos dominicales. Ha sido sólo el aperitivo de una semana que dejará otros sabores.

Por tercer año, volverá Mark Zuckerberg a Barcelona y acaparará titulares con su keynote que más parece un kickoff. No me cuesta imaginar que viene a hacer amigos – y no me refiero a su cena del año pasado con Shakira y Gerard Piqué – con una motivación muy reciente, el bloqueo indio de su iniciativa Free Basic hace más necesario para Facebook granjearse apoyos entre los operadores; este será, supongo, uno de sus mensajes: ayudadme a llevar Internet (y Facebook, claro) al último rincón del planeta. Única objeción: los operadores no se fían de nadie que un buen día podría robarles la cartera.

A favor del protagonismo del joven Zuck juega el hecho de que ninguna otra celebridad de la industria (y las habrá incontables) puede hacerle sombra. Apple nunca comparece, Google no despierta muchas simpatías en la industria, Microsoft optará por la discreción [Satya Nadella pasará esta semana por Madrid, pero no se acercará a Barcelona, que se sepa].

De hecho, el mundo de la tecnología se ha decantado por tres grandes eventos globales: el CES de Las Vegas, en enero, este MWC de Bareclona, y el IFA de Berlín en septiembre. Cada uno cumple su papel.

Como el año pasado, vuelvo a opinar que los móviles no serán lo más interesante de ver en esta feria de móviles, pero sé bien que esta opinión no es compartida por la mayoría de mis colegas, incluso los menos frikis. Sin embargo, los fabricantes van a echar el resto en el intento de relanzar la demanda, que – según IDC y Gartner – anda adormecida. Por esto, la feria será un escaparate estupendo para las marcas líderes (salvo Apple, a la que la displicencia podría pasarle factura) y un sinfín de marcas chinas que hasta ayer desconocíamos. Las tabletas, cuyo mercado se ha derrumbado, están fuera de moda y recibirán una atención marginal.

La industria, en su sentido más amplio, está a la espera de ver el despegue de una nueva ola que traiga la rentabilidad que se echa en falta. Para mi gusto, la edición de este año será dominada por dos temas principales: Internet de las Cosas e infraestructuras. Veremos más coches conectados que nunca, y una enorme variedad de «casos de uso» de IoT. Lo que no veremos, todavía, son los modelos de negocio de los que dependerá que el discurso fructifique: nadie está dispuesto a quedarse al margen de un fenómeno que – si creemos una previsión cuyos fundamentos no se dan – va a conectar 50.000 millones de dispositivos [¿quién da más?] a Internet en 2020. Los problemas pendientes, ya se sabe, son la estandarización, la seguridad, las alianzas entre las partes… en definitiva, ya digo, el modelo de negocio. Pero esos problemas no se resuelven con un escaparate.

En materia de infraestructuras, llevamos tanto tiempo oyendo maravillas sobre el advenimiento de 5G que uno podría pensar que es una realidad. Pues no: sin duda va a aportar soluciones a muchos problemas contemporáneos, pero va a crear otros nuevos que estamos por descubrir. Sin un modelo de negocio viable y compartido, esta mina de oro podría no compensarles el declive de ingresos sufrido durante años de agresiva competencia de las OTT [vean el estudio de Ernst & Young que este blog glosará mañana].

A estas grandes áreas dedicaré mi tiempo esta semana, y espero volver a casa con no menos de seis entrevistas para publicar en las semanas siguientes. Una revisión del exhaustivo programa de sesiones, plenarias y paralelas, revela que los organizadores, la GSMA ha decidido relegar los asuntos de indole política a una cumbre ministerial a puertas cerradas. No habrá, pues, transparencia, en los debates sobre regulación, espectro, protección de datos, privacidad, seguridad, inversiones y financiación. No importa, en realidad: esos temas clave seguirán coleando, y yo les prometo ocuparme de ellos cuando pase la marabunta.

Mercado español de PC: algo es mejor que nada

19/02/2016

En contraste con un mercado mundial que sufre un elocuente declive, el mercado español de PC ha cerrado 2015 en positivo. Plano, pero nadie discutirá que es mejor +0,4% que -10,4%. Se impone preguntar por qué. Y no hay una explicación convincente porque cada uno trata de llevar el agua a su molino. «Cuando sobrevives al sufrimiento, te haces fuerte», razona para este blog el product manager de una de las diez marcas que lideran el mercado. Vale, pero cuando la marca que más crece (Lenovo) lo hace al 25,4% y la que más desciende (Toshiba) cae un 19,2%, no basta el razonamiento para entender lo que pasa. Mejor será, por tanto, pasar revista a las cifras y a ver qué sale de ellas. Leer más

18Feb

18/02/2016

La cuerda se rompe por lo más delgado, podría decirse. La polémica sobre la encriptación de los dispositivos conectados a Internet, se arrastra desde hace tiempo, casi desde el mismo momento en que Edward Snowden hizo públicas las artimañas de la NSA. Los defensores de la privacidad han sido muy activos en la presión a la industria para que no ceda a las exigencias de incorporar ´puertas traseras` en sus productos, que permitan quebrar el cifrado que protege los datos personales almacenados. Hasta ahora, la discusión era intensa, hasta que un caso de terrorismo, la investigación de la matanza de San Bernardino, ha llevado al FBI a recurrir a la justicia para que obligue a Apple a desbloquear el acceso al iPhone que usaba uno de los autores de un atentado aparentemente de inspiración islamista.

El detalle menos conocido es que el FBI no reclama a Apple que le abra el acceso al dispositivo mediante una ´puerta trasera`. En realidad, no podría hacerlo, porque el fabricante no conoce el código secreto. Pero podría, si aceptara, crear un software que elimine el límite de intentos de introducción de la contraseña, de manera que los investigadores pudieran programar tantos millones de combinaciones como fueran necesarias para ´crakearlo`y acceder a los datos que – suponen – contienen pistas del vínculo entre el tirador victimario y algún grupo terrorista que lo hubiera reclutado con ese fin.

Sería, sostiene el FBI, un caso excepcional, un software de único uso, en ningún caso se trataría de instalar una puerta trasera en los iPhone que salen de fábrica encriptados. Pero no es así – replica Apple – porque nada impide que una vez diseñado el software, las autoridades dispondrían de algo que hoy ni siquiera Apple tiene, el equivalente a una llave maestra capaz de desbloquear cualquier dispositivo.

Apple entiende que lo que se le pide – con buenas intenciones, reconoce – equivaldría a alterar su sistema operativo para crear un atajo que eliminaría funciones vitales de seguridad. Cumplir con la orden judicial, escribe Tim Cook en una carta abierta a los usuarios, «socavaría décadas de avances en materia de seguridad que protegen a los usuarios».

Resulta difícil imaginar cómo podría Apple echarse atrás llegadas las cosas a este punto. O que el FBI vaya a renunciar a su objetivo, para lo que sería necesaria una decisión política al más alto nivel. Así las cosas, el debate sobre la encriptación – ¿qué interés público debe prevalecer: la seguridad o la privacidad? – se ha trasmutado en problema político de enormes proporciones. Como era de prever, Donald Trump ha visto la oportunidad de exigir que el gobierno de Barack Obama tome medidas contra Apple.

No sólo ellos. Apple ha tomado la delantera de un movimiento de resistencia que pone en aprietos al resto de la industria, y lo ha hecho con un método, la carta abierta, que no deja escapatoria ni a ella misma. Google y Microsoft han mantenido una posición cercana a la de Apple, pero lo cierto es que no se han visto ante el extremo de tener que desobedecer una orden federal y un mandato judicial. Esto no acabará así.

Resulta por lo menos curioso que el episodio coincida con otras dos noticias relacionadas con la ciberseguridad. Publicaba ayer The New York Times un documento gubernamental que – en los párrafos salvados de la censura conforme a la Freedom Information Act – explica cómo funciona la colaboración entre los proveedores de Internet (en concreto AT&T y Verizon) y la NSA para la que trabajaba Edward Snowden hasta dar la espantada. La agencia les suministra una lista de «selectores» de objetivos para que filtren en los puntos de acceso a sus redes «datos en crudo» con el fin de identificar cualquier mensaje que contenga ciertas palabras clave, y a continuación entreguen esa información a la NSA para su análisis de inteligencia. El documento confirma que esta práctica excluye, por mandato constitucional, las comunicaciones entre ciudadanos estadounidenses pero no las que tienen lugar entre uno de ellos y otro extranjero incluso en suelo estadounidense.

Para más escándalo, hoy o mañana se presentará en el festival de Berlín un documental del oscarizado director Alex Gibney, en el que «cinco fuentes de inteligencia de EEUU y Reino Unido» confirman la autoría estadounidense de los ciberataques de 2009 y 2010 contra instalaciones nucleares iraníes mediante el uso del letal virus Stuxnet.

Se recordará que en los meses siguientes al sabotaje de la planta iraní de Natanz, varios bancos estadounidenses sufrieron severos ataques que fueron interpretados como represalias, aunque aún hoy se duda de que Irán tuviera capacidad para montar una operación de ese calado sin la complicidad de otra potencia. Este es el mundo en que vivimos, amigos.

17Feb

17/02/2016

Han pasado cinco meses desde la oferta de compra de Dell sobre EMC, pero la operación se ha complicado y hoy sería difícil encontrar quien se atreva a afirmar que la operación llegará a buen fin. Bueno, alguien sí: William Green, consejero de EMC, decía la semana pasada que «sólo la voluntad de Dios podría impedirlo». Conviene recordar que aquel 12 de octubre, lunes, la acción de EMC cotizaba a 28,72 dólares tras una subida motivada por los rumores de que algo se estaba cociendo. Desde entonces no ha vuelto a alcanzar ese nivel, y el 12 de febrero, viernes, cotizaba a 24,13. No es el problema principal, porque a los accionistas de EMC se les habían prometido 24,05 dólares en efectivo.

El verdadero problema está en el complemento que iban a recibir gracias a la imaginativa fórmula de una acción «de seguimiento» vinculada al 80% de participación de EMC en VMware: su valor real a día de hoy sería inferior a 24,05 dólares, lo que significa que esa pieza esencial para convencer a los accionistas, en la práctica no vale nada. En consecuencia, el precio que en su día fue pregonado como referencia, 67.000 millones de dólares, ya no responde a la realidad: EMC tenía el viernes pasado una capitalización bursátil de 47.000 millones.

Michael Dell y el fondo de inversión SilverLake confiaban en financiar la transacción vendiendo activos y contrayendo deuda por una cifra de entre 40.000 y 50.000 millones. Cinco meses después, el cambio en la ecuación de valor, agravado por la situación imperante en los mercados financieros, amenaza con disuadir a los inversores de respaldar la compra prestando su dinero.

Aunque Michael Dell calificara en su día a VMware como «joya de la corona» de EMC, la evolución de sus acciones ha ido a peor. Aquel 12 de octubre cotizaba a 72,27 dólares, y el viernes pasado había caido a 45,01 dólares, un 38% menos. Si se comparan ambas trayectorias con el índice S&P 500, a EMC le ha ido mejor y a VMware peor.

En fin, que si el invento de la tracking share no fuera aceptable para los accionistas de EMC, y ya que la empresa vale un 30% menos de lo que valía, la oferta bien podría colapsar. No por voluntad divina sino porque los compradores no tienen dinero suficiente ni cómo conseguirlo. Presten atención: Joe Tucci, chairman y CEO de EMC, ha recordado, como sin darle importancia, que está pactada una penalización para la parte que deshaga el acuerdo.

Algunos analistas dicen por lo bajini que los inversores – sus clientes – han perdido interés en la propuesta. Desde luego, el ambiente no ayuda: Symantec ha tenido que bajar de 8.000 a 7.000 millones el precio pactado por la venta de Veritas al fondo Carlyle.

Por otro lado, Dell no ha podido todavía vender los activos de Perot Systems, que adquirió en 2009 y por la que esperaba recibir 5.000 millones de dólares. Durante semanas negoció con la francesa Atos, que al final se descolgó. Ha cogido el relevo otra candidata, la japonesa NTT Data [en España, propietaria de Everis] pero es improbable que el precio sea el previsto por el vendedor.

No han faltado las turbulencias operativas. Los despidos decididos en EMC y en VMware, para recortar costes antes de la consumación de la venta, no son precisamente un estímulo moral para la tropa. La incertidumbre está afectando las ventas de EMC, que bajaron un 4% el pasado trimestre. David Goulden, su número dos, se ha sincerado: «los clientes no compran lo suficiente ni a tiempo».

VMware mantiene el discurso, y ha publicado resultados trimestales sólidos: un 10% de aumento en los ingresos que, si no fuera por el impacto cambiario, habría sido de dos puntos más. Pero ha preferido recortar hasta en un 4% sus previsiones para 2016, que Pat Gelsinger, CEO de la compañía, ha definido elípticamente como «año de transición».

16Feb

16/02/2016

Cuando Jack Dorsey, cofundador de Twitter, volvió a la primera línea ejecutiva en la empresa del pajarito, parecía convencido de tener un plan para recuperar la relevancia y las cuentas. El plan no se ha evidenciado, y la situación empieza a parecer desesperada aunque no agónica. Los resultados anunciados la semana pasada hicieron que la cotización de Twitter cayera a su nivel más bajo desde la salida a bolsa: en 2015 ingresó 2.200 millones de dólares y perdió 521 millones, esta es la explicación.

Dorsey ha intentado calmar las críticas sosteniendo que las nuevas funciones de servicio van a corregir ese desastre de cifras. Incluso jugó con los números para demostrar que el número de usuarios activos mensuales (MAU) simplemente se ha estabilizado en 320 millones. Si con un MAU estabilizado se pierde dinero, qué pasará cuando decaiga? Este el problema: lo que en las redes sociales se conoce como engagement, cuánto tiempo le dedican los usuarios: esta métrica es decisiva para que los anunciantes deciden asignarle presupuesto publicitario, que viene a ser la madre del cordero.

En teoría, Twitter podría modificar su producto con la finalidad de generar nuevo crecimiento, pero hasta ahora no ha sido el caso. Quizás el nuevo Timeline despierte curiosidad entre los usuarios, pero de momento sólo ha provocado quejas. El año pasado, Twitter compró Periscope, una app para streaming móvil de vídeo, pero Facebook reaccionó integrando vídeo en What´sApp e Instagram. ¿Hay algo más que Dorsey podría comprar, que fuera el catalizador que necesita sin ser replicado por su competidor? El anterior CEO, Dick Costolo, no lo encontró y ahora le toca a Dorsey.

A 16 dólares por acción, la capitalización bursátil de Twitter se ha derrumbado: 10.800 millones la semana pasada, y detrayendo la tesorería se quedaría en unos 6.000 millones para empezar a negociar el precio. Ha resucitado un argumento recurrente: «con una acción tan barata, Facebook (o Google) podrían comprar Twitter sin esfuerzo». No me atreverìa a decir que no, pero ¿para qué? Sin necesidad de comprarla, Facebook podría seguir asfixiando su modelo de negocio. En cuanto a Google, ya tiene un acuerdo con Twitter que le permite sacar suficiente partido de la audiencia de esta. Vuelvo a lo de antes: ¿para qué?

Que una empresa cotice a bajo precio no la convierte en oportunidad a explotar. Tampoco el bajo precio ha sido un criterio que mueva las compras de Facebook. Cuando, en 2014, compró What´sApp todo el mundo pensó que 19.000 millones era un precio desorbitado [yo lo sigo pensando, pero admito que su valor podría aflorar un día]. Instagram le costó 1.000 millones, calderilla, y entre las dos compras Mark Zuckerberg ha construído una potente base de usuarios móviles con una ratio de tiempo de uso que atrae a los anunciantes. Twitter no tiene esa cualidad, y no sería barara por bajo que sea el múltiplo que se aplique. Algo más: el coste en nóminas y compensaciones es un tercio de sus ingresos, ratio altísima si se compara con la de Facebook.

Razonemos el párrafo anterior. Si la trayectoria de Twitter siguiera como hasta ahora, a la baja en todos sus parámetros, se volvería más barata, pero no menos problemática. Dificilmente llegará a ser rentable con la actual estructura y modelo de negocio: incluso si perdiera menos dinero, su cash flow sería inferior. Y esto es, al cabo, lo que importa a cualquier inversor.

Personalmente, hay otra cuestión que me interesa más. El sentido original de Twitter se ha desnaturalizado. No hablemos de la ´primavera árabe`, de ahí estos lodos, ni de las fantasías sobre el ´periodismo ciudadano`. Si hasta la asociación entre Twitter y TV, promovida por Costolo, ha perdido fuelle.

Veamos: si la audiencia se ha estancado y cada usuario pasa menos tiempo en Twitter, implica que la adicción se va diluyendo, tanto colectiva como individualmente; algo tendrá que ver el hartazgo ante el abuso de tuits corporativas que desvirtúan el principio de socialización. La última ocurrencia de Dorsey [un típico iluminado californiano] consiste en un robot o algoritmo que automatice la generación de tuits y retuits ´en ausencia` de los usuarios para enmascarar la menor afición de estos. Todavia en fase experimental, ya está provocando protestas.


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