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No es amor a primera vista, porque se sospechaba desde hace tiempo. Pero, puesto que Microsoft declara tan explícitamente su amor por Linux, tomemos nota de que SQL Server y Windows ya no son una pareja para toda la vida. Una nueva versión de la base de datos de Microsoft estará disponible para Linux a mediados de 2017.
La noticia es una prueba adicional de la voluntad de Satya Nadella de convivir con plataformas rivales. Se puede interpretar como una capitulación de Microsoft en su añeja hostilidad hacia un sistema operativo que Steve Ballmer – un día de cabreo tras perder un gran contrato – llegó a calificar de «cáncer». También se puede ver como un salto adelante, que incrementa el mercado potencial de SQL Server y le abre las puertas de la nube de Amazon Web Services, mayoritariamente decantada por Linux.
Nadella, muy distante de las políticas de Ballmer, se inspira por un interés material: las tecnologías del siglo XXI se mueven hacia el software open source, en primer lugar Linux, y por consiguiente Microsoft no puede renunciar a esa vía de ´monetización`. De entrada, la explicación se antoja bastante sencilla: para Microsoft la vaca lechera de estos tiempos es Azure, que en la cuenta de resultados, aparece en el mismo grupo que los productos tradicionales de servidor, con el importante matiz de que SQL Server gana terreno mientras Windows Server lo pierde.
No hay duda de que Microsoft ha hecho un gran trabajo durante 30 años, para conseguir que muchos millones de datacenter en todo el mundo funcionen con Windows Server, pero ya se ve que una tercera parte de la base instalada total de servidores funciona con Linux. Hace dos años, una de cada cinco instancias de máquinas virtuales en Azure corría Linux; el año pasado la proporción había subido a una de cada cuatro, y desde entonces sigue subiendo. En ciertos mercados verticales, prácticamente todos los servidores usan Linux por defecto. De modo que en muchos casos, Microsoft no tendría más remedio que abrazarse al enemigo de ayer.
De ahí a convertirse en una compañía genuinamente open source habría un largo camino por recorrer. La verdad es que quien empezó a recorrerlo fue Ballmer, en 2006, cuando llegó a un acuerdo con Novell para que el Linux de Suse corriera en su hipervisor; en 2011, la compañía llegó a ser uno de los cinco mayores contribuyentes al código de Linux.
El momento para el anuncio no podría ser más apropiado: se están dando los últimos toques a SQL Server 2016, cuya release definitiva debería estar disponible antes de finalizar el año. La gran pregunta es si el sobrevenido amor por Linux se detendrá en las bases de datos o llegará al middleware. Esto transmitiría el mensaje de que, llegado el caso, Windows podría ser prescindible en entornos on premise o en nubes privadas. En esa maniobra – una conjetura – AWS no podría seguirla, porque desdeña como artificiales las categorías al uso.
El trasfondo competitivo no hay por qué disimularlo: Microsoft va a por Oracle. Esta compañía es, de lejos, el primer actor del mercado de bases de datos relacionales, y un defensor de Linux. Según Scott Guthrie, VP de Microsoft, SQL Server 2016 «tendrá un TCO [coste total de propiedad] 11,7 veces más bajo que la solución comparable de Oracle, a la vez que presenta sólo una décima parte de las vulnerabilidades identiticadas en la base de datos Oracle 12c». En consecuencia, se ha empezado a cortejar a usuarios de Oracle con una agresiva oferta de migración a SQL Server.
Dado su historial, sería imprudente que Microsoft esgrimiera argumentos similares contra las bases de datos open source como MySQL [controlada por Oracle], MariaDB o MongoDB. O bien las considera irrelevantes o potencialmente aliadas. En realidad, algunas compañías de la galaxia Linux han sido pragmáticas, optando por calificar como positiva la iniciativa de Microsoft: Canonical (Ubuntu) y van a aprovechar la mano tendida para asegurarse un espacio en el ´ecosistema` Azure.
Está probado el carácter apócrifo de aquella extendida frase del Quijote que dice «cosas veredes, amigo Sancho, que harán fablar las piedras». Aunque falsa, vendría bien como comentario de los amores de Microsoft y Linux.
Muchos habían aceptado (y repetido) la cifra como si fuera un axioma. ¿Cómo atreverse a discutirla? Así era hasta que Ericsson, en su Mobility Report interno difundido durante el Mobile World Congress, procedió a corregir discretamente su pronóstico original: de 50.000 millones de dispositivos conectados en 2020, ha bajado a 28.000 millones en 2021. El el actual CEO (rotatorio) de Huawei, Guo Ping, sube el listón a 100.000 millones de conexiones, pero en 2025 sería deseable que las expectativas tuvieran buenos cimientos. Porque, precisamente en el MWC, la industria empezó a delinear una hoja de ruta de cómo serán las redes que soportarán el Internet de las Cosas en la próxima década. Leer más
Había expectación por conocer los primeros resultados de las dos empresas nacidas de la partición de la histórica HP. Un interés justificado por saber si aflorarían tan pronto las supuestas ventajas de un divorcio que, aunque muy elaborado, ha tenido la mala pata de coincidir con un bajón del mercado, que tiñe de rojo las cuentas. Los resultados del primer trimestre de Hewlett-Packard Enterprise [HPE] y HP Inc. [HPQ] muestran que se mantiene la (casi) paridad de tamaño: ingresos de 12.700 millones de dólares [HPE] y 12.200 millones [HPQ], respectivamente. Pero es reseñable que ambas se han achicado: un 2,5% [HPE] y un 12% [HPQ] con respecto a lo que ingresaban, dentro del tronco común, a igual fecha de 2015.
Los CEOs y CFOs de las dos empresas dedicaron tiempo de la conferencia con analistas a desgranar cada parámetro financiero en dos versiones: en moneda corriente y en moneda constante, la segunda menos negativa que la primera. Desde luego, no es una exclusividad: prácticamente todas las empresas estadounidenses insisten en culpar de sus dificultades al efecto cambiario, tanto más notable cuando más dependan de las ventas en otros paises. Disimulan así, de paso, que hasta hace poco se beneficiaban del efecto contrario; la excusa puede sonar más o menos convincente a los accionistas, pero la contabilidad no cambiará.
A pesar de esta observación, las cifras indican que mientras los ingresos de HPE descendían un 2,5% en dólares corrientes, ascendían un 3,8% en dólares constantes. Tim Sronesifer, su CFO, estimó que al final del ejercicio el impacto negativo será de más o menos 3 puntos. En el caso de HPQ, el pretexto sirve todavía menos, porque la caída del 12% en moneda corriente sigue siendo una caída, aunque del 5%, medida en moneda constante.
Dejando aparte los malabares financieros, lo relevante es la marcha de los negocios de cada compañía. Puesto que HPE es la más grande de las dos, empecemos por ella. El único rasgo positivo lo aporta la unidad Enterprise Group: sus 7.100 millones de dólares representan un ascenso del 1% [que, vaya, hubiera sido del 7% de ajustarse el impacto cambiario]. Es un detalle de peso, porque EG respresenta el 55% de los ingresos y es la mayor fuente de beneficio operativo. En el seno del EG, ha tenido un crecimiento destacado la rama de networking, en parte gracias a la adquisición de Aruba. La evolución de los servidores, de las cabinas de almacenamiento y de los servicios, merecería comentario aparte.
Meg Whitman, CEO de HPE como antes lo fue de la matriz, prefirió subrayar otro aspecto de su gestión: destinará el 100% del free cash flow previsto en 2016 [de 2.000 a 2.200 millones de dólares] a devolver ´valor a los accionistas`, por la vía de recomprar acciones y pagar dividendo. Al mismo fin dedicará la mayor parte de los 2.000 millones que espera recibir cuando complete la venta del 51% de su filial H3C al grupo chino Tsinghua. A este compromiso cabe atribuir el que la acción de HPE trepara a su cotización más alta desde la separación.
La otra compañía surgida del divorcio, HPQ, tiene otros problemas que afectan a sus dos negocios principales. Personal Systems se ve afectada por la profunda contracción del mercado mundial de PC, por lo que sus ingresos [7.500 millones] bajaron un 13% (o un 6% en moneda constante). El retroceso de Printing Systems [4.600 millones de ingresos] fue porcentualmente más grave: -17% (-11%) y sus causas más tortuosas. La debilidad de la demanda de impresoras se ha visto agravada porque sus competidores (todos japoneses) disfrutan del efecto yen para exportar. Esta circunstancia, según Dion Weisler, CEO de HPQ, será la normal a partir de ahora, y la compañía tendrá que adaptarse al nuevo contexto.
Las medidas tomadas por Weisler para corregir la situación son diversas. Por un lado, privilegiará la oferta de productos de mayor valor, con la obvia finalidad de estabilizar el precio medio y elevar los márgenes; por otro, revitalizará el negocio de consumibles, que aporta dos de cada tres dólares de ingresos a la rama Printing pero está en declive. Cosa muy distinta ocurre con la rentable unidad de artes gráficas y gran formato, y Weisler prometió presentar nuevos productos profesionales en la feria Drupa, a finales de mayo; asimismo, 2016 verá por fin el lanzamiento de la oferta de HPQ en impresión 3D.
Weisler también dijo a los analistas que los esfuerzos operativos no serían suficientes si no se toman medidas de productividad; en otras palabras: sin otra ronda de reducción de plantilla. Quizá podría completarse la frase con la opinión contraria: no sería suficiente recordar costes si no hubiera reactivación de la demanda.
Se publican continuamente estudios sobre la economía del cibercrimen. Lo más frecuente es que se ocupen de los sospechosos habituales, China o Rusia. El equipo de investogación de amenazas de la compañía especializada TrendMicro ha preferido esta vez analizar el asunto desde otra óptica, tal como se manifiesta en Estados Unidos y Canadá. Bajo el título ‘North American Underground: The Glass Tank‘, su informe, elige poner de relieve tanto las similitudes como las diferencias culturales y de estrategias de negocio con otros fenómenos clandestinos. Internet no es (o no es sólo) un paraíso de la libertad de expresión, sino que alberga espacios oscuros en la llamada Deep Web o Internet profunda. Leer más
Récord de visitantes, récord de expositores. Cada año, vuelve a repetirse esta secuencia: el Mobile World Congress 2016 no será la excepción pero confirma la regla. Por espectacularidad y repercusión mediática, una vez más Samsung se ha llevado la palma, aunque en parte deba la segunda a Mark Zuckerberg. Cuando alguien que no estuvo en Barcelona pregunta por los smartphones «más chulos» de 2016, es forzoso responder que este es un año de transición, no el de esperar novedades revulsivas [o ´disruptivas`, como se dice ahora]. El aumento de prestaciones será relativamente modesto, porque la demanda ha alcanzado un punto de madurez y los ciclos de sustitución se alargan, razonan los analistas. Leer más
Aprendamos a relativizar. Reino Unido se ha propuesto la meta de ser la mayor economía digital entre las potencias del G7, pero a que se revise la estadìstica, sólo el 2% de los ciudadanos tiene acceso a la infraestructura más rápida y más flexible, la fibra. Un agudo contraste con el 60% en España [que ya no va al G7 ni como invitada]. Con o sin Brexit, la Comisión Europea, ha dictaminado que las telecomunicaciones de Reino Unido están menos avanzadas que un buen número de socios continentales.
Ofcom, el ente regulador de las telecomunicaciones en las islas, se propuso hacer un análisis exhaustivo de la situación, y su diagnóstico dice que el problema radica en BT, el antiguo incumbente, como responsable a través de su red Openreach de suministrar nueve de cada diez conexiones de banda ancha. Con la reciente adquisición de EE y la apuesta por la TV de pago y los derechos audiovisuales del fútbol, BT despierta protestas de sus competidores, entre los que el más pertinaz es Vodafone. O2, filial de Telefónica, ha adoptado por un perfil bajo por dos razones: tiempo atrás negoció su fusión con BT, y acabó firmando su venta a Three, procedimiento que Ofcom ha derivado a Bruselas.
Aparte de la cuestión de si debería haber tres o cuatro operadores, la posición de BT ha sido siempre controvertida desde la privatización a principios de los 80, y ahora lo es más aún: el regulador opina que no es preciso separar Openreach del negocio de BT como proveedor de servicio a los usuarios. Bastaría con forzarla a abrir su infraestructura para que los competidores instalen sus ´ductos` en la última milla. En resumen, se trataría de potenciar la competencia, en vez de multiplicar inversiones en red. Es un debate que en España tenemos resuelto – con matices, claro – pero que hoy es de rigurosa actualidad precisamente en el país de donde partió la ola liberalizadora en Europa.
Ofcom, a través de su energética directora ejecutiva, Sharon White, ha rechazado las opiniones de quienes defienden la separación obligatoria de Openreach de BT [que probablemente conduciría a la creación de una empresa pública, anatema para el neothatcheriano David Cameron]. En cambio, ha puesto en circulación una consulta sobre su propuesta: trazar una muralla interna para que la red tenga su propio presupuesto de inversión y su propia estrategia, además de sentar en el consejo a los rivales del operador dominante, pero sin fragmentar BT.
Esta sería la fórmula para que, en el plazo de diez años, según White, Reino Unido se convirtiera en una potencia de la economía digital, rango que sin duda merece, con o sin Brexit. Admite White en entrevistas a los medios que la receta ideal sería la separación orgánica de Openreach, pero «supondría una disrupción significativa y costes difíciles de asumir por BT y el conjunto de la industria». Gavin Patterson, CEO de BT, secunda esa posición: «pasar los próximos años en un ambiente de incertidumbre no sería la situación ideal para las inversiones que el país necesita». Acepta Patterson que Openreach adquiera autonomía y transparencia pero «bajo control del consejo de BT».
La polémica se calienta aún más porque Ofcom aún no ha concluído la revisión de los costes de Openreach. Sus hallazgos iniciales indican que las cuentas de 2013 y 2014 deberían rehacerse conforme a las nuevas reglas.
Vodafone – que tiene poca fibra propia, por lo que usa principalmente la red del incumbente para sus servicios de Internet – ha quedado en posición incómoda en su país de origen. Un esperado acuerdo con Liberty Global, dueña de Virgin Media, estaría ahora supeditado al desenlace de la polémica sobre BT. Entretanto, Vodafone denuncia que BT carga sistemáticamente costes propios en las cuentas de Openreach. Y, en relación con la consulta pública, la califica de «juego del escondite intelectual». Su alternativa es Ofcom ordene la separación completa de Openreach con todas sus consecuencias. Con seguridad, la discusión no quedará así.
A pesar del ruido que se ha montado en torno a la realidad virtual en el Mobile World Congress, en parte una réplica de las sacudidas de CES de Las Vegas, su pretendida adopción masiva tiene fallas. Las estimaciones sobre su mercado prevén – ritualmente – un fuerte crecimiento, pero los propios analistas le ponen pegas: la incomodidad de tener puestas las gafas, la escasa concreción sobre los controladores o la falta de contenidos nativos son algunas de las objeciones pronunciadas en sordina. Si se suma el factor precio, habría motivos para frenar un poco el entusiasmo. Mike Schroepfer, CTO de Facebook, ha dicho que esta tecnología tardará en alcanzar todo su desarrollo potencial. Leer más
Imposible no relacionar la sangría de altos directivos que está viviendo VMware con la proximidad de la toma de control por parte de Dell, que al comprar EMC se quedará con el 80% de la compañía que Michael Dell ha llamado «la joya de la corona». Hay otros antecedentes, pero la secuencia de los últimos siete días empezó con el anuncio de que Martin Casado, senior VP a cargo de la unidad de negocio NXP, quizás el negocio más próspero de VMware, se marcha para incorporarse como principal partner del fondo de inversión Andreessen Horowitz.
Hasta cierto punto, era previsible que quien vendió Nicira a VMware por 1.200 millones de dólares en 2012 acabaría apartándose, pero dadas las circunstancias su salida ha sido interpretada como un signo de que Casado prefiere ahorrarse el politiqueo interno que se avecina. Su puesto será cubierto con la incorporación de Rajiv Ramaswami, que tiempo atrás fue directivo de Cisco, principal damnificada por la aparición de NSX.
A lo que iba: el lunes de esta semana saltaba otra noticia sensacional: Carl Eschenbach, número dos de VMware, deja la compañía para incorporarse a otro gran fondo de inversión del Silicon Valley, Sequoia Capital. En una entrevista con este blog, en octubre pasado, Eschenbach recordaba con orgullo que desde 2002, cuando llegó a VMware, la compañía ha pasado de facturar 31 millones de dólares a más de 6.000 millones. Sus funciones de Eschenbach como COO serán repartidas entre varios ejecutivos, uno de los cuales será Sanjay Poonen, quien acumulará su responsabilidad actual sobre end-user computing y la nueva de marketing y comunicación global.
En enero – tres meses después del acuerdo entre Dell y EMC – se anunció la partida del CFO, Jonathan Chadwick. Y, sin aparente relación con el asunto, VMware perdió también al primer responsable de su estrategia de cloud híbrida, Ben Fathi. Naturalmente, también ha habido promociones, como la de Maurizio Carli, hasta hace poco responsable de EMEA que pasa a ser VP ejecutivo de ventas con competencias mundiales.
El momento de estos cambios es llamativo. Michael Dell y sus socios de SilverLake Partners parecen haber resuelto la ecuación financiera de la compra de EMC, y la operación ha obtenido la bendición de la Comisión Europea. Este martes, debía reunirse en la sede de Dell en Austin una conferencia regular de directivos, rodeada de rumores acerca de cómo será la estructura corporativa del conglomerado cuando se cierre la compra. En la lista publicada al término de la reunión, Pat Gelsiner, CEO de VMware, aparece como miembro de un grupo ejecutivo junto con los presidentes de otras unidades de negocio del futuro conglomerado. No es mucho decir.
Antes de conocer todo esto, a primera hora del martes 23 mantuve en Barcelona una conversación con Gelsinger, en la que le interrogué por el futuro de la compañía pero me pareció impertinente preguntar por el suyo. Con la mayor naturalidad del mundo respondió que no esperaba más cambios que los que el futuro propietario decida hacer en el consejo de administración. Recuerdo esa respuesta ahora, tras leer que Tony Bates – veterano de Cisco, luego CEO de Skype y ahora presidente de GoPro – ha sido escogido como miembro del consejo. El colega Arik Hesseldahl se hace eco de «intensos rumores internos» según los cuales Bates podría ser una carta a jugar en caso de que Gelsinger también tirase la toalla. He de decir, para no llamar a engaño, que durante la entrevista [que publicaré la semana que viene] ni una palabra suya me dio a entender que se estuvieran fraguando tantos movimientos de fichas a la vez.
La imagen por la que será recordado el Mobile World Congress de este año será esa foto de Mark Zuckerberg andando entre un enjambre de cabezas que no lo ven por estar equipadas con gafas de realidad virtual. Más allá de la broma distópica que sugiere el paseíllo, el público de la presentación del Galaxy S7 recibió un regalo doble: la sorpresa de ver al CEO de Facebook en escena, y unas Gear VR de regalo para llevarse a casa. El primer regalo da idea del compromiso entre Samsung y Facebook para impulsar esta enésima promesa de la tecnología digital: sus motivos son diferentes, pero ambas se necesitan. El segundo es la prueba tangible de que a la VR todavía le falta tirón. Leer más