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Me han señalado que el comentario del viernes acerca de las negociaciones entre IBM y Lenovo ha tenido interpretaciones que parten de un error en mi texto. Según el acuerdo, Lenovo compraría el negocio de servidores x86 a IBM, de lo que alguien podría deducir que la empresa china aspira a conquistar rápidamente una posición similar a la que tiene en los PC: segunda de la tabla a un pelo de HP y dejando muy atrás a Dell. Como digo, el origen es un error que quiero rectificar cuanto antes: IBM no es líder mundial del mercado de servidores x86, como decía mi comentario. Lo que cambia mucho las cosas.
Según IDC, «los ingresos de HP a precios de fábrica en la categoría x86 se incrementaron un 4% y siguieron liderando el mercado con un 32,7% de cuota. Dell experimentó un 5,7% de aumento interanual y retuvo la segunda plaza con una cuota del 22,9% de los ingresos. El tercer puesto fue para IBM, con un 16,7% después de un descenso del 2,3%» En la cuarta posición se ha colocado Cisco, gracias a un 50,7% de crecimiento, y la quinta es compartida por Fujitsu y Oracle. En conjunto, los ingresos de esta industria aumentaron en 2012 un 4,1% hasta 35.800 millones de dólares, mientras los despachos declinaban 0,4% para quedarse en 8 millones de unidades.
Me excuso por el error, y sólo quisiera añadir que el interés de la noticia tiene otras aristas. Una, obvia, es la retirada de IBM, cuyos resultados del primer trimestre indican que el Systems and Technology Group (hardware, para entendernos) ha perdido 405 millones sobre ventas externas de 3.100 millones. Algún recorte es previsible para alinear esta anómala proporción con los objetivos de la hoja de ruta 2015. Puede que, al eliminar de sus activos los servidores de la serie x, IBM quiera redoblar esfuerzos en favor de sus sistemas Power (procesador propio), con Linux como sistema operativo y ocupar el espacio de x86 para cargas de trabajo analíticas y de bases de datos que hoy son muy demandadas. Al parecer, la transacción no va a incluir los FlexSystems, servidores modulares presentados hace ahora un año y de los que casi no ha vuelto a hablar; los rumores añaden que de su fabricación podría hacerse cargo Lenovo, pero seguirían vendiéndose con la marca de IBM. O sea que no es tan simple como parece.
¿Qué ganaria Lenovo? Cuota, presencia en los mercados, negocio para su canal, etc. Sería ingenuo suponer que aunque incorporase – presuntamente – un 16,7% de cuota de servidores x86, podría imitar el camino que recorriera en los PC durante doce años: las circunstancias son muy distintas, y los rivales no carecen de estrategias. Por otro lado, al comparar los márgenes de HP y Lenovo en sus ventas de PC – con la dificultad que entraña hacer esta segmentación – algunos analistas han observado que los primeros son más altos, lo que implica descubrir que con tal de subir en la tabla de un mercado commoditizado, la empresa china ha sacrificado rentabilidad. No es para sorprenderse, pero resulta lo contrario de lo que se dice que haría ahora.
Si la operación se concreta, que eso parecía ayer, tendrá muchísima lógica. IBM estaría a punto de cerrar la venta de una parte de su negocio de servidores, la línea System x, basados en procesadores x86 (Intel o AMD, según los casos). Y el comprador, cómo no adivinarlo, sería Lenovo, que pagaría entre 5.000 y 6.000 millones de dólares. Una parte del personal del centro de ingeniería de servidores que IBM tiene en Carolina del Norte, ha sido advertido de que pronto pasará a depender del vecino [Lenovo tiene su cuartel general a pocos kilómetros, donde se instaló al comprar en 2004 la división de PC de IBM]
No es la geografía lo importante, sino el deseo de IBM de desprenderse de las actividades de hardware de bajo margen [los sistemas i, p y z mantendrán su estatus actual]. Pero sólo estaría dispuesta a venderlos a alguien que garantice que no usará esos activos para amenazar sus posiciones en otros negocios rentables. Lenovo cumple esa condición, además de la excelente relación mutua. Sería un arreglo que en cierto modo evoca al que en su día acordaron sobre los Thinkpad: IBM seguiría suministrando a sus clientes soluciones basadas en servidores x86, ahora fabricados por la compañía china.
Según los últimos datos de IDC, el valor del mercado mundial de servidores x86 creció por razones excepcionales en cuarto trimestre, gracias a los nuevos chips Sandy Bridge, pero siguió declinando en unidades. En el caso de IBM, líder del mercado [puesto que perdería], la caída fue del 2% y el 3,7% respectivamente. Lenovo, por su lado, no es un competidor notorio, porque sus máquinas Thinkserver se venden fundamentalmente en China. La transición del mercado con la abundancia de marcas blancas – y quizá su confianza en que sabrá gestionar los costes mejor que IBM – le animan a dar el salto. Sería, asimismo, una oportunidad para reforzar su canal con un catálogo más robusto. El precio que se ha mencionado parece elevado, pero las partes sabrán calcular el valor de la oportunidad.
Si acaso, la única sombra podría ser provocada por la colisión con otro acuerdo, el que Lenovo firmó con EMC el año pasado, que la habilita para vender – sobre todo en China – equipos de almacenamiento de bajo nivel, integrados con sus propios servidores. Pudiera ser que esta circunstancia chocara con la rivalidad que mantienen IBM y EMC, pero tampoco sería un caso excepcional de promiscuidad tolerable, a la vista de abundantes ejemplos que ahora mismo no vienen al caso.
Durante diecinueve años, Microsoft ha mantenido vivo el esfuerzo de desarrollo de su plataforma de distribución de televisión por Internet. Era una de las estrategias impulsadas por Bill Gates, pero a pesar de alcanzar el año pasado una cuota de mercado del 23%, no ha sido rentable; la prueba está en que ha vendido los activos del negocio a Ericsson por una suma que, extraoficialmente, se calcula entre 100 y 230 millones de dólares. Aparentemente un chollo para la compañía sueca, que contrasta con los 1.400 millones desembolsados en 2007 para comprar Tandberg TV [sin relación con la especialista en videoconferencia, absorbida por Cisco] y con la que tendrá evidentes sinergias. Leer más
Lo normal es, o era, que el primer trimestre de un ejercicio fuera sereno para Intel. El de 2013 se ha visto perturbado por dos circunstancias: la caída de ingresos y márgenes – me referiré a ello más adelante – y la decisión de Paul Otellini de dejar su puesto de CEO dentro de exactamente 30 días, en coincidencia con la junta general. Como disertar es gratis, hay quien escribe que lo que Intel necesita es un Louis Gerstner – legendario líder de la transformación de IBM, retirado desde 2002 – pero nadie dice dónde encontrar un Gerstner en 2013. Cualquier outsider, correría el riesgo de provocar fricciones. Por otro lado, seguramente hay candidatos internos que no han asomado la nariz, y se comenta que Otellini no está interesado en pasar de CEO a chairman, como hicieran Moore, Grove y Barrett, lo que privaría a su sucesor de una tutela que puede ser muy conveniente.
Quedaría, en teoría, la posibilidad de retorno de un hijo pródigo, y aquí salta una vez más el nombre de Pat Gelsinger, antiguo CTO de la compañía. Desde luego, conoce Intel por dentro y por fuera, pero no se sabe si sería bienvenido, y sería universalmente criticado por abandonar el puesto de CEO de VMware tan pronto y en medio de una reorganización de calado. Como he dicho, quedan 30 días, y es lógico preguntarse qué hay tras la opción de no seguir un proceso de sucesión convencional, lo que hubiera implicado más transparencia.
En cuanto a los resultados anunciados anoche, se los ha relacionado con la caída del mercado de PC, que IDC y Gartner han identificado entre el 11 y el 14 por ciento. Su influencia es real, pero no directa: más que los PC del pasado, los ingresos declarados por Intel cubren los chips que los fabricantes aún no han ensamblado, y según los analistas ha reducido de manera concienzuda sus inventarios, para hacer frente a los cambios que se avecinan en la oferta. Los 8.000 millones de dólares de facturación del grupo especializado en PC representan un descenso del 6%, que Otellini describió como «bueno, dentro de la debilidad que nos rodea». Por su parte, el grupo de productos para datacenter subió un 7,5%. Lo peor es que el beneficio neto se ha achicado un 25%, pero la previsión oficial para el trimestre abril-junio se mantiene en unos ingresos totales de 12.900 millones de dólares (3.000 millones más que en el que comentamos). Duro trabajo espera al sucesor, sea quien sea.
¿Qué hay detrás de las prisas por presentar Facebook Home? El 1 de mayo Facebook hará públicos sus resultados del primer trimestre, y los analistas dan por seguro que serán buenos, en los parámetros que les importan: ingresos y beneficio neto, beneficio por acción. Pero mirarán con lupa la facturación publicitaria: habrá crecido, suponen, ¿en más o en menos de lo que haya crecido el número de usuarios activos que acceden a Facebook desde sus móviles? Porque ahí estará la clave: en diciembre, de los 1.056 millones de usuarios registrados [261 millones en Europa], 618 millones se clasificaban como «activos diarios» y 157 millones se conectaban exclusivamente desde móviles. Leer más
De vez en cuando, me gusta citar a mi amigo Ramón Aymerich (y a él le divierte que lo cite). El sábado, comentaba en su columna de La Vanguardia el cierre de Genfins, empresa textil catalana con medio siglo a sus espaldas: «había hecho (casi) todo lo que dicen que hay que hacer para adaptar el negocio a los nuevos tiempos […] lo que sorprende de su final no son las causas – una de las cuales, el haberse concentrado en el mercado español – como el balance presentado al juzgado». Resumo: no debe nada a los trabajadores, ni a Hacienda ni a la Seguridad Social, «y ya me perdonarán -apostilla Ramón- pero esto no es frecuente. Todo lo que debe, lo que finalmente la ha llevado a la liquidación y al cierre, es la deuda bancaria».
¿Por qué me ha llamado la atención este comentario? Porque no se puede seguir hablando de crecimiento (lean las desoladoras crónicas sobre el Ecofin de la semana pasad) sin hablar de financiación del así llamado tejido empresarial español. En mis conversaciones con directivos del sector TI he observado últimamente que casi nadie menciona a las pymes, que – según el tópico arraigado – eran la columna vertebral de la economía española. Hoy el tema obsesivo de esos directivos es qué, cómo y cuánto invierten (o no) las 50 grandes empresas del país. La banca ha quedado fuera de juego hasta que termine de sanearse, ya sabemos cómo; descartada la inversión pública, no hay más que rascar. Así que todos a una.
Quien repase la lista de esas 50 corporaciones, verá que, por abrumadora mayoría, están embarcadas en planes de diversificación exterior. Esto, que en sí mismo sería una señal positiva, quiere decir que, con los matices que se quiera, se están fugando de España; no fiscalmente (bueno, tampoco puedo asegurarlo) pero no generan empleo aquí, donde lo necesitamos.
Ya puede el economista Laborda contarnos en su crónica de color salmón que España ha ganado en competitividad durante 2012; cómo no, si ha habido una devaluación interna vía salarios, se ha aplicado un ajuste de empleo brutal (oficialmente llamado reforma laboral), se han acentuado los rasgos regresivos de la fiscalidad y, aunque «esto no es Grecia ni Portugal», como se dice ritualmente, lo evidente es que el «austericidio» ha destruído el consumo, y está dejando un tendal de empresas cerradas como Genfins, que a estos efectos es sólo un ejemplo más. Ignoro quiénes son sus accionistas, y lo que harán tras el cierre de la empresa, pero dudo mucho de que tengan ganas de invertir en tecnologías de la información.
Los encuentros, tanto públicos como discretos, de Eric Schmidt en Bruselas, han sido más fructíferos que su incomprensible visita de ´buena voluntad` a Pyongyang. Este fin de semana, el Financial Times adelantaba los detalles de un acuerdo en ciernes entre Google y la Comisión Europea, que remonta a una reunión del 2011 en la que Schmidt – entonces CEO, hoy chairman de la compañía – supo convencer al comisario Joaquín Almunia para que, en vez de iniciar un procedimiento de «declaración de objeciones», se le diera tiempo a presentar propuestas voluntarias de corrección en ciertas prácticas del buscador, denunciadas por relegar a sus competidores a la zona irrelevante del ranking. Leer más
Las prisas por dejar redactado mi comentario de ayer son culpables de no haber registrado los datos publicados por IDC y Gartner acerca del mercado de PC en el primer trimestre. Aun así, no me arrepiento porque lo fundamental está escrito en el texto. Aunque las consultoras difieren en el modo de cálculo y, por tanto, sus cifras no coinciden, da igual: se han vendido menos de 80 millones de unidades [un 13,9% menos según IDC, un 11,2% de caída según Gartner] y no se trata de un problema estacional porque la cuesta abajo lleva ya cuatro trimestres consecutivos.
Los análisis que acompañan las cifras subrayan que, tras un arranque poco brioso, Windows 8 ha defraudado las expectativas puestas en él como supuesto revulsivo del mercado. Y, peor aún, que no hay señales de que la demanda vaya a cambiar de actitud en estos próximos meses; por consiguiente, cuando se publiquen los resultados de Microsoft – el jueves 18 – es prácticamente seguro que la división Windows habrá bajado otro peldaño, y habrá que ver si otros segmentos compensan la caída. Recordemos que el año fiscal de Microsoft concluye en junio.
Hasta ahora, se ha medido el mercado en estos términos: Windows domina el 90% del mercado del PC. Pero IDC y Gartner, a rebufo de Canalys, han empezado a publicar agregados de PC y tabletas, de modo que esa foto fija se disipará. Con todas las consecuencias: los usuarios dejarán de prestar atención a las diferencias, todavía importantes, entre las categorías. «Si tienes tres PC en casa, es muy probable que acabes cambiando dos por tabletas», sentencia elocuentemente la analista Mikako Kitagawa, de Gartner.
A la fecha, sigue siendo falsa la cantinela sobre la muerte del PC: en realidad, la demanda entre las empresas ha aumentado, aunque no como para compensar la fuga de consumidores. Para recuperar su imagen entre estos, Windows necesita un cambio urgente de hoja de ruta, que se iniciaría con Windows 8.1.
No puede hacerlo sola, sin el apoyo de la industria. Con Windows 8 se ha repetido algo ya observado con Windows Phone: los fabricantes tienden a pensar que el esfuerzo de marketing debe recaer en Microsoft, que para eso ellos pagan un canon por licenciar el sistema operativo. Microsoft les reprocha que se mojen tan poco, y así han pasado meses críticos.
No pasarán muchos más antes de que Microsoft se vea en la disyuntiva de seguir adelante con su propio hardware, una estrategia por ahora fallida, o hacer lo necesario para restaurar la confianza de la industria y su modelo de negocio de toda la vida. Si no hace, más marcas estarán tentadas de sumarse a Chromebook como alternativa. El reajuste de precios de sus licencias a OEM, puede ser un paso, pero también tiene que tender la mano a Intel – otro que se la juega, como se verá el martes en sus resultados – y restablecer la alianza Wintel, ahora congelada. No obstante, se poco serviría si Windows no aparece pronto en el mercado con nuevos formatos; por eso invito a releer mi newsletter de ayer.
Así, a bote pronto, poca gente asociaría el nombre de IBM una empresa centenaria, con la muy contemporánea irrupción de los móviles. ¿No fue acaso IBM la primera que tuvo la iluminación de apartarse a tiempo del mercado de los PC, condenado a la commoditización? Con el tiempo, los móviles van ocupando el espacio de los PC como plataforma primaria de acceso de los usuarios finales. Es algo que no puede ignorar, pero nadie imagina la posibilidad de ver un móvil con la marca del llamado gigante azul. Pero este año va a duplicar su inversión en el área de movilidad, con el fin de que sea una de las más importantes y dinámicas en su negocio de software y servicios. Leer más