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Cuarenta años llevan Intel y AMD enfrentándose en el mercado y los tribunales. Al fin parece que están de acuerdo en algo: cooperar para que Intel incorpore tecnología gráfica de AMD en sus nuevos chips para portátiles. Hay quien cree en la posibilidad de mayor entendimiento entre ambas para frenar la supremacía alcanzada por Nvidia en las tarjetas gráficas y los procesadores dedicados a inteligencia artificial. A la vez, ¿contradictoriamente? Intel ha fichado a Raja Kodura, artífice del desarrollo de la tecnología gráfica de AMD durante los últimos años, para ponerlo al frente de su nuevo grupo Core and Visual Computing, lo que tal vez hará innecesario llegar a acuerdos como el anunciado. Leer más
Cisco y VMware siguen desde hace tiempo trayectorias de colisión. Tiene lógica, porque ambas necesitan adoptarse a una realidad que difiere de las respectivas historias. Los centros de datos se alejan de las arquitecturas convencionales de networking y reconvierten la infraestructura hacia fórmulas basadas en software: sería un milagro que este fenómeno mereciera titulares, incluso en los medios tecnológicos.
Es bien sabido que las TI se desplazan hacia la nube – computación, almacenamiento, aplicaciones… pero ¿qué efecto tiene ese movimiento sobre el mercado de networking? Todo en las redes de los centros de datos y en los campus corre en esa misma dirección. Es una de las razones por las que gana preponderancia el concepto de edge, de imprecisa traducción pero que implica lo que está más allá del perímetro del datacenter [por ejemplo, sucursales u oficinas remotas conectadas a este pero dotadas de capacidades propias]. Este es un discurso usual en la industria.
Con lo anterior he intentado vincular dos noticias. La más reciente: a principios de noviembre, VMware acordó la compra de VeloCloud, que se cerrará antes de finalizar el año. Esta operación puede verse como una respuesta a la adquisición de Viptela por Cisco el pasado mayo. La clave de la jugada está en que ninguna de las dos quieren quedar descolgadas de un mercado emergente, conocido como SD-WAN (software-defined wide-area networks). Ha llegado a mis manos un informe de IHS Markit que estima el valor del mercado en 137 millones de dólares este año. Antes de pensar que es una birria, téngase en cuenta que se espera un crecimiento hasta 3.300 millones en 2021. O hasta 8.000 millones en en el mismo plazo, según IDC.
Con independencia de que las cifras sean correctas o no, conviene aclarar que la previsión de crecimiento obedece a la proliferación de conexiones entre localizaciones distantes. No sólo entre sucursales, que era lo habitual, sino sobre todo en las infraestructuras de los proveedores de servicios hosting y cloud. Al estar basada en software, esta tecnología ofrece una flexibilidad que no tiene el hardware dedicado para WAN. Sin embargo, la mayor parte de los ingresos actuales proceden de la venta de appliances asociados a esa práctica.
En lo sucesivo, «una proporción creciente será aportada por el software de control y gestión de esas redes, en la medida que se va generalizando la visibilidad de las aplicaciones y se adoptan servicios analíticos», explica Cliff Grossner, autor del informe de IHS Markit. El punto de inflexión debería producirse en 2018, dice, con despliegues que abarcarán un mayor número de sitios por red.
El lector sabrá disculparme, porque el asunto no es fácil de digerir para un ignorante como yo. Lo he creído necesario para entender por qué empresas como Cisco y VMware se baten en este duelo y por qué otros competidores participan o quieren participar del baile.
Por si no ha quedado claro: las WAN son un elemento crítico de la así llamada transformación digital. Esta es la razón por la que Cisco compró Viptela y que le ha inspirado el anuncio [que espero comentar otro día] de colaboración con Google en un nuevo planteamiento de nubes híbridas. Por su lado, VMware, con un acuerdo vigente con Amazon Web Services tendrá en VeloCloud un aliciente para profundizarlo. Esta misma semana se ha podido comprobar con la participación en reInvent, el evento anual de AWS en Las Vegas. O sea que estamos hablando de estrategia de competición, pura y dura.
En concreto, SD-WAN es un mercado – en pleno despegue, como he dicho – en el que proliferan startups que, llegada la hora de la adolescencia, no ven más futuro que aceptar una oferta de compra que, al mismo tiempo, asegure la continuidad de sus fundadores. Pasó con Viptela, por la que Cisco pagó 610 millones de dólares y pasa ahora con VeloCloud, que tras recaudar 84 millones en cuatro rondas – curiosamente, Cisco contribuyó con 27 millones a una de ellas – ha llegado a la conclusión de que «no podríamos encontrar mejor compañera de viaje que VMware», en palabras de su locuaz CEO Sanjay Uppal.
Creada hace cuatro años en Mountain View, VeloCloud acumula unos 600 clientes y más de 50.000 sitios desplegados. Uno de los atractivos que presenta para VMware es que en esa clientela hay más de 50 proveedores de servicios, entre ellos tres telecos bien conocidas: AT&T y Sprint en Estados Unidos, y Telstra en Australia.
Es notorio que en el punto de mira de VMware están los operadores de telecomunicaciones, particularmente aquellos que se involucran en los servicios cloud. La compra de VeloCloud le permite extender NSX a una WAN y equipararse a la condición de compañía de software como servicio.
El producto de VeloCloud actúa como un ´orquestador` que toma las cargas de trabajo de una WAN on-premise y permite a los usuarios definir a qué otra WAN asignarla. La compañía también dispone de gateways en los grandes proveedores cloud para asegurar la fluidez del tráfico. Según se ha dicho, VMware tiene previsto usar la tecnología de VeloCloud para suministrar una red virtual única que enlace tanto las aplicaciones en una nube privada como los dispositivos en su periferia con una nube pública.
Esto va, por tanto, esencialmente, de una batalla entre Cisco y VMware, que se ha centrado hasta ahora en la rivalidad entre ACI y NSX, con evidente liderazgo de la primera. Sin embargo, esa rivalidad ha sido atenuada porque son productos que sirven distintas necesidades de un datacenter: NSX provisiona los servicios de red dentro del entorno virtualizado clásico de VMware mientras ACI distribuye las aplicaciones entre los switches de Cisco. Ahora, por primera vez, puede aspirar VMware a mostrar una oferta que compite con dos adquisiciones sucesivas de Cisco: Meraki y Viptela. En su presentación de anteayer en Madrid, el cofundador de Aruba, Keerti Melkote, insinuó que es intención de esta filial de HPE entrar en la misma guerra.
Hoy, martes 28, comparecerán juntos en Madrid la CEO de HPE, Meg Whitman, y quien ha sido investido como sucesor a partir de febrero, Antonio Neri. La presencia de ambos en Discover Europe 2017 será una ocasión excepcional de apreciar si – como ha dicho Whitman – «el futuro de HPE se ve ahora con perfecta claridad» tras una secuencia de particiones, desinversiones y adquisiciones iniciada hace seis años, cuando ella fue escogida para corregir las torpezas de su predecesor. Si la ´claridad` se mide en números, hay que valorar la herencia que recibirá Neri en los 28.871 millones de dólares ingresados en 2017 o en los 21.571 millones de capitalización bursátil de la semana pasada. Leer más
El espionaje electrónico es un tema inagotable, que deja pequeña toda intriga novelesca o cinematográfica conocida. En los últimos meses, una hemorragia de filtraciones ha echado por tierra la imagen de omipotencia de la National Security Agency (NSA). Esta vez la causa no es un chivatazo como el de Edward Snowden en 2013 sino la fechoría de un grupo de hackers que se hace llamar Shadow Brokers. Costosas operaciones de inteligencia han tenido que suspenderse porque las herramientas de espionaje en que se apoyan están disponibles en el mercado. Una consecuencia es que la moral de los empleados de la agencia está hundida por las sospechas de que los culpables están dentro de su estructura. Leer más
Durante el reciente simposio ITxpo, organizado por Gartner en Barcelona, se proyectó un vídeo con imágenes de una montaña rusa, paráfrasis visual del ciclo que, según una teoría marca de la casa, rige la innovación tecnológica. La novedad este año ha sido que en lugar de predicar la transformación digital, Gartner la da por descontada. Aunque, con el horizonte 2020 más cerca, advierte que algunas de las tecnologías que la soportan están inmaduras. La poderosa imagen de la montaña rusa equivale a decir que tras alcanzar la cumbre de las expectativas viene la fase más delicada, la desilusión que genera ganadores y perdedores. Puede parecer extraño, pero fue un alivio para la audiencia. Leer más
La viñeta de Ingram Pinn (Financial Times), es periodismo cabal. Bajo presión de ciertos tiburones de Wall Street (ahora los llaman activistas), el consejo de General Electric ha anticipado el retiro de Jeff Immelt, CEO durante los últimos 16 años, y ha promovido a John Flannery, un financiero puro y duro, con el encargo de llevar a cabo un plan de desguace a marchas forzadas. Al presentar los resultados del tercer trimestre, Flannery ha reconocido que era «imposible endulzar las cuentas». La rentabilidad de GE ha caído en picado, y el desencadenante ha sido la transformación que vive la generación de energía eléctrica. Mala noticia para un gigante cuyo origen se remonta a Thomas Edison. Leer más
Durante meses, a medida que se hinchaba el dislate independendista en Cataluña, crecía la duda – políticamente secundaria pero no anecdótica – acerca del futuro del Mobile Congress. Mejor dicho, sobre la permanencia del MWC en Barcelona. La exaltación identitaria llevó a los dirigentes del proceso a desinteresarse del asunto, al igual que ninguneaban el riesgo de fuga de empresas. La fallida candidatura a acoger la Agencia Europea del Medicamento ha confirmado el error: era obvio para cualquiera que la UE, forzada por el Brexit a retirar de Londres ese organismo, no se lo adjudicaría a la capital de un Estado imaginario.
A lo que iba: este blog se ha ocupado del MWC desde la primera hora y es natural que me pregunte si Barcelona corre un riesgo real de perder esta feria. Sí. Tampoco era imaginable que Caixabank trasladaría su sede a Valencia o el Banco de Sabadell la suya a Alicante. La diferencia, en todo caso, es la existencia de un contrato entre la GSMA – ente organizador – y la Fira de Barcelona – anfitriona – vigente hasta 2023 pero sujeto a confirmaciones anuales. En una palabra, algo muy grave tendría que ocurrir para que se activasen las cláusulas de rescisión unilateral.
La convocatoria de elecciones autonómicas no despeja la incertidumbre. Consciente del valor que el MWC aporta a la economía barcelonesa, el presidente de la Cámara de Comercio, Miquel Valls, ha tomado la iniciativa de proponer – hasta ahora informalmente – a Kim Faura, delegado de Telefónica en Cataluña, como candidato a presidir la Fira. La intención es transparente: preservar el contrato y, eventualmente, preparar su renovación.
Faura goza de reconocimiento por su talante componedor, una cualidad necesaria para tranquilizar al factotum de la GSMA, Johm Hoffman, quien en años anteriores ya tuvo alguna bronca con la autoridad municipal a cuenta de las huelgas de transporte coincidentes con las fechas de la feria. Sin embargo, las buenas intenciones chocan con las circunstancias políticas.
La Fira tiene un estatuto de gobierno tripartito entre Ayuntamiento, Cámara y Generalitat [citados en orden alfabético] con la peculiaridad de que la Cámara tiene en exclusiva el derecho de proponer al presidente de la institución, mientras que el Ayuntamiento tiene el derecho, también exclusivo, de vetar la candidatura. No puede ignorarse que el rol de la Generalitat no es pasivo, como pudiera parecer.
La Fira – y por extensión el MWC, que es de lo que aquí me interesa – ha sido pillada a contrapié por la evolución del ´procés`. El mandato de su presidente, José Luis Bonet – presidente de Freixenet – ha caducado sin que se haya nombrado sustituto. En su día, la Cámara presentó la candidatura de un empresario del transporte local, rechazado por el consistorio: (extraoficialmente, por la preferencia de que el cargo fuera ocupado por una mujer).
Con este antecedente, Valls pretende consensuar con la alcaldesa, Ada Colau, sus candidatos – cuatro consejeros, además del presidente – objetivo que se antoja complicado en el actual clima político. Colau está en minoría en el consistorio por las reverberaciones de la crisis en la Generalitat, y por consiguiente necesita contar con votos de los grupos soberanistas. En esta corriente política, nadie se ha atrevido a descalificar a Faura, pero un fundamentalista me dijo la semana pasada (en Barcelona precisamente) que «sería poco apropiado nombrar al frente de la Fira al delegado en Cataluña de una empresa española» (sic).
Mientras en la marmita catalana se cocía el ´procés`, la presidencia de la Fira pudo parecer asunto menor. Hasta que empezó a airearse la posibilidad de perder a medio plazo la sede del Mobile World Congress, que es de lejos la mayor y más rentable de las actividades del recinto ferial. ¿Hay prisa? No exactamente, pero sería bueno que la Fira normalizara su funcionamiento antes del MWC 2018, convocado para el 26 de febrero. Al día siguiente, habrá que pensar en el de 2019. Las elecciones autonómicas y las negociaciones consiguientes, podrían retrasar la vuelta a la normalidad institucional.
Ahora, bien: el riesgo de que el MWC se traslade a otra ciudad europea tampoco me parece real. Este congreso llegó a Barcelona en 2006, escapando de las insuficiencias de Cannes, su primera sede. Europa tenía un peso determinante en la industria: en Europa se incubó el estándar 3G y abundaban las empresas y marcas líderes. De hecho, las instalaciones de Montjuic se quedaron pequeñas, y la primera renovación del contrato en 2011 estimuló la construcción de las magníficas instalaciones de la Fira Gran Vía.
Es lógico suponer que el mercado marque la pauta a un acontecimiento con aspiraciones globales. En 2015, escribí: «hasta el nombre de Mobile World Congress se ha quedado pequeño […] Esta era una feria de teléfonos móviles que todavía no presumían de inteligencia; había marcas europeas que han desaparecido; las compañías chinas venían a aprender». Desde entonces. el MWC se ha convertido en el mayor foro de discusión sobre una industria polifacética que gusta hablar de movilidad más que de móviles».
Han pasado más cosas: la descentralización del MWC, una adaptación al mercado, supone multiplicar sus ediciones con sendas ferias en San Francisco y Shanghai. Una por ser el referente de la tecnología y la otra por ser China el centro industrial por excelencia, a la vez que el primer mercado del mundo. No tienen todavía el alcance y repercusión de la edición europea, pero esto no significa que Barcelona tenga garantizada la continuidad.
Aun así, opino con conocimiento de causa que ninguna ciudad europea sería una alternativa comparable a Barcelona. Londres y París cuentan con unos recintos feriales desangelados y distantes, el de Milán se ha quedado pequeño y anticuado; la opción de Berlín sería en principio viable siempre y cuando, por razones climáticas, se alterara el calendario, lo que dista de ser sencillo. Estos factores podrían servir los intereses de Barcelona, sumados a su evidente atractivo. Pero antes, ay, habrá que demostrar una voluntad política inequívoca, sin cálculo ni ambigüedad.
Esta vez puede que la pesadilla de Sony haya pasado. O eso parece, de cumplirse la previsión de cerrar el actual ejercicio con los mejores resultados de los últimos 20 años. La compañía ha encadenado reestructuraciones y despidos, prácticamente desde que el televisor se reconvirtió en plano: en 1998, sus beneficios fueron de 520.000 millones de yenes, para reducirse a la mitad al año siguiente y otra vez a la mitad en el 2000. Desde entonces no han levantado cabeza. Los de 2017 serían los primeros resultados decentes desde que Kazuo Hirai tomó las riendas en abril de 2012. El pronóstico revisado augura un beneficio operativo de 630.000 millones de yenes (4.770 millones de euros). Leer más
Uno tras otro, con más o menos entusiasmo – según sus intereses industriales – los gobiernos europeos se apresuran a trazar el horizonte temporal del coche eléctrico. No está mal como señal política, pero el factor clave para su despegue será la disponibilidad de baterías más densas y económicas. Toyota, por ejemplo, acaba de patentar un método con el que espera recortar drásticamente el coste de las baterías y reducir el uso de materiales escasos, sin renunciar a la alternativa de células cargadas de hidrógeno. Poderosos grupos químicos persiguen con ahinco la innovación en la tecnología de las baterías, dejando la impresión de que pronto habrá un desarrollo radical y espectacular. Leer más