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Dicen que será el 30 de septiembre, pero la fecha casi es lo de menos. Lo importante es que Windows 9 – o Threshold, su nombre provisional – será el primer sistema operativo de la era de Satya Nadella al frente de Microsoft. Lo que supuestamente se presentará será sólo un estadio incompleto, pero suficiente para que los desarrolladores puedan verlo y empezar a probarlo. Y un guiño a los inversores, para mostrarles que Nadella no se atrinchera en la herencia de Ballmer. En un mundo plagado de rumores, el único realmente creíble habla del regreso del menú Inicio, rediseñado, así como de la nueva capacidad de ejecutar aplicaciones móviles (estilo Metro) en el escritorio de Windows. Leer más
Me siento como un estudiante perezoso al que setiembre ha pillado con asignaturas pendientes. El mundo, la economía y esta industria, no han parado de generar noticias de alto interés y alto voltaje durante agosto, así que tendré que ir a la repesca para comentarlas en los intersticios que dejen las nuevas noticias, que por lo que se ve serán muchas. Para colmo, la semana pasada una incidencia técnica perturbó la continuidad de aparición del blog, encontrándome de viaje. Otra asignatura pendiente.
Del encuentro del sector de las telecomunicaciones de Santander quedaría mucho por escribir. Hace una semana escribí aquí que el ambiente era distendido, pero fue una verdad a medias: no escaseó la polémica. Es por lo menos curioso que el debate de sobremesa entre mis compañeros de la prensa se centrara en la inusual cuestión de si César Alierta hizo bien o hizo mal en denigrar públicamente a Viviane Reding, presunta culpable de la impotencia de la regulación europea. Personalmente, creo el presidente de Telefónica faltó a la elegancia debida, y que erró el tiro: a) la comisaria luxemburguesa no repetirá en la nueva comisión (presidida por su compatriota Juncker), y el roaming ya es un viejo caso cerrado, ¿para qué darle más vueltas?, b) en cambio, el discutible acuerdo al que llegó en abril de este año Google con el español Joaquín Almunia no ha sido refrendado por la comisión saliente, muchos piensan que será revocado por la entrante.
Un fuego que no llegó a encenderse fue la primera aparición en este foro del presidente de la CNMC. José María Marín Quemada supo pasar de puntillas por Santander, sin soltar prenda acerca de los grandes asuntos que le competen e inquietan al sector: sólo adelantó que la compra de Canal+ por Telefónica es asunto que deberá dirimirse en España por no tener implicaciones comunitarias, tesis que no comparten en Vodafone.
Al respecto, António Coimbra, CEO de la filial española de este operador insistió el martes a todas horas en que el regulador debería obligar a Telefónica a ofrecer a sus rivales, obviamente en condiciones de mercado, los contenidos con los que alimenta su expansiva plataforma audiovisual. A lo que Luis Miguel Gilpérez replicaría ácidamente que no ve razones para tener que actuar como central de contenidos para sus competidores: «quien quiera contenidos, que puje por ellos, vino a decir». He ahí otro dossier sobre el que la CNMC no tendrá fácil templar gaitas, tal como están los ánimos.
Sol radiante en el Cantábrico, salvo una borrasquilla protagonizada por Yoigo y Movistar, que se enfrentan a un asunto delicado para todo el sector: ¿deben los operadores con licencia abrir la puerta para que los virtuales – que tanto terreno les han arrebatado en los dos últimos años – tengan acceso a explotar unas redes 4G construídas por los primeros? Los tres grandes están remisos, y es poco decir, pero Yoigo (y PepePhone) han abierto la espita para que acabe interviniendo la CNMC.
Guardo una última reflexión para los amigos de Ametic. Creo que han acertado al dar cancha para una mayor participación de la industria en estas jornadas, pero también que el intento se ha quedado corto, por dos razones, a saber: 1) la atención de los medios (y la de no pocos asistentes del sector) ignora las presentaciones de cualquiera que no represente a los operadores, que al fin de cuentas son los que producen titulares y 2) a ello contribuye el hecho de que algunos ponentes, aparentemente confundidos acerca del carácter del encuentro, acudieron con refritos de presentaciones estándar, alejadas del temario del evento.
Dicho esto, tengo que añadir que me marché de madrugada de Santander a Berlín, para asistir un año más al IFA. Tengo, pues, más asuntos para estar en deuda con los lectores.
No recuerdo un comienzo más distendido del encuentro anual del sector de las telecomunicaciones en la UIMP. Salvo la inexplicada ausencia de France Télécom [sus razones tendrá], la agenda de la jornada transcurrió según lo previsto: 1) el ministro Soria repitió casi literalmente su discurso del 2013; 2) a diferencia de años anteriores, no hubo reproches al gobierno ni al regulador español, que hablará mañana y 3) lo que sí hubo fue una manifiesta expectativa hacia lo que pueda hacer la nonata Comisión Europea.
¿Qué más se podía esperar? Noticias y titulares. Vittorio Colao, CEO de Vodafone, y César Alierta, de Telefónica, dieron por sentado que Bruselas cambiará de actitud hacia la “consolidación necesaria”, de modo que les habrá parecido inoportuno seguir insistiendo por ese flanco bien conocido. Lo que sí hizo Colao fue destacar que empresas con miles de millones de usuarios están exentas de regulación, mientras a los operadores se les ponen cortapisas constantes. Tomó el testigo Alierta para subrayar la asimetría de la regulación europea, que trata con diferentes varas de medir a los distintos componentes de la cadena de valor.
“No parece que a las autoridades europeas les preocupen los sistemas operativos cerrados ni el monopolio de las búsquedas en Internet”, dijo Alierta. Pero, si la Comisión Europea quisiera, podría arreglarlo en una tarde, o en dos si me apuran”. Daría más cera todavía: “quienes más hablan de neutralidad de las redes son aquellos que no ejercen la neutralidad, que no preservan la privacidad y lo saben todo sobre cada uno de nosotros”. .
De la intervención de Alierta he recogido otra nota rápida que merecería una reflexión: “Vodafone y Telefónica sumamos en plantilla miles de ingenieros talentosos, pero lo que hoy quieren los jóvenes que estudian matemáticas es que ´alguien` los contrate para desarrollar algoritmos”.
Colao se marchó sin atender a la prensa. Alierta tuvo tiempo para aceptar preguntas acerca de la operación que su grupo tiene en marcha en Brasil, dando la impresión de que el acuerdo con Vivendi para comprarle GVT está cerrado. El ingrediente más curioso del acuerdo es la propuesta de ceder a la empresa francesa el 8% de Telecom Italia, con lo que dijo con toda claridad que, para Telefónica, la experiencia en Italia se ha agotado.
Lo que no explicó Alierta – ni le correspondía hacerlo – es por qué Vivendi, tras desprenderse de todos sus activos en telecomunicaciones para concentrarse en medios y contenidos, está dispuesta ahora a meterse en el carajal italiano. No lo dijo Alierta, pero al parecer la clave está en otra parte del acuerdo, por el que las filiales de Telefónica van a comprar contenidos a Vivendi: con la suma de Canal + France, Mediaset y la propia Telefónica, el grupo español se convertiría en un actor relevante del mercado audiovisual en español y portugués. Por ahí parece que va la estrategia.
Se atribuye al ex director del FBI, Robert Mueller, una frase con la que resume su visión del estado del mundo. “Existen – según Mueller – dos tipos de empresas: las que han sido hackeadas y las que pronto serán hackeadas”. Los permanentes ciberataques contra las infraestructuras y clientes de diferentes entidades financieras, como el que sufrió hace poco el gigante JP Morgan, y las pérdidas multimillonarias que generan a la economía mundial son descritos minuciosamente en un estudio de PwC, Threats to the Financial Services Sector, que encuentra disparidades en las cifras publicadas y plantea serias dudas acerca del celo con el que los responsables del sector afrontan esas amenazas. Leer más
Bienvenidos. Según cómo se cuenten los hechos, en este mes entraremos en el séptimo año de la crisis,… o en el sexto. Lo convencional sería decir que el drama empezó el 15 de setiembre de 2008, cuando la Reserva Federal y el Tesoro de Estados Unidos se resignaron a la quiebra de Lehman Brothers [Too big to fall, ¿la han visto?], ante la imposibilidad de encontrar un salvador dispuesto a comerse el marrón ni siquiera con dinero público a fondo perdido. Para muchos, la crisis se inició en agosto de 2007, cuando hubo que cubrir de urgencia los primeros fallidos provocados por el disparate de las hipotecas subprime. “Fue como si después de habituarte a que siempre sale agua del grifo, un día deja de salir y no consigues entender qué ha pasado”, leo en The alchemist: three central bankers and a world on fire (Neil Irwin).
El efecto fue devastador. Y global. Todas las economías desarrolladas, y muchas que no lo son, sufrieron una contracción brutal, que encendió la mecha de un violento ajuste del empleo. En España, algunos creyeron que la cosa duraría poco pero que, mientras tanto, era una ocasión perfecta para recortar costes laborales, que es la idea que tienen acerca de la competitividad. Ha durado mucho, demasiado, y hoy España tiene – con la excepción de Grecia – la tasa de paro más alta de la eurozona.
Las vacilaciones iniciales de los bancos centrales – sigo con el libro de Irwin – abrieron profundas divergencias de política monetaria: la Fed bajó sus tipos de interés, en cuestión de meses, desde el 5,25% al 2%, mientras el BCE se tomaba más de un año en igualarlos para luego ¡hasta 2014! mantenerlos más altos que los estadounidenses. La Fed ha cumplido con su mandato dual, que combina la estabilidad de los precios con la defensa del nivel del empleo, mientras al BCE, sojuzgado por los ideólogos del Bundesbank, sólo le preocupa el supuesto riesgo inflacionario [ya se ve que estamos en deflación] y la llamada “consolidación fiscal”.
Me dirán que a qué viene sacar ahora esta historia, justo cuando la economía española ha salido de la recesión y ¡sorpresa! ha tenido un trimestre mejor que el de Alemania. No es tal sorpresa, en realidad: la economía alemana lleva quince años con crecimientos muy débiles, que le permitieron arreglárselas sin casi financiación externa. A diferencia de ´otros` que, con tal de crecer a toda pastilla acumulaban una deuda para la que no hay recetas mágicas. De aquellos polvos, son estos lodos.
El esbozo de recuperación en la eurozona ha encallado en la desaceleración alemana, la recaída italiana y el estancamiento francés. Por eso, en el reciente encuentro de banqueros centrales en Jackson Hole, hubo más preguntas para Mario Draghi, presidente del BCE, que para Janet Yellen, la nueva cabeza de la Reserva Federal
La situación del bloque europeo no invita a sacar pecho. Su desfase con la mejora que viven otras economías – Estados Unidos y Reino Unido – es lo bastante inquietante como para que el circunspecto Draghi anticipara que en este mes de setiembre el BCE pondrá en marcha medidas de refinanciación a largo plazo, por valor de entre 450.000 y 850.000 millones de euros, para oxigenar el crédito. Una buena noticia que sirve para recordar lo que pudo hacerse y no se hizo.
A propósito: la foto de Mariano Rajoy y Angela Merkel asomándose tras la efigie del apóstol Santiago no es ni más ni menos patética que otras con distintos protagonistas en el mismo templo. ¿A quién se le habrá ocurrido esta invocación milagrera? Supongo que no a la luterana Merkel, pero no deja de ser desolador que ambos recorrieran un tramo del camino jacobeo, sin otra inquietud aparente que el chalaneo de puestos en Bruselas y una reafirmación a dúo en que la austeridad ha dado sus frutos. Pues eso: por sus frutos los conoceréis.
El Encuentro del Sector de las Telecomunicaciones de Santander, convocado por AMETIC, tendrá este año dos momentos culminantes. Para hoy está prevista una mesa redonda en la que intervendrán el presidente de Telefónica, César Alierta, el consejero delegado de Vodafone, Vittorio Colao, y el director financiero de Orange-France Télécom, Gervais Pellissier [no confirmado]. Coincidirán en torno a un asunto de interés común para los tres grupos: la «consolidación necesaria del mercado único europeo de las telecomunicaciones», como reza la agenda. De rigurosa actualidad, ante la renovación de la Comisión Europea, que tiene la capacidad de admitir o bloquear cualquier movimiento de consolidación. Leer más
Algún gurú [el depreciado Nicholas Negroponte, por qué no] podría predecir un día de estos algo así como «para 2050 tomaremos una píldora que acabará con la discriminación por sexo en el ámbito laboral» y así recuperar la fama. El tema es tan poliédrico que un poco de magia simpática puede ayudar. Véanse unas cifras: sólo un 3% de las CEO que ocupaban ese puesto a finales de 2013 era mujeres, según un estudio elaborado por Strategy &, antes Booz & Co y ahora parte de PwC. Un 5% en España, por cierto. Pero también dice el estudio que el 13,2% de los CIO del mundo entero son ´ellas`, y que hay compañías célebres con una desproporción de 3 a 1 favorable al personal masculino. Leer más
Nada más conocerse el acuerdo firmado por Virginia Rometty y Tim Cook, por el que IBM y Apple van a colaborar en las comunicaciones móviles de empresas, han aflorado muchos interrogantes. Era obvio preguntarse por qué dos compañías poderosas, que se han imprecado mutuamente durante décadas, un buen día deciden actuar juntas. Cada una por sus razones, y no todas económicas. Pero lo que a más de un observador le pasó por la cabeza fue una cuestión colateral: ¿qué pasos dará Google para responder a un pacto que la margina? Android es la plataforma más vendida y la más usada por los consumidores, pero pocas empresas confían en ella para las comunicaciones de sus empleados. Leer más
Sony aún no la ha presentado, pero desde ya puede definirse como la idea más estrambótica de los últimos años. La smart wig, o peluca inteligente – ¿por qué no tecnotupé? – vibra al recibir un correo electrónico. Sólo falta una dosis de imaginación para confiar en que un día llegará a formar parte de la Informática Empática pregonada por un estudio de Sogeti: un enfoque modelado por una doctrina transhumanista que promete una vida más sencilla, en la que las personas tendrán «superpoderes» conferidos por la tecnología. No es ni más ni menos verosímil que otras noticias reproducidas por la prensa de calidad que, gracias a cosas así, confía en conquistar a la esquiva audiencia de nativos digitales. Leer más