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Las compras más recientes de Oracle no son grandiosas ni tan caras como las anteriores, pero no son menos relevantes para su ambición. La última – por ahora – es DataLogix, que aporta una preciosa clientela en el negocio de consumer analytics. No se ha revelado el precio, pero sí que entre sus clientes están 82 de los 100 mayores anunciantes de Estados Unidos, además de una que tiene gran predicamento a la hora de la verdad: Facebook. A todas, DataLogix les sirve datos sobre 110 millones de hogares cuyo gasto agregado en consumo se estima en 2.000 millones de dólares. Con ella, Oracle se asegura una cuota de mercado en plataformas de gestión de datos B2B, en competencia directa con Adobe. Leer más
IBM se retiró de los PC en 2005, y de los servidores x86 este año, en ambos casos vendiendo el negocio a Lenovo. Pero no se le pasa por la cabeza retirarse del mainframe, aunque sólo aporta – directamente – el 3% de sus ingresos. De los comentarios que he leído acerca del anuncio del nuevo z13, me ha gustado mucho esta frase de Dave Vellante: «muchos en la industria han querido siempre construir un mainframe, pero IBM siempre ha tenido uno». En realidad, es el primero que presenta en los últimos tres años, y la importancia del z13 en la estrategia de IBM reside en que la actualización de la serie desmiente una noción muy extendida, la de quienes dicen que el hardware ha perdido importancia en la evolución de las TI. O a los simplistas que proponen, son más, «dejárselo a los chinos».
¿Ha perdido importancia el mainframe en los ingresos de IBM? Desde luego que sí. Lo que no quiere decir que sea superfluo. En primer lugar, los mainframes están profundamente embebidos en las estructuras de TI de las organizaciones, y esto significa muchos otros contratos. Un documento firmado por Matt Eastwood, analista de IDC, estima que los mainframes representan un 10% del gasto anual en la tecnología de servidores, pero un 10% que en la práctica no tiene alternativa: «son la plataforma más sólida existente para cargas de misión crítica, desde los procesos transaccionales a los datawarehouse más voluminosos».
Como argumento sobre la rabiosa actualidad del mainframe se esgrime que toda transacción de comercio electrónico afecta a decenas de interacciones entre sistemas diferentes, y la arquitectura de los servidores basados en Intel no ofrece la escalabilidad necesaria para manejarlas, especialmente si hay dispositivos móviles involucrados.
IBM describe su decimotercera generación de la serie z como específicamente diseñada para la ´economía móvil`, porque es capaz de soportar 2.500 millones de transacciones diarias con una rapidez y seguridad – desde la prevención del fraude hasta la validación de medios de pago – desconocidas hasta ahora. En sectores que han sido usuarios tradicionales de mainframes – banca, seguros, telecos, aerolíneas, retail – las transacciones móviles son crecientes, e IBM cree que esos clientes de muchos años estaban esperando soluciones como las que podrá ofrecer el ordenador z13.
Otro destino obvio del z13 está en el cloud. Desde que esta noción se popularizó, hemos escuchado a directivos de IBM sostener que «el mainframe es el cloud original», porque técnicas como la virtualización y las herramientas de gestión automatizada fueron inventadas hace décadas para los sistemas 360 y generaciones siguientes.
Para cumplir con esas expectativas, el z13 ha sido equipado con un tipo de procesador que contiene 300 veces más memoria que la que se puede encontrar en la mayoría de los servidores, y 100% de más banda ancha para acelerar las transacciones móviles.
No todo es potencia de hardware. Entre otros puntos reseñables de la presentación del z13, se confirma la pasión sobrevenida de IBM por el sofware open source: la nueva máquina es capaz de ejecutar hasta 8.000 servidores virtuales bajo Linux, soporta OpenStack y tareas analíticas con Hadoop. Un documento de la compañía señala que el uso de smartphones y tabletas se ha extendido tanto que compromete la capacidad de análisis con los procedimientos (y por ende las máquinas) convencionales.
Estratégicamente, para IBM tiene mucho sentido elevar el papel de su hardware más característico, hasta alinearlo con los servicios de alto margen en la era de cloud computing, eludiendo la trampa de la ´commoditización`. En este sentido, el movimiento puede asimilarse – con todas las salvedades que se quieran – a la vía escogida por Oracle con sus «sistemas de ingeniería conjunta», la gran familia Exa, de la que pronto se esperan anuncios.
Esta ha sido la noticia de la semana para IBM, pero no es incompatible con la reorganización que se está aplicando sin hacer ruido, sino todo lo contrario. Un analista de Bank of America Merrill Lynch escribe que «la compañía seguirá acentuando su foco en las áreas de crecimiento como cloud, big data y analítica, seguridad y movilidad, pero necesitará [la paciencia de los inversores] hasta que estas áreas lleguen a representar una cuarta parte de su facturación».
Pregunta de Roser, lectora madrugadora, sobre mi newsletter de ayer: ¿por qué no hay todavía una regulación internacional sobre el bitcoin, que no es tan reciente como parece sugerir tu comentario? Es bien cierto que el invento de esta y otras criptomonedas – cuya historia no creo necesario repetir – no es de ahora, pero las estructuras de mercado en torno a ellas sí lo son, y van a más, como contaba ayer. El funcionamiento de los mercados sí que es susceptible de regulación. O debería serlo, pero la respuesta es que, hoy por hoy, no la hay. Es normal que esos procesos lleven tiempo.
La información más reciente que tengo registrada es de julio de 2014: la Autoridad Bancaria Europea (EBA) publicó un documento en el que identifica 70 «riesgos potenciales» derivados del uso de monedas virtuales, entre ellas el bitcoin, para los usuarios finales. La posibilidad de facilitar la comisión de delitos financieros es uno de esos riesgos. La EBA propone, en consecuencia, que se implante un régimen regulatorio pero advierte que, para ser útil, tiene que ser un cuerpo legal consistente [a substatial body of regulation] en asuntos como la gobernanza de las transacciones y los requisitos de capital exigibles a los actores de mercado.
El informe sugiere la necesidad de definir un «esquema de autoridad» responsable de vigilar la integridad de las infraestructuras al servicio de las monedas virtuales. Como desarrollar ese esquema llevaría tiempo, el informe aconseja a las entidades financieras que, entretanto, se abstengan de comprar, acumular o vender monedas virtuales o activos denominados en ellas.
En realidad, las autoridades financieras no prestaron demasiada atención al problema hasta la quiebra de Mt Gox, en febrero de 2014. La propia Bitcoin Foundation, lógicamente interesada en participar de las consultas que el informe de la EBA abrirá, ha subrayado que innovaciones como la firma múltiple y la prueba criptográfica de reservas, serían medidas que aportarían seguridad a las transacciones y confirmarían el papel de los mecanismos de negociación para asimilarlos a los mercados de divisas.
Resulta curioso que en Estados Unidos la cuestión no se haya planteado a nivel federal. Poco después de conocerse la posición europea, el Department of Financial Services (DFS) del estado de Nueva York decidió que ya era hora de proponer la creación de una llamada ´bitlicencia` que habilitaría a los participantes en los mercados de monedas virtuales. Una de las ideas sería la creación de un fideicomiso en dólares para reembolsar a los clientes en caso de perjuicios, así como la instauración de medidas contra el blanqueo de dinero de origen delictivo – una de las inquietudes que acompañan la existencia del bitcoin – y la obligación de presentar informes trimestrales.
Digo que resulta curioso porque – aun reconociendo la primacía de Nueva York como centro financiero, no hay precedentes de atribuirle funciones de control sobre el blanqueo de dinero. El DFS considera explícitamente que la legislación federal no es idónea para aplicarla al caso del bitcoin, y por tanto ha tomado la iniciativa. No ha dicho cómo piensa armonizar sus reglas con la regulación de otras instancias – incluída la internacional – ni qué piensa hacer si, como es lógico esperar, las compañías participantes en este mercado eligen simplemente operar fuera de Nueva York. De lo que se desprende que no habrá regulación por un buen tiempo, durante el cual los riesgos de operar en moneda virtual serán bien reales.
El sector español de Entretenimiento y Medios no parece estar sacando provecho de la inexorable e inexcusable migración hacia el universo digital. De hecho, sus ingresos crecerán hasta 2018 poco más de la mitad de los que conseguirá la misma industria globalmente, según el estudio ‘Entertainment and Media Outlook 2014-2018. España`, firmado por PwC. Al final del periodo, el mercado español rondará unos ingresos de 30.000 millones de euros, similar o inferior al de 2008. Dicho de otra forma: se ha fulminado una década de crecimiento. Para recuperarla – diagnostica PwC – deberá monetizar productos y servicios por los que el cliente esté dispuesto a pagar. Fácil decirlo, no tanto hacerlo. Leer más
Los feligreses de la secta digital llamada Bitcoin no saben si alegrarse o inquietarse por una circular del Internal Revenue Service (IRS), la agencia tributaria de Estados Unidos, en la que instruye a los contribuyentes sobre cómo reflejar en sus declaraciones las operaciones con esta criptomoneda (u otras, que las hay). Alegrarse, en la medida que el IRS otorga legitimidad a la moneda virtual al regularla como activos de capital convertibles por otro valor real expresado en dólares. O inquietarse porque, cuando el fisco se entromete, desvirtúa el sueño libertario de que cada individuo pueda llegar a ´acuñar` su propio instrumento monetario para escapar al control de las autoridades.
Para los contribuyentes, implica que las ganancias derivadas de la tenencia de activos en bitcoins son imponibles, según unos tipos mínimos del 15%; consiguientemente, las pérdidas son deducibles de otras ganancias de capital o de la renta, con un límite de 3.000 dólares/año. Para quien compra y vende bitcoins como inversión, el tratamiento no es diferente al que se le aplica por comprar y vender acciones, he ahí el argumento de la legitimidad. No es fácil escaquearse: toda transacción en moneda virtual hay que declararla como si se pagara en moneda real, haciendo constar su equivalencia en dólares a la fecha de pago.
La circulación de bitcoins no es despreciable, unos 3.800 millones de dólares [el doble que alguna moneda latinoamericana], pero Gavin Andresen, chief scientist de la Bitcoin Foundation – que parece ser la depositaria del código fuente – es el primero en advertir que todavía está en su fase infantil: tal como está diseñada, toda la red [de emisores] de bitcoins no puede procesar más de 7 transacciones por segundo; en comparación, Visa procesa un máximo de 50.000 transacciones por segundo.
Los adalides de la moneda virtual han vivido un mal año 2014: su tipo de cambio llegó a ser cuatro veces más alto que los 271 dólares/229 euros de ayer, según el boletín Coindesk. Una constante fluctuación a la baja ha hecho que su comportamiento fuera peor que el del hryvnia de Ucrania, que ya es decir. El peor momento por el que ha pasado el ´ecosistema` fue la quiebra de MtGox, autoinfligida por el estallido de su burbuja especulativa; aunque menos dramático, es significativo que Bitstamp haya suspendido la semana pasada sus operaciones tras descubrir que intrusos anónimos habían hecho desvanecer 19.000 unidades de bitcoins. Los problemas de seguridad son periódicos: Blockchain – «una billetera virtual en moneda virtual» – ha reconocido un apagón de su sistema debido a cierta vulnerabilidad del software que verifica la identidad del usuario.
Las noticias sobre el bitcoin tienen siempre un lado bueno y un lado malo o no tan bueno. Los entusiastas han celebrado el anuncio de que Microsoft, Dell y Time aceptan bitcoins como medio de pago por software y suscripciones, una práctica que ya era corriente en Overstock y Starbucks. Cuando se indaga un poco más, resulta que no es tan así: no ´aceptan` bitcoins per se, sino que han firmado acuerdos con dos empresas de intermediación, Coinbase y BitPay, que cogen los bitcoins de sus clientes – cobrándoles una comisión – e inmediatamente los convierten en dólares con los que pagan a los vendedores.
Michael Casey, columnista del Wall Street Journal, discrepa de quienes dan por muerto al bitcoin. «Su precio es irrelevante para valorar las tendencias subyacentes de una tecnología capaz de subvertir las finanzas – escribe – Muchos inversores serios están aportando dinero y experiencia para que los desarrolladores de software usen código open source con el fin de crear aplicaciones que faciliten unos nuevos modelos de transacciones digitales, que podrían amenazar algunos de los servicios que hoy prestan los bancos». Lo que importa observar, según Casey, no es el tipo de cambio del bitcoin, sino la innovación en el software que rodea las criptomonedas.
Hace quince meses, BlackBerry estaba al borde de la bancarrota, y sus directivos – entre ellos el fundador, Mike Lazaridis – dieron un paso en falso al anunciar su disposición a vender la compañía a algún competidor; saltaron los rumores y cundió el temor a que cayera en manos chinas, puesto que los sistemas de la marca canadiense son una pieza clave en las comunicaciones gubernamentales y corporativas en Estados Unidos y Europa. En noviembre de 2013, un fondo de inversión tomó el control, y fichó como consejero delegado al experimentado John Chen, quien en poco más de un año ha puesto a BlackBerry otra vez en pie. El momento sigue siendo delicado, pero la supervivencia parece asegurada. Leer más
Mañana (por hoy) puede haber un anuncio sensacional sobre IBM, me avisa desde Londres un colega para el que los domingos no son sagrados. Virginia Rometty acaba de cumplir tres años como CEO de IBM y está en vísperas de una profunda reestructuración, tanto o más profunda que la acometida en su día por Lou Gerstner. Ya dejó entrever algo en una entrevista de octubre con David Faber: «no hay duda de que la velocidad de transformación del mercado se ha acelerado […] nuestros clientes toman decisiones en semanas, a veces en horas, pero nuestra capacidad [de respuesta] no soporta esos plazos». Rometty repitió tres palabras clave: velocidad, flexibilidad y simplicidad. Insisto en que ocurría en octubre, pero imagino que las repetirá estos días.
Versiones que circulan en sordina dentro de la compañía indican que la estructura de tres grandes grupos con la cual la compañía ha operado durante años, tiene que cambiar, y el cambio se anunciará esta semana. Esa estructura – sugiere el argumento – ha dejado de ser eficaz en una era dominada por el consumo de TI, que exige un modelo de negocio acorde. La separación funcional entre hardware y software tuvo sentido hasta que Rometty decidió vender la deficitaria rama de servidores x86; en los nuevos tiempos, la actividad que cohesionará el conjunto es el cloud, que representa una minoría de la cifra de negocio, pero crece al 50%, y que Rometty presenta como prueba de la necesidad de reconducir la compañía para que pivote sobre las actividades «de valor».
La víctima propiciatoria de esta reorganización será la división de software, a la que Rometty achacaba, en la entrevista citada, «insuficiente flexibilidad». Desaparecerá para, en principio, ser disuelta en un nuevo Business Partner Group. En contraste, se refuerza un nuevo ´supergrupo`, que será dirigido por Rober LeBlanc, que pasa de VP de ser Sofware and Cloud Solutions a ocupar la nueva posición de Senior VP, IBM Cloud, creada a su medida, responsable de «todo el portfolio de tecnología y servicios cloud, incluyendo la estrategia, el diseño de productos, desarrollo de la oferta, marketing, ventas y servicio». Nada menos.
El antecedente que ha convertido la reorganización en inaplazable, está en los resultados del tercer trimestre. Cuando se presenten las cuentas anuales, el martes 20, Rometty ya tendrá en marcha su iniciativa, y con ello habrá acallado cualquier pregunta suspicaz. Más que de crecer, hablará de detener el achicamiento: en los pasados diez años, los ingresos de IBM habrán pasado de 97.000 a 97.400 millones de dólares (+0,4%), habiendo tocado los 110.000 millones en 2011. El ejercicio que acaba de empezar, tras la venta de los servidores x86 y de la división de microelectrónica, debería ser más chica pero rentable. Pese a esta trayectoria poco atractiva, la acción de IBM se ha sostenido gracias al dividendo y la compra de acciones propias, por una suma superior al total de inversiones de capital. Y aun así, en los dos últimos años, la cotización de IBM perdió un 17%, en contraste con el 40% de ganancia del índice S&P del que forma parte. Así las cosas, en octubre, Rometty cortó por lo sano abandonando la promesa de su antecesor, Sam Palmisano, de garantizar 20 dólares de beneficio por acción en 2015.
En los últimos meses se ha anticipado el giro en la estrategia de IBM. Ha firmado acuerdos con Apple, entre otros partners, y ha conseguido contratos de servicios de envergadura, además de crear una división específica para explotar su sistema Watson y seguir invirtiendo en centros de datos para prestar servicios cloud. Con esas cartas en la mano inicia Rometty el cuarto año de su mandato.
Aunque otras crónicas digan lo contrario, el CES 2015 se ha caracterizado por mostrar pocas cosas nuevas: un número creciente de expositores ha aportado un número decreciente de novedades auténticas. De siempre se ha sabido que mucho de lo que se ve en enero en Las Vegas no llegará al mercado, pero nunca había sido tan notoria la redundancia en esta feria. Esto no significa que no hubiera destellos de innovación, sino que en buena parte se han perdido en medio de una cacofonía de marcas cutres que chupan rueda de la proximidad de las grandes. El lado bueno es que podría evitar que el CES sea víctima de la consolidación, como le pasó al Comdex, desaparecido por confiar demasiado en el PC. Leer más
Hace un año, o más, algunos daban por muerto al PC, seguros de que las tabletas acabarían con esa antigualla. Los mismos que descubren el descenso de ventas de las tabletas, cuando la ida y la vuelta sólo reflejan un ajuste en las prioridades de compra de los consumidores. Cuando se publiquen las cifras del cuarto trimestre, probable revelen que el mercado mundial habrá cerrado 2014 con una recuperación, más cercana al valle de 2013 (314 millones de unidades) que del pico de 2011 (365 millones). Estos días, en el pletórico CES de Las Vegas, el PC no ha sido ciertamente el protagonista, pero ha quedado en evidencia que la industria ha hecho los deberes, y en 2015 asistiremos a un movimiento ascendente, una evolución en lugar de la fantasiosa muerte del PC.
De eso me ocuparé otro día. Mi tema de hoy es algo que puede explicar al menos en parte el perezoso despertar del mercado del PC: la estrategia (¿o es sólo una táctica?) de Microsoft para asegurarse de que los Chromebook, promovidos por Google, no detraen la cuota de mercado de Windows. La agresiva política de precios de Microsoft, que se suponía temporal para fortalecer Windows 8, se expresa en una rebaja de las licencias – que en ciertos formatos llegan a ser gratuitas – para dar a los fabricantes un motivo de fidelidad compatible con la rentabilidad.
Se puede ver en la maniobra un anticipo de lo que puede aportar Windows 10 como sistema operativo transversal a distintas familias de dispositivos y, se supone, con diferentes escalas de precio. En una presentación reciente para analistas, Kevin Turner – chief operating officer de Microsoft en la era Ballmer que sigue en el puesto tras el cambio de CEO – dijo que la compañía no está dispuesta a que Windows 10 sea una fuente de pérdidas, pero que explorará «otras maneras de monetizarlo», de lo que algunos entendieron que se refería a distintas combinaciones de Windows y Office. Históricamente, Microsoft ha cargado en la cuenta de las marcas afines unos 50 dólares por cada licencia de Windows, pero el estrechamiento de los márgenes hace imposible que, en esas condiciones, un fabricante venda un PC a 200 dólares.
El resultado del movimiento de Microsoft (para la galería enmascarado como promoción de Bing) ha sido un recorte significativo del precio medio de los PC vendidos en el último tramo de 2014. Por esta razón, no todos los fabricantes han acogido por igual la iniciativa: ganar cuota de mercado está bien, pero no a cualquier precio. Es posible que HP, con su portátil Stream, haya avanzado algo en su carrera contra Lenovo, ejemplo que ha seguido Acer y, por lo visto en Las Vegas, imitará este año también Lenovo.
En comparación con los Chromebook, estas máquinas de bajo precio neutralizan la ventaja que Google creía haber adquirido y son un aviso de que su confianza en que «todo está en la nube» no convence a todos los usuarios. Chromebook puede haber ganado espacio en ciertos mercados, pero no así en el español, donde hasta septiembre se habían vendido unos pocos miles de unidades, gracias a operaciones con escuelas privadas.
Si lo que Microsoft pretendía era frenar la tentación de los fabricantes de echarse en brazos de Google, lo ha conseguido. Ahora bien, para que no se lo reprochen, tendrá que controlar que no está resucitando el efecto que hace unos años tuvieron los netbooks, de los que la industria tiene recuerdos ambivalentes. Ya se verá qué pasa con Windows 10, pero de momento, en el CES, la industria parece apuntar en todas direcciones para evitar una caída mayor del precio medio: por un lado, competir con los modelos baratos, mientras por otro experimenta con nuevos formatos, más capacidades y más prestaciones como manera de diferenciar distintos puntos de precio para mejorar sus márgenes. Mejor lo dejamos por hoy, si les parece.