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8Feb

8/02/2016

Tenía previsto escribir sobre Taiwan y sus relaciones económicas con China continental, pero se me pasó el arroz y desistí. El terremoto del sábado en el sur de la isla me sirve una ´percha` de actualidad para volver sobre el tema, pese a que los daños del seísmo parece que no han afectado a la industria electrónica que abastece a prácticamente a todas las marcas del mercado mundial. Antes del suceso telúrico, las elecciones de las que salió victorioso el partido más proclive a distanciarse de Pekín habían hecho temblar los equilibrios de unos y la ambigüedad de otros.

El primer rasgo es una paradoja política: el Kuomintang (KMT), que ha gobernado la «isla rebelde» desde que Mao le ganó la guerra en 1949, ha perdido el poder por aproximarse demasiado a la doctrina de «una China dos regímenes», lo que se interpreta como reflejo de un cambio generacional que preconiza una más fuerte identidad taiwanesa. La ola juvenil que ha encumbrado a la nueva presidenta, Tsai In-weng, se ha entendido como una posible señal a otras naciones del sudeste asiático, siempre recelosas del régimen de Pekín. Es de sobra conocido que el momento económico es compleja, también en China.

Los lectores me disculparán el brochazo de geopolítica asiática. Una proclamación eventual de independencia no está en la agenda de nadie [la protección estadounidense excluye esa opción extrema] pero, si quiere cimentar su gobierno, Tsai tendrá que afrontar una delicada situación económica: la caída del PIB ha sido el epitafio del KMT, y la nueva presidenta promete estimular el crecimiento favoreciendo el desarrollo autónomo del sector electrónico. No es que no sea formalmente autónomo, sino que los empresarios locales se han dejado tentar por el señuelo de instalar factorías al otro lado del estrecho de Formosa.

El apetito inversor de China por controlar la industria de semiconductores taiwanesa ha creado aprensión en la isla. En noviembre, el grupo Tsinghua – el mismo que pretende comprar la estadounidense Micron, o al menos su fábrica de memorias en Taiwan – compró una participación en la taiwanesa Powertech y al mes siguiente hizo lo propio con Siliconware y ChipMos. Durante la campaña, la candidata Tsai calificó estos movimientos como «amenazas contra nuestra singularidad industrial». Como contrapeso, la firma del acuerdo de libre comercio de los países del Pacifico (al que no ha adherido Pekin), que entrará en vigor este año, daría a Taiwan un acceso privilegiado a otros mercados, rebajando su dependencia del vecino. Otro factor explosivo es la creación de una cuarta rama militar, especializada en seguridad informática, cuya finalidad explícita es contrarrestar los ciberataques y el espionaje originados en la ´madre patria`.

La situación es así de complicada, y la feria Computex de 2015 lo ha puesto de relieve . Hace unos cuantos años, varios fabricantes de componentes optaron por convertirse en marcas de PC, primero, y de móviles, después, para rivalizar con las occidentales. Y por un tiempo lo consiguieron. Hoy puede decirse que HTC ha perdido relevancia, que el fundador de Acer sugiere su disposición a vender, contrariando así los planes de su CEO mientras que Asus se va salvando gracias a que no ha abandonado su integración vertical. Las compañías continentales (Huawei, Lenovo y Xiaomi) les han arrebatado el protagonismo y los mercados. Las exportaciones electrónicas de Taiwan han caído en más del 20% en 2015, y los numerosos contratistas que fabrican para las marcas occidentales (en especial Foxconn) son taiwanesas de fachada, pero han desplazado su producción a China.

Un artículo reciente en la web Digitimes atribuía este retroceso a una cultura conservadora: los fundadores de la industria electrónica taiwanesa son septuagenarios y, en el caso de TSMC – una potencia de los semiconductores capaz de competir con Intel – la batuta sigue en manos de Morris Chang (84 años). La tesis del texto es la siguiente: tras décadas de ´exilio` el liderazgo industrial sigue prisionero de un «síndrome de supervivencia»: innovan pero sólo lo justo para mantenerse competitivos como contratistas, cercenando las iniciativas de marketing. Si las órdenes de pedido que llegan desde Estados Unidos flaquearan, la industria taiwanesa estaría condenada.

Tal vez la tesis sea en exceso catastrofista, dictada por el ambiente político. Horace Luke – a quien conocí años atrás como diseñador de los primeros Android fabricados por HTC – es hoy un emprendedor exitoso en su país, y sostiene que Taiwan debería hacer valer la capacidad acumulada para estrechar vínculos con otros países de la región en nuevas áreas tecnológicas avanzadas, como las baterías o la biomedicina, en lugar de dejarse atraer por las oportunidades que ofrece la vecindad del continente.

Naturalmente, China es un imán muy poderoso para una isla a 180 km de distancia y con sólo 23 millones de habitantes. Hasta no hace mucho, el fenómeno simbólico de una normalización de relaciones era la instalación de fábricas propiedad de inversores taiwaneses; la novedad es que las fábricas son de capital chino, necesitan tecnología y, en consecuencia, reclutan ingenieros taiwaneses. Un estudio reciente revela que 600.000 jóvenes taiwaneses pasan la mitad del año en China, estudiando o trabajando. Horace Luke es de los que piensan que, si no quieren quedarse en casa, lo mejor sería que tramitasen visados para el Silicon Valley.

5Feb

5/02/2016

La primera adquisición de Cisco en 2016 ha sido de campanillas: 1.400 millones de dólares se ha comprometido a pagar por Jasper Technologies, seguramente el mayor especialista mundial en Internet de las Cosas (IoT) o, al menos, la empresa que más ha hecho por materializar un concepto que otros – entre ellos Cisco – han promovido con denuedo. La promesa de miles de millones de dispositivos (objetos) conectados a Internet resulta seductora, pero hay demasiados problemas por resolver antes de que la construcción del mercado supere el nivel de los cimientos, máximo al que ha llegado por el momento.

Es también la primera adquisición importante en la nueva era de Chuck Robbins como CEO de Cisco. Hasta cierto punto, sorprende que Cisco haya tardado tanto en fijarse en Jasper. Quizá se deba a que confiaba en desarrollar su propia plataforma, que anunció antes del verano y de la que nada se ha sabido desde entonces. A la postre, habría optado por la de Jasper, bien rodada y con una cartera de clientes muy deseable. No sería extraño que Jasper, arropada por sus acuerdos de partnership, hubiera desdeñado otros candidatos. En todo caso, el maridaje con Cisco se antoja perfecto a primera vista.

El miércoles, Rowan Trollope, VP de Cisco y director general de su división IoT y colaboración, describió la operación como un ´sandwich`compuesto por hardware de Cisco y software de Jasper, que permitirá extender el alcance de Jasper a todos los clientes de Cisco. Sin grasa sobrante, vino a decir. Igualmente hubiera acertado en caso de decir que, con la absorción de Jasper, a Cisco le caerán en las manos 3.500 clientes en régimen de suscripción a su plataforma a través de acuerdos con decenas de proveedores de servicio. Se evitará entrar en competencia entre su plataforma de nuevo cuño y otra bien implantada.

Porque, a menos que me equivoque, este es el contenido esencial de la operación: Cisco ha invertido mucho dinero en desarrollar su plataforma, pero carece del canal apropiado para llevarla al mercado y, además, sus interlocutores habituales en la industria no necesariamente son los adecuados para hablarles de IoT. Gracias a la adición de Jasper, resolvería ese problema.

Por su lado, Jasper Technologies, fundada en 2004 por Jahangir Mohammed, veterano de los Bell Labs, ha encontrado la solución a su propio problema, que parece ser un techo de crecimiento. Basada en Santa Clara, California, ha recibido financiación por 190 millones de dólares y la valoración implícita en su última ronda, el año pasado, fue de  1.300 millones de dólares. Una de dos: o el precio pactado – 1.400 millones – es razonable, o bien esa paridad sugiere un estrangulamiento en la trayectoria de Jasper. En 2014 Mohammed enunció la proximidad de una salida a bolsa que, finalmente, no concretó.

Como queda dicho, Jasper tiene firmados acuerdos de muy distinto carácter con partners tan notorios como IBM, Microsoft, SAP o Salesforce. Mucho más maduras son sus relaciones con operadores interesados en extenderse al negocio M2M. Por ejemplo, está asociada con Telefónica en proyectos en Reino Unido y más recientemente en Brasil, además de un nonato proyecto con Tesla. Una oportunidad interesante se presenta con China Unicom. que tiene en marcha 500 cuentas corporativas piloto basadas en la plataforma Control  Center IoT de Jasper.

En una entrevista reciente, Mohammed expresaba una idea que no es ajena a la decisión de vender su empresa. En Internet de las Cosas – venía a decir – lo menos importante son las cosas: «se trata de transformar un producto estático en un servicio dinámico. Una vez que una cosa está conectada, se convierte en una fuente ilimitada de procesos posibles». Una reflexión que encaja muy bien con otra adquisición reciente de Cisco: en octubre pasado compró ParStream, startup alemana cuyo mejor activo es una base de datos específicamente diseñada por el análisis de IoT.

Como suele ocurrir, estos anuncios dejan de entrada una estela de preguntas. Por ejemplo: ¿qué efecto podría tener la adquisición de Jasper sobre la alianza suscrita en noviembre por Chuck Robbins, CEO de Cisco, con su homólogo de Ericsson? o estas otras, más suspicaces: ¿mantendrá Jasper un perfil propio en el mercado o será digerida sin más por la estructura de Cisco? y ¿cuánto tiempo aguantará el fundador de Jasper en un puesto subordinado a la autoridad de Rowan Trollope?

4Feb

4/02/2016

A rey muerto, rey puesto. Pero sólo por 24 horas, eh. Tras los desconcertantes resultados de Apple, la prensa económica de todo el mundo encontró muy pronto otro tema de portada: «Google, nuevo rey de Wall Street», decía un titular de ayer. De la noche a la mañana, Alphabet (antes Google) se había convertido en la empresa con más alta capitalización bursátil, 568.000 millones de dólares, adelantando a Apple (535.000 millones). Pero muy breve fue la vida del titular, porque al día siguiente, ayer, las aguas volvían a su cauce: AAPL 534.000 mllones, GOOG 502.000 millones. A saber cómo acabarán la semana.

Es de prever que el episodio inicie una fase insólita de ´empate técnico`, en la que ambas se alternarían en el primer puesto con diferencias cortas y efímeras. En mi opinión, sin restar méritos a Alphabet, el cambio transitorio de líder se ha debido más a un tropezón de Apple que a un sorpasso del aspirante.

Estrictamente, si nos atenemos a las cifras fundamentales, Apple sigue mereciendo el trono que ha ocupa durante cuatro años. Es tres veces más grande que Alphabet en ingresos y en beneficios, y su valor en bolsa multiplica por 10 su resultado operativo, frente a más de 40 veces en el caso de su rival. El margen operativo de Apple es del 32% mientras el de Alphabet no pasa del 25%. La tesorería de Apple luce mejor y, por cierto, nadie podría reprochar a Tim Cook por dedicar el dinero de sus accionistas a proyectos mesiánicos como si hace Larry Page ante el ceño fruncido de los suyos.

Cuando, en 2011, Apple desbancó a Exxon del primer puesto, se quiso ver en ello un síntoma del paso de un mundo dominado por la ´vieja`economía a la ´nueva` economía. Hoy – es decir, ayer – podría haberse apuntado la tesis de que una empresa que vende exclusivamente servicios ha – o había – desplazado a otra que es famosa por su hardware. Pero la tesis ya no vale, o quizá vuelva a valer otro día.

No hay duda de que, en un contexto económico global complicado como el actual, los resultados de Alphabet ponen una nota de optimismo: más de 74.500 millones de dólares [+13,5%] de ingresos en 2015, que dejaron 24.300 millones de beneficio operativo [+23%]. Con una precisión: debe ese beneficio a una aceleración de su actividad central, que le permite compensar las pérdidas de otras actividades, que hasta ahora llamaban moonshots – nombre pretencioso e inquietante – y han rebautizado como ´otras apuestas`.

Así como Apple depende del iPhone, Alphabet depende aún más de la publicidad. Los clics pagados en los sitios de Google han crecido un 31% en 2015, un dato excelente aunque su ´monetización` no crece en la misma medida porque la publicidad online se está desplazando hacia los móviles y, como consecuencia, el precio por clic ha bajado 13% en doce meses [al mismo tiempo, el número de búsquedas desde móviles aumenta exponencialmente]. Pero esta es una guerra con Facebook, a la que Apple es ajena.

El interés previo por los resultados del cuarto trimestre venía determinado por ser el primer período completo desde la creación del holding Alphabet, matriz de Google, y también la primera conference call de Ruth Porat, nueva CFO fichada directamente desde Morgan Stanley. Los analistas siempre se aburrían cuando Page les daba lecciones sobre su visión de un mundo mejor; en cambio, se entienden a la perfección con Porat, que habla su lenguaje de ratios y charts. En esta ocasión, la CFO les explicó que la compañía está haciendo un ejercicio serio en la asignación de recursos a sus múltiples operaciones, lo que significa que es hoy «más disciplinada» que antes de constituirse como holding.

En agosto, cuando Page anunció el nacimiento de Alphabet, una de las razones que esgrimió fue que permitiría deslindar el negocio core de otras operaciones exploratorias. Según el argumento, los inversores iban a estar en condiciones de juzgar la rentabilidad de las operaciones que seguiría girando bajo el nombre de Google, diferenciándolas de las pérdidas ocasionadas por los proyectos de maduración lenta. Hubiera sido deseable un desglose más exhaustivo de las cifras presentadas por Porat, pero bastan para enterarse de que las ´otras apuestas` han generado en 2015 ingresos por sólo 448 millones de dólares y pérdidas operativas de 3.600 millones. Llama la atención que una tercera parte de las pérdidas se produjeran en el último trimestre del año.

La primera reacción de los inversores [un salto del 9% en el precio de la acción, rectificado al día siguiente] indica que la ecuación les ha parecido bien, y esta debería ser su actitud mientras el núcleo principal – la publicidad – siga compensando las pérdidas del resto. Porat puso especial cuidado en transmitir el mensaje de que los resultados de las «otras apuestas» no pueden juzgarse en habitual escala trimestral sino anualmente, pero al final se corrigió a sí misma para sostener que sólo el largo plazo dirá si son sostenibles o no.

Apple quiere cambiar el ´relato`, pero no puede

3/02/2016

El gráfico es desconcertante, ¿verdad? Cuesta aceptar que un producto del que en el pasado trimestre se vendieron 75 millones de unidades por 51.000 millones de dólares, pueda provocar una estampida entre los inversores hasta provocar una brusca pérdida de valor bursátil. Es desconcertante, sobre todo, por tratarse del iPhone, producto estrella de Apple. Ahí está el problema, en que el iPhone representa el 68% de los ingresos de Apple pero su ciclo se desacelera a ojos vista: menos del 1% de crecimiento con respecto al mismo período de 2015. No han faltado advertencias, pero Apple no tiene en catálogo ni en proyecto otro producto capaz de reducir a medio plazo tan inusitada dependencia. Leer más

1Feb

1/02/2016

Estaba escrito que 2016 será un año de gran volatilidad. El repertorio de problemas de la economía mundial es conocido: la ralentización china, la caída del precio del petróleo (un 40% en doce meses), la fortaleza del dólar. En alguna escala, los tres factores influyen sobre la marcha del sector de las TI, y el inicio de la estación de anuncios de así lo va confirmando: será un año para recordar.

Para empezar, la semana pasada ha sido anómala (o representativa, como se quiera). Escribe Richard Waters: «no ocurre cada semana que dos enormes compañías tecnológicas como Facebook y Microsoft añadan 55.000 millones de dólares a su valor bursátil combinado, ni que esta rareza coincida con un descenso de 73.000 millones en la capitalización (también combinada) de Apple y Amazon». Ya sabemos que las expectativas son la materia de la que están hechos los sueños bursátiles, pero estamos hablando de cuatro de las diez compañías más valoradas de Wall Street.

Es fácil ver por qué sube la cotización de Facebook. Ha batido todas las previsiones de los analistas, con un 52% de aumento en sus ingresos del trimestre y un 46% en su beneficio por acción. Los indicadores a corto, medio y largo plazo, son positivos, tanto en la evolución del tráfico como en la ´monetización` de sus iniciativas. Hoy tendremos ocasión de compararlos con los de Google, aunque no sé si el ejercicio tiene mucho sentido más allá de saber quién va ganando la batalla de la publicidad en los móviles.

El caso de Microsoft puede sorprender por su bipolaridad. El beneficio de la división PC/Windows ha bajado un 5% y el del negocio cloud ha subido un 5%. Lo que significa que tanto los ingresos como los beneficios totales podrían decepcionar a los inversores, pero ha ocurrido lo contrario. Los resultados del trimestre han sido interpretados como síntomas de que el plan Nadella está funcionando: los ingresos de Azure, han vuelto a acelerarse y, a tenor de las cuentas presentadas, sus costes están bajando mientras los clientes evolucionan hacia servicios de más valor. Quien no lo entienda, es que se ha quedado con una imagen obsoleta/prejuiciosa de Microsoft.

Estos han sido los ganadores de la semana. La identidad de los perdedores es para dejar perplejo a cualquiera: ¿no era Apple la empresa más valorada del mundo? Ya me ocuparé de ella en detalle, tal vez mañana, pero no hay modo de disimular que el sucesor de Steve Jobs no puede seguir por mucho tiempo viviendo casi exclusivamente del iPhone. Sólo esta convicción puede explicar que, tras anunciarse un récord de beneficios, la acción perdiera el favor de inversores y analistas, incluyendo en estos algunos de los más proclives al olor de la manzana.

Más curioso, si cabe, es el caso de Amazon. Su acción subió un 9% la víspera del anuncio de resultados y cayó un 13% tras conocerse que, pese al incremento de los ingresos, ha sufrido un descenso de los beneficios. Más allá de factores coyunturales – los costes logísticos se salieron de madre en la estación de más movimiento – Wall Street ha visto la sombra del desdén que Jeff Bezos siempre ha tenido por la noción de ´valor para el accionista`. Un rasgo que merecería un comentario aparte es que AWS, su rama de servicios cloud, sigue creciendo impetuosamente (un 69% los ingresos del trimestre) y a este paso alcanzará pronto la línea en la que estaría justificado segregarla de la actividad de retail. Volveré sobre este asunto otro día, porque podría tener miga.

No sólo de tele vive el hombre (también de VOD)

26/01/2016

En consonancia con el resto del mundo, los españoles han decidido pasar buena parte de su tiempo de ocio pegados (y apegados) a la televisión y al vídeo bajo demanda (VOD). Al menos, esta es una de las principales conclusiones que se infieren de la lectura del informe ‘TV & Media 2015 Spain‘, segmento de uno general elaborado por el Consumer Lab de Ericsson acerca de los hábitos de consumo audiovisual a partir de una amplia muestra representativa. Mientras el consumo de streaming cobra auge en los móviles de la población más joven, la televisión tradicional sigue ocupando ‘el’ espacio privilegiado en los salones hogareños. O sea que el estudio constata que no son antitéticos… pero casi. Leer más

22Ene

22/01/2016

Hay razones para sostener que el temblor bursátil del miércoles, que hundió los índices de todas las bolsas del mundo, fue una sobreactuación: no fue la respuesta a nada que no estuviera en el guión. Fue – decían ayer los economistas – la ansiedad acumulada por turbulencias que se han condensado en las últimas semanas: los indicadores de la desaceleración china [imposible creerse la hipótesis de un 7% de crecimiento del PIB], el descenso del precio del petróleo al nivel más bajo desde 2003 [un alivio inmediato para los automovilistas, pero un trastorno económico global que no va a corregirse en mucho tiempo]. Sin contar con otros factores de incertidumbre global, como la probable crisis de deuda soberana de los países emergentes, tan jaleados hasta hace poco.

Los directivos del sector de las TI se habituaron a fingir que los desajustes de la economía mundial no iban con ellos. Un discurso ritual sobre la ´innovación` y una queja sobre el impacto de las contingencias monetarias, bastaban para enmascarar problemas estructurales. En las últimas semanas, las acciones tecnológicas (salvo contadas excepciones) han entrado en barrena, justo al iniciarse la estación de presentación de resultados. Esta coincidencia es un multiplicador del el bajón.

No se trata sólo de que los resultados de Intel fueran francamente mejorables y los de IBM francamente lamentables. Estas dos compañías son tradicionalmente las primeras en dar la cara, eso es todo. Más significativo es la rapidez con la que se disipa el entusiasmo por Apple [que presentará sus cuentas el martes 26]. Ya tocará comentarlo. Pero, entretanto, cómo no tomar nota de que Gartner – que si de algo peca es de optimismo – pronostica que el gasto mundial en TI crecerá este año un 0,6%. Vamos, que de 3,5 billones de dólares subiría a 3,54 billones, una diferencia tan nimia que es como para ponerla en duda, salvo milagro.

Desde hace meses, los que escribimos sobre el sector hemos cargado las tintas sobre los ´unicornios`, como si fueran lo más representativo de este mundo. Ahora estamos viendo que la vulnerabildad del mercado se ha cebado con ellas, a veces injustamente. Muchas, es cierto, han vivido demasiado tiempo de valoraciones fantasiosas, dependiendo del capital riesgo sin necesidad de un modelo de negocio. Pero no todas las startups son así. Muchas se enfrentan estos días a la decisión de cancelar sus intenciones de salir a bolsa en 2016. De hecho, sólo 4 dicen estar listas para lanzar una OPV, cuando lo habitual a estas alturas del año era una media de 14, dicen los analistas de Renaissance Capital. Y ninguna de las cuatro ha alcanzado el listón de 1.000 millones de dólares de valoración privada que las calificaría para la etiqueta de ´unicornio`.

No necesariamente el frenazo es un mal signo para el conjunto del sector. Los temores a una burbuja han reflejado, en realidad, una imagen tan estereotipada como las fantasías que tenemos sobre las startups. La verdad es que sigue habiendo liquidez «ociosa» [demos gracias a la Fed y al BCE] pero a las empresas se les está haciendo difícil atraerla, a menos que la merezcan. Con sensatez, los inversores se mueven en función de los beneficios en lugar de las dudosas promesas de crecimiento. En el último trimestre de 2015, el dinero invertido en empresas no cotizadas ha descendido un 30%, según CB Insights.

No estará de más poner las cosas en perspectiva. El año ha comenzado con una volatilidad más que justificada. Todo lo que he querido destacar en este comentario es que el sector tecnológico no es una excepción. No podría serlo, si el FMI ha corregido a la baja por tercera vez su proyección de crecimiento global. Take it easy,

20Ene

20/01/2016

Microsoft se ha metido en un jardín, pero al menos tiene un buen motivo: evitar que Windows 7 se convierta en el nuevo Windows XP y llegue a ser un freno para la adopción de Windows 10. La frase anterior no es un juego de palabras: la «nueva política de soporte» es, por lo visto, tan delicada de explicar que ha requerido tres sucesivas «clarificaciones» en pocos días, y no creo que el fallo fuera del mensajero. Durante tres décadas, Microsoft ha respetado un esquema de ciclo de vida de cada versión de Windows, que ahora rompe, aunque sin decirlo así. A Terry Myerson, responsable de la maniobra desde su puesto de VP de sistemas operativos, se le está poniendo cuesta arriba convencer a los clientes corporativos de que es por su bien (el de ellos).

He dicho que el esquema se rompe, pero formalmente Windows 7 seguirá teniendo actualizaciones regulares hasta 2020, aunque sólo si está emparejado con generaciones de procesadores anteriores a la actual, Skylake. Se ha sugerido que esas actualizaciones no serán funcionales, limitándose a resolver ´problemas críticos`, que no es lo que uno espera de un compromiso de soporte decenal. Es posible que a los usuarios individuales no les importe demasiado, porque ya se ha encargado Microsoft de inyectarles el nuevo Windows mediante descargas automáticas, pero muy distinto es el caso de las empresas, invitadas a formar parte del programa GWT (Got Windows 10).

Según los analistas, en las empresas hay expectativas favorables ante Windows 10, entre otras cosas porque Windows 8.1 no les ha convencido. En la práctica, tienden a disociar la compra de hardware y la actualización de su software: para ellas, abordar la transición a Windows 10, debería llevarles más tiempo que desembolsar en nuevos PC su presupuesto de hardware. Lo normal es que cuando se renueva el parque, en los PC ´modernos` se instala inicialmente el sistema operativo ´antiguo` bien conocido por los empleados, y luego se verá cuándo actualizarlo a la nueva versión.

Así fue como Windows XP se eternizó en el seno de las empresas, que sólo espabilaron al acercarse la fecha en que Microsoft dejaría de darles soporte. Impedir que ocurra lo mismo con Windows 7 – cosecha del 2009 – es fundamental, porque funciona satisfactoriamente y representa el 55% del parque total de Windows, lo que puede traducirse como un factor de estabilidad a medio plazo. Por tanto, la migración podría ser más lenta de lo que conviene a Microsoft

Acelerar la adopción de Windows 10 conlleva alinearla con la renovación de la base instalada de PC; por esto se insiste tanto en que ya hay 200 millones con Windows 10 y que «esperamos alcanzar a final de años 300 millones, que nos van a reclamar un soporte duradero y de calidad», en palabras de Terry Myerson. Este declaraba días atrás que su plan pretende «cerrar la brecha entre el entusiasmo de los usuarios por el nuevo hardware y su satisfacción con el software anterior». La relevancia de esta declaración es obvia por venir de quien ostenta el cargo de vicepresidente ejecutivo del denominado Windows and Devices Group.

Retener la versión de Windows anterior, que ha sido práctica corriente en las empresas, no será posible con los todos los PC basados en Skylake. O sí lo será para algunos, pero sólo durante 18 meses. Mientras que esta generación de hardware viene de fábrica preparada para correr Windows 7 (o Windows 8.1), los futuros PC basados en Kaby Lake (Intel) o Bristol Ridge (AMD) sólo funcionarán con Windows 10, sin compatibilidad regresiva.

Es un hecho que las ventas de PC siguen cayendo, pese al estímulo que, se suponía, debía aportar la disponibilidad simultánea de Windows 10 y Skylake. Para que la «nueva política de soporte»no parezca precipitada, Microsoft ha concertado con la industria una «robusta lista de opciones» para quienes prefieran conjugar el último hardware con las dos versiones anteriores de Windows. La lista – al menos la publicada hasta ayer – peca de escasa, ya que comprende tres modelos de Lenovo, dos de HP y tres de Dell, únicos que Microsoft ha testeado para corroborar el funcionamiento de los drivers y el firmware asociado a Windows 7. Incluso para ellos, el soporte está asegurado hasta el 17 de julio de 2017.

Aparentemente, esta transición está reservada a las empresas y no incluye a los consumidores. Tradicionalmente, estos han servido como conejillos de cada versión de Windows, pero esta vez la táctica invierte los papeles: la acogida de Windows 10 que obtenga dentro de las empresas será determinante para el éxito de un sistema operativo que representa una nueva estrategia de Microsoft.

Oficialmente, el argumento de Microsoft sostiene que está haciendo lo correcto para ofrecer a los usuarios una mejor experiencia. puesto que los nuevos PC no han sido diseñados pensando en Windows 7 sino en Windows 10. Es un buen argumento, pero ¿cómo será recogido por sus destinatarios?

Es pronto para sacar conclusiones. Escribe Mary Jo Foley, que desde luego sabe más que yo: «creo imaginar que muchas empresas se echarán atrás en sus planes [de renovación de PC] hasta tener preparada la migración simultánea al nuevo hardware junto con el nuevo software». Pero añade algo que – en mi opinión – es la clave de la película: «el resultado puede ser contradictorio […] menos compras de PC con Skylake por parte de las empresas que confiaban en su compatibilidad con Windows 7».

No me resisto a reproducir la opinión de Wes Miller, analista de Directions on Microsoft: «lo que hasta la llegada de Windows 10 era considerado un buen PC se aleja de lo lo que ahora es un buen PC… bienvenidos al mundo de la ingeniería conjunta de hardware y software».

CES 2016: los televisores ya no mandan

19/01/2016

Todos los estudios apuntan un cambio rápido en los hábitos de consumo de contenidos audiovisuales. Que es tanto como decir que el televisor, artefacto imprescindible y epicentro de los hogares contemporáneos, pierde fuelle como motor del consumo de electrónica. No hay razones definitivas para deducir que esa tendencia sea la causa del bajón en la demanda – afectada por la crisis, como cualquier otro sector – pero es un problema para los fabricantes. Han ensayado casi todo para convocar la renovación más frecuente del parque instalado. Pero lo fundamental no es el volumen sino el precio medio. Será por eso que en el CES 2016 las marcas de TV tuvieron un papel más discreto que otros años. Leer más


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