5/07/2024

Apple Intelligence integrará Siri con ChatGPT

Apple llevaba tiempo lamentando haber quedado descolgada del desfile de la inteligencia artificial generativa que han encabezado OpenAI y Microsoft para incomodidad del resto de las BigTech. No porque le falten capacidades, desde luego sino por ese obsesivo apego a su agenda. Ya en 2023, la conferenca de desarrolladores WWDC pasó de puntillas sobre el fenómeno del año, pero otros estaban apenas un poco mejor. Hasta que, en 2024, el mes pasado, ha podido sumarse a la corriente, gracias a un acuerdo con OpenAI para integrar ChatGPT en sus iPhone, iPad y Mac. Excepto los residentes en Europa, donde la compañía ha decidido esperar hasta 2025 por si pudiera evitar otra confrontación con Bruselas.


Tim Cook, John Giannandrea, y Craig Federighi

La nueva plataforma de IA se llamará Apple Intelligence – al parecer el nombre tuvo oposición interna – y fue presentada en sociedad con la liturgia de costumbre, esta vez al aire libre en el espectacular Apple Park de Cupertino, en la tradicional conferencia de desarrolladores WWDC. Tim Cook abrió juego, pero cedió el protagonismo a dos de sus lugartenientes: Craig Federighi, VP de software engineering y el mejor showman que Apple ha tenido desde la muerte de Steve Jobs, flanqueado por John Giannandrea, quien desde 2018 dirige la estrategia de IA de la compañía, pero destaca por lo contrario, no le gusta aparecer en  público.

Entretanto, las fuerzas se van alineando para que tome forma el futuro mercado de la IA generativa, en el que Apple será necesariamente un actor de primera fila. Microsoft navega remolcada por OpenAI, pero que esta haya llegado a un acuerdo con Apple viene a confirmar que no hay exclusividades. Aparte, Google ha probado varias formas de subirse a la ola, pero no puede decirse que haya acertado con una del todo satisfactoria. Amazon, pese a sus recursos, ha tenido que arrimarse a otra startup ascendente, Anthropic; mientras Meta parece estar pagando el precio de sucesivos amagos en falso.

Por su lado, Apple tiene una baza potente que jugar: más de 2.200 millones de dispositivos activos en el mundo. No todos cuentan, ni mucho menos, porque sólo las dos versiones superiores del último modelo de iPhone, cosecha de 2023, tendrán acceso a la novedad, en espera del próximo salto generacional que se espera en septiembre.

La estrategia se justifica técnicamente por el alto consumo de recursos que implica procesar gran parte de las consultas en modo local, sin que los datos salgan del dispositivo. Sólo los modelos más caros del iPhone montan el chip A17, equipado para la ejecución de cargas de trabajo de IA generativa. Sin embargo, a nadie escapa que restringir el lanzamiento a un grupo de usuarios tiene objetivos comerciales: revitalizar las ventas  –  y las de sus competidores – lo que conlleva disponer de una gama alta susceptible de poder activar la rotación de la base instalada en los próximos años. Además de paciencia, tiempo.

Al entramado económico de la IA, que ya acumula mucha historia, se suma el cansancio de los usuarios de smartphones, que perciben poca o ninguna novedad en los terminales que aparecen año tras año, con lo que la vida media del parque se va dilatando. Al mismo tiempo, la renovación de los iPhone se ve frenada por el auge del mercado de segunda mano, especialmente boyante en los dispositivos de Apple. Un cóctel que, por cierto, se adereza con los problemas que la marca tiene en China. Por todas estas razones, de Apple Intelligence se espera que imprima ritmo a la renovación de la familia iPhone, principal vehiculo de facturación de la compañía [el 58% de sus ingresos totales]. Porque, de momento, el resultado ha sido un descenso del 9,6% en las ventas (en unidades) del iPhone.

Aunque el anuncio no pilló a nadie por sorpresa, puede condensarse en un asistente de voz que sustituirá con ventaja al decadente Siri y que, en las tareas más complejas, cuenta con la ayuda de ChatGPT.

La IA de Apple recopila información personal del usuario y de las aplicaciones para llevar a cabo tareas como la redacción y revisión de textos, generación de imágenes, edición de fotografías e incluso podrá atender peticiones transversales [ej: pedir a Siri que envíe a un contacto de la agenda las fotos hechas el día anterior]. Y aquí lo interesante será la parte que toca a los desarrolladores, quienes tendrán acceso a herramientas para aprovechar las ventajas de la IA. De tal forma que Apple pretende integrar la nueva tecnología no sólo de manera limitada en su sistema operativo sino en todo su ecosistema de aplicaciones.

En la práctica, hay un compromiso orquestado con OpenAI. Siri será el centro de Apple Intelligence mediante su conversión en un chatbot al estilo ChatGPT. Entiende el lenguaje natural, digiere la información que aparece en la pantalla y puede buscar datos en el terminal con más eficiencia. Para algunas tareas, el dispositivo preguntará al usuario si quiere conectar con ChatGPT para obtener una mejor respuesta. La compañía incluso va a permitir que el servicio de OpenAI acceda a ciertas áreas del sistema operativo para, por ejemplo, generar un texto.

Supone un cambio significativo en las reglas de juego. Respeta, por supuesto, el acuerdo entre Microsoft y OpenAI, respaldado por la multimillonaria inversión de la primera y la integración de sus respectivos productos, pero OpenAI ha pactado con un segundo socio (Apple), mientras el primero (Microsoft) se ha montado una división de IA generativa poniendo a cargo a Mustafá Suleyman. Otro indicio de que Satya Nadella intenta poner distancia con el veleidoso Sam Altman.

Que Microsoft y Apple compartan compañero de viaje no cambia una diferencia fundamental entre las dos. Mientras Apple enfatiza el papel de la IA en los dispositivos, la estrategia de Microsoft está asociada a la nube, donde ha hecho el grueso de su inversión en infraestructura. Pero ambas comparten la opinión de que la IA generativa será la próxima revolución del interfaz en los dispositvos personales, que no es poca coincidencia.

Los términos del pacto entre Apple y OpenAI no se han revelado en detalle. Pero, al menos de momento, han renunciado a suscribir un acuerdo de distribución aproximadamente inspirado en el vigente entre Google y Apple. Como es sabido, la filial de Alphabet paga unos 20.000 millones al año para que Apple use su buscador, un trato que está justificado por los fabulosos ingresos publicitarios que aquella recauda gracias a ese tráfico de audiencia. OpenAi no sacará tajada económica de la presencia de ChatGPT en la plataforma de Apple Intelligence, pero tampoco hay que descartarlo en el futuro.

Antes del anuncio con OpenAI, corría el rumor de que Apple negociaba con Google para llegar a un acuerdo de distribución en torno a Gemini AI. Federighi lo ha confirmado, así que es cuestión de tiempo que se concrete: probablemente, no hubiera sido entendido que OpenAI ceda gratuitamente su tecnología y Google cobre un canon por la suya. No es el mismo caso, de todos modos: OpenAI no obtiene beneficio de su integración en la IA de Apple y todo apunta a que podría ser al revés, que esta pague a OpenAI por un servicio prestado. Para OpenAI, el contrato significa que su AI llegará a una enorme base de usuarios.

La privacidad es un caballo de batalla de Apple, pero tratándose de la IA generativa es un punto más delicado si cabe. Como es costumbre, la compañía presume de la privacidad como una razón para elegir su marca en lugar de cualquier otra. Pero en Apple Intelligence, hay una garantía nueva, evitar que los datos de los usuarios viajen a los servidores remotos. Y  la única manera – según sus directivos – de prevenir usos ilegítimos, pero esto requiere un manejo exclusivo de la seguridad del hardware.

Las presentaciones – y por lo tanto las crónicas – han prestado más atención a los dispositivos que a la infraestructura que la hace posible, pero en los días siguientes se han conocido detalles. Según se ha descrito, el back end de Apple Intelligence incluye nuevos servidores y chips, para que las consultas (queries) originadas en los dispositivos se empaqueten  en una “caja negra” y sean analizadas por la Private Compute Cloud de Apple para verificar la legitimidad del usuario y del dispositivo; las respuestas son enviadas de vuelta y sólo están accesibles para los usuarios autorizados. Los datos no son visibles para Apple y se borran una vez completada la consulta. La información no se almacenará ni servirá para entrenar futuros modelos, garantiza Apple.

Para que esto sea así, Apple sigue un axioma: no confiar en ningún hardware que no controle. Es decir que sus chips, que marcarìan una diferencia con las piezas de silicio comerciales que subyacen en la IA de sus competidores. En particular, subraya que su SNE (Silicon Neural Engine) es una garantia que no pueden ofrecer las NPU (Neutral Processing Unit) de la industria de semiconductores.

Someramente: si la consulta de un usuario necesitara un modelo LLM que no puede estar contenido en el dispositivo, Apple la envía a sus servidores de PCC (Private Cloud Compute) que tienen su sistema operativo – emparejado con iOS, obviamente – y su propio motor de machine learning. Una de las grandes preguntas es qué preguntas deben trasladarse a la nube en busca de respuesta. Apple Intelligence tiene una pieza llamada de orquestación, donde se decide a dónde dirigir esa query. Poco más se ha podido saber.

Sobre el papel, suena bien. Pero cuanta menos información tienen los modelos de IA, mayores son sus imprecisiones. Limitar las “alucinaciones” o los contenidos potencialmente ofensivos es más difícil disponiendo de menos datos y, lo mismo puede ocurrir cuanto más pequeño sea el modelo, como aquellos que se ejecuten localmente en el iPhone (en comparación con los que funcionan en la nube). Además, para incrementar la utilidad de la IA hay que ajustarla a las preferencias del usuario, con lo que Apple necesitará obtener datos de sus intereses, hábitos u horarios, algo que en principio no concuerda con su discurso en favor de la privacidad.

En todo caso, lo prioritario para Apple es barnizar el iPhone con inteligencia artificial de forma que se ponga a la altura de los tiempos y, sobre todo, impulse la renovación  de su base instalada.

En realidad, no hay garantía de que la IA generativa sirva a ese propósito. En una encuesta reciente de Bloomberg Intelligence, solo un 7% de usuarios apuntaban que las funcionalidades de inteligencia artificial serían un factor de decisión cuando se planteen adquirir su nuevo smartphone. La duración de la batería y el precio, aspectos tradicionalmente prioritarios, siguen siendo los más mencionados. Que esto puede cambiar es obvio, pero está por ver si con el tiempo la IA se abre paso como el auténtico objeto de deseo entre los consumidores.

[informe de Pablo G. Bejerano]


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