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  4/04/2024

Nadella vuelve a agitar el avispero de la IA

Para empezar: la incorporación de Mustafá Suleyman a Microsoft confirma que Satya Nadella tiene como estrategia la absorción de empresas de IA generativa sin verse en la necesidad de comprarlas, con lo que se evita disgustos regulatorios. Suleyman es la prueba de que una startup de IA no tiene hoy más recorrido autónomo que abrazarse a uno de los gigantes, por la sencilla razón de que este mercado naciente requiere dos cosas que unos tienen y otras no: mucho dinero y un caudal de datos que nadie está dispuesto a cederles por la cara. Por eso, en lugar de comprar Inflection AI, la empresa de Suleyman, Microsoft ha “alquilado” los servicios de su equipo de ingenieros, que es lo que escasea.

Mustafá Suleyman

Sin embargo, el titular más difundido de la noticia sino este otro, forzado: “Microsoft ficha al cofundador de una empresa de Google”. No es muy distinta la situación de lo ocurrido con n OpenAI y su cofundador Sam Altman, con la diferencia de que Nadella ha cogido el truco para que un Altman 2.0 no se le suba a las barbas.

Porque Suleyman, quien  junto con Dennis Hassabis montó DeepMind en 2010  y cuatro años después aceptaron la oferta de compra de Alphabet es un personaje notorio de la IA al que, a como muchos en este negocio, le chifla presentarse como ideólogo con manchas de rebeldía.

El fichaje reportará directamente a Nadella gracias a su rango de CEO de la nueva división Microsoft AI. Supervisará todos los productos de consumo con los que la compañía matriz espera convertirse en primera referencia de la IA generativa; de entrada, serán Copilot, Bing y Edge. Habrá, de hecho, un reparto de tareas: mientras que la contribución de OpenAI se centra en el mercado corporativa, la nueva división acabará con la fragmentación de las apuestas de consumo. Con más motivo ante los rumores de alianza entre Google y Apple, que Microsoft se tomaría como una seria amenaza.

Queda meridianamente claro que la inteligencia artificial generativa es el campo de batalla entre un puñado de gigantes tecnológicos por controlar las iniciativas que vendrán: Microsoft, Google, Meta y Amazon. En segundo plano se ha quedado Apple por ahora, mientras que los chinos – que abundan en dinero y en datos – se ven constreñidos para salir de su propio mercado. Se recomienda descartar la leyenda, cultivada por los medios, según la cual una startup podría, gracias a sus talentos, plantar cara a las Big Tech: no parece que los inversores vayan a aceptat la invitación.

Para Nadella, “alquilar” Inflection AI supone disponer de una bala en la recámara porque, aunque de menor talla que OpenAI, era un rival de esta, como lo es Anthropic [con  la que Amazon y Google llegaron antes a un pacto] y lo es la francesa Mistral, en la que ha invertido una cifra residual. O Stability AI, que atraviesa un clásico conflicto entre accionistas y fundador.

Puede que Nadella tenga como segunda intención poner en su sitio al engreido Sam Altman, que hace todo lo necesario para recuperar antagonismo con iniciativas paralelas en las que no sólo deja fuera a Microsoft – a lo que está en su legítimo derecho – sino que coquetea con eventuales competidores. La inversión masiva de Microsoft en OpenAI – evitando una adquisición – ha sido seguida por una transacción menor pero que puede ir a más, los 16 millones con los que estrecha vínculos con la especialista francesa Mistral. Extraños movimientos que traen de cabeza a la Comisión Europea y a la Federal Trade Commission, que investigan si pudieran incurrir en posición dominante.

La personalidad de Suleyman tiene ingredientes novelescos. No porque la puerilidad de que desertó de la universidad – como si esto fuera un mérito – sino por lo contrario: recuerda a otros hijos de migrantes que han labrado una carrera de éxito tras pasar por las aulas de Oxford, si bien es cierto que acabó abandonando. De jovencito no era un techie: comenzó estudiando Teología y Filosofía y lo dejó dos años después para fundar una organización benéfica de ayuda a jóvenes musulmanes y a los 22 años era nombrado asesor en derechos humanos del entonces alcalde de Londres, Ken Livingston.

El giro en su vida se produjo cuando cambió las politicas sociales por la tecnología para cofundar DeepMind, que se perfilaba como pionera del aprendizaje automático. En 2014, Google se disputaría con Facebook la compra de la empresa y ganó la partida a cambio de 470 millones. Al mismo tiempo, fue nombrado vicepresidente de productos y políticas de IA de Google.

DeepMind se había hecho un nombre con proyectos para detectar en pacientes un riesgo de desarrollar una patología renal aguda, pero el paso siguiente sería por algo muy distinto, evidenciar los peligros que entraña coger atajos para la ingesta masiva de datos con el fin de entrenar la IA. Hasta que en 2017 saltó el escándalo al descubrirse que el Royal Free Hospital londinense habia dado a DeepMind acceso ilegal a 1,6 millones de registros de pacientes. La experiencia pudo servir de lección para que Suleyman se erija ahora  como defensor del uso responsable de la IA y apoye iniciativas que promueven la transparencia ética y la rendición de cuentas.

El camino ha estado empedrado con otras polémicas. De hecho, en su etapa como directivo de Google llegó a ser apartado temporalmente tras las denuncias de sus subordinados por el trato que les dispensaba. En 2022 abandonó Google, con el apoyo del fundador de LinkedIn, Reid Hoffman y de Karén Simonyan, otro oxioniano que será su mano derecha en Microsoft, fundó Inflection AI.

En los ambientes de la IA se hablaba de esta empresa como rompedora de moldes. Nació, según sus fundadores, con el objetivo de humanizar las interacciones entre máquinas – aunque lejos de los delirios de otros ingenieros de Google – y en pocos meses se convirtió en modelo de unicornio, alcanzando el listón de 1.000 millones de dólares tras cerrar una ronda de financiación de 225 millones de dólares.

Su producto estrella se llama Pi y es un asistente virtual que Suleyman insiste en presentar como más amable y amigable que los chatbots de IA de sus rivales. Lo cierto es que estando Pi dirigido al mercado de consumo, no consiguió el calado que esperaba, pero el pelotazo informático se concretó tras detectarla el radar de Microsoft. Según versiones no confirmadas, Nadella habría acordado pagar cerca de 650 millones de dólars en concepto de licencia para revender su tecnología

Tras la salida de Suleyman y Simonyan, ya enrolados en las filas de Microsoft, la compañía ha fichado como CEO a Sean White, quien procede de Mozilla. Una seguidilla de novedades al hilo de los 1.300 millones que Inflection AI recaudó meses atrás de Microsoft y Nvidia entre otros inversores.

Con el fichaje de Suleyman, Satya Nadella espera dar el empujón que necesita para reconvertir sus familias de consumo a la utilización intensiva de la IA. Por primera vez, todos los proyectos de consumo de Microsoft van a estar bajo el liderazgo de una sola persona. Además del malogrado Cortana, la promesa de recortar terreno a Google con el nuevo Bing dista de cumplirse.

Es cierto que Suleyman goza de una reputación entre los profesionales de la IA, pero no pueden obviarse algunos detalles. El primero es que Nadella le haya fichado para revitalizar con IA su área de consumo, un campo específico en el que el fichaje no puede presumir de éxitos. Otro, el CEO de la nueva división tiene opiniones que pueden chocar con los mensajes de Microsoft; por ejemplo, es uno de los que dibujan un futuro con IA que no sólo dejará mucha gente en el desempleo sino que puede acabar siendo una amenaza global a menos que los líderes mundiales pongan remedio. Y no es que lo diga sino que lo ha dejado por escrito  en su libro The Coming Wave (2023).

En una articulada como Microsoft, la llegada de un tipo como Suleyman y el poder que le ha otorgado Nadella pueden incomodar a los guardianes del templo. Visto su historial en Google, el nombramiento ha despertado una curiosidad morbosa. El CEO de la compañía ha puesto cuidado en destacar las cualidades de cada uno de los miembros de su equipo. Como Executive VP de Experiences and Device permanece otro ajeno a su onda expansiva es Kevin Scott, quien continúa como vicepresidente ejecutivo de IA en virtud de su condición de CTO de la compañía y hombre de confianza de Nadella.

Escribía Suleyman en un artículo publicado por el Wall Street Journal que [dada la velocidad que ha cogido la innovación] la IA no puede ni debe ser juzgada por lo que está actualmente disponible”. Y quizás tenga razón, si se considera el desarrollo que han tenido los modelos de lenguaje usados para entrenamiento. Suleyman es uno de los expertos que niegan la existencia de una burbuja de la IA. Lo que implica que la reordenación del paisaje se producirá por obra y gracia de los grandes actores absorbiendo innovadores que no puedan aguanten el tirón financiero.


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