Mañana, último día de enero, se conocerán los resultados anuales de Samsung y el 1 de febrero se verá en público el nuevo smartphone estrella de la marca. Como es costumbre, la compañía ya ha anticipado que los beneficios operativos han caído un 69% en el cuarto trimestre de 2022 debido al descenso de la demanda – los ingresos bajaron un 8,6% en doce meses – y el brusco deterioro del precio de las memorias, su producto más rentable. Han contribuido a esta situación las flojas ventas de sus dispositivos de consumo y de muchos componentes producidos en sus fábricas. Empero, la compañía coreana está decidida a mantener y/o incrementar las inversiones para asegurar su hegemonía industrial.
Durante la reciente feria CES en Las Vegas, el vicepresidente y co-CEO de Samsung Electronics, Han Jong-hee, le bastó una frase para describir la coyuntura. “Se solapan varias crisis simultáneas: recesión económica, tensión geopolítica, riesgos de desabastecimiento y cambio climático, una combinación que ha elevado la incertidumbre en el mercado mundial”. La habilidad de Samsung para superar lo que ha dado en llamarse “policrisis” determinará el éxito o el fracaso en el futuro, dijo sin circunloquios ni postureo.
Tras muchos años al frente del negocio de televisores, en diciembre de 2021 Han Jong-See fue elevado a su actual posición – que abarca todos los productos de consumo – en la nueva estructura de la cúpula corporativa. Con idéntico rango, el otro co-CEO es Kyung Kye-hyun, sigue a cargo de la división de semiconductores y componentes.
Las dos ramas del conglomerado constituyen una conjunción única en el mundo. Los semiconductores contribuyen al 30% de la facturación, pero se calcula que representan más de la mitad de los beneficios de Samsung, cerca del 60%. Aparte de ser el principal fabricante de semiconductores del mundo, por delante de Intel y TSMC, la compañía coreana es uno de los mayores productores de pantallas para televisores, monitores y smartphones [en estos últimos, además de su propia marca, suministran las pantallas del iPhone de su rival Apple].
Ser a la vez un importante fabricante de semiconductores y componentes electrónicos para sus otras divisiones de dispositivos de consumo, además de terceros como clientes, asegura a Samsung unas economías de escala y una producción diversificada que compensa los vaivenes del mercado. En esta ocasión, como señalaba el VP Han, se han conjugado a la baja.
En el negocio de semiconductores, la cuantía de la facturación es clave, porque se necesita una gran inversión, de decenas de miles de millones de dólares, en la construcción de las futuras plantas, que normalmente tardan cinco años en entrar en producción, y otra cuantía igualmente importante en modernización y mantenimiento de las plantas anteriores.
Una cartera diversificada siempre ha permitido a Samsung mantener al mismo tiempo un alto nivel de inversiones, facturación y beneficios, aparte de un razonable control de su cadena de suministros y sus inventarios, gracias a que porque produce los componentes estratégicos para sus productos de usuario final.
Este brutal cambio de frente se debe a una conjunción de factores negativos. Tras el bum que siguió a la pandemia, la demanda ha vuelto a caer y los fabricantes de productos terminados – sería difícil encontrar alguno que no sea cliente de Samsung – han paralizado sus fábricas para reducir excedentes y a la vez han cancelado pedidos de componentes.
Un ejemplo extremo es Foxconn, que durante varias semanas dejó de ensamblar en China los iPhone más avanzados, debido a la oleada de contagios entre sus trabajadores. La guinda ha sido el hundimiento del precio – y algo menos la demanda – de las memorias, tanto las DRAM como las NAND Flash.
Lo peor no es la fuerte caída de ventas de productos electrónicos en la segunda mitad de 2022, sino que está previsto que perdure hasta pasado el próximo verano. En la feria CES, a principios de enero, los ánimos no eran optimistas: se pronostica que el mercado de consumo caerá varios puntos este año en todo el mundo. La situación por la que pasan las TI, tampoco promete mucho y hasta los proveedores de servicios en la nube reconsideran su entusiasmo comprador de no hace muchos meses.
Las declaraciones de Han Jong-hee publicadas por el The Wall Street Journal el 5 de enero, víspera del CES, apuntan a que Samsung mantendrá su ciclo de inversión en equipamiento para fabricar semiconductores. “Una crisis normalmente crea nuevas oportunidades; cuando todo es estable, es más difícil socavar el orden del mercado”, dijo. Al día siguiente, la compañía publicaría sus resultados preliminares.
La incógnita es saber en qué medida responderá Samsung, más allá de la retórica. Hace medio año, anunció unas inversiones superiores a 100.000 millones de dólares en los próximos tres años para construir y equipar nuevas plantas de fabricación de semiconductores, que ahora se antojan desmesuradas.
Sus competidores ya han recortado inversiones que tenían aprobadas desde principios de 2022: Micron ha anunciado una reducción del 40% de sus inversiones productivas para este año fiscal que acaba en agosto, SK Hynix lo hará en más del 50% este 2023, mientras que Kioxia, heredera de Toshiba, planea recortar su capacidad de producir memorias.
Por su lado, TSMC, el mayor fabricante de semiconductores por encargo para las grandes compañías estadounidenses sin fábricas – Apple, Qualcomm, Nvidia, AMD y Broadcom – ve compatible hacer anuncios grandilocuentes con aplicar recortes en los planes que anunciara hace menos de uno año: al menos, disfruta de grandes beneficios anuales.
El caso de Intel es de lejos el más grave. Su CEO, Pat Gelsinger, se ha pasado dos años hablando de inversiones para expandir sus capacidades de producción, pero los resultados del año fiscal dejan a Gelsinger contra las cuerdas.
Samsung ha dejado varias pistas de su estrategia al anunciar en la feria de Las Vegas el objetivo de que todos sus dispositivos – sin excluir los de sus competidores – podrán interconectarse mediante la tecnología que se conoce como SmartThings. “Queremos maximizar la experiencia y riqueza de nuestras vidas con la utilización de la tecnología Samsung en un mundo conectado”, proclamaba Han Jong-hee: una novedad bautizada como SmartThings Station serviría para controlar todos los productos del hogar y de paso analizar el comportamiento de los usuarios con la finalidad de ahorrar energía. El anuncio suena oportuno, pero habrá que ver en qué se concreta la buena voluntad de abrirlo a marcas rivales.
Otra tecnología que Samsung está perfeccionando es la llamada micro-LED, consistente en que los píxeles de todas las pantallas planas estén retroiluminados con lámparas LED más diminutas que las actuales y así conseguir un mejor brillo, resolución y contraste al tiempo que se reduce su espesor y su consumo de energía eléctrica (que a su vez permitiría que los dispositivos con baterías tengan mayor autonomía).
El negocio de pantallas de Samsung, tanto de televisores como de smartphones y televisores, aunque amenazado por un repliegue de la demanda, cuenta con que un nuevo avance en su tecnología sería positivo para todo el sector.
De todos modos, Samsung ha hecho saber que su objetivo no es invertir en nuevas tecnologías por sí mismas, sino en que sean útiles para que los consumidores se encuentren más cómodos y satisfechos con el uso de los nuevos dispositivos y puedan disfrutarlos sin tener que acudir a farragosos tutoriales. Este concepto, que Samsung enunció en el CES, lo ha llamado calm technology, algo así como tecnología tranquila, a falta de mayor concreción.
Con las reorganizaciones de los últimos años, queda más claro que nunca que Samsung tiene una estrategia global y que todos sus productos, desde una memoria o un microprocesador hasta una pantalla, estarán conectados de una forma u otra.
El vicepresidente Han dijo tener asumido que la demanda de dispositivos electrónicos de consumo continuará siendo débil durante al menos la primera mitad de este año. La incertidumbre macroeconómica no va a desaparecer de la noche a la mañana. Es muy cierto, pero Samsung cuenta con la ventaja de que sus arcas están rellenas y cuenta con tranquilizar a los inversores con una promesa: cuando el ciclo cambie de signo, la compañía saldrá fortalecida.
[informe de Lluís Alonso]