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A bote pronto, no debería sorprender. Ha trascendido que el consejo de administración de Dell Technologies, actualmente la mayor empresa cotizada, estudia entre otras alternativas el retorno a la bolsa. La noticia se publica cuatro años después de que Michael Dell echara mano de su fortuna para controlar la compañía que fundó en 1984. La retiró de cotización porque, a su juicio, el escrutinio trimestral de los analistas la infravaloraba. Ya entonces (2013) y con más razón tras la adquisición de EMC (2016) muchos se preguntaron cuánto tiempo aguantarían sus socios de Silver Lake (24% de participación en Dell y avalistas parciales de la deuda) antes de buscar la salida mediante una OPV. Leer más
Puede sonar extraño, pero las multas son consustanciales a la existencia de Qualcomm, siempre bajo la acusación de abuso de posición dominante. Ha ocurrido en Estados Unidos, Corea del Sur, China y ahora toca a la Comisión Europea sancionar a la empresa californiana: la comisaria Margrethe Vestager ha concluído un expediente que se origina en los «pagos ilegales de Qualcomm a uno de sus clientes con el fin de cerrar a sus competidores las puertas como suministradores de chips de banca base LTE». La multa a pagar, 997 millones de euros, no es pecata minuta ya que representa el 4,9% de los ingresos de Qualcomm en 2017.
La investigación ha girado en torno a los pagos de Qualcomm a Apple durante cinco años (2011 a 2016) condicionados al uso exclusivo de sus chips en los modelos de iPhone e iPad. Según Vestager, no se trató de una simple rebaja del precio [¿si lo fuera sería aceptable?] sino de una imposición expresa; la documentación examinada demostraría que, a cambio del dinero recibido, Apple renunció a contratar a Intel como segundo suministrador [últimamente ha adoptado un módem fabricado por Intel en una parte de los nuevos iPhone]
Se da así la circunstancia de que Qualcomm corre el riesgo de perder a Apple como cliente, como consecuencia de un litigio en el que la marca de la manzana denunció como abusivas las condiciones de licencia y le reclama el reembolso de unos 1.000 millones de dólares, monto en el que estima haber sido perjudicada. No parece que haya posibilidades de arreglo entre las partes, pero eso tampoco tendría por qué suponer una ruptura total [véase el caso de Samsung]. Sin embargo, lo que es una mala noticia para Steve Mollenkopf, CEO de Qualcomm, también podría actuar como paliativo para otro de sus problemas: sigue abierta la oferta de compra hostil lanzada por Broadcom por 105.000 millones de dólares.
Inversores que apoyan a Broadcom en el intento, han manifestado el temor a que los problemas regulatorios y judiciales de Qualcomm se estiren durante años y, por ellos, se retrasen las autorizaciones que la transacción requiere en varios países, uno de ellos China.
Precisamente de China ha recibido Mollenkopf una buena noticia. Cuatro fabricantes de smartphones (Xiaomi, Vivo, Lenovo y Oppo) han firmado un manifiesto de apoyo a Qualcomm, en el que advierten que si cayera en manos de Broadcom, la combinación crearía una situación monopólica con el resultado de encarecer los chips que ahora compran a las dos partes. El texto está manifiestamente dirigido a convencer al gobierno de Pekín de bloquear la OPA.
La idea, a menudo expuesta por los analistas, de que Qualcomm tenía una dependencia excesiva de las compras de Apple, está cambiando: la nueva tesis imperante es que la salvación podría venir de esos fabricantes, cuyo ritmo de crecimiento se ha acelerado. El cuarteto chino tiene a su favor el hecho de que, tras pagar una multa de 1.000 millones de dólares a Pekín en 2015, Qualcomm se ha comprometido a ser escrupulosa con sus precios en ese mercado.
En una conferencia reciente, Cristiano Amon – número dos de Qualcomm y probable sucesor del quemado Mollenkopf – ha subrayado que las marcas chinas despacharán la mayor parte de los smartphones que se vendan en el mundo en 2022, prolongando lo ya visible. Sólo un fabricante chino no depende del suministro de Qualcomm, Huawei, porque diseña los suyos internamente.
Hace sólo unos meses, la mayoría de los observadores aventuraban que el litigio con Apple dejaría malherida a Qualcomm. Tal percepción ha cambiado radicalmente: su liderazgo en 5G confluye con la ambición china de que el advenimiento de 5G sea un arma para destronar a Apple. Por tanto, ambos fenómenos se refuerzan recíprocamente. Ahora y quizá por mucho tiempo.
Otra complicación pendiente es la oferta de Qualcomm por NXP, que le permitiría dar un salto en su estrategia de diversificación hacia el mercado de la automoción, pero tarda en consumarse. La operación ha sido autorizada por las autoridades europeas, pero algunos accionistas de la empresa holandesa están consiguiendo que se demore con dos argumentos que en realidad son uno solo: insisten en que la empresa vale más de los 47.000 millones de dólares ofrecidos y que la compradora es hoy más débil a causa de su disputa con Broadcom.
El reto personal que Mark Zuckeberg acostumbra plantearse al inicio de cada año será, este 2018, más arduo que estudiar mandarín y menos gratificante que recorrer Estados Unidos para conocer cómo viven sus compatriotas. Según ha escrito, este año se propone «arreglar los problemas de Facebook». ¿Qué problemas? Admite que Facebook ha cometido «demasiados errores en la ejecución de sus políticas y en la prevención de usos malsanos de sus herramientas». La autocrítica explica por qué Facebook ha decidido cambiar las prioridades de los feeds de noticias para privilegiar las fuentes fiables, sin renunciar al principio de que sean los usuarios quienes evalúen la credibilidad de esas fuentes. Leer más
«Se mire por donde se mire, ha sido una excelente forma de acabar el año». Se entiende que Martin Schroeder mostrara su satisfacción: el cuarto trimestre ha sido el primero, desde que fue nombrado CFO de IBM, en el que esta quebró su larga racha negativa; con esa credencial acaba de asumir su nuevo cargo, SVP de Global Markets, que lo convierte en directo responsable de la generación de ingresos y beneficios. Su sucesor, James Kavanaugh, se estrenó en plan triunfalista: «hemos pasado por un lifting obligado para reinventar el negocio; entramos en 2018 con un perfil de ingresos mucho mejor que el de hace un año».
En el cuarto trimestre de 2017, IBM obtuvo un crecimiento en ingresos del 4%, cerrando un ciclo de veintidos trimestres en el que sus ventas cayeron un 15%. De octubre a diciembre, ingresó 22.050 millones de dólares, algo más que lo esperado por los analistas. Tiene mérito, pero no fue del todo sorpresivo: se sabía del aumento de ventas del nuevo mainframe de la serie z, disponible desde el verano. De modo que la división de Sistemas fue determinante, con un crecimiento del 32%: otros productos de esta – la familia Power y la rama de almacenamiento – aportaron lo suyo.
Schroeter dijo a los analistas que tres de las cuatro divisiones han tenido crecimiento. La que no fue la organización de servicios (GTS) que pasará pronto por una cura bastante más dolorosa que un lifting: no sólo cayó en ingresos, sino que sus márgenes son la mitad de los que generan los sistemas y el software.
Por eso, aun admitiendo que el alza de los Sistemas sea transitorio, lo mejor de los resultados procede de los «imperativos estratégicos». El analista Mark Moskowitz, de Barclays, destaca en su informe que la marcha del negocio cloud en el cuarto trimestre «permite pensar que la oferta de servicios en la nube de IBM puede tener un subidón en los próximos 12 a 18 meses».
Igualmente positiva es la visión de Kathy Huberthy, de Morgan Stanley: «IBM está liderando la conversación en áreas tecnológicas nuevas, como IA, blockchain y computación cuántica». Según sus fuentes, una proporción inusualmente alta de clientes estaría renovando sus contratos de licencias». Por otro lado, se subrayó que los diez primeros bancos del mundo y ocho de las primeras aerolíneas, han renovado sus pedidos de mainframes.
Claro que también hay aguafiestas, esos analistas críticos para quienes IBM renquea porque sus resultados, incluso siendo mejores, se apoyan en dos patas inestables: los mainframes y la depreciación temporal del dólar. En términos anuales, los 79.100 millones de ingresos anuales muestran ¡al fin! un crecimiento pero ¡qué pena! de sólo el 1%. Durante la conferencia, hubo un intercambio entre Schroeter y Toni Sacconaghi (Bernstein). A este, más que los ingresos, le importaban los márgenes, su calidad.
Al final del diálogo, el CFO saliente no logró que Sacconaghi se moviera de su opinión inicial: «la erosión de márgenes es la peor que he visto en mucho tiempo […]». Ejemplos al canto: en la división Global Business el margen operativo bruto cayó al 24,8% mientras en la de Servicios Tecnológicos y Plataformas Cloud [el mayor segmento, a la vez que el más problemático] volvió a bajar dos puntos y en la de Sistemas otros 1,2 puntos. La media anual del 45,8% es inferior a la de 2016 [aunque la del cuarto trimestre fue del 48%] y Schroeter justificó la tendencia por las inversiones acometidas para dar la vuelta a la situación.
En todo caso, la perspectiva de la primera mitad de 2018 se anuncia más clara debido a – según Kavanaugh – a la sustancial mejora que se espera en el negocio cloud.
A pesar de las buenas noticias y de un free cash flow de 13.000 millones – del que la compañía retornó un 70% a los accionistas – la cotización de IBM ha bajado en horas posteriores a conocerse los resultados. ¿Cómo entenderlo? Lo más plausible parece pensar que los inversores institucionales, que la sostuvieron mientras esperaban ver la luz del túnel, han redescubierto la impaciencia justo al salir a la superficie.
La primera razón del optimismo que se irradia desde la compañía es que sus «imperativos estratégicos» están funcionando al extremo de que ya representan ya 46% de los ingresos; si se consideraran por separado – ¡ay, quién pudiera quitarse el peso del pasado! – su crecimiento sería del 17% interanual.
A muchos les hubiera gustado escuchar la conversación telefónica en la que Donald Trump felicitó a Tim Cook por su decisión de repatriar a Estados Unidos la fortuna que Apple tiene aparcada fuera del país y que era exactamente de 268.895.000.000 dólares al 30 septiembre. Es posible que Cook respondiera agradeciendo el cambio legislativo que ha bajado en unos 40.000 millones el coste de traer a casa un tesoro que, a estas fechas, habrá engordado otros 20.000 millones. Apple ha sido la primera empresa tecnológica en dar un paso que pronto van a imitar otros gigantes. La primacía tiene sentido, por tratarse de la más rica a la vez que la más envidiada por su capitalización bursátil. Leer más
Los medios, incluído este blog de la periferia, tienden a la sinonimia entre el Silicon Valley y el sector tecnológico. Hay buenos motivos: gran parte de las noticias que circulan tienen como referencia (o como fuente) alguna empresa californiana. Lo que produce un exceso de protagonismo del bloque apodado GAFA (Google, Apple, Facebook y Amazon) al que en otra versión se llama FAANG con el añadido de Netflix. Si no se presta la misma atención a otro acrónimo, BAT (Baidu, Alibaba y Tencent), es porque estos tres gigantes chinos tienen (todavía) poca presencia en los mercados occidentales. No la necesitan, mientras tengan un buen bocado que morder en geografías más cercanas. Leer más
Un mercado dominado en un 43,8% por dos empresas tiene en cualquier sector un alto grado de concentración; es el caso de HP y Lenovo, líderes del mercado mundial de PC. Si se amplía el número a cuatro – añadiendo Dell y Apple – la proporción sube al 67,4%, pero no hay más que sumar otras dos marcas – Asus y Acer – para alcanzar un 80,8% del total. El resto – en su mayoría fabricantes locales – aparece disperso y marginado. No es una tendencia novedosa, pero se ha acentuado en 2017: la escasez de componentes de estado sólido ha hecho que – no es novedad – los suministradores dieran prioridad de entrega a las marcas de primera fila, mejor dotadas para compras voluminosas con los precios en alza. Leer más
Creo no precipitarme si digo que a Virginia Rometty se le acaba el crédito… y el discurso. Tras 22 trimestres consecutivos sin mostrar crecimiento en los ingresos, la chairwoman y CEO de IBM tendrá difícil convencer a analistas e inversores, el próximo vienes, de que aún tiene alguna idea sobre cómo enderezar una compañía. La acción de IBM ha caído de 213 a 163 dólares en los pasados cinco años pese a haber premiado a los accionistas con el 80% de los 92.000 millones de cash flow generados. Su margen operativo ha caído del 21% al 15% y el retorno de capital, que era del 31% es hoy del 19%.
La inminente presentación de los resultados del año fiscal 2017 coincidirá con un llamativo cambio de fichas. Martin Schroeter, que ha acompañado a Rometty desde enero de 2014, deja el puesto de Chief Financial Officer a otro veterano, James Kavanaugh. No hay que ver la salida de Schroeter como un castigo, porque los problemas de IBM no tienen raíz financiera. Es significativo que su nuevo cargo es de vicepresidente senior a cargo de Global Markets, curiosamente un papel similar al que tenía Rometty antes de ser escogida como sucesora de Sam Palmisano.
En espera de conocer las cifras de 2017, la semana pasada se publicaba una noticia que ya se barruntaba internamente. IBM tiene a punto de caramelo una reestructuración masiva de la división Global Technology Services (GTS), que afectaría de una u otra forma a 30.900 empleados. GTS es la rama encargada de dar soporte a las infraestructuras de sus clientes, lo que vincula su negocio al legacy y a la declinante actividad de outsourcing. En la medida que la compañía ha ido poniendo énfasis creciente en el negocio cloud y otros «imperativos estratégicos» (IA, ciberseguridad, analytics y movilidad, a los que recientemente ha añadido blockchain) esta división pierde relevancia y sus ingresos bajan gradualmente [en el tercer trimestre de 2017 aportó 7.500 millones, un 4% menos que en igual período del ejercicio anterior] mientras los nuevos negocios se desperezan.
Se dirá, con razón, que esta es una tendencia general del mercado de TI: en todas partes, las empresas desplazan procesos de sus datacenter propios en beneficio de proveedores de servicios en la nube. Lo grave del caso es que GTS arrastra una plantilla de 103.000 empleados distribuída globalmente.
Sabido es que al comienzo de cada año IBM procede a recortes de personal más o menos numerosos según las circunstancias. Los de 2018 prometen ser dramáticos. Han trascendido detalles de un análisis que IBM encomendó a la consultora Bain [y no a PwC, que es de su propiedad] con el objeto de transformar radicalmente GTS. A continuación, la foto de una transparencia obtenida por The Register que resume el contenido de la propuesta:
Bain plantea una «transformación del modelo de SD&T [service delivery and technology] mediante el redespliegue productivo (sic)» de una tercera parte de la plantilla de GTS. De aceptarse esta recomendación al pie de la letra, se verían afectados 30.900 puestos de trabajo: 10.900 en Estados Unidos y 20.000 en el resto del mundo. El desglose indica que 10.100 de ellos serán eliminados [literalmente, son clasificados como attrition w/o backfill] lo que se interpreta en el sentido de que a lo largo de este año los despedidos no serán reemplazados y, dado el caso, los contratos no serán renovados. Adicionalmente, unos 9.300 empleados serán reasignados a nuevos roles dentro de la compañía y otros 6.000 (g&h en el gráfico) se detraerán de subcontratas prescindibles. Quedaría un remanente de 5.500 casos «pendientes de encontrar una solución».
La noción de «redespliegue productivo» no es un eufemismo, qué va: la meta del programa de transformación sería alcanzar una fórmula 20/20/60, según la cual el 20% del personal que siga en GTS seguiría en sus puestos locales, otro 20% en sitios nearshore [desempeñando funciones regionales sin moverse de sitio] y el 60% restante offshore. Consultados acerca de estas noticias, los voluntariosos comunicadores de la compañía se han salido por la tangente: «IBM continuará invirtiendo en el desarrollo profesional de sus empleados, enfocada como siempre en sus iniciativas estratégicas».
La presentación inaugural del CES, a cargo este año de Brian Krzanich, CEO de Intel, na sido un show audiovisual impactante incluso para los estándares de Las Vegas; sólo faltó que apareciera un holograma de Frank Sinatra. El discurso de Krzanich duró dos horas, que dedicó a cuestiones más o menos futuristas: coches autónomos, drones, realidad virtual, computación cuántica y neuromórfica, exploración de la cuarta dimensión, … pero liquidó en dos minutos el asunto candente, Meltdown y Spectre. Confirmó que en los próximos días habrá actualizaciones para el 90% de los procesadores de los últimos cinco años. Dicho lo cual, cambió educadamente de tema: «hoy estamos aquí para hablar de innovación». Leer más