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Por una vez, conviene empezar por el final. El impacto de la digitalización en la economía española se mide por las mejoras de la productividad, la eficiencia del mercado laboral y el uso del capital. Sin este impulso, España tendría serios problemas. ¿Qué hacer? Dar la vuelta a las cifras. Esta sería, pintada con trazo grueso, la advertencia del informe La reinvención digital, una oportunidad para España, publicado por la Fundación Cotec. Vuelca toda su artillería en poner de manifiesto que el progreso de las empresas – a ellas se dirige primordialmente – pasa por que cada uno de sus procesos tenga un componente digital. Un argumento que no es nuevo ni original, pero llega oportunamente. Leer más
Este año, el calendario de Apple está provocando inusual perplejidad. A un primer lanzamiento de los iPhone 8 y iPhone 8 Plus, seguirá a principios de noviembre la puesta en venta del iPhone X [léase como número romano, por el aniversario]. Sea como reflejo de una política comercial o por supuestos problemas de suministro, el desfase resulta contraproducente: los dos modelos ya en el mercado provocan escaso interés y críticas sólo corteses. Es curioso, porque Apple lleva meses sugiriendo la idea de un «superciclo» que, de momento, no ven ni los más entusiastas de sus fans. Extremando las cosas, se ha llegado a diagnosticar que está a punto de perder el segundo puesto en el ranking mundial. Leer más
Una de las líneas estratégicas de Hewlett Packard Enterprise (HPE), quizás poco notoria, es reforzar su papel entre los líderes del ascendente mercado de High Performance Computing (HPC), más conocido como supercomputación. Por esta razón compró en noviembre la empresa especializada SGI, nombre tradicional en ese mercado. Más recientemente, en agosto, la NASA envió al espacio un superordenador de la familia Apollo, diseñado y construído con componentes estándar pero alojado dentro de un armario estanco y con ligeras variaciones de software. Tiene el propósito de comprobar que esta tecnología puede funcionar sin problemas en la Estación Espacial Internacional (ISS) durante un año completo. Leer más
Un titular (o un tuit) no está hecho para matizar. Y quien lee sólo titulares (o sólo frecuenta Twitter) se queda sin entender gran cosa. Un ejemplo es este de la semana pasada: Google compra parte del fabricante HTC por 1.100 millones de dólares. En la noticia hay matices que – casualmente – son la materia de la que está hecho este blog. Allá van.
El primero es que, más que una compra, estamos ante un rescate: Google ha lanzado un salvavidas para que HTC no naufrague y gane tiempo para elaborar otro modelo de negocio que sea viable. El acuerdo mejorará la estructura financiera de la compañía taiwanesa, que cerró el pasado trimestre con sólo 873 millones de dólares en una tesorería que un año antes tenía más del doble y ya era poco. Los 1.100 millones que ingrese se contabilizarán directamente como resultado no operativo, y se confía en que así conseguirá Cher Wang, presidenta y primera accionista de la compañía, cerrar un ejercicio en positivo por primera vez en años.
A cambio de esta aportación monetaria, HTC cederá a Google una plantilla estimada en 2.000 ingenieros, lo que me lleva a concluir que lo esencial de la transacción no es una compra de activos sino una transferencia de mano de obra cualificada. En una visión positiva, HTC reducirá en casi un 40% sus gastos operativos, aunque a largo plazo puede ser negativo: su capacidad de I+D quedará mermada, y aunque la empresa promete seguir desarrollando sus smartphones, sería ilusorio esperar que recupere el terreno perdido, El pasado agosto, sus ingresos fueron los más bajos en 13 años, y en unidades despachadas está muy rezagada.
He leído estos días que el inicio de la relación entre Google y HTC se remonta a 2010 con el lanzamiento del primer Nexus. No es así. Quienes llevamos tiempo en esto, recordamos que en 2007, pillada de sorpresa por la irrupción de Apple con el primer iPhone, Google tuvo que recurrir de urgencia a quien dirigía entonces HTC, Peter Chou, para que su compañía diseñara el primer smartphone basado en el sistema operativo Android, que había comprado dos años antes por 50 millones. Con el tiempo, HTC apareció entre las marcas líderes de un mercado en vertiginoso crecimiento pero su declive posterior ha sido inexorable.
La unidad de diseño de smartphones de HTC quedará diezmada al mínimo indispensable para mantener viva una planta de fabricación cuyo único cliente, que yo sepa, es Google. De paso, esta elude tener que negociar con un contratista tan poco fiable como Foxconn, fabricante de los iPhone. Adicionalmente, por el mismo precio, HTC cede a Google una licencia no exclusiva sobre su cartera de patentes.
Cher Wang ha dicho estos días que el dinero fresco servirá para redoblar su apuesta por la realidad virtual (VR) – los cascos Vive pueden competir de igual a igual con los Oculus, pero sufren la falta de viabilidad de HTC y para desarrollar productos de Internet de las Cosas y comunicaciones 5G. No alcanzo a entender cómo podría hacerlo después de sacrificar lo esencial de su I+D, pero buena suerte.
El segundo ´matiz` cae del lado de Google. La operación no es para nada comparable a la extravagante compra de Motorola en 12.400 millones de dólares en 2012 [revendida luego a Lenovo a bajo precio] pero responde al mismo objetivo: tener una presencia significativa en el mercado de smartphones requiere una fusión de hardware y software. Trasciende así el papel privilegiado de Android en el mercado. De esto se ocupa, como vicepresidente de Google, Rick Osterloh, que antes dirigió Motorola Mobility.
Dar continuidad a una marca propia es fundamental para que Google pueda marcar el camino a la industria y evite veleidades de independencia (muy eventuales). La semana próxima, Google presentará dos modelos de alta gama, Pixel 2 y Pixel 2 Plus, ambos basados en Android One, cuyo precio se alineará con los Galaxy y los iPhone más recientes. Lo que, por extensión, requiere que estén a la misma altura de calidad y rendimiento que esos competidores.
La pregunta clave es ¿por qué razón Google, que a través de Android controla el 74% del mercado mundial de smartphones, necesita hardware bajo su marca que compita con los fabricantes a los que debe el volumen alcanzado por su sistema operativo? No es, desde luego, porque busque ganar dinero vendiendo unos cuantos móviles. Se ha estimado que Google podría acabar 2017 vendiendo 1,3 millones de smartphones de su marca, una cantidad ínfima comparada con los diez o veinte líderes del mercado.
Y si no es por ganar dinero, ¿por qué? Porque, a diferencia de Apple, que ejerce un control absoluto sobre los dispositivos que llevan su sistema operativo IOS y con ello consigue que el 87% de los iPhones ´vivos` lleven la última versión, Google no puede controlar las libertades que los fabricantes se toman con Android; el 84% de los Android en uso no están actualizados, lo que es grave por tratarse de nada menos que 1.700 millones de dispositivos. Cada vez que Apple renueva IOS, todos los usuarios de iPhone siguen la corriente; cuando Google hace lo propio, los fabricantes esperan – en el mejor de los casos – hasta lanzar su siguiente modelo para alinearse con Android.
La fragmentación es un problema clásico de Android que no hace más que agravarse. Samsung y las otras marcas afines se las han apañado para que los usuarios instalen ´sus` tiendas de aplicaciones, ´sus` intefaces específicas, como manera de generar ingresos/beneficios adicionales que, va de suyo, se le escapan a Google; ¿qué les induciría a darse prisa actualizando Android cuando esto sólo prolongaría la vida útil de sus modelos vigentes.
No se trata aquí de discutir si la estrategia de Apple – monopolística – es mejor para los usuarios que la de Google – abierta – sino de algo mucho más prosaico. El mercado de smartphones funciona a la manera de ´ecosistema` dominado por los fabricantes y los operadores, cada uno con prioridades y objetivos propios, que raramente coinciden con los de Google. Con un efecto dañino adicional: un sistema operativo no actualizado es vulnerable al malware.
Ayer, lunes, empezó a publicarse en la prensa anglosajona un anuncio a toda página de publicidad de Android, prólogo del lanzamiento de los Pixel el 4 de octubre. ¿Significa que Samsung pasa a la ofensiva? Probablemente no. Sólo significa que no está dispuesta a permitir que Google o Huawei – entre otras marcas – le arrebaten todo el protagonismo.
Mucho de todo lo que se escribe cada día sobre China y su papel en el mundo suele llevar el adjetivo ´estratégico`. Esta regla vale también para el coche eléctrico: hay sobradas evidencias de que un objetivo estratégico chino es llegar a liderar la fabricación mundial de coches eléctricos puros en las próximas décadas. En gran medida, es una repetición de la política industrial que ha convertido al país en el mayor productor a la vez que mayor consumidor de paneles fotovoltaicos. Tiene a favor varios factores: mercado interior en plena expansión, urgencia por reducir la contaminación en las ciudades y, cómo no, voluntad y medios para invertir masivamente con el respaldo gubernamental. Leer más
La brecha de seguridad abierta en los sistemas de Equifax es sólo la sexta en orden de magnitud comparada con otros casos similares (Yahoo, Sony, Tesco, etc). Pero es la más grave: los delincuentes se han apoderado de información altamente sensible en las mismas barbas del sistema financiero de Estados Unidos. Si las demandas que se anuncian prosperasen, el pago de indemnizaciones amenazaría de quiebra a la compañía. El rol de Equifax como proveedor de información sobre riesgos crediticios supone que sus servidores sean una auténtica cámara del tesoro: datos personales, entre ellos los más críticos para todo ciudadano estadounidense: su número de seguridad social y el permiso de conducir. Leer más
En diciembre pasado, tras consumarse la absorción de LinkedIn por Microsoft, pactada a cambio de 26.200 millones de dólares, Satya Nadella, CEO de la compradora, enunciaba una lista de prioridades de integración entre las respectivas líneas de productos. Nadella tenía que justificar ante sus accionistas de la adquisición más cara en la historia de la compañía. Han pasado diez meses, y la asimilación ha sido cautelosa, como queriendo evitar que se malinterpreten las intenciones de Microsoft. Hasta la fecha, sólo se ha avanzado en la fusión de Sales Navigator, herramienta de LinkedIn, con el software para gestión comercial (Relationship Sales) que forma parte de Dynamics 365. Leer más
Se sospechaba y se veía venir, pero la noticia nos pilló en pleno verano, gracias a un ´hecho relevante` comunicado por Oracle a la comisión de valores de Estados Unidos: John Fowler, vicepresidente ejecutivo de Sistemas, ha dejado la compañía el 2 de agosto. A su cargo estaban todos los productos de hardware, que en los doce meses hasta el pasado junio facturaron 4.150 millones de dólares (el 11% de los ingresos totales) y en el último trimestre cayeron un 13%.
No se necesita imaginación para interpretar lo que está pasando: después de años de insistir en el valor fundamental de los ´sistemas de ingeniería conjunta` – en su mayoría herencia de Sun Microsystems, donde Fowler ocupaba el mismo puesto – en su estrategia, Oracle ha tirado la toalla.
Hay que reconocer que Larry Ellison ha sido paciente. No tenerla hubiera sido admitir que la compra de Sun fue un error. Tal vez, si en la puja de 2010 – Big Red contra Big Blue, ¿recuerdan? – hubiera prevalecido IBM, esta habría tenido menos paciencia. Basta con recordar que ha vendido a Lenovo su división de servidores x86 (mientras Oracle defendía los suyos) y que había motivos para dar oxigeno a Solaris o SPARC, competidores de sus productos.
Las circunstancias han cambiado, claro. Oracle está obteniendo en su negocio cloud unos resultados suficientemente buenos como para cambiar de sintonía sin dar explicaciones. Es evidente que la inversión en hardware de las empresas desciende o bien se desvía hacia proveedores que revientan los márgenes. No es el hardware, por consiguiente, una prioridad de Oracle. Como tampoco lo es mantener vivos Java y MySQL, también procedentes de Sun, que no generan ingresos pero sí problemas judiciales.
La nueva religión de Oracle se llama cloud. «El motor dominante de nuestro crecimiento es la nube, y no se trata de un fenómeno pasajero», aseguraba en junio su co-CEO Safra Catz, en la conferencia con analistas. En respuesta a una pregunta, llegó a calificar de ´rémora` (drag) las energías dedicadas a vender hardware.
En consecuencia, sin ruido y sin contemplaciones, Oracle ha iniciado la supresión de hasta 2.500 puestos relacionados con la ingeniería de Solaris y SPARC, la mayoría en California. Indica su disposición a descatalogar – si pudiera – su sistema operativo basado en Unix y su microprocesador de arquitectura RISC. En Europa, el perjuicio será menor, al desplazar a Rumania la estructura de soporte de hardware, lo que permite eliminar empleos redundantes; en el reparto de bajas, a España le tocará – la cifra es extraoficial – sacrificar o reciclar más de 60 puestos de trabajo.
Bryan Cantrill, antiguo directivo de Sun, escribe en su blog acerca de lo que llama «muerte súbita» de Solaris. Los recortes – sostiene – son tan profundos que la organización perderá un 90% de los ingenieros especializados en esta línea de producto, condenado a desaparecer. Naturalmente, no será de la noche a la mañana, pero Oracle puede muy bien desnaturalizar su compromiso de seguir ofreciendo soporte hasta 2034. Esta promesa no le impide proceder al desguace.
En el próximo OpenWorld, en San Francisco (1 de octubre), debería darse a conocer una actualización de la hoja de ruta de Solaris, postergando hasta 2018 la release que se había prometido para finales de 2017. La corrección esconde una reconversión apenas disimulada. En el catálogo de OpenWorld se anuncia una sesión cuyo título será mejor transcribir en inglés: «Virtual SPARC on x86: your legacy Solaris apps survive on an x86 SPARC Emulator«. Hasta mañana,
Norberto
En pocos meses, el coche eléctrico ha pasado de ser una curiosidad, un tema de conversación para minorías, a tener un futuro prometedor. Es un descubrimiento para los medios, que han empezado a dedicar suplementos a proclamar que la nueva era del automóvil eléctrico alcanzará su primer hervor en 2025, quizá antes. Hay muchos factores que influyen. pero el decisivo ha sido la incapacidad de las marcas para fabricar coches más limpio. Por otra parte, las autoridades han encontrado un argumento de valor político, la movilidad sostenible. Todo ello pese a que muchos empleos, la recaudación de impuestos y el futuro de una industria, siguen dependiendo del motor de combustión, contaminante. Leer más