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Mis lectores habituales saben lo que pienso de la tesis sobre la famosa era post-PC, porque lo he escrito a menudo. No comparto la idea y, con franqueza, me parece otra cantinela de marketing, de la que se hacen eco entusiastas que la han transformado en un titular más radical todavía : la muerte del PC. Otra cosa sería si dijeran que el PC tiene que evolucionar al comps que marcan la tecnología y los usos sociales. Es cierto que smartphones y las tabletas ocupan espacios adyacentes y crecientes, y está comprobado que su mercado es más grande que el de los PC. Pero no hay fundamento para sostener una sustitución en un plazo predecible.
IDC publicó ayer su proyección de los despachos de PC hasta 2016. La cifra de partida es la de 2011: 353,3 millones de unidades, que subiría hasta 518,3 millones dentro de cinco años. Según esos cálculos, el desktop no desaparecería, aunque crecerá sólo un 9%, y los portátiles ocuparán su espacio y más. Tiene sentido la estimación de que los mercados emergentes crecerán más que los maduros, hasta representar el 63% del total de unidades al final del período. Echando cuentas, el total de PC despachados en cinco años será de casi 2.600 millones de unidades. No sabemos cómo serán, pero si aceptamos el cuánto, parece más que suficiente para mantener viva una industria, que tampoco sabemos si se parecerá a la que conocemos.
El último trimestre del año fiscal 2011 fue el mejor en la historia de Adobe; el primero del actual ejercicio se ha cerrado en febrero con crecimiento plano en ingresos y descenso de los beneficios. No obstante, la previsión para el resto del año es bastante buena para los tiempos que corren: crecer entre el 6 y el 8 por ciento. Tras estas cifras heterogéneas se encuentra una profunda transición en su modelo de negocio. En 2011, su consejero delegado, Shantanu Narayen inició la reestructuración de Adobe en dos grandes áreas: Digital Media y Digital Marketing, además de cerrar varias adquisiciones – ninguna muy grande pero significativas – para acometer esa transformación. Leer más
Rectificación sin atenuantes. La división Personal Systems Group de HP no pierde dinero, como escribí ayer en este newsletter. En 2011, tuvo beneficios de 2.350 millones de dólares sobre unos ingresos de 39.574 millones, y en el primer trimestre del año fiscal 2012 (noviembre-enero) mantuvo una performance similar: 8.873 millones de ingresos y 464 millones de beneficio. Por consiguiente, mis disculpas por el error, y mi agradecimiento a quienes me lo hicieron ver.
La metedura de pata me obliga a anticipar una valoración provisional que hubiera preferido postergar. Toda la actividad de HP se concentrará en dos grandes bloques que corresponden a sendos modelos de negocio. Uno de volumen (PSG+IPG) – que no es sinónimo de consumo – y otro cuyo nombre lo dice todo: Enterprise Group. A cargo del primero estará Todd Bradley, y del segundo se ocupará Dave Donatelli.
Junto a estos pesos pesados, el organigrama se completa con otros dos altos mandos de carácter transversal. Todas las funciones de marketing convergen en Marty Homlish, una de las pocas contrataciones de Leo Apotheker (con quien había trabajado en SAP) que han sobrevivido a su marcha. Por su lado, Henry Gomez, responsable global de comunicación desde enero, es un viejo colaborador de Whitman: estuvo con ella en eBay y luego la asesoró en su candidatura a la gobernación de California.
No quiero perderme en los detalles. Lo relevante, creo yo, es que ahora puede decirse que Meg Whitman ha tomado las riendas del turnaround. Está clarísimo que los resultados de 2012 van a depender exclusivamente de ella, y no podrá abusar de las excusas sobre la herencia recibida.
Las relaciones entre los operadores y los reguladores incluyen, por definición, zonas de fricción. Tienen que ser educadas, pero el papel de los segundos es fijar las reglas a las que tienen que atenerse los primeros, y a veces saltan chispas. A escala europea, se considera normal que la comisaria Neelie Kroes, responsable de la llamada Agenda Digital, tenga sus más y sus menos con los operadores “incumbentes”. Nadie sospechaba que su comedido colega Joaquín Almunia, a cargo de Competencia, desataría una agria polémica como la que la semana pasada sobresaltó a la prensa económica, a cuenta de las reuniones que han mantenido los cinco grandes operadores móviles europeos. Leer más
Tenía mis temores acerca del post de ayer, por apartarme de los asuntos habituales del sector y el mercado. Pero la experiencia ha sido gratificante: en un primer recuento de audiencia, ha resultado ser la segunda pieza más leída en lo que va de año. Y, lo que tal vez sea más importante: he recibido algunos correos con valiosas reflexiones para seguir con el tema. Pero como la actualidad aprieta, y el post de hoy ya estaba escrito, tengo que decir algo rápido acerca de la noticia sobre la reestructuración de HP, revelada anoche por el Wall Street Journal.
Las divisiones de sistemas personales (PSG) y sistemas de impresión e imagen (IPG) se combinarán en una sola unidad de negocio. Ya estuvieron juntas hasta 2005, y la experiencia no dejó buen recuerdo en la compañía, pero las circunstancias son otras: la primera pierde dinero y la segunda lo gana, esto es público. Sin conocer más elementos – hoy Meg Whitman afronta su primera junta de accionistas y este será su golpe de efecto para la ocasión – todo lo que se puede decir es que la jugada tiene riesgo, por la delicada fusión de dos estructuras que no necesariamente encajan bien. El responsable de la nueva unidad será Todd Bradley, y Vyomesh Joshi dejará la compañía.
En su día se comentó que Leo Apotheker consideró esa posibilidad antes de liarse la manta a la cabeza y anunciar su disposición a vender PSG. Fue el desencadenante de su caída, y Whitman deshizo en octubre aquella discutible decisión. La suya de ahora, también será discutida.
A finales de 2011, Android acumulaba el 22% del mercado europeo de smartphones, y se espera que sume diez puntos en los tres próximos años. Salvo sorpresas, su distancia sobre iOS debería ensancharse, pero esto tiene importancia relativa, porque Apple es sólo Apple, con sólo dos (o tres, según se cuenten sus variantes) modelos en el mercado. Y es con diferencia la más rentable, mientras la plataforma promovida por Google abarca múltiples marcas y modelos y – pese a la presunta gratuidad del software, o por eso mismo – beneficia desigualmente a sus fabricantes. Los analistas presentes en Barcelona se han pronunciado sobre ambas como si se tratara de una rivalidad deportiva. Leer más
Con frecuencia, en mis conversaciones con directivos españoles del sector, aparece un lamento discreto: sus jefes en los cuarteles generales – incluso en las centrales europeas, que deberían conocer mejor la situación – se resisten a aceptar que el mercado español está como está, y esa incomprensión enrarece la definición de objetivos y presupuestos. No daré nombres, por supuesto, pero puedo asegurar que no ha sido una fuente ni dos ni tres. No es que las multinacionales carezcan de informes económicos solventes, pero algo tendrá que ver el hecho de que la crisis actual desmiente muchas ideas establecidas, y no puede ser analizada con fórmulas sacadas del librillo de las escuelas de negocios, donde la ciencia económica ha sido poco a poco marginada en favor de las técnicas de gestión y marketing.
Esta es la inspiración inicial de mi post de hoy, con el que procuro satisfacer el reclamo de algunos lectores, que después de casi dos años de publicación del blog, decían echar en falta esa contextualización.
Pero no por ello puedo dejar de señalar que la noticia del día es el anuncio de que Apple pagará a sus accionistas el primer dividendo desde 1995, una decisión que traza una divisoria sutil, por la que Tim Cook se desmarca de una filosofía heredada de Steve Jobs. Claro está que una tesorería de 100.000 millones de dólares desafía cualquier convicción “filosófica”. Y quizá no sea el único cambio que se puede esperar.
Allá por el 2008, estuvo en boga hablar de decoupling, para describir la disociación entre la crisis de las economías llamadas desarrolladas, y la buena salud de las economías llamadas emergentes. ¿Sería sostenible el crecimiento de estas o serían arrastradas a la recesión? Los pesimistas respondían que en la era de la globalización los ciclos se sincronizan, y los optimistas que esa disociación salvaría la economía global. Ahora vuelve a hablarse de decoupling entre Estados Unidos y Europa, dos regiones en recesión, con una diferencia: la primera acepta incurrir en más déficit para estimular la economía, y la segunda impone la austeridad aun al precio de hundir la economía. Leer más
Los problemas de privacidad en el uso de los móviles han ganado presencia en las noticias. Apple, Twitter, Facebook y Google han sido los sospechosos de apropiación de datos personales, aprovechando la ingenuidad de sus usuarios. No es algo nuevo, pero van en aumento, y no parece haber solución a la vista. Por una razón: cualquier cortapisa a esas prácticas sería lesiva para el modelo de negocio imperante, y ya se sabe que todo modelo de negocio nuevo tiene, por el solo hecho de ser nuevo, la bendición de ciertos “creadores de opinión”.
GSMA, asociación que representa a la industria de la telefonía móvil, ha presentado unas directrices acerca de cómo dar a los usuarios garantías de transparencia y control sobre cómo se usan sus datos dentro de las aplicaciones. El documento propone medidas de protección que deberían integrarse por defecto en los procesos de desarrollo de aplicaciones y su distribución. Los grandes operadores han firmado, o van a firmar, pero será difícil que lo hagan los otros actores de la película.
Mark Little, analista de Ovum, cree que Apple, Google y Microsoft no van a instrumentar esa política en sus tiendas de aplicaciones, a menos que alguna autoridad les obligue. Explica Little que, se confiese o no, el negocio de las aplicaciones está montado en función de otro negocio, la publicidad. “Por razones de imagen, aceptarán aquello que se plantee como protección a los niños, pero resistirán todo lo que signifique una restricción a la recogida de información para luego usarla con fines publicitarios”. Por su lado, los desarrolladores saben que salvo contadas excepciones, su única posibilidad de rentabilizar sus creaciones es participar de esa recaudación, administrada por los dueños de las app stores.