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Hace dos años, o menos, en toda conversación de un cronista o un analista con los directivos de Adobe Systems parecía obligado incluir, por actualidad, el delicado asunto del veto que había impuesto Apple a la presencia de Flash en el iPhone, que por entonces parecía el alfa y omega de los móviles. Aquella guerra desatada por Steve Jobs pudo haber sido letal para Adobe, y es innegable que la perdió, pero también que aprendió la lección. En algún momento de ese período, Shantanu Narayen y Kevin Lynch -respectivamente CEO y CTO de Adobe – se conjuraron para dar la vuelta al modelo de negocio en el que se ha basado el éxito de la compañía. Leer más
Los responsables de relaciones públicas de las compañías tecnológicas (también sus jefes, faltaría más) deberían poner exquisito cuidado en cómo reaccionan a la ola de críticas que reciben las prácticas de ingeniería fiscal de sus empresas. Mientras no se demuestre lo contrario, no hay nada ilegal en tener constituida una sociedad instrumental en Irlanda para aprovechar las ventajas comparativas que este país de la UE ofrece para atraer ´inversiones´ a su territorio. Cualquier asesor fiscal medianillo diría que fórmulas como las llamadas Double Irish o Dutch Sandwich, están avaladas por la ley, pero presumir de ellas no es de buen gusto ni ayuda a la reputación de estas empresas en estos tiempos.
Quien no lo entienda así, se expone a ser objeto de campañas y protestas. La cadena Starbucks lo ha entendido, al decidir que pagará más al Tesoro británico en lugar de arriesgarse a la amenaza de un boicot que, probablemente, hubiera sido más mediático que eficaz. Allá cada cual, pero una táctica recomendable de comunicación debería tener al menos dos componentes: a) no esconderse, y b) evitar respuestas intempestivas. Un buen ejemplo de lo que no hay que hacer lo proporciona Eric Schmidt, chairman de Google.
En declaraciones a Bloomberg, dijo Schmidt la semana pasada: «pagamos mucho dinero en impuestos según prescriben las leyes, y estamos muy orgullosos de la estructura que hemos montado gracias a los incentivos que los gobiernos ofrecen para que operemos en sus países. Esto tiene un nombre, capitalismo: somos orgullosamente capitalistas». Como hace tiempo he tenido una experiencia directa de la chulería del personaje, la respuesta no me sorprende, pero creo que no es la respuesta apropiada.
También según Bloomberg, el tipo de impuesto efectivo que paga Google por sus actividades fuera de Estados Unidos es del 3,2%, gracias a complejas estructuras fiscales (legales) de que dispone en Irlanda y Bermudas. La misma fuente calcula que la compañía se ahorró el año pasado unos 2.000 millones de dólares en impuestos, algo que no ha pasado inadvertido en Washington, donde ven el asunto desde otra óptica: la ley estadounidense no obliga a provisionar tributos sobre los beneficios no repatriados, y se discute si hay que cambiarla abaratando el coste de la repatriación.
En lugar de quejarse – como hacen otras compañías – por no poder disponer de sus fondos en el exterior, Google se justifica afirmando que esos beneficios están destinados a su «reinversión permanente» fuera de Estados Unidos. Aclaración final: la lista de empresas que incurren en estas prácticas (legales), sería larga, pero ninguna se ha ganado el protagonismo con tanta torpeza como Google.
Formalmente, hay que esperar hasta enero para conocer la nueva estrategia de Symantec, el gigante de la seguridad informática que, como otros de su clase, atraviesa una zona de turbulencias en un mercado cambiante. En julio pasado, Steve Bennett, chairman de la compañía, asumió de la noche a la mañana la condición de CEO, y la precipitación fue entendida como señal de que no había un plan de transición ni tiempo para buscar otro reemplazo a Enrique Salem. Lo que ha quedado claro desde entonces es que Bennett no tiene intención de ceder la función ejecutiva; desde su llegada, la acción de Symantec ha subido un 40% en bolsa, indicio de que los accionistas esperan algo grande. Leer más
Entre los muchos y bien lubricados rumores que circulan en torno a Apple [recordemos que circulan porque se publican, y no a la inversa], ninguno es tan persistente, y a la vez tan elusivo, como el que se refiere a ese fantástico producto «que cambiará nuestra manera de ver la televisión». Han dado en llamarlo iTV, pero lo único que ha dicho Tim Cook es una frase anodina a la NBC: «cuando me siento a ver la tele en casa, es como si retrocediera 20 o 30 años; todo lo que puedo decir es que tenemos un intenso interés en la cuestión». Oportunas encuestas han confirmado que el 11% de los estadounidenses tendría un interés no menos intenso en disfrutar de un televisor con la marca de la manzana.
Es casi obvio que quienes ya poseen dos o tres pantallas de Apple se apuntarían a una cuarta. Pero no bastaría para transformar a Apple en un competidor de primera clase entre las marcas que hoy dominan el mercado mundial – Samsung y LG, entre ellas, que no es poco decir – y que cuentan con las ventajas de una extensa (e intensa) red de distribución mucho más allá de donde Apple podría llegar. La televisión es una industria de escala, y no es creíble que Apple se meta en ella sólo para ofrecer un televisor diferente a los existentes. Para superar su propia esfera demográfica, tendría que tener al menos dos atributos: a) un software revolucionario, y b) pactos semiexclusivos con los dueños de los contenidos.
En un mercado en el que abundan las propuestas de SmartTV, supongo que el primero de esos atributos debería poner el acento en el componente «social», que no es precisamente un área en la que Apple haya acertado hasta ahora. El segundo atributo sería aún más complejo de cumplir, porque la fragmentación – cultural, lingüistica, económica, etc – de los mercados de contenidos hace improbable que Apple pueda plantear a este sector un pulso como el que en su día ganó a los desnortados sellos discográficos.
Con todo y con eso, el WSJ informaba el otro día que Apple ya está haciendo pruebas con prototipos desarrollados por socios asiáticos, aunque esto no implica que exista un proyecto formal. Entre los socios que identifica el diario neoyorquino están Foxconn y Sharp, cuya alianza industrial y financiera no termina de aclararse. A partir de ahí, correría uno el riesgo de empezar a desbarrar. Será mejor esperar que empiece a pasar algo concreto.
Durante los últimos meses, Cisco ha retomado el ritmo de adquisiciones que ha sido una de sus características durante años. Exactamente diez empresas ha comprado en 2012, y todavía puede caer alguna otra en el saco. Sólo en noviembre, han sido tres: Cariden (114 millones de dólares), Cloupia (125 millones) y Meraki (1.200 millones). Por el monto y también por su actividad, vale la pena detenerse en esta última operación, destinada a enriquecer la estrategia de Cisco en la infraestructura de Wi-Fi. No hay que descartar que este movimiento, no del todo inesperado, provoque réplicas, de modo que algún competidor de Meraki fuera absorbido por algún competidor de Cisco. Leer más
HP necesita cambiar la conversación. Mientras los comentaristas de bolsa le dan vueltas a la herencia de errores, Meg Whitman tiene decidido que la compañía tiene que galvanizar su discurso en torno a la oferta de productos y servicios, en pleno ciclo de renovación. Este es, por cierto, el consejo del analista Richard Fichera, de Forrester Research: como la acción seguirá estando por los suelos, olvídese por un tiempo de los inversores y hable de aquello que realmente importa a decenas de miles de clientes. La semana pasada, el evento HP Discover era una ocasión para esa táctica: se presentaban los nuevos sistemas de almacenamiento con los que HP va a defender su espacio en el mercado mundial. Leer más
A algunos, la noticia les parecerá banal y lejana. A mí, ni una cosa ni la otra, sino un síntoma de estos tiempos. IBM Corp. ha anunciado un cambio sustancial en su política de pensiones de personal [los que tributan en EEUU, unos 90.000], consistente en que, en vez de igualar la contribución empresarial con la del empleado en el momento de cada paga (semanal o mensual), lo hará en bloque el 31/12 de cada año. El monto se mantiene, pero sólo se abonará en la cuenta de quienes sigan en la plantilla ese día, y a quienes se hayan jubilado durante el ejercicio. Hay implícito un ahorro potencial no estimado sobre los 875 millones de dólares que IBM destina (la cifra es de 2011) a ese fin.
La decisión está relacionada con el apartado 401(k) de la ley del impuesto sobre la renta en EEUU, que ha sido la madre ideológica de las reformas de planes de pensiones propuestos en muchos países. Por lo general, se asocia su origen con la ola conservadora iniciada por Ronald Reagan, aunque en la práctica fue aprobada por Jimmy Carter, y desde entonces reforzada como uno más de los instrumentos que han favorecido la hegemonía de las entidades financieras [en todos los gobiernos, republicanos o demócratas, ha habido alguien de Goldman Sachs o Morgan Stanley cerca del presidente]. La clave de la 401(k) reside en que está diseñada para que las pensiones se inviertan en bolsa, y ahí reside el debate sobre la decisión de IBM: los expertos fiscales advierten que anula la práctica corriente del dollar-cost averaging, por la que los futuros pensionistas invierten en acciones y bonos a precios múltiples con intervalos regulares, para ponerse a salvo (relativamente) de los vaivenes bruscos. Además, se quejan, dejarán de ingresar intereses durante doce meses.
Históricamente, IBM ha sido considerada una empresa modélica por la generosidad de su modelo interno de pensiones, y adoptó tardíamente la fórmula de la 401(k), cuyo coste representa aproximadamente entre el 6% y el 9% de la paga de sus empleados. Se presume que el ejemplo sea imitado – con menos generosidad – por otras corporaciones, algunas de las cuales ya recortaron sus aportaciones en 2009, precisamente cuando la debacle financiera devoró una parte del ahorro de sus asalariados.
Sé muy bien que en España no tenemos nada parecido a la 401(k) y que, por fortuna, ya no está de moda defender el «modelo chileno», que se propugnaba en mis tiempos de cronista económico. Pero he notado que últimamente algunos catedráticos/columnistas – ya no tiene sentido predicar una reforma laboral más dura – han pasado a otra fase de su discurso: que el sistema de pensiones profundice en la sustitución del modelo de reparto por el de capitalización, con lo que se liberarían recursos para reactivar el crédito y promover el empleo (sic). ¿De dónde sopla el viento?
Las ventas de semiconductores caerán este año: un 2,3%, según las cifras preliminares calculadas por iSuppli. La caída estaba en el guión, desde luego, y tampoco es una sorpresa que el único segmento del mercado que va a cerrar el año con crecimiento será el de los chips para dispositivos móviles (+7,7%). Lo que rompe la pauta general es la subida de Qualcomm en el ranking, un salto del 27,2% que la lleva del sexto al tercer puesto. Y no es la primera vez, ya que en 2010 la empresa ocupaba la novena posición. Intel sigue en la cúspide, aunque sus ingresos bajarán un 2,4%, en línea con el sector de cuyas ventas totales acapara el 15,7%. Todavía lejos, pero subiendo, le sigue Samsung. Leer más
Sorprende que haya gente que se sorprende de que la empresa más exitosa de la década esté pasando por una prolongada caída de sus acciones mientras, en la superficie que es lo que vemos, sus ventas marchan de maravilla y sus resultados también. Hablo de Apple, naturalmente. Ayer, la cotización mejoró un poco, pero a 548 dólares por acción cerró muy lejos del máximo de 705 dólares que llegó a tocar en septiembre. La diferencia de valor es de miles de millones de dólares, y mi amigo más fanboy se escandaliza al comentarlo.
Así funciona la bolsa, chico. Hay inversores «a largo» que no se dejarán intimidar por lo que está pasando, y hay otros que ganan dinero cambiando sus posiciones «a corto». Hay quien lo ha descrito, y no es chiste, como «hacer la goma». En realidad, podría decirse que la trayectoria de Apple es perfecta para que funcione una dicotomía así: los especuladores van por su carril, los consumidores por otro.
Se han ensayado decenas de explicaciones, supuestamente racionales. Algunas, sobre matemática bursátil que escapa a mi entendimiento. Otra recoge estimaciones de DigiTimes acerca del número de componentes pedidos por Apple a sus proveedores, que en principio indicaría una previsión baja de ventas del iPhone 5 en el primer trimestre de 2013. Francamente, dudo que esto pueda justificar que alguien venda sus titulos de Apple, a menos que tenga algo muy interesante que comprar.
Parece más plausible otra teoría – aunque sólo explicaría la caída transitoria del miércoles – que alude al éxito que se ha apuntado Nokia (y por tanto, Windows Phone 8) al cerrar un acuerdo con China Mobile que, por lo visto, deja a Apple fuera de juego (por ahora) en el mayor operador del mayor mercado del mundo.
Confieso que la explicación que más me ha gustado es la siguiente: «hay demasiados comentaristas haciendo autobombo de sus opiniones individuales no basadas en hechos».