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Era un secreto a voces que Apple presentaría su smartwatch, el primer producto realmente nuevo en cuatro años. La única sorpresa es que no lo llamará iWatch [dicen que para evitarse un juicio con la suiza Swatch], sino Apple Watch. Nunca ha pretendido ser pionera en ninguna categoría, y esta vez no le ha importado que Samsung le arrebataran la primicia: llegado el momento, entraría en el mercado rompiendo las reglas del juego. Esa batalla no se librará en el mercado – ni se verá en sus resultados – hasta el 2015. La presentación anticipada ha tenido la virtud de hacer que se hable y escriba sobre un producto que de entrada suscita entusiasmo y escepticismo a partes iguales. Leer más
Todo parecía indicar que la estrategia cloud de HP había quedado definitivamente perfilada, tras el anuncio de la iniciativa Helion, cuyos primeros productos deberían estar disponibles en octubre. La promesa de Meg Whitman de invertir 1.000 millones de dólares en los próximos dos años era una señal de que, esta vez sí, la compañía tenía por delante una extraño movimiento, con la compra de la pequeña empresa Eucalyptus. Lo extraño no es la compra en sí misma, aunque tiene su aquél, sino el hecho de que el CEO de este, Marten Mickos, se incorpora a HP como máximo responsable del negocio cloud, en lugar de Martin Fink, que ocupaba esa función simultáneamente con su condición de chief technology officer [lo que ya era una rareza].
Eucalyptus, fundada en 2009 sobre la base de un proyecto elaborado en la Universidad de California Santa Bárbara – a la que Mickos se incorporó con el rango de CEO en marzo de 2010 – vende software para construir nubes privadas con la singularidad de que pueden trabajar con Amazon Web Services, moviendo cargas en ambas direcciones. En sus mensajes de marketing, Eucalyptus ha puesto de relieve que es «el único vendedor de cloud privada que tiene una relación formal con AWS», lo que a veces se ha interpretado como una razón por la que podría ser digerida por la filial de Amazon. Finalmente, se ha echado en brazos de HP, por lo que la continuidad de esa «relación formal» difícilmente pueda mantenerse.
Eucalyptus, con 70 empleados y unos pocos clientes pero (se dice) asfixiada financieramente, podría aportar a HP una tecnología open source que responde al interés de HP de ofrecer a sus clientes un puente con el líder de las nubes públicas. Así lo ha explicado Whitman en un memorando interno que pretende explicar que no se trata de un quiebro en la línea marcada sino un refuerzo necesario para su oferta de cloud híbrida. Una manera, tal vez, de reconocer que ese ´puente` es lo que desean sus clientes corporativos para decidirse por migrar a la nube.
La disonancia obedece a que Helion es en la práctica una distribución de OpenStack. Esta plataforma open source, creada precisamente para contrarrestar el poder acumulado por AWS, es la columna vertebral de la estrategia cloud de HP. Parece evidente que la adquisición no cambiará esta orientación, pero como mínimo indica que HP ha entendido que a las empresas les gusta tan poco sentirse atrapadas por Amazon como formar parte de estrategias de confrontación.
Por su lado, Eucalyptus se ha caracterizado por las periódicas críticas de Mickos a OpenStack, consorcio al que en 2012 definió como «la Unión Soviética del cloud computing«. Llamativamente, el mes pasado desveló en su blog un radical cambio de opinión: «lo que ahora nos gustaría es contribuir al éxito de OpenStack». Visto lo visto, esta declaración no era sino el preludio de la venta de la empresa, por entonces en ciernes. Vale, pero ¿por qué encumbrar a Mickos para dirigir un negocio global que se presenta como íntimamente arraigado en OpenStack ?
Aparentemente, hay en el nombramiento un cierto guiño de HP para ganar credibilidad entre la comunidad open source, en la que Mickos goza de gran predicamento. Entre 2001 y 2008, fue el CEO de MySQL, hasta que vendió la compañía de bases de datos a Sun por 1.000 millones de dólares. Como era de esperar, aguantó sólo un año en las filas del nuevo propietario, y se marchó un mes antes de que Oracle comprara Sun. Con este antecedente, en Palo Alto ya circulan las quinielas acerca del tiempo que durará en su nuevo destino, en el que sólo tendrá por encima a la todopoderosa Meg Whitman.
Pocos los quieren y todos los necesitan. No es una adivinanza: son los bancos. Por esta razón, lo más inteligente es aprender a transar con ellos al menor coste de adrenalina posible. El estudio Youbiquity Finance 2014 aporta una buena dosis de información sobre cómo conseguirlo. Sus patrocinadores, BT Global Services y Avaya, avalan una prolija radiografía de la imagen que los clientes tienen de sus entidades financieras y de lo que esperan de ellas en el futuro cercano. La irrupción de ´lo` digital es imparable, como lo es la evolución hacia un nuevo tipo de sucursal, adaptada a la fórmula omnicanal. El sector bancario se mueve, inexorablemente, hacia un modelo sin oficinas. O casi. Leer más
El newsletter del miércoles ha sido el que más comentarios ha despertado en los lectores de este blog a lo largo de cinco años. Se explica, creo, por las expectativas previas en torno a los anuncios de Apple y, a tenor de los muchos usuarios que se declaran decepcionados, lo poco sorprende que finalmente han sido los anuncios. Clara P. suscribe el siguiente comentario: «estoy decepcionada; no es [el Apple Watch] tecnológicamente lo bastante innovador como para romper con el mercado actual, y lo han intentado mimetizar físicamente como un reloj corriente, hasta con ruedecita. Me temo que Apple se está convirtiendo en otro Bang&Olufsen.. «.
O sea que esta lectora, como otros, esperaba algo más innovador, que rompiera el mercado, lo que ahora se dice ´disruptivo`. En mi opinión, Apple es víctima de su obsesión por controlar (también) lo que se escribe antes de cada uno de sus lanzamientos, pero la comunicación tiene a veces un problema con las dosis. El miércoles, Tim Cook no tenía entre manos nada que realmente justificara repetir aquella frase legendaria de Steve Jobs: one more thing. Ni los nuevos iPhone, ni el Apple Watch ni el sistema Apple Pay han sido sorpresas con respecto a lo publicado profusamente durante semanas. Si acaso, ha sido una sorpresa que no se hablara del uso del zafiro en el iPhone 6.
Pero la insatisfacción de usuarios como Clara, que se dice fiel a la marca, podría quedarse en impresión subjetiva, si en la práctica las novedades acabaran reforzando el bottom line de las cuentas de Apple.
Quizás estemos ante otro equívoco creado por el uso abusivo de la palabra ´innovación’. La semana pasada escuché objeciones parecidas en Berlín, tras la presentación de las últimas novedades de Samsung [«esperaba más, la verdad»]. No puedo hacer aquí un análisis reposado, pero tengo un par de cosas que decir.
Recuerdo que cuando Samsung presentó el Galaxy S4, sorprendió a todos con una abundancia de llamativas funciones embebidas en el hardware que se atenuarían en el modelo siguiente porque la compañía se había pasado de rosca. Un año y medio después, siguen sin captar la atención del usuario medio (pero han encarecido los costes), y Samsung ha optado por refrenar su vocación ´disruptiva’ para concentrarse en los nuevos formatos de forma. También recuerdo que cuando Apple, poco después, presentó su sensor de huella digital – no necesariamente una ´disrupción’ – los críticos desdeñaron su utilidad. Y sólo ahora, con el anuncio de Apple Pay parece asomar una razón de mercado para esa novedad. inutilizada hasta ahora.
El asunto exige más reflexión y más espacio, pero de la comparación entre Apple y Samsung podemos aprender algunas cosas. La primera es que Apple ha perdido aquella cualidad de romper el mercado que tuvo sucesivamente con el iPod, el iPhone y el iPad, ninguno de ellos realmente innovadores salvo en la ejecución de conceptos existentes. Con su Apple Watch, llega tarde con respecto a la competencia, o demasiado temprano según quienes piensan que la categoría no despegará masivamente.
La segunda: Apple se ha metido de lleno en el el desarrollo de un ´ecosistema` que se expresa en servicios y fuentes de ingresos; su ventaja es que está más cerca que nadie de alcanzar el objetivo. Samsung, por su lado, tiene bien acreditada su superioridad tecnológica, pero es vulnerable precisamente en el terreno en el que destaca su competidor.
Si, en lugar de pensar exclusivamente en el consumidor – como parece ser el caso de los que me escriben – observamos las estrategias respectivas en la movilidad empresarial, resulta que Samsung ha cogido ventaja aparente gracias a las funciones que incorpora en Knox, aprovechando la debilidad de BlackBerry; Apple parece estar más cerca de crear un ´ecosistema` propio si el acuerdo con IBM progresa adecuadamente. La semana que viene, prometo ocuparme de otros asuntos no menos relevantes.
[Puede parecer un detalle nimio, pero Mario Kotlerm que ha estado allí, me advierte de que el evento de Apple no ha sido en la venerable sala de prensa de Cupertino sino en un cubículo sin ventanas construído ad hoc en los jardines del Flint Center, no casualmente el mismo lugar donde Steve Jobs presentó el Macintosh, hace 30 años] Que conste el símbolo.
Probablemente la de anoche haya sido la más resonante presentación de Apple en años. Por las expectativas previas y porque se han cumplido casi todas. Sería una temeridad por mi parte resumir en un comentario de urgencia tal aluvión de anuncios.
Desde mi distante punto de vista, el eje conductor de cualquier análisis debería ser qué impacto tendrán sobre algo que es a la vez fortaleza y vulnerabilidad de Apple: el enorme peso que el iPhone tiene en sus ingresos y en sus resultados. El ciclo de este producto genial con el que Steve Jobs revolucionó el mercado en 2007, no puede prolongar indefinidamente su curva ascendente, y la solución no está en encontrar otro gadget que cumpla esa función – el iPad no lo es, y no lo será el Apple Watch – sino en extender campo de acción de Apple hacia una oferta de servicios que – apoyándose en los dispositivos – reúnan tres condiciones: forjar alianzas, ser monetizables y reforzar la fidelidad de los usuarios de la marca. Les prometo que es mi interpretación del acuerdo firmado con IBM pero lo que quiero señalar ahora es que Apple inicia un cambio de modelo de negocio, que se irá manifestando gradualmente.
La fidelidad de que goza Apple es un buen tema de conversación. Si fuera cierto que Apple ha ordenado a Foxconn y Pegatron fabricar una remesa de 68 millones de unidades de iPhone [sumados los modelos 6 y 6 Plus], es razonable suponer que espera vender 40 millones en el resto del año. Por lo bajo.
También es razonable preguntarse quiénes serán esos 40 millones de compradores. Un estudio de WDS atribuye a Apple un 76% de retención en los cuatro grandes mercados analizados, lo que significa que tres de cada cuatro usuarios cambian sistemáticamente un iPhone por otro iPhone. El porcentaje de Samsung es más bajo pero aun así notable, 58%; ninguna otra marca se acerca a esos niveles de lealtad. Yendo al detalle, el estudio estima que hay un 15% de los usuarios de Apple que migran a Samsung, y un 16% de los de Samsung que migran a Apple. Como es sabido, la ventaja (relativa) de la marca coreana es la diversidad de su portfolio, y la debilidad (relativa) de Apple es su concentración de oferta.
Si lo anterior les suena interesante, fíjense en este otro dato, calculado por Pacific Crest: en 2013, la mitad de los iPhone vendidos fueron a reemplazar un modelo anterior (engordando de paso el mercado secundario); en 2014 la proporción subirá al 70% y en 2015 al 80%. Una fidelidad asombrosa, realmente, pero contradictoria: no se puede vivir eternamente de la renovación mejorada de un producto estrella.
Tengo a mano este análisis de Andy Hargreaves, de Pacific Crest: «esperamos que Apple gane cuota gracias al ciclo ascendente del iPhone 6; sin embargo, las ventas a nuevos usuarios de la marca van a declinar más allá de esta fase, lo que podría provocar un descenso en unidades durante el año fiscal 2016». Hargreaves, contradiciendo a sus colegas – que por gran mayoría recomiendan comprar acciones ya mismo – opina que el potencial de ganancia a medio plazo dependerá de que Apple acierte a recortar el papel dominante del iPhone. Me gusta la tesis.
La tienda física no ha muerto, aunque tampoco es aquella de toda la vida. El temor a que acabe convertida en almacén o en escaparate subordinado a las ventas online, puede desecharse: el 70% de las compras de los europeos se hacen en un espacio físico y el 43% declara que hace sus compras sólo en tiendas. No obstante, el comercio minorista tendrá que evolucionar tecnológicamente para anular las diferencias entre las experiencias de compra online y offline. La cuestión de fondo sería decidir cómo Internet va a ayudar a los puntos de venta a reinventarse. Es la tesis del Observatorio Europeo de Consumo 2014, publicado por Cetelem: Internet es el mejor aliado de la tienda física. Leer más
Ya sé que mucha gente devora los comentarios anticipados sobre lo que Apple va a presentar hoy. Pero yo he tomado hace tiempo la decisión higiénica de aislarme de la cacofonía previa a todo anuncio de Apple. No tengo la menor idea de si habrá uno o dos iPhones 6, ni de cuántas pulgadas serán sus pantallas, o si el menú incluye un nuevo iPad; desde luego, ignoro los planes de la compañía en los pagos móviles. Por no saber, no sé si comparecerá o no el famoso iWatch – ya es hora – pero tomo nota de algo curioso: por primera vez, a la sala de prensa de Cupertino han sido invitados cronistas especializados en el mundo de la moda. Sería muy raro que no fuera este el anuncio más multitudinario en la historia de Apple. Quien tenga interés en no perder ripio, puede conectarse a las 19,00 hora española peninsular. Me ocuparé de comentar los hechos una vez que ocurran.
También Google tendrá hoy un espectáculo bastante peculiar. Tras la sentencia del tribunal europeo que legitima el ´derecho al olvido`, el buscador mayoritario se ha movido en dos planos. En uno, cumple la sentencia tal como la interpreta, en el otro sigue enredando mediante la creación de un comité asesor al que ha invitado a personalidades plurales: una ex ministra alemana, una periodista [mi antigua compañera en France Presse, Sylvie Kauffmann], y el especialista español José Luis Piñar, que dirigió la AEPD entre 2002 y 2007, entre otros. Además de Jimmy Wales, fundador de Wikipedia, que tiene sus propias razones para oponerse al ´derecho al olvido`.
Pues bien, este consejo asesor tiene programada una gira de sesiones públicas en siete capitales europeas, empezando hoy por Madrid y con traca final en Bruselas el 4 de noviembre. Casualmente (o no) la secuencia se solapa con la conferencia, el próximo lunes, del llamado WP29, grupo que representa a los reguladores europeos en materia de protección de datos. En su agenda, la elaboración de directrices comunes de cumplimiento por los buscadores en Internet, que operan en la Unión Europea, no sólo por Google.
Según declaraciones del citado Piñar, sería oportuno «fijar criterios para evaluar y ponderar los derechos al olvido para miles de casos [dispares]» y propone definir una serie de categorías para clasificar las peticiones. De esa postura, a priori plausible, se puede deducir que habrá dos vías paralelas de elaboración de esos criterios: el consejo asesor, y el W29. ¿Cuál prevalecería en caso de contradicción? ¿Cómo se resolvería la discrepancia entre los expertos patrocinados por Google y los reguladores de rango oficial? Difícil cuestión.
Isabelle Falque-Pierrotin, presidenta de la CNIL francesa, que lo es también del W29, ha calificado las siete sesiones programadas como «un ejercicio de relaciones públicas». En su opinión, «Google pretende presentarse como abierta y virtuosa, pero ha nombrado a dedo a los miembros del consejo y controla su funcionamiento».
Los entes que integran el W29 han declinado la invitación a intervenir en las sesiones organizadas por Google, para evitar la controversia. Según una fuente de la APD, «hasta ayer no estaba previsto» que el regulador español envíe un observador a la sesión de Madrid. Toda cautela es explicable: un ciudadano cuya petición de borrado de datos haya sido denegada por Google, puede recurrir ante el regulador de su país de residencia (en España, la APD). Hasta finales de julio, Google había recibido 90.000 peticiones de toda la UE; en España – origen de la primera demanda ante el tribunal europeo – ha rechazadas 70 solicitudes. Son pocas o son muchas, según el color del cristal con que se mire.
Dicen que será el 30 de septiembre, pero la fecha casi es lo de menos. Lo importante es que Windows 9 – o Threshold, su nombre provisional – será el primer sistema operativo de la era de Satya Nadella al frente de Microsoft. Lo que supuestamente se presentará será sólo un estadio incompleto, pero suficiente para que los desarrolladores puedan verlo y empezar a probarlo. Y un guiño a los inversores, para mostrarles que Nadella no se atrinchera en la herencia de Ballmer. En un mundo plagado de rumores, el único realmente creíble habla del regreso del menú Inicio, rediseñado, así como de la nueva capacidad de ejecutar aplicaciones móviles (estilo Metro) en el escritorio de Windows. Leer más
Me siento como un estudiante perezoso al que setiembre ha pillado con asignaturas pendientes. El mundo, la economía y esta industria, no han parado de generar noticias de alto interés y alto voltaje durante agosto, así que tendré que ir a la repesca para comentarlas en los intersticios que dejen las nuevas noticias, que por lo que se ve serán muchas. Para colmo, la semana pasada una incidencia técnica perturbó la continuidad de aparición del blog, encontrándome de viaje. Otra asignatura pendiente.
Del encuentro del sector de las telecomunicaciones de Santander quedaría mucho por escribir. Hace una semana escribí aquí que el ambiente era distendido, pero fue una verdad a medias: no escaseó la polémica. Es por lo menos curioso que el debate de sobremesa entre mis compañeros de la prensa se centrara en la inusual cuestión de si César Alierta hizo bien o hizo mal en denigrar públicamente a Viviane Reding, presunta culpable de la impotencia de la regulación europea. Personalmente, creo el presidente de Telefónica faltó a la elegancia debida, y que erró el tiro: a) la comisaria luxemburguesa no repetirá en la nueva comisión (presidida por su compatriota Juncker), y el roaming ya es un viejo caso cerrado, ¿para qué darle más vueltas?, b) en cambio, el discutible acuerdo al que llegó en abril de este año Google con el español Joaquín Almunia no ha sido refrendado por la comisión saliente, muchos piensan que será revocado por la entrante.
Un fuego que no llegó a encenderse fue la primera aparición en este foro del presidente de la CNMC. José María Marín Quemada supo pasar de puntillas por Santander, sin soltar prenda acerca de los grandes asuntos que le competen e inquietan al sector: sólo adelantó que la compra de Canal+ por Telefónica es asunto que deberá dirimirse en España por no tener implicaciones comunitarias, tesis que no comparten en Vodafone.
Al respecto, António Coimbra, CEO de la filial española de este operador insistió el martes a todas horas en que el regulador debería obligar a Telefónica a ofrecer a sus rivales, obviamente en condiciones de mercado, los contenidos con los que alimenta su expansiva plataforma audiovisual. A lo que Luis Miguel Gilpérez replicaría ácidamente que no ve razones para tener que actuar como central de contenidos para sus competidores: «quien quiera contenidos, que puje por ellos, vino a decir». He ahí otro dossier sobre el que la CNMC no tendrá fácil templar gaitas, tal como están los ánimos.
Sol radiante en el Cantábrico, salvo una borrasquilla protagonizada por Yoigo y Movistar, que se enfrentan a un asunto delicado para todo el sector: ¿deben los operadores con licencia abrir la puerta para que los virtuales – que tanto terreno les han arrebatado en los dos últimos años – tengan acceso a explotar unas redes 4G construídas por los primeros? Los tres grandes están remisos, y es poco decir, pero Yoigo (y PepePhone) han abierto la espita para que acabe interviniendo la CNMC.
Guardo una última reflexión para los amigos de Ametic. Creo que han acertado al dar cancha para una mayor participación de la industria en estas jornadas, pero también que el intento se ha quedado corto, por dos razones, a saber: 1) la atención de los medios (y la de no pocos asistentes del sector) ignora las presentaciones de cualquiera que no represente a los operadores, que al fin de cuentas son los que producen titulares y 2) a ello contribuye el hecho de que algunos ponentes, aparentemente confundidos acerca del carácter del encuentro, acudieron con refritos de presentaciones estándar, alejadas del temario del evento.
Dicho esto, tengo que añadir que me marché de madrugada de Santander a Berlín, para asistir un año más al IFA. Tengo, pues, más asuntos para estar en deuda con los lectores.