wp_head() ?>
«Los usuarios sabrán distinguir entre una pieza de información para llevar en la muñeca y una pieza de arte que puede llevarse en la muñeca». Esta aseveración de Jean-Claude Biver no está demostrada, pero es el fundamento de la respuesta de la marca de relojes TAG-Heuer, de la que Biver es CEO, ante la irrupción de Apple en el exclusivo y secular dominio de la industria suiza. La respuesta lleva un nombre poco original, Connected, pero es el fruto de la colaboración de TAG Heuer con Google e Intel. No es su primer intento de fabricar un smartwatch [el anterior ha sido retirado del catálogo], pero en todo caso confirma que la industria suiza no puede rehuir esta batalla existencial. Leer más
Que Google (ahora Alphabet) compre una startup no tiene nada de particular: ha absorbido 186 desde el 2001. Que esa empresa de 40 empleados y tres años de existencia sea la última creación del matrimonio formado por Diane Greene y Mendel Rosenblum, fundadores de VMware en 1998, es verdaderamente singular. Porque, por muchos que sean los méritos de la startup adquirida, lo relevante es que se acompaña de la incorporación de Greene a Google, con rango de vicepresidenta a cargo del negocio de empresas, que precisamente es un punto débil de la compañía.
A nadie escapa que el fichaje de Diane Greene es la clave de la adquisición, aunque no se puede descartar que Rosenblum, que se tomó una larga excedencia de su cátedra en Stanford – a la que ahora volverá – para desarrollar Bebop, haya inventado otra vez algo sensacional.
Pocos iniciados sabían de la existencia de Bebop Technologies, cuya actividad se define, sin más detalles, como una plataforma de desarrollo de aplicaciones para la nube. Al desvelar la adquisición/fichaje, Sundar Pichai, CEO de Alphabet (antes Google), ha reconocido explicitamente la necesidad de dar un giro a la oferta cloud de la empresa, y que para darlo no es suficiente el crecimiento orgánico ni basta con aumentar su colección de startups: «Diane comprende muy bien lo que necesitan las empresas, y su experiencia nos ayudará a alcanzar nuestro potencial en el mercado corporativo». El tiempo dirá si esta iniciativa conduce a la segregación de una filial especializada, separada del negocio de consumo.
Del anuncio de Pichai se desprende que el equipo dirigido por la nueva vicepresidenta combinará todo el negocio cloud, incluyendo Google for Work, Cloud Platform y Google Apps, abarcando todas las facetas desde la ingeniería hasta el marketing y las ventas. Puede decirse que esta es la primera gran iniciativa de relieve estratégico que haya tomado Pichai desde que este año fue promovido al puesto de CEO.
Urs Hölzle, VP senior de infraestructura de Google, dijo el otro día, en una conferencia en San Francisco, que los ingresos del negocio cloud serán en 2020 tan importantes como los de publicidad, y la frase fue acogida con escepticismo. Aunque la compañía no desglosa los números de esa actividad, no parece que sean para presumir tan prematuramente. Un informe reciente de Forrester Research concluye que es un competidor secundario en un mercado liderado por Amazon Web Services y Microsoft (Azure), seguidos a bastante distancia por IBM y otros. «A pesar de su escala y de su excelencia tecnológica, Google no ha logrado ser reconocida como un proveedor de servicios IaaS o PaaS, ni siquiera entre las empresas que pagan por sus productos ofimáticos en la nube», advierte la consultora.
La estrategia cloud de Google ha empezado por lo que tenía más fácil: ofrecer a las empresas, en pago por uso, sus aplicaciones ofimáticas. Pero ser realmente un competidor de peso exige jugar en otra liga. Google Cloud Platform, que incluye App Engine y Compute Engine, es una oferta cloud atractiva para startups y desarrolladores, pero está lejos de serlo para las grandes corporaciones que se plantean la migración de cargas de trabajo desde sus datacenter hacia la nube en sus modalidades híbrida y pública.
Greene no sólo comprende las necesidades de las empresas sino que conoce Google por dentro: desde 2012 es miembro del consejo, cargo que conservará en paralelo a su función directiva (aunque tendrá que abandonar la presidencia del comité de auditoría).
Las credenciales de Diane Greene no podrían ser mejores. Fundó VMware y la erigió en líder del mercado de virtualización, hasta que que fue adquirida por EMC en 2004; permaneció en el cargo de CEO más de tres años, hasta que sus discrepancias con Joe Tucci, chairman de EMC, se hicieron insalvables y dejó el puesto a un ex directivo de Microsot, Paul Maritz. Desde ese momento, Greene inició una segunda carrera como inversora, apoyando exitosas startups afines como Cloudera, CloudPhysics y Nicira [que en 2013 sería comprada por VMware]. Su contratación por Pichai es al mismo tiempo un síntoma de la debilidad de Google y de la absoluta necesidad de competir en un mercado del que se espera un acelerado crecimiento en los próximos años.
No es que haya relación de causa-efecto, pero la noticia ha coincidido con otra significativa: la acción de Alphabet ha alcanzado la cotización histórica de 756,60 dólares, nunca alcanzada mientras se llamó Google.
Parecía que, una vez pasados los fastos del cincuentenario de la celebrada Ley de Moore, se apagarían los focos y perdería sentido seguir discutiendo la vigencia de la ley de Moore, si está expuesta a los límites de la física y si estos límites están más o menos cercanos o lejanos. Pues no. Una noticia acaba de refrescar el nombre de Gordon Moore: Fairchild, la empresa en la que formuló su hipótesis, ha sido comprada por On Semiconductor – un resabio de lo que fue Motorola – por 2.400 millones de dólares, poco dinero para los agitados tiempos que vive el sector, con fusiones y adquisiciones a la orden del día, y la indisimulable ambición china por hacerse con el control de esta industria. Leer más
Se define como una nube pública, pero con un segundo adjetivo: sindicada. Acaba de inventarla Microsoft con su decisión de implantar en Alemania dos centros de datos que prestarán servicios cloud a las empresas europeas que no se fíen de poner sus datos más preciados al alcance de las autoridades estadounidenses. Su peculiaridad consiste en que Microsoft no los explotará directamente: dejará en manos de T-Systems, filial de Deutsche Telekom, la custodia de los datos de sus clientes, bajo una fórmula fiduciaria [trustee, es la palabra inglesa] ajustada a las leyes alemanas. Por consiguiente, ni Microsoft ni su personal tendrán acceso a esos datos, y aun en el caso de ser obligada por una orden gubernamental o una sentencia judicial en su país, sólo podría acceder con la conformidad simultánea del cliente y del gestor fiduciario, bajo la supervisión de este.
El procedimiento protege a los titulares de los datos: el 83% de las empresas alemanas condicionan su adopción de la nube a que los datos se alojen en su país. Pero también protege a Microsoft, que lleva tiempo resistiendo en los tribunales una orden federal de entregar correos electrónicos de clientes que están alojados en su datacenter de Irlanda. Brad Smith, presidente de asuntos legales de la compañía, ha afirmado que está dispuesto a llegar hasta la máxima instancia judicial si fuera necesario.
El episodio está íntimamente relacionado con el colapso del acuerdo Safe Harbor, entre Estados Unidos y la Unión Europea, que después de años de vigencia ha sido declarado nulo por el más alto tribunal europeo, abriendo una situación inédita que cada proveedor de servicio concernido trata de atender a su manera. Amazon, Google, IBM, Oracle y Salesforce – por citar algunas – cuentan ya, o están instalando con premura centros de datos localizados en Europa para no infringir las leyes en materia de protección de datos.
La propia Microsoft ha destinado unos 1.200 millones de dólares para expandir su red de dacenters en Europa, que forman parte de una infraestructura de 24 ´regiones` en todo el mundo para prestar servicios cloud. Pero subsiste la contradicción básica: un servidor instalado en territorio europeo gestionado por una empresa estadounidense tiene que cumplir una doble legislación: la de protección de datos – especialmente prolija en Alemania – y la de su país de origen. ¿Qué podría hacer Microsoft en caso de conflicto entre ambas legislaciones? Desobedecer a una u otra implicaría sanciones, y en cualquier caso sería un factor de desconfianza de sus clientes. Este es el dilema que se busca resolver mediante la fórmula del data trustee.
El uso de infraestructuras ajenas para prestar servicio cloud bajo la marca propia es una práctica habitual entre los grandes proveedores, aunque sin llegar a la naturaleza jurídica del acuerdo entre Microsoft y T-Systems. IBM/SoftLayer, por ejemplo, es un importante cliente de Digital Realty Trust, suministrador mayorista de capacidad en sus datacenters. AWS tiene un datacenter en régimen de leasing en Ashburn (Virginia). En China, tanto IBM como Microsoft son clientes de 21Vianet, para la prestación de servicios en ese complicado mercado.
Sin embargo, el caso alemán es excepcional. La elección de T-Systems para tal función ofrece garantías, aunque no han faltado comentarios sarcásticos acerca de la incapacidad de Deutsche Telekom para evitar que las comunicaciones de Angela Merkel fueran interceptadas por la NSA, según se ha sabido por el chivatazo de Edward Snowden. Satya Nadella, CEO de Microsoft, reconoció al Financial Times la necesidad de «conjugar una doble preocupación: preservar la confianza de los clientes globales y operar globalmente».
Durante una reciente visita a Alemania, la secretaria de Comercio, Penny Pritzker insistió en que la declaración de invalidez del acuerdo Safe Harbor «socava los negocios transatlánticos». Frase que relativiza el director de comunicaciones de Microsoft Deutschland, Thomas Mickeleit: «en Europa, prevalece un escepticismo fundamental hacia los servicios cloud si implican transferir datos fuera el área judicial europea».
Los dos centros de datos, en Francfort y Magdeburgo, respectivamente, entrarían en servicio a mediados del año que viene y estarán conectados por una red privada, aislados de Internet para garantizar su integridad contra interferencias durante operaciones de backup. La gama de servicios que ofrecerán abarca Azure, Office 365 y Dynamics CRM Online. Como es de suponer, la iniciativa tiene un valor competitivo en la lucha por el negocio cloud en un argumentario de Microsoft acerca de las ventajas de Azure sobre Amazon Web Services, uno de los puntos es el siguiente: «minimice sus riesgos; Microsoft lidera la industria en su compromiso con la protección de sus datos». Mensaje recibido.
Según se ha informado, Microsoft prestará los mismos servicios desde Reino Unido, pero no ha dicho si para hacerlo empleará la misma fórmula [aunque se puede suponer que la actitud británica es, «más comprensiva» con el punto de vista estadounidense]. En definitiva, la cuestión clave es quién tiene acceso a los datos y dentro de qué límites. Un proveedor de cloud está obligado contractualmente a proteger los datos de sus clientes, pero un mundo de clientes globales y con la proliferación de centros de datos, el movimiento y almacenamiento de esos datos tiene implicaciones legales. En el caso que afecta a su centro de Irlanda, Microsoft refuta el argumento del magistrado, quien sostiene que «la ubicación de una pieza de información es inmaterial». Así están las cosas.
En un comentario titulado Has Safe Harbor´s Ship Sailed?, un analista de Gartner, Carsten Casper, escribe: «parecería que Microsoft tuviera que soportar un coste adicional por ser una empresa estadounidense». A propósito de costes: es obvio que todo lo que añade complejidad, añade costes, pero no es impertinente empezar a preguntar si el servicio cloud fiduciario tendrá para los clientes el mismo precio que el prestado en las condiciones actuales. Mientras tanto, después de tres años negociando infructuosamente una actualización del tratado Safe Harbor, es difícil creer que las partes vayan a encontrar forma de rehacerlo acorde con las circunstancias.
La crónica de la semana pasada sobre el estado del mercado mundial de smartphones ha generado una interesante discusión con lectores atentos a su contenido. En ese intercambio, alguien ha hecho llegar al autor de este blog el enlace a una noticia de la que se desprende que Alphabet (ex Google) se prepara para diseñar su propio microprocesador, para lo que ya estaría en conversaciones con varios fabricantes de semiconductores a los que, llegado el momento, encomendaría la fase industrial. Sería, con variantes, lo que viene haciendo Apple desde que adquirió PA Semi para encomendar a Samsung (y luego también a TSMC) la fabricación de los chips que equipan los sucesivos iPhones. Leer más
Trece meses ha durado la búsqueda de una fórmula que tiene muchas de las ventajas de una fusión entre Cisco y Ericsson, pero no es una fusión: las dos compañías unirán fuerzas en el mercado, pero tendrán vidas (y cuentas) separadas. El futuro dirá si les interesa ir a más. Evitan así someter sus planes a unos procedimientos en los que podrían aflorar objeciones de las autoridades de alguno de los muchos países donde coinciden. El acuerdo es aplicable inmediatamente, en contraste con la compleja unión de Alcatel Lucent y Nokia, que aunque fue anunciada en abril aún tardará varios meses en consumarse. Para entonces, Cisco y Ericsson ya estarán compitiendo de la mano, acumulando sinergias. Leer más
Apple vendió 48 millones de iPhone en el tercer trimestre del año, y un total de 231 millones en el conjunto de su ejercicio fiscal, cerrado en septiembre. Esta abrumadora cantidad anual de un único modelo, justifica con creces que los principales fabricantes de chips y componentes pugnen por ser los suministradores del próximo iPhone, que se supone saldrá al mercado en 2016 y llevará el número 7. Claro está que el nivel de exigencia – estricto régimen de entregas semanales, especificaciones muy precisas y uso de la tecnología más avanzada – es tan alto que no cualquiera pasa el corte para ser escogido. Ganar un contrato con Apple es vital para un fabricante; perderlo es una desgracia. Leer más
Me perdonarán, pero hoy me he puesto las gafas de lejos, de manera que empezaré por comentar los resultados de Vodafone (grupo) antes de pasar a los de Vodafone (filial española). De lo general a lo particularm vamos.
Primera noticia relevante: a partir de su próximo año fiscal, Vodafone – que cotiza en Londres – presentará sus cuentas en euros, no en libras. No es, ha dicho el CEO Vittorio Colao, CEO del grupo, una toma de posición en el debate sobre la eventual salida de Reino Unido de la UE. Aunque lo parece: sólo tres de las diez grandes compañías del índice FTSE-100 publican sus resultados en libras. La decisión reflejaría la pérdida de influencia de la libra, y por tanto de Londres, en la economía mundial. En el caso de Vodafone, desde que vendió su participación en Verizon Wireless, la mitad de los ingresos del grupo se generan en euros.
Dicho llanamente, Vodafone es cada vez menos británica: Reino Unido representa sólo el 10,2% de sus ingresos totales en la primera mitad de 2015, y a menos que cambie la tendencia irá a la baja: mientras el negocio del grupo se recupera en otras áreas del mundo, en su país de residencia fiscal los ingresos se han estancado y el ebitda ha retrocedido.
Ya me acerco al mercado español (un guiño a Javier), pero antes me gustaría indicar que Colao ha abandonado la idea de segregar en una empresa aparte los negocios en los mercados emergentes. Esa iniciativa sólo tenía sentido como elemento de la negociación con Liberty Global para repartirse activos europeos; una vez rotas las conversaciones, lo único que subsiste es la posibilidad de sacar a bolsa la filial india.
Se esperaba que un acuerdo con Liberty Global facilitaría a Vodafone una mejor posición en el ultracompetitivo mercado británico, donde juega de local. Cerrada esa puerta por diferencias en la valoración de los activos, Colao retoma ahora su discurso reivindicativo y reclama a las autoridades europeas que eviten una «remonopolización» del mercado. «Como resultado de la consolidación, un solo actor controla el 90% de la red troncal y el 60% de las frecuencias disponibles para 4G», denunció. Pero, como la fusión entre BT y EE ha sido aprobada por el regulador británico, queda una posibilidad: presionar para que bloquee o condicione la compra de O2 por el grupo Hutchinson, todavía pendiente.
Los resultados globales del primer semestre muestran un progreso apreciable, bien recibido por los inversores: por primera vez en cuatro años, crecen los beneficios del grupo. Y esto se atribuye, básicamente, a los primeros frutos del esfuerzo inversor conocido como Plan Spring. Siete de los trece mercados europeos, entre ellos ¡finalmente! España, han elevado sus ingresos por servicios y su ebitda. «Un punto de retorno a la normalidad», sentenció Colao.
En España, que los ahorros de 240 millones de euros por la integración de Ono han dado la vuelta a los resultados. En el semestre, los ingresos han aumentado el 1,1% (1.254 millones de euros) en el trimestre y 0,2% si se considera la mitad del año fiscal (2.489 millones. El componente ingresos por servicios aumentó el 1%. El El ebitda ha dado una grata sorpresa al subir un 16,3% (659,4%) con un margen que pasa del 22,8% al 26,5%; variable fundamental para una empresa que necesita seguir invirtiendo a un ritmo anual de más o menos 900 millones. En la presentación a la prensa, António Coimbra enfatizó que los ingresos han recuperado el crecimiento después de siete años de descenso.
Sin embargo, nada garantiza que ahora vengan siete años de vacas gordas. Coimbra advirtió que en los próximos meses el ebitda volverá por donde solía, debido al impacto del coste de los derechos del fútbol. La batalla entre los tres primeros operadores del mercado español se ha desplazado a las respectivas ofertas convergentes, en las que la televisión sería un arma contundente: Vodafone España, con 1,8 millones de clientes de su fibra, tiene ya 900.000 clientes de su servicio de televisión, en parte gracias a la adición de Netflix al fúrbol pero también a la adición de Netflix a su catálogo. Es otra manera de evidenciar lo trascendente que ha sido la compra de Ono.
En un mercado tan agitado como el de Big Data, se han precipitado los acontecimientos desde la última visita de este blog al cuartel general de Hortonworks. Entre otros, la apuesta de IBM por Spark la ha distanciado del ´ecosistema` Hadoop. Ya advertía Gartner, en mayo de este año, que la adopción de Hadoop está siendo más lenta de lo esperado, y de hecho vaticina que así será durante los próximos años, tanto en el número de despliegues como en la ampliación de los existentes. Herb Cunitz, presidente de Hortonworks lo niega, al menos en lo que respecta a su empresa: la cartera de clientes – dice – no ha dejado de aumentar (son 560 actualmente) y el número de proyectos crece a buen ritmo. Leer más