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Buenas noticias para Microsoft tras la compra de Nokia. Hace sólo tres meses se discutía si la tercera posición del ranking de sistemas operativos móviles sería ocupada por Windows Phone o por BlackBerry. La discusión ha quedado zanjada tras conocerse el descenso de BlackBerry al purgatorio. El panel de Kantar ComTech, publicado el lunes, confirma que Europa es terreno propicio para Windows Phone, y aunque su 9,2% en los cinco grandes mercados europeos no alcanza para retar a Android (70,1%), no está demasiado lejos de iOS (16,8%). Un año antes, la cuota de WP en la suma de esos mercados no pasaba del 5,1%, o sea que prácticamente se ha duplicado.
Se confirma lo sabido: iOS es más fuerte en Estados Unidos que en Europa, y a Android le ocurre lo contrario. Hay algunas perlas en el informe. Por ejemplo, Windows Phone está en Alemania a siete décimas de iOS (8,8% frente a 9,5%) y en Francia ya ha cruzado la línea del 10%. El mejor resultado lo obtiene en Reino Unido, un 12% de cuota: es el único mercado europeo en el que Android retrocede (y la culpa parece que la tiene Samsung, que pierde cuatro puntos). BlackBerry se ha quedado en el 2,4%, menos de la mitad de la cuota que tenía en agosto de 2012 en los cinco mercados.
Por marcas, Samsung ocupa la primera plaza (47,1%) y sube hasta el 55,1% en Alemania. Apple oscila entre el 5,3% en España y el 27,5% en Alemania. En España, la ventaja de Samsung es abrumadora: 49,5% de cuota tras un aumento de 3,7 puntos; Sony es la segunda, pero muy lejos, con un 15,1%, perseguida de cerca por LG, que en doce meses ha pasado del 7,7% al 14,7%. La caída de BlackBerry en el mercado español ha sido brutal: del 5,8% al 0,7%.
El panel de Kantar también informa sobre China, pero como sólo incluye las marcas que dominan el resto del mundo, se pierde el detalle más sabroso, que sería conocer la evolución de las marcas chinas. Samsung aparece como líder (30,0%) seguida de Apple (20,8%). Ni rastro en el panel de Lenovo y Huawei, por no hablar de otras marcas ascendentes. Con este antecedente, habrá más elementos para interpretar las cifras de Gartner e IDC sobre las tendencias globales en el tercer trimestre que acaba de concluir.
No es un misterio que en el negocio de los equipos de impresión, la gallina de los huevos de oro son los consumibles. Y que la zorra en ese gallinero son los cartuchos rellenables. Nadie lo sabe mejor y lo sufre más que HP. Su táctica ha cambiado: con el fin de difundir las virtudes de su tecnología y colocarse por encima de esa competencia basada en el precio, el fabricante ha decidido lanzar un mensaje con una dosis de originalidad: en lugar de retórica sobre las ventajas de sus tintas, HP pone de manifiesto la ingeniería y el trabajo científico que hay detrás de una fórmula química. El animador del espectáculo, Thom Brown, se llama a sí mismo inkologist. Leer más
César Alierta quería ganar tiempo, pero el «capitalismo relacional» caracteristico de Italia le ha jugado una mala pasada. Los tres bancos con los que Telefónica está asociada en el consorcio Telco, que tiene el control real de Telecom Italia (22,4% de las acciones, y el 80% del consejo) quieren largarse cuanto antes. Alierta – recordemos que su escuela ha sido la bolsa – ha inventado una fórmula para ampliar ahora su participación en Telco, con la posibilidad de llegar al 100% en el futuro, sin incumplir su promesa de congelar la deuda propia. El artefacto podría derrumbarse, porque a la crisis intestina de Intesa Sanpaolo, uno de los bancos de Telco, se ha sumado la del tambaleante gobierno Letta. La peor conjunción posible, que conduce a la dimisión del CEO, Franco Bernabé, en su día colocado por Telefónica.
En 2007, cuando se urdió la entrada de Telefónica en Telecom Italia, no se daban las condiciones para una fusión entre ambas operadoras. Digo las condiciones políticas, porque las económicas tal vez hubieran colado. Hoy se da el caso opuesto: la clase política italiana estaría dispuesta a sacrificar ese resto de soberanía tricolor, pero Telefónica no tiene margen para asumir la deuda de la compañía italiana [28.000 millones de euros] que, acumulada a la suya, derrumbaría su rating. Por lo que, incluso en esa hipótesis, no habría más salida que enajenar activos, cuanto más valiosos mejor, para achicar Telecom Italia, que en estos seis años ha perdido 30.000 millones de euros en capitalización bursátil.
No parece que la Comisión Europea fuera a oponerse, si llegara a plantearse una fusión. Por una vez, el problema no está en Bruselas, y el enredo tiene otra dimensión, latinoamericana, o concretamente brasileña. En 2007, más que poner un pie en Italia, lo que Telefónica pretendía era el tener derecho a vetar que un adversario – que no era otro que el mexicano Carlos Slim – pudiera presentar una oferta por TIM, la joya de los activos de Telecom Italia. Ante el bloqueo virtual, Slim optó por invertir masivamente en Brasil hasta hacer de su empresa, Claro, la tercera del mercado. El gobierno brasileño ya ha dicho que no toleraría una fusión de TIM con Claro, que sumarían un 60% del mercado.
Se ha dado un curioso giro: en 2013 todos dicen preferir que Telecom Italia venda sus filiales en Argentina y Brasil, para reducir su deuda. Como no habría más alternativa que ampliar capital, ni los bancos ni Telefónica están por la labor. Por esto, empieza a hablarse seriamente de poner en venta total o parcialmente TIM (73 millones de clientes, contra 77 millones de Vivo, la filial de Telefónica). La pregunta es ¿a quién?
El regulador brasileño no admitiría bajar de cuatro a tres el número de competidores, por lo tanto el comprador tendría que ser nuevo en el mercado. Una posibilidad sería aparcar TIM en un fondo de inversión, una solución provisional. Vuelve a hablarse de AT&T, aunque sus vínculos con Slim podrían ser motivo de objeciones, y por primera vez aparece en las quinielas el nombre de Vodafone. Por dos razones: 1) tras la venta de su participación en Verizon Wireless, está sobrada de dinero, y 2) el grupo ´británico` ha estado extrañamente ausente de América Latina, lo que ha facilitado que Telefónica se hiciera fuerte en la región. Si ahora la compañía española pudiera decidir, ¿con qué adversario preferiría enfrentarse en Brasil?
La anécdota ha dado la vuelta al mundo: todos saben que Larry Ellison eligió asistir a la penúltima regata de la America´s Cup que acabaría ganando el velero patrocinado por Oracle, y con ello dar calabazas a miles de clientes de Oracle que aguardaban su aparición en el Moscone Center de San Francisco. Simplemente, entre dos pasiones competitivas, optó por la que era impostergable. A pesar de la desilusión inicial y de miles de tuits malhumorados, las encuestas indican que la mayoría entiende y disculpa el plantón. Al fin de cuentas, la ausencia de Ellison no afeó los resultados de OpenWorld, sólo desplazó el impacto mediático por unos días: de la nube a la bahía. Leer más
Por lo general, aceptamos como normal que los Presupuestos Generales del Estado – antes una furgo, ahora un pendrive – no sean creíbles, y que su ejecución quede al arbitrio de las circunstancias, con mayor o menor grado de arbitrariedad. Los de 2014, que se presentaron este viernes, no es sólo que no son creíbles, sino que traducen el propósito consciente de prolongar la devaluación interna. Ya saben, ese concepto por el cual ya que un país no puede depreciar el euro, opta por depreciar los salarios. Según un colega que suele expresar lo que quiere transmitir el ministro de Economía, «lamentablemente, de esta crisis saldremos un 30% o un 40% más pobres de lo que éramos en el 2007». Atentos al adverbio.
La premeditada devaluación interna consiste en confiar que España será competitiva si aplica una una caída sistemática de la demanda (esto es, ser un 30% o un 40% más pobres) con la esperanza en que la recuperación ajena potenciará las exportaciones y permitirá que el PIB crezca el 0,7% en 2014. Si no he leído mal, el proyecto de PGE apuesta por un 5,6% de aumento de las exportaciones, que es apostar mucho.
Casualmente, la semana pasada el FMI subía a Internet una presentación de Reza Moghadam, su economista jefe para Europa, en la que expone la visión del organismo sobre las perspectivas de la eurozona. Su diagnóstico es, en resumen, el siguiente: la economía europea se va estabilizando, algo que ya se observa en los mercados financieros, pero no obstante la recuperación es débil y frágil por el lado de la demanda. «¿Cómo pasar de la estabilización a una recuperación genuina», se pregunta ayudándose de un cubo de Rubik.
«Con algunas excepciones – recita Moghadam con impecable labia académica – el exceso de endeudamiento es el mayor de los problemas». En crisis anteriores, sus efectos se atenuaban gracias a la inflación, que alentaba un aumento [fuera real o ilusorio] de renta de los hogares. En la crisis actual, como la inflación es un tabú, esa salida hay que excluirla, y el economista se queda a un palmo de evocar para Europa (o para algunos de sus países) un largo estancamiento a la japonesa.
La política económica aplicada estos años en Europa ha enfatizado la reducción del endeudamiento del sector público – consolidación fiscal – como primera prioridad, pero Moghadam advierte que la deuda de familias y empresas es el principal factor limitante del crecimiento, mucho más que la deuda pública. La bajada del coste de dinero, si persistiera, puede ayudar a las empresas a desendeudarse, «un proceso que apenas ha comenzado», nos dice. Esta sería la razón por la que, al igual que hacen las familias, las empresas no gastan, y por tanto en términos macro el ahorro crece. Una vez más, el dilema entre ahorro o inversión. Más difícil de resolver que el cubo de Rubik.
En la transición puesta en marcha por la reorganización anunciada en julio y la prejubilación de Steve Ballmer, Microsoft ha recuperado la costumbre del Analyst Day – cuya suspensión en 2012 provocó más suspicacia que críticas – como ocasión para a) presumir de banquillo, y b) escenificar cómo se reflejarán los cambios en la manera de presentar sus resultados a partir del ejercicio 2014, cuyo primer trimestre acaba hoy. Esos resultados serán expuestos el 24 de octubre por la recientemente promovida CFO de la compañía, Amy Hood. Quizá para entonces se conozca el nombre del sucesor de Ballmer (de momento, las quinielas favorecen a un outsider, Alan Mulally, CEO de Ford y antes de Boeing). Leer más
Valdría la pena investigar la genealogía de los rumores, más allá de la banal sospecha de que pretenden mover la bolsa para beneficio de quien los promueve. Esta semana ha corrido uno sorprendente: la eventual fusión de Alcatel-Lucent y NSN (sigla que ahora se traduce por Nokia Solutions & Networks). Al parecer se originan en que alguien ha vista a unos directivos de la primera de visita en la sede de la segunda. No hay más, y por mi parte no lo creo, pero cosas más estúpidas se han visto.
Las dos compañías son fruto de fusiones transnacionales que salieron mal. Desde que la francesa Alcatel se casó con la americana Lucent, no ha dejado de perder dinero en todos los trimestres menos uno o dos. El consorcio entre las ramas de equipos de comunicaciones de Siemens y Nokia ha sido un desastre casi permanente, hasta que la alemana se retiró con tal ansia que prestó dinero a la finlandesa para que comprara su parte. Por otro lado, Alcatel-Lucent acaba de empezar la aplicación del plan Shift, de su nuevo CEO, Michel Combes, que en resumidas cuentas trata de achicarse para concentrar su negocio. Con perdón, no me parece que volver a empezar sea una buena idea.
También NSN debería estar escaldada por su matrimonio infeliz. Y cuando se consume la transferencia de la división de móviles de Nokia a Microsoft, se quedará solita como principal fuente de ingresos de un grupo que durante más de un siglo ha sido el orgullo nacional de Finlandia. ¿Tendrán ganas sus accionistas de pasar por otro calvario como el que han vivido?
¿Y si la consolidación tuviera sentido? Sobre el papel, podría tenerlo. Alcatel-Lucent aportaría su experiencia en redes IP, su valiosa tecnología óptica y sus avances en los nuevos campo de cloud, SDN y small cells; incluso mitigaría el impacto de desinvertir en otros negocios que han dejado de interesarle. Por su lado, las contribuciones de NSN – que ha pasado por parecidas amputaciones – serían su infraestructura móvil y su cartera de servicios profesionales. La combinación de capacidades de LTE de AlcaLu y NSN sería oportuna (¡si hasta hablan de 5G!).
Insisto, todo sobre el papel, porque las dos compañías llevan demasiado tóxico en las venas, y los competidores (Ericsson y Huawei) se frotarían las manos durante todo el tiempo que durase el proceso, que no sería corto. Me pregunto: ¿a quién se le habrá ocurrido poner en marcha el rumor?
Conviene tomar con pinzas la noticia según la cual el fondo de inversión canadiense Fairfax compra a precio de saldo la empresa – canadiense – BlackBerry. No es tanto un gesto patriótico como de protección del interés de los accionistas del país norteamericano (entre ellos Fairfax, que posee un 10%) ante un futuro que puede ser más o menos oscuro según la paleta que se use para juzgar. Para empezar, la operación no está cerrada: el proceso de due dilligence durará hasta el 4 de noviembre, y en ese lapso la dirección de la empresa puede buscar otras ofertas, aunque pagando una penalización asumible. O tal vez Fairfax – detrás del cual se dice que está la mano de Mike Lazaridis, uno de los fundadores de BlackBerry – podría renunciar al intento si las cuentas no le convencen.
Habrá tiempo para escribir sobre cómo se llegó a esta situación de tintes desesperados; hoy lo que importa es la circunstancia. El precio pactado es de 4.600 millones de dólares, pero como en la tesorería de BlackBerry había, al cierre del trimestre anterior, 2.600 millones, el precio neto merecería calificarse como un chollo. Sin embargo, una parte de esos fondos se irán en cancelar los contratos de 4.500 empleados, un 40% de la plantilla.
El mismo día en que BlackBerry presentaba de tapadillo – ¡en Malasia! – su modelo Z30, anunciaba en Canadá que abandonará el segmento de consumo para concentrarse en las empresas. Es un gesto previsible, pero no arregla nada. Probablemente Fairfax sea sólo una estación de paso para sacar a BlackBerry de la bolsa y negociar en la trastienda con algún eventual comprador. El problema vuelve a ser de valoración: no es lo mismo el todo que la suma de las partes. Y la lógica dice que un inversor financiero como Fairfax preferiría el despiece.
Puede decirse que grosso modo, los activos de BlackBerry se dividen en tres grandes capítulos: 1) sus dispositivos, en claro retroceso en el mercado, 2) su sistema operativo, que ha llegado tarde y no ha conseguido hacerse un hueco en la hegemonía de iOS y Android, y 3) su plataforma para empresas, sólida pero amenazada por decenas de competidores cada uno con su propuesta de MDM (mobile devices management). Aparte, están la marca (muy devaluada, por todo lo anterior) y las patentes, verdadera baza para sentarse a negociar, porque probablemente valen tanto como el precio neto que ofrece Fairfax.
Visiblemente, el CEO de BlackBerry ya no tiene esperanza de ser la tercera plataforma capaz de ser alternativa al duopolio Apple/Google y, no sé qué es peor, ha perdido la confianza de los operadores. Me ratifico en la idea de que Fairfax es un salvavidas provisional para dar tiempo a que Heins busque una salida airosa [se habla mucho de Samsung, pero también hay que tomarlo con pinzas]. Lamentablemente, la continuidad de la empresa con su perfil actual, no da para más.
Pocas veces al año una ronda de financiación en Silicon Valley llega a los 150 millones de dólares. Si los dos digitos son habituales, llegar a tres implica que se ha ganado una alta dosis de confianza de los capitalistas de riesgo. Cuando, además, quien «levanta» esa cifra es una startup de almacenamiento, la inversión marca un récord. El maná acaba de llover sobre la empresa PureStorage, especialista en soluciones de estado sólido. Su tecnología, etiquetada bajo el eslogan ‘flash for all’, se ha ganado un respaldo contundente, que le da la oportunidad de competir al nivel de las grandes o de otras compañías jóvenes bien financiadas, como Violin Memory. Leer más