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Casi dos terceras partes de la inversión global en infraestructura TI (servidores, almacenamiento y networking) del tercer trimestre de 2014 fue destinada a despliegues de cloud. Según un informe de IDC, los 6.500 millones de dólares invertidos en infraestructuras cloud durante el período se repartieron entre proveedores de nube pública y despliegues de cloud privada. Las cifras son relevantes, sobre todo porque anticipan la tendencia dominante y fundamentan las predicciones de IDC para 2015. Tienen dos implicaciones: a) los CIOs menos propensos al riesgo prefieren mantener sus operaciones bajo control y b) la industria de las TI se enfrentan a una radical alteración de sus ingresos. Leer más
Feliz Año, lectores. Un adagio ingenioso sostiene que cuando dos o más economistas coinciden en un diagnóstico, es muy probable que el diagnóstico sea erróneo. En estas semanas de tránsito interanual, puede parecer que hay coincidencia en prever que 2015 será mejor que 2014, lo que tampoco dice mucho pero alegra saberlo. Tres factores concurren en ese consenso: la revitalización de la economía estadounidense, la consiguiente apreciación del dólar [y abaratamiento del euro entre otras monedas] y, el que más discrepancias suscita, el precio del petróleo.
Por tanto, este primer newsletter de 2015 pasa sumariamente revista a esos factores, y se complementa con una crónica de las predicciones de IDC sobre el mercado de las TIC.
En primer lugar, el comportamiento divergente de las economías desarrolladas. La Reserva Federal ha inundado Estados Unidos con una liquidez masiva, hasta el momento en que la consideró suficiente: el empleo se ha recuperado aunque con calidad y salarios degradados; en 2015 probará qué pasa si sube un poco los tipos de interés. Mientras, en la eurozona, seguimos confiando en la habilidad verbal de Mario Draghi, pero con la oposición del Bundesbank a un plan de compra de bonos que sería el equivalente del BCE a la facilidad monetaria de la Fed. Los economistas consultados por el Financial Times son más escépticos que esperanzados. Por su lado, la Comisión Europea esboza un impreciso programa de inversiones públicas que, si se le añadiera el multiplicador privado, podría aportar otra inyección de recursos para la reactivación. En el fondo de la escena, se eleva el temor a la deflación.
Durante al menos el primer semestre de 2015 podremos disfrutar de un ingrediente con el que no contábamos meses atrás: el petróleo oscilará entre 55 y 70 dólares por barril, lo que daría como resultado que una masa de dinero se desplace de los países productores (menos ingresos) a los consumidores (energía más barata) según apunta el profesor Mariano Marzo: entre el 0,5% y el 1% de crecimiento del PIB cambiará de manos, dependiendo de las circunstancias. Conviene saber que el programa plurianual que el gobierno español envió a Bruselas contemplaba para 2015 un petróleo a 103 dólares de media.
En este contexto, el dólar debería mantener su apreciación frente al resto de las monedas, e incluso llegar a situarse en torno a 1,10 por euro. En principio, debería ser positivo para las exportaciones españolas, que empezaban a flaquear tras haber oxigenado a muchas empresas en sustitución de una demanda interna anémica. Hay que advertir que la mayor parte de nuestras exportaciones se dirige a países con los que compartimos moneda, por lo que el efecto se neutralizaría. El desajuste, caso de prolongarse, afectaría a economías latinoamericanas a las que las empresas españolas se han aferrado en años críticos, como Brasil y México.
Estados Unidos vuelve a ser el motor del mundo desarrollado, con un crecimiento del PIB estimado para este año por encima del 3%. En Europa, las hipótesis oscilas en la mitad de ese porcentaje, o incluso menos: Alemania lleva tres años con una tasa de inversión prácticamente plana, Francia sigue perdiendo competitividad e Italia está demasiado endeudada para encontrar otro rumbo. Un resumen de la situación europea actual sería este: bajo crecimiento, baja inflación, bajo empleo. Además de la deuda, son nuestras tres dolencias, por lo que el forzado optimismo gubernamental resulta inverosímil.
Las incógnitas son de naturaleza política. Este año habrá una sucesión de de elecciones generales, empezando por Grecia y Portugal, dos países «rescatados», ciclo que deberá cerrarse en España. Se ha apretado el nudo de la austeridad y se ha profundizado la desigualdad, ¿cómo extrañarnos de que los ciudadanos no compartan el diagnóstico de la troika? Grecia fue el laboratorio que, al inicio de la crisis, debía servir de escarmiento para los perezosos europeos del sur. Uno de los desenlaces posibles es una moratoria de la deuda griega [que, seamos claros, nunca podría pagar] y la correlativa salida del euro. Angela Merkel opina ahora que esto último no sería tan grave, dicen que pensando en tensar la cuerda como aviso a otros electorados. En fin, pido disculpas por la extensión de este comentario, e invito a leer la crónica del día.
Como tiene por costumbre, IDC ha elaborado y difundido un conjunto de predicciones sobre las tendencias de los mercados de TIC en 2015. Globalmente, prevé un crecimiento del 3,8%, hasta superar los 3,8 billones de dólares. Algo menos de la mitad – 1,7 billones – se atribuye a las telecomunicaciones, y el resto a las TI propiamente dichas. Corrobora la existencia de dos velocidades de marcha: los mercados emergentes crecerán un 7,1%, cinco veces superior al modesto 1,4% de los países desarrollados. Europa será una vez más el eslabón débil, con crecimiento plano. Que conste que la excepción relativa será el mercado español, del que se espera un incremento del 1,7%. Leer más
Como este newsletter se distribuye a medianoche, un suscriptor me culpa, de guasa, por su insomnio tras leer sucesivamente la epístola y la crónica de anteayer. Quizá este lector tenga razón, y como no ganamos para sustos, más me vale aliviar la carga de mi comentario de hoy.
Hace tiempo que no escribo sobre Adobe, curiosamente dos años justos. Me arrepiento, porque es uno de los casos más interesantes de reconversión de un modelo de negocio basado en la venta de licencias ´perpetuas` a otro de ingresos recurrentes por suscripción. Al principio, la transición fue dura, pero los resultados del año fiscal 2014, cerrado en noviembre, son un signo de que la apuesta de Shantanu Narayen, CEO de la compañía, ha sido acertada.
Se puede argumentar que Adobe opera en un mercado peculiar, el del software creativo, en el que los grandes clientes perciben las ventajas del pago por suscripción, que les asegura estar constantemente actualizados, mientras que los profesionales independientes han renunciado al espejismo de la copia pirata. En el cuarto trimestre del ejercicio, un 66% de los ingresos fueron recurrentes [software como servicio] y al presentar los resultados, Narayen mencionó que en 2015 superarán el 70%. En todo caso, las cifras superan las que hubiera podido obtener mediante el modelo de licencia.
¿Misión cumplida? No del todo. Con 644.000 usuarios de pago añadidos, Creative Cloud, su suite gráfica en la nube, pasa de 3,4 millones. Pretende llegar en noviembre próximo a 5,9 millones de usuarios, lo que implica la adición de 47.000 cada semana, en promedio. Este ritmo, el mismo que ha mantenido en 2014, estará vinculado a la reciente adquisición de Fotolia por 800 millones de dólares: podrá integrar un volumen de 34 millones de imágenes y vídeos, y su monetización – de valor desconocido – se sumaría a los ingresos de su suite de diseño, creación y edición gráfica.
Según se dijo al presentar los resultados, la compañía espera un aumento del 20% anual de sus ingresos a lo largo de los próximos dos años y, al mismo tiempo, una compresión de los costes de generar esos ingresos, lo que equivale a decir que mejorará sus márgenes. Analistas e inversores, tan contentos.
Pero, en una visión más amplia, Adobe necesita reforzar la segunda rama de su negocio, Marketing Cloud, con un peso cuatro veces inferior a Creativa Cloud en ingresos anualizados. Las circunstancias de reanimación del mercado parecen propicias, a juzgar por los contratos de servicio firmados en los últimos meses con grandes empresas (Mastercard, Ford y FedEx entre otras), pero no me consta que en Europa ocurra lo mismo, lo preguntaré en enero. El equipo directivo confía en que sus funciones analíticas en la nube tienen la llave para que este segmento crezca más intensamente que el creativo, que ya es decir.
Tal vez me he excedido en los detalles sobre Adobe, que me vale como barómetro. Es pertinente preguntarse si las tendencias serán válidas para otros tipos de software y otras empresas que, viniendo de la venta de licencias, fuerzan la máquina para adoptar el modelo SaaS en sus aplicaciones. Pienso en Oracle que ha cerrado un trimestre con fuerte crecimiento en esa categoría y una leve caída de licencias. ¿Van a prevalecer sobre las que han nacido con esa impronta, como Salesforce? Ya sé que cada segmento tiene vida propia, pero no tengo dudas de que el modelo SaaS acabará imponiéndose en todos.
A menudo los titulares de prensa dan por cocinado algo que aún precisa horno. Por ejemplo, es breve pero no veraz escribir «BT compra EE». Lo que no significa que una de las dos vaya a echarse atrás, o que el novio desairado – Telefónica – vaya a a aparecer al final, como Dustin Hoffman o Hugh Grant en el cine. La oferta de BT, 12.500 millones de libras, es firme, pero el proceso será de largo metraje. La adquisición deberá pasar una due dilligence y ser aprobada por la autoridad de la competencia y el regulador Ofcom. Gervais Pellisier, número dos de Orange – dueña del 50% de Everything Everywhere – ha dicho que la operación podría no cerrarse hasta principios de 2016. Leer más
Lo de menos es saber si los hackers que han atacado la red de Sony Pictures son norcoreanos, mercenarios u oportunistas. Lo que está claro es que la compañía japonesa no ha aprendido nada de sus desventuras anteriores con esta clase de enemigos. En 2011, sufrió un apagón masivo durante un mes de su servicio de videojuegos online, con el añadido de fuga de datos sobre millones de usuarios. Desde entonces, contrató dos jefes de ciberseguridad que antes habían sido altos cargos en los organismos del gobierno federal. De poco ha servido, puesto que volvió a ocurrir lo mismo, brevemente, en agosto de este año. A finales de noviembre fue saqueada la base de datos de Sony Pictures, con las consecuencias que todos sabemos. El goteo de revelaciones podría ser infinito, a menos que Sony renuncie a una película satírica sobre el líder de Corea del Norte.
La cosa no tiene maldita gracia, aunque algunos idiotas se regocijen en Twitter. El daño para Sony es irreparable, tanto si accede al chantaje como si no. Ha llamado mi atención que a la compañía no se le ocurriera mejor contramedida que amenazar a los medios con querellas si publican las ´informaciones` facilitadas por los hackers. Lo que Sony no ha entendido es que en la era de Internet estamos todos expuestos, víctimas de nuestro narcisismo o indiscreción –incluso quienes creemos no tener esos defectos – a la vista de quien quiera atisbarnos, asaltarnos o difamarnos. No es lo que esperaban Tim Berners Lee, Vinton Cerf y otros «padres de Internet», pero ahí está.
Se ha suscitado un debate interesantísimo. Aaron Sorkin, famoso guionista y productor – El Ala Oeste de la Casa Blanca, The Newsroom y el biopic sobre Mark Zuckerberg – ha publicado en The New York Times un artículo en el que invita a la prensa a negarse a ser instrumento de los chantajistas. Publicar ese material – escribe – sería «un acto moralmente traicionero y deshonroso». Lo sustancial del argumento de Sorkin es que no hay razones de interés público: los salarios de los ejecutivos de Sony no tienen la relevancia social de los papeles del Pentágono o las revelaciones de Edward Snowden, etcétera. .
Simpatizo con la opinión de Sorkin, aunque no dejo de ver que su reacción está motivada por las revelaciones que puedan afectarle. Pero creo que no sea escuchado. El dilema moral que en su día se plantearon los diarios serios y responsables a la hora de publicar documentos-robados-que-habian-recibido, para contrastarlos y contextualizar esa materia prima dándole credibilidad y relevancia social, no regirá en este caso. Entre otras razones, porque miles de blogueros y ´medios` de chichinabo actuarían gustosamente como cajas de resonancia. El morbo y la maledicencia harán el resto.
Nos guste o no, todo aquello que confiemos a un ordenador conectado a una red es, esencialmente, susceptible de ser visto y utilizado torticeramente por terceros, sean delincuentes o agentes de la ley. Ninguna red, ningún servidor, es absolutamente seguro; ninguna marca está absolutamente protegida. Que cada uno saque sus consecuencias.
El año empezó con los sucesivos coletazos del caso Snowden de 2013 y se cierra [¿se cierra?] con el chantaje a Sony Pictures. Entremedias, hubo casos de hacking sonados como el robo de datos de clientes de JPMorgan Chase o de la cadena de grandes almacenes Target; el destape de fotos que ciertas celebrities habían confiado a iCloud; el descubrimiento del agujero bautizado Heathbleed, tras años agazapado; las acusaciones recíprocas entre Estados Unidos y China; la elevación de Irán al rango de superpotencia del malware; la aparición en escena de Regin, y esta es sólo una lista corta. Porque si una cualidad tienen los problemas de seguridad es que se arrastran de año en año. Leer más
Uno de los problemas de la palabra cloud es que significa cosas distintas y sugiere muchas más. ¿Qué ha querido decir Bill McDermott, CEO de SAP, en una entrevista con Arik Hesseldahl, al afirmar que en 2020 la compañía será número uno en usuarios y en ingresos generados por servicios cloud? Antes de entrar en materia, hay que saber que McDermott está en plena campaña de promoción de su libro Winners Dream: A Journey from Corner Store to Corner Office, tarea que exige dar titulares golosos. La idea central de la entrevista es el anticipo de un plan quinquenal, que presentará en enero, cuando publique sus resultados anuales, y del que dará más detalles ante la junta de accionistas en febrero.
El plan, según la puntita que ha dejado ver McDermott, consistiría en una arquitectura común que permitiría consolidar distintas aplicaciones. Otra versión, en este caso oficiosa, apunta que SAP prepara el lanzamiento de un ´mercado de nubes` que facilitaría a empresas y organizaciones consumir software y servicios en régimen de autoservicio. No sé si ´portal` sería una palabra castellana adecuada para definir un espacio al que la compañía alemana espera atraer a terceros – incuyendo a competidores – así como proveedores de servicios profesionales, para crear una «red abierta y global» que abarque todas las áreas de operaciones de SAP.
Puede sonar ambicioso, y así tiene que ser. No está muy lejos de otras iniciativas de compañías que, como SAP, han llegado a la conclusión de que en el modelo cloud nadie puede trepar la cuesta sin ayuda. Dell Cloud Marketplace, en fase beta, es un mecanismo en el que se podrían arrendar servicios de múltiples nubes públicas, en contraste con las fórmulas centradas en un proveedor único. Más o menos en la misma onda se sitúa InterCloud, promovida por Cisco con apoyo de proveedores de servicio de mucho peso. Si no he entendido mal, no se trata de competir con Amazon Web Services sino de erigir una barrera defensiva contra la tentación de AWS de dotarse de un perfil de plataforma como servicio [suponiendo que estas nomenclaturas tengan sentido en el futuro próximo].
Sobre la presunta iniciativa de SAP sólo puedo decir que evidencia la intención de cohesionar una disparidad de productos cloud que ha ido incorporando a través de adquisiciones en los últimos años, ciertamente a un alto coste: SuccessFactors, Ariba y, recientemente, Concur – la compra se cerró formalmente este mes por 8.300 millones de dólares – y cuando Arik le pregunta qué tiene dentro Concur que valga ese precio, McDermott responde: «es la segunda compañía independiente de software como servicio, y fortalece nuestra posición en la nube: tenemos más usuarios individuales que cualquier compañía de software en modo cloud, casi 50 millones, y somos la segunda en ingresos detrás de Salerforce […] nuestro objetivo es ser la número uno en 2020″. Pero no omite sugerir que en los próximos años no hará grandes adquisiciones, y se dedicará a integrar lo que ya tiene en casa.
En su día no llegué a comentar la compra de Concur, compañía que gestiona en modo cloud los gastos de viaje de 25.000 empresas en 150 países. Entre las ofertas de Oracle y SAP, prevaleció la segunda, y esto ya es un factor del precio pagado. Pero, además, Concur tiene un acuerdo con IBM, que a su vez en octubre firmó una alianza estratégica con SAP por la cual esta hará uso de su infraestructura para la prestación de sus servicios cloud. Con lo que se confirma la hipótesis principal: nadie puede competir en la nube (signifique lo que signifique) sin buscar pareja de baile o de cama, sin rodearse de amigos y sin ceder negocio a los aliados.
Bienvenidos al mundo post Snowden, un mundo de desconfianza recíproca. Esta semana, Microsoft espera verse arropada públicamente por sus rivales y algunos de sus críticos, en una batalla que libra con la justicia estadounidense: Brad Smith, jefe de los servicios jurídicos de la compañía, ha convocado un panel de abogados de empresas tecnológicas y entidades cívicas para que respalden la apelación que presentó días pasados contra la sentencia de un tribunal inferior que le exige entregar los correos electrónicos de un usuario relacionado, según la fiscalía, con narcotráfico y blanqueo de dinero.
AT&T, Verizon, Apple y Cisco ya han apoyado formalmente la posición de Microsoft, y se cree que Facebook y Google podrían hacerlo pronto, una bien extraña coalición. Si hasta la Electronic Freedom Foundation, que hace poco acusaba a la compañía de complicidad con el espionaje, elogia su cambio de posición aunque, ironiza su portavoz, «tampoco es como para darle el Nobel de la Paz».
En condiciones normales, conforme a su política de colaboración con los mandamientos judiciales recibidos, Microsoft hubiera accedido a la orden de entregar los datos, pero ocurre que los involucrados en el caso están almacenados en su datacenter de Dublin, por lo que la compañía se ampara en el principio de extraterritorialidad para negarse a entregarlos.
Dos recursos de Microsoft han sido rechazados este año por sendas instancias judiciales; los jueces han fallado que lo que prevalece no es dónde se encuentren los datos, sino en que Microsoft, como empresa estadounidense, está obligada a entregarlos porque puede acceder a ellos desde Estados Unidos.
Un tribunal de apelaciones de Nueva York tendrá que pronunciarse en los próximos meses, pero desde ya Microsoft anuncia su disposición a llegar hasta el Tribunal Supremo, si fuera preciso. Su departamento de asuntos legales ha montado un sitio web específico, DigitalConstitution.com, dedicado a defender su posición y a buscar aliados en la sociedad. Microsoft sostiene que, en todo caso, el gobierno debería hacer uso de los acuerdos bilaterales para obtener el consentimiento de las autoridades irlandesas, que entonces podrían ordenarle la entrega de los datos acogidos a su legislación.
Los abogados del gobierno federal sostienen que si Microsoft ganase la apelación, los delincuentes tendrían abierta una vía para escapar de la justicia, simplemente cuidando que sus mensajes se alojen en centros de datos fuera de Estados Unidos. Un argumento nada convincente desde las revelaciones de Edward Snowden sobre el espionaje electrónico de la NSA. Según el prófugo, Microsoft fue una de las primeras compañías que accedieron a colaborar con la agencia de seguridad, pero la empresa ha difundido documentos según los cuales se resistió mientras las órdenes no estaban debidamente fundadas y los datos se encontraran dentro de Estados Unidos. Esta vez es distinto, según Smith, y debería sentar un precedente disuasorio, aspecto en el que coincide con los defensores de las libertades civiles.
Es una evidencia que Microsoft ha virado sustancialmente de posición, asumiendo la defensa de la privacidad de sus usuarios, un giro en el que coincide con otros en la industria: Facebook y Google publican regularmente ´informes de transparencia` con el número y naturaleza de los casos en los que se les ha ordenado la entrega de datos de usuarios de sus servicios. Apple, por su lado, ha despertado la ira de los funcionarios federales al introducir en su sistema operativo una función de encriptado que – según ella – impide la intercepción de comunicaciones de los usuarios de un iPhone. Cisco, a la que Snowden acusó de tolerar que la NSA adosara un sniffer en sus equipos destinados a China, tiene el mayor interés en apoyar a Microsoft en esta batalla.
Una circunstancia que ha cambiado es la relación de confianza entre Estados Unidos y Europa. Brad Smith ha contado a la prensa que durante una visita a Berlin, altos funcionarios le hicieron saber que ninguna administración de Alemania usarán los centros de datos de Microsoft a menos que gane este caso. Y, siempre según Smith, los periodistas del grupo Springer evitan subir documentos a los servidores de Microsoft por temor a que sus fuentes sean objeto de intrusión por parte de Estados Unidos. Para Microsoft, es un aspecto clave en su estrategia cloud.
Estamos ante otro aspecto altamente explosivo, que no se resuelve sólo con instalar centros de datos ´de proximidad` para que los gobiernos y empresas europeas contraten servicios ´en la nube` a empresas transatlánticas. Así lo han hecho Amazon, Google, HP e IBM, entre otros, además de Microsoft, pero quizá no sea suficiente: «Lo que está en juego – ha declarado Brad Smith – es cómo podemos entre todos restaurar la credibilidad de la industria norteamericana. Estados Unidos no podrá sostener su liderazgo tecnológico a menos que el resto del mundo pueda confiar en nosotros».