29/05/2025

Computex, abducida por el show de Jensen

La feria Computex de hoy tiene poco que ver con aquel escaparate tristón de componentes para la industria que ensamblaba PC y otros dispositivos. Ha subido de categoría: es la referencia para la  inteligencia artificial y esto confiere otro estatus a una isla cuya soberanía es negada por China. En esos cambios tiene mucho que ver Jensen Huang, taiwanés de nacimiento – como Jen-Hsun Huang en 1965 – y emigrado de niño a Estados Unidos, cuya ciudadanía ostenta. Su visita a Taipei para asistir a Computex ha sido festejada como la vuelta de un héroe multimillonario que come noodles en cantinas populares y firma autógrafos por la calle, algo que desde luego no podría hacer en California, donde vive.

Jensen Huang

Huang no defraudó a sus compatriotas. En parte porque es un excelente comunicador, prepara él mismo sus discursos, habla con fluidez sin leer papeles ni pantallas, en un tono convincente para una audiencia entregada. El problema que tiene Nvidia no es de popularidad sino cómo sostener el auge estratosférico de la IA, que ha elevado a las estrellas su valor. El alza de la cotización de las acciones surge de sus abultados ingresos y beneficios – de los que también se beneficia la taiwanesa TSMC, que fabrica los chips diseñados por Nvidia – pero cada vez que Donald Trump abre la boca, los inversores temen por el rendimiento de sus capitales y resurge la volatilidad de los últimos meses.

La cuestión de fondo, que no parece inquietar en absoluto a Huang, es esta: ¿podrá el mercado de la IA seguir creciendo al mismo ritmo y crear una demanda sostenida de chips de Nvidia, afianzándola como una de las tres empresas con mayor capitalización bursátil (3,2 billones de dólares )?

Huang aterrizó en su ciudad natal justo después de firmar con Arabia Saudí y otros países del Golfo contratos de suministro de miles de chips de Nvidia para sus centros de datos soberanos [el adjetivo no es vanidad] en la región, especializados en IA. En esos días, Huang se unió al séquito de Donald Trump – viaja en su propio avión – al día después de que el presidente levantara el veto que incluía a esas monarquías como receptoras de exportaciones de chips fabricados o diseñados en Estados Unidos.

Apenas dos meses antes, en marzo, había presidido el principal foro de Nvidia, GTC, en San José (California) y dentro de dos semanas, en junio, estará en París en el marco de la feria tecnológica Viva Tech. El plato fuerte de esta temporada, la tarjeta gráfica GeForce RTX5060, se puso a la venta el 19 de mayo, víspera de Computex.

Con un calendario tan apretado, Huang tiene por fuerza que dosificar los mensajes para cada evento, con el riesgo de que cualquier retraso en un producto – como parece haber ocurrido con la tarjeta RTX5060 – le estropee una fiesta. La tarjeta en cuestión es parte esencial de su gama de estaciones de trabajo para oficina DGX Station, que estará dotada de un “superchip” para desarrolladores de software, científicos de datos e investigadores, sin necesidad de estar unidos a un centro de IA. Quizás estaba verde, pero había necesidad de presumir de ella.

Como Huang tiene recursos sobrados para anunciar una novedad tras otra, en Computex tocaba el turno a NVLink Fusion, que debería permitir a los gestores de centros de datos para IA construir infraestructuras especializadas e integrar distintas plataformas y procesadores, tanto de la compañía como de competidores. A esto dijo  Huang: “estamos ante un cambio fundamental [a tectonic shift] : por primera vez en décadas, los centros de datos podrán ser reconfigurados de arriba abajo con IA y fusionarse con cada plataforma informática”. Sin fecha ni coste, como habrá adivinado el lector.

En un plano más próximo a la política – de la que no podría apartarse aunque quisiera – el CEO de Nvidia aseveró a la agencia Bloomberg que “no hay evidencias de una desviación de chips de IA a países donde su venta está prohibida”. En referencia a su sistema Grace Blackwell, dijo que pesa dos toneladas, por lo que es fácilmente rastreable. Y añadió: “también es importante que los países y las compañías a los que vendemos nuestros productos reconozcan que toda desviación está estrictamente prohibida”. Empero, no son pocas las empresas chinas que dicen haber sido abastecidas de chips IA de Nvidia, para desespero de las autoridades estadounidenses, que infructuosamente han tratado de impedir que China se haga con ellos.

Hace tiempo que Jensen Huang viene insistiendo en que prohibir la venta de chips de IA a otros países, especialmente a China, es del todo contraproducente porque estimula el nacimiento de un competidor formidable que desarrollará sus propios semiconductores, como ya está haciendo Huawei, y en consecuencia se construirían plataformas libres de tecnología estadounidense que podrían venderse – a bajo precio – a terceros países. De esta forma, se fragmentaría peligrosamente el mercado mundial, advierte. Al final, lo que importa es que Donald Trump no comulga con esa argumentación pero es un tipo volátil, como se demuestra cada mañana.

Nvidia tiene buenos motivos para estar preocupada con el rumbo que toma Washington. El mercado estadounidense para la compañía ha crecido espectacularmente y tiene recorrido para que las Big Tech sigan equipándose con sus chips, pero el ritmo de crecimiento tocará un límite y esto es algo que a un capitalista le cuesta aceptar. En este punto, los inversores muestran dudas y, en ciertos momentos, han tendido a castigar las acciones de Nvidia. No es grave, pero sin duda es desagradable.

El caso es que Jensen, lejos de seguir los dictados de Washington, se ha empeñado en forzar la situación diseñando nuevos chips que orillan la legislación estadounidense para venderlos a China. Como suena: en abril, se reunió con el alcalde de Shanghai para abrir un centro de I+D en la ciudad y, según el South China Morning Post, ambos discutieron los requisitos técnicos que permitirían sortear las exigencias de Trump. El CEO de Nvidia estima – en declaraciones al Financial Times – que el mercado chino podría superar los 50.000 millones de dólares y, como es natural, su compañía se llevaría la mejor parte.

Según presumió Huang en Taipei la semana pasada, Nvidia empezará a vender una versión modificada, con prestaciones reducidas, de su gama de chips Hopper para China. Si el truco cuela, un poco más adelante haría lo mismo con otra versión ad hoc de su gama más avanzada, Blackwell. Pero Jensen no deja de repetir que la restricción es un error. Lo menos que puede decirse es que Huang ha perdido la mitad de su mercado potencial en China en los pasados cuatro años.

Las contorsiones técnicas de Nvidia le permitirían seducir a mercados del sudeste asiático – Malasia, Singapur e Indonesia son candidatos – partiendo de su afincamiento en Taiwán, siempre y cuando las relaciones entre la isla y China continental no empeoren y se mantenga el muy delicado equilibrio actual.

En fin, que Jensen Huang ha sido por unos días la estrella absoluta de Computex. Aun así, Lisa Su, la CEO de AMD e igualmente nacida en Taiwán, ha brillado con luz propia al presentar una gama completa de ordenadores de muy altas prestaciones y unas estaciones de trabajo para empresas que estarán disponibles este mismo mes. La serie 9000 Threadripper, que complementa por la parte alta los Ryzen 9000 de equipos de sobremesa, sigue mejorando la posición competitiva de esta compañía frente al cariacontecido Lip-Bu Tan, nuevo CEO de Intel – en su caso, nacido en Singapur – que no tenía nada que ofrecer a la audiencia de Computex, vitaminada por los anuncios de Nvidia.

[informe de Lluís Alonso]


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