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  20/02/2023

Vodafone, en ascuas sobre su modelo europeo

La inesperada entrada de Liberty Global en el capital de Vodafone sirve de confirmación a la vulnerabilidad del grupo: su cotización ha perdido un 19% en las últimas 52 semanas, si bien ha recuperó algunos puntos tras el anuncio. También puede verse como reflejo de su atractivo entre cierta clase de inversores: tras desembolsar 254 millones de libras, Mike Fries, CEO de Liberty Global, ha dicho que el precio pagado por Vodafone «no refleja el verdadero valor a largo plazo de sus negocios, ni el de sus infraestructuras ni tampoco las oportunidades de consolidación que presenta». Aludía así a las expectativas de próxima fusión entre Vodafone y Three, que podría actuar como disparador de la acción.

Que Liberty Global sea la matriz de Virgin Media, a su vez socia de Telefónica en Reino Unido, carece de relevancia fáctica: en ningún caso Fries reclamará un puesto en el consejo de administración ni se platea competir con su compañero de viaje. Más vale fijarse en otro asunto más significativo: cerca de la quinta parte de las acciones de Vodafone están en manos de intereses vinculados directamente a otros operadores de telecomunicaciones y no sería raro que esa proporción aumente. Por algo será.

Empezando por el caso más reciente, Liberty Global posee el 4,9% y sabe lo que busca. Más peso relativo (12,5%) tiene Etisalat, el operador de los Emiratos Árabes Unidos al que recurrió el anterior CEO, NickRead, cuando trataba de blindarse contra el acoso de inversores hostiles. El tercero es una firma instrumental de Xavier Niel, quien controla el operador francés Iliad y quiere sacar tajada de su 2,5% de Vodafone.

Una característica de esta confluencia táctica es que no conlleva  confluencia estratégica: cada cual persigue su propio interés, ajeno al del prójimo y no necesariamente es el mejor para el grupo cotizado.

Por lo que se sabe, estos tres accionistas – puede que haya otro embozado – intentarían apuntarse a alguna forma de desguace del grupo que hiciera caer en sus manos el fruto que individualmente les convenga. El problema es que, en principio, sus objetivos son mutuamente excluyentes.

El CEO de Etisalat, Hatem Dowidar, ha puesto la mira en su expansión en África, que le lleva a tratar de adquirir al menos una parte del 65% que Vodafone posee en su filial panafricana Vodacom. Sería un duro golpe para Vodafone sacrificar activos rentables para recentrarse en los declinantes mercados europeos.

Liberty Global no ha dejado traslucir sus intenciones, pero la interpretación más común entre los analistas apunta que su auténtico objetivo es quedarse con el 50% que no controla del operador holandés Vodafone Ziggo para luego fusionarlo con sus activos en Bélgica. Sería una salida indolora para Vodafone, pero no resolvería sus cuitas financieras.

El tercero en la rebatiña es Xavier Neil, un tiburón moderno que critica severamente la actual estructura europea de Vodafone: hace un par de años, su acercamiento para comprar la filial italiana del grupo fue rechazado y ahora se podría apostar que volverá a la carga apenas le sean propicias las circunstancias.

Una de las circunstancias es la búsqueda de un nuevo CEO para Vodafone. Nick Read dimitió en diciembre y su puesto es ocupado interinamente por Margerita Della Valle, quien retiene la función de chief financial executive. Al presentar las cuentas del tercer trimestre del año fiscal, no pasó apuros con una docena de analistas, pese a que los números que presentaba eran francamente malos.

Cualquier intento de estabilizar la situación de Vodafone pasaría por contener la sangría constante de los ingresos por servicios en España (8,7%) e Italia (-3,3%) y por corregir los problemas sobrevenidos en Alemania (-1,8%) . No hay razones de queja sobre el mercado británico (+5.3%) gracias a que ha podido elevar los precios y articular alianzas en el despliegue de fibra. La fusión con Three sería un paso muy positivo.

Obsérvese en el gráfico que es notable el contraste es notable entre la situación de Vodafome en Europa (-1,1%) y la de Vodacom (+3,5%).

Próxima etapa: los resultados finales del año fiscal se comunicarán el 16 de mayo, pero no van a ser mejores que los precedentes y es improbable que para esas fechas se conozca el nombre del futuro (o futura) CEO. Las cábalas hablan del mes de julio y las fórmulas mágicas no existen. De momento, el dilema que tiene ante sí el consejo es binario: 1) confirmar como CEO a Della Valle o 2) contratar una personalidad externa. Esta sería la primera vez que Vodafone fuera dirigida por alguien ajeno a la compañía.

Si se pregunta a los empleados de Vodafone, claramente se inclinan por la continuidad, aunque son conscientes de que en cualquiera de los casos tendrán que soportar austeridad y más rondas de despidos. La CEO interina juega esta carta, sobre la base de prometer el viraje en una política en cuyo diseño y ejecución ha participado durante años.

Algunas frases de Della Valle en la conferencia con analistas valdrían como programa electoral (si el CEO de Vodafone se eligiera democráticamente): propone descentralizar, devolver competencias a las filiales en los países donde la compañía está presente. En la estela de la consigna digital-first tan cara a Vittorio Colao, predecesor de Read, Della Valle introdujo el mecanismo de operaciones compartidas. En la práctica, condujo a la hipertrofia: en la sede del grupo trabaja una tercera parte de los 104.000 empleados de Vodafone y esto no es fácil de arreglar. En cualquier caso es significativo que Vodafone haya vendido su vasto campus de Newbury.

El balance que Della Valle saca de la experiencia aparece entrelíneas en su presentación: las filiales de la compañía deben estar más atentas “a lo que los usuarios desean, no a lo que nos gustaría que deseen”. Esto – añadió– deberá traducirse en más autonomía, acompasada con la rendición de cuentas. Al mismo tiempo, un programa de “simplificación” debería permitir cumplir en poco tiempo el compromiso de recorte en 1.000 millones de euros de los costes operativos hecha en noviembre pasado y todavía pendiente.

Esta otra frase completa el planteamiento. “Desde una perspectiva financiera, nuestra productividad ha mejorado […] hemos alcanzado una escala y estandarizado las mejores prácticas desplegando la digitalización […] No obstante, hemos aumentado la complejidad, por lo que tenemos que asegurarnos de poner en práctica un modelo industrial riguroso en todas las actividades del grupo”.

Si esta no es una manera de postularse en público para verse confirmada como CEO titular, ¿cómo explicar estas palabras? Como es lógico, no se conocen las ideas de los candidatos que en estos días está entrevistando los head hunters de la firma Egon Zehnder.

Alemania es el país europeo que recibirá atención prioritaria para relanzar la filial de Vodafone, pero la reorganización europea en marcha ya tiene una consecuencia en España. De ser uno de las cinco grandes unidades con personalidad propia [reportando directamente al comité ejecutivo y al CEO del grupo], Vodafone España se ha incorporado al llamado European Cluster, en el que se agrupan los mercados menores del continente y cuya cabeza visible es Serpil Timuray, antigua CEO de Vodafone Turquía. Esta decisión, que entendió como una degradación, provocó a mediados de enero que Colman Deegan, hasta ahora primer ejecutivo de la filial española, decidiera abandonar la compañía. Un problema más que añadir a la lista en espera de CEO.


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