20/10/2020

TikTok, atrapada entre el purgatorio y el limbo

Tras meses de acusaciones, atajos y frenazos, el “caso TikTok” parecía haber encontrado desenlace viable: una carambola orquestada por Donald Trump con la inapreciable – pero interesada – ayuda de Larry Ellison, quien metió a Oracle en el barullo. La creación de una entidad con domicilio fiscal en Estados Unidos y presunta mayoría estadounidense en su capital parecía una solución. Algo no cuadraba, ya que la Casa Blanca mantuvo la proscripción del sitio web y, tras dos recursos sucesivos, un juez federal ha decidido no pronunciarse hasta el 4 de noviembre. Es difícil decir en este momento si la versión norteamericana de TikTok ha entrado en un limbo jurídico o recaerá en el purgatorio.

Ocupado en otros asuntos ciertamente más serios, Trump parece haber perdido interés en agitar los peligros de TikTok, según él, para la seguridad nacional. Entretanto, la app sigue funcionando y ganando audiencia, gracias a la repercusión regalada por el presidente. Aquel culebrón veraniego continúa entrado el otoño y nada garantiza que estará a cubierto cuando en Washington caiga la primera nevada.

Recapitulando: TikTok fue forzada a iniciar conversaciones – al parecer a espaldas del gobierno de Pekín – para salvarse de la ofensiva de Trump, a quien realmente sólo le importaba la agitación antichina. Cuando creía en la posibilidad de un pacto, la prensa oficial china rechazó virulentamente el apaño como “sucio e injusto, un caso claro de acoso y extorsión”.

Se ha dicho que Zhang Yimming, fundador de ByteDance, matriz de TikTok, quedó asombrado ante las nuevas normas de su gobierno que restringen la exportación de tecnología de inteligencia artificial, obviamente dirigidas a evitar la transferencia del algoritmo de la app de vídeos. Fue entonces cuando Trump contraatacó con un veto que ahora está en manos de la justicia. Pero, después de las elecciones, gane quien gane, TikTok volverá a ser un asunto menor e intrascendente.

A falta de pisar terreno firme, resulta interesante analizar el papel que ha jugado Oracle en este embrollo, tras meterse de lleno ante los remilgos de Microsoft. El pacto alcanzado, que Trump dijo gustar “conceptualmente”, implica [¿o habrá que decir implicaba?] la venta por ByteDance de un 20% de su filial estadounidense a Oracle (12,5%) y Walmart (7,5%). En apariencia la empresa china retendría el 80% de la compañía, pero al estar participada la matriz por inversores estadounidenses – Sequoia y General Atlantic – que controlan un 41%, las cuentas salen justitas para considerar que un 53% de la nueva empresa quedaría en manos estadounidenses. La aritmética es cuestionada: las participaciones menores no siempre se traducen en control político de las decisiones corporativas. Al final, todo podría volver al punto de partida si no se aclara el destino del algoritmo.

La papeleta de tranquilizar a las agencias de seguridad – o al propio Trump – recaía sobre Oracle, definida como partner tecnológico de la compañía resultante: se encargaría de procesar los datos de los usuarios residentes en Estados Unidos y de verificar cualquier cambio en el algoritmo, revisar el código fuente y su software pare comprobar la inexistencia de puertas traseras. A cambio, la firma fundada por Ellison almacenaría en su nube las operaciones, lo que no es baladí porque los costes de TikTok en servicios cloud podrían sobrepasar este año los 750 millones de dólares. De paso, sería un perjuicio para Google, actual titular del contrato con TikTok.

Aún quedarían flecos por peinar. No se sabe cuánto tiempo llevaría migrar las cargas de computación y almacenamiento a los datacenter de Oracle ni qué más condiciones prevé el acuerdo; además, romper el contrato con Google debería suponer una penalización de la que no se ha hablado. Sí se ha dicho, que la TikTok refundada crearía un fondo de 5.000 millones de dólares para proyectos educativos y supuestamente 25.000 puestos de trabajo. Todo ha quedado en el aire.

De acabar bien, Oracle pasaría a ser el proveedor cloud de dos de los sitios web más frecuentados del momento, Zoom y TikTok, puntas de lanza  para dar otro asalto a un mercado que se le resiste. Este sería el principal motivo de Ellison, aparte de lubricar sus relaciones con Trump.

Más discreto ha sido su socio en esta aventura, Walmart. Su CEO, Doug McMillon, ocupará un puesto de consejero, al contrario de Oracle que en principio no está interesada en involucrarse en el día a día. La cadena minorista, que antaño estaba presente en todo el territorio estadounidense, ve en TikTok y la combinación con su propia app online un recurso útil para combatir la amenaza de Amazon.

El revuelo generado debería servir de lección a toda compañía china con aspiraciones globales que pretenda entrar en el mercado estadounidense; este es el mensaje que quiere transmitir la administración Trump. Cuando el creador de ByteDnce empezó en China lo hizo con un agregador de noticias, hasta que se fijó en el modelo de la aplicación americana Musical.ly y creó una copia en su país, Douyin (nombre actual del TikTok chino). Tan bien le fue que acabó comprando Musical.ly en 2017 y desde entonces el crecimiento ha sido vertiginoso. Zhang Yimming dirige una compañía con 900 millones de usuarios (50 millones en Estados Unidos) y 60.000 empleados. Pero el conflicto entre Estados Unidos y China le ha impedido gozar plenamente de su éxito. Su último movimiento defensivo ha sido trasladar la sede de su negocio a Singapur.

El argumento de la seguridad ha pasado por altibajos. Cuando dictó la orden de prohibición, en agosto, era el eje de la maniobra de Trump. El departamento de Comercio dijo entonces que TikTok, así como la también china WeChat recopilaban datos de localización y actividad de usuarios estadounidenses, entre ellos funcionarios y soldados supuestamente adictos a sus vídeos. Poco se sabe de las negociaciones que siguieron y del desairado papel que cupo a Microsoft, finalmente fallido, pero la tarea de vigilante fue confiada a Oracle.

Llegado un cierto punto, dejó de hablarse de seguridad y la operación en ciernes tomó por momentos tintes circenses merced a la intromisión presidencial. Se diría que la Casa Blanca buscaba un anuncio resonante que la campaña de Trump pudiera vender fácilmente como un triunfo contra China, ya que la guerra comercial se le ha vuelto en contra según las estadísticas.

La incógnita subsistirá hasta el día después de las elecciones presidenciales y quizá más allá. En el veto a Huawei y en las sanciones arancelarias contra China, los dos partidos podían encontrar puntos de coincidencia aunque no compartieran las tácticas de Trump. Prohibir una red social está lejos del cariz estratégico que se pretende.


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