9/08/2023

Sucesión al frente de BT, sin cambio de rumbo

Con inusual rapidez ha cubierto BT (antes British Telecom) el vacío creado por el anuncio de dimisión en diferido (sic) de su controvertido CEO, Philip Jansen: en sólo 21 días, el consejo de administración designó sucesora a Allison Kirkby, actualmente con el mismo puesto en la operadora sueca Telia. Ni siquiera hubo que llamar a un headhunter, porque la elegida es miembro del consejo desde 2019 y en su designación se puede ver una reparación del error cometido entonces: en febrero de aquel año quedó finalista en la selección de CEO que recayó en Jansen. Un dato que ayuda a entender la noticia es este: en cuatro años de mandato de Jansen, la acción de BT ha perdido un 43% de su valor.

Allison Kirkby

A principios del mes pasado, se confirmaba lo que la prensa británica vaticinaba desde hace tiempo: Jansen dejará BT a finales de enero, purgando de una vez sus propios errores de gestión y la endiablada herencia que complicada herencia que recibió de su antecesor, Gavin Paterson. A Jansen le gustaría ser recordado por la ambiciosa extensión de la red de fibra de Openreach, filial de BT, a 11 millones de puntos de conexión  [de 26 millones proyectados) y por un vasto despliegue de 5G que promete cubrir el 60% de la población. Pero lo que marcará para siempre si imagen será el programa para eliminar 55.000 puestos de trabajo antes de 2030.

El mercado de tendido de fibra está sobrecalentado en Reino Unido, con la proliferación de múltiples competidores locales, en general mal financiados y agudizado por las demoras de Openreach (filial de BT) en satisfacer las exigencias del regulador. Esta distorsión ensombrece desde hace años las perspectivas del antiguo monopolio y lo hace vulnerable.

Quede claro que Kirkby no ha sido fichada para dar marcha atrás en la política de Jansen, que ha compartido y validado en su condición de miembro del consejo. En la práctica, su elección pretende amortizar cuanto antes el impacto emocional de los despidos, como si fuera responsabilidad exclusiva del dimisionario. Al mismo tiempo, se mantiene como objetivo una reducción del 40% de la nómina, facilitada en parte por la conclusión gradual de los contratos temporales de despliegue de infraestructura.

En su actual posición como CEO de Telia – y antes, de 2015 a 2019 en Tele2 y en TDC – ha seguido a rajatabla las consignas de reducción de costes. Pese a esta actitud reconocida, no ha conseguido enderezar la cotización del operador sueco, que bajo su mandato ha perdido un 39% de su valor en bolsa.

Es una pérdida de tiempo extraer conclusiones del hecho de que, con ella, tres grandes operadores europeos – Orange, Vodafone y BT, quizá pronto alguno más – que estarán dirigidos por mujeres a partir del año próximo. No consta que el género influya en aquello que  las tres directivas – Cristel Heydemann, Margherita Della Valle y Allison Kirkby –  tienen en común: las telecos no buscan visionarios ni visionarias, sino individuos con atributos para ejecutar unas estrategias orientadas a restaurar el retorno de capital invertido por los accionistas.

El estado en que Kirkby recibirá las cuentas de BT es delicado. El pasado 27 de julio, Jansen presentó los resultados del primer trimestre del año fiscal 2024 con un incremento del 4% en sus ingresos y del 5% en el beneficio antes de impuestos. Pero la facturación anual no han dejado de caer desde 2016 y su deuda sigue multiplicándose: 18,900 millones de libras al cierre del ejercicio 2023 .

El contexto del mercado británico no es menos complicado que los del continente. Ofcom, el órgano regulador que siempre ha servido como referencia implícita para las políticas de Bruselas, está manifiestamente interesado en acelerar la disponibilidad de fibra. Y si BT, por su debilidad financiera, no pudiera cumplir con sus planes, correría el riesgo de perder cuota de mercado ante unos competidores ya consolidados (Virgin Media O2) o en espera de autorización para fusionarse (Vodafone + Three)

El Financial Times cita la opinión que Kirkby merece al CEO de Brookfield, fondo gestor de infraestructuras en cuyo consejo se sienta aquélla: “es una persona muy afable y astuta, pero lo que es más importante en su posición, comprende muy bien cómo funciona la asignación del capital […] Y puesto que la necesidad de capital es el principal problema de BT, le tocará tomar decisiones valientes, como ya ha hecho en Telia”.

Con exquisita prudencia, la prensa británica ha reflotado antiguos  rumores según los cuales Deutsche Telekom no ha renunciado a la supuesta intención de lanzar una oferta por BT, de cuya gestión lleva años quejándose. Lo cierto es que, a diferencia de Orange, el operador alemán no ha vendido su 12% de participación en BT después de que esta absorbiera en 2014 al operador EE, que era propiedad de ambas. Si quisiera dar un paso adelante, DT tendría necesariamente que negociar con otro accionista de con escamas, el inversor francoisraelí Patrick Drahi, que ha acumulado un 25% de la compañía británica pero no deja de repetir que no pretende lanzar una OPA.

Comoquiera que sea, el nerviosismo en el sector puede medirse también por los efectos bursátiles del fichaje de Kirkby: 1) la cotización de BT ha caído entre el alivio de los resultados y el anuncio de su próxima CEO y 2) recíprocamente, la  acción de Telia ha bajado tras saberse que tendrá que buscar un sustituto (o una sustituta).


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