La subida de los tipos de interés ha frenado el entusiasmo de las firmas de private equity por financiar adquisiciones, pero con una excepción notable: las compañías de software siguen en el candelero, aunque las cifras que se manejan son más bajas (o más razonables). En los dos primeros meses de 2022, la operación más rumbosa se ha planteado esta semana: el fondo de inversión Silver Lake ha planteado una oferta de compra por Qualtrics al bonito precio de 12.400 millones de dólares. Merece ese adjetivo porque es un 6% más alto que la cotización del viernes 3, aunque un 73% sobre lo que valía antes de que la comprara SAP en 2018. La transacción no está concluida, pero merece un comentario.
Por lo que parece, en SAP nunca se han sentido cómodos con aquella adquisición pactada por Bill McDermott cuando era CEO de la compañía alemana, empeñado como estaba en competir con Salesforce, que en su opinión era más peligrosa que Oracle. El activo de Quatrics era (y es) un software que a partir del análisis de información y encuestas, recoge y analiza información (objetiva y subjetiva) sobre empleados y clientes de las empresas. Un departamento de recursos humanos puede valerse de sus informes para aquilatar el ´sentimiento` (sic) del personal de una compañía; el de marketing puede entresacar las preferencias de los clientes.
¿Valía 8.000 millones interrumpir la salida a bolsa de Qualtrics y pagar esa cuantía en efectivo? Para juzgar, habría que situarse en 2018, un tiempo muy distinto al actual, pero lo cierto es que el consejo de administración de SAP no estaba convencido de la iniciativa del CEO, discrepancia que un año más tarde condujo a McDermott a marcharse de la compañía, preludio de su fichaje como CEO de ServiceNow.
Desde luego, el gran beneficiario de la adquisición no fue SAP sino Ryan Smith, fundador de Qualtrics, quien tras convertirse súbitamente en megamillonario emplearía parte de su fortuna en comprar un equipo de la NBA, Utah Jazz. La indecisión de la compañía alemana se tradujo en SAP se tradujo en que, en lugar de integrarla plenamente optó por sacarla a bolsa en febrero de 2021 con una valoración de 15.000 millones. Finalmente, optó por quedarse con el 71% de la propiedad, pero no puede decirse que esa aventura fuera un completo éxito: empezó cotizando a 55,21 y en octubre del mismo año inició una caída hasta los 11,24 por acción justo antes de recibir la oferta de compra.
La ocasión es propicia para un grupo ducho en gestionar activos de software. Porque el negocio le va bien a Qualtrics en su ámbito, la gestión de la experiencia, en el que compite con compañías más grandes (entre ellas Salesforce, llevaba razón McDermott). En 2022 facturó 1.458 millones de dólares, un 35,6% más que el año anterior y espera cerrar 2023 con 1.660 millones de ingresos.
Silver Lake es uno de los grupos de inversión más importantes, con unos activos que se valoran en 92.000 millones. Es sobradamente conocido por haber sido el socio de Michael Dell en la compra de EMC y luego en sus maniobras de ida y vuelta con VMware. Aunque su rasgo dominante se identifica con la industria tecnológica, habrá quien prefiera recordar que es el segundo accionista del Manchester City. Hasta el momento, controla el 4,1% de Qualtrics pero aspira a compartir la totalidad con una caja de pensiones canadiense, CPPIB.
La oferta estará sobre la mesa hasta el 15 de marzo, lo que significa que podría ser superada por otra superior (lo que no parece probable). Para SAP, el balance es contradictorio. Sí, es cierto que – en tal caso – vendería un 50% por encima de lo que invirtió hace cinco años, pero la coyuntura explica que otro múltiplo sea modesto: que lo invertido en ella hace cinco años, pero otro múltiplo es modesto: 8,6 veces sus ingresos del año pasado, cuando otras empresas de software se han vendido hasta 20 veces su facturación. ¿Será un síntoma de que el viento está cambiando?