Larry Ellison, fundador, primer accionista y factótum de Oracle durante cuatro décadas, lleva años verbalizando una batalla contra Amazon Web Services. La explicación no está sólo en su personalidad, que también, sino en el temor de que, gracias a su liderazgo en el mercado cloud, AWS erosione la clientela de la base de datos a la que Oracle debe su existencia. Por su lado, AWS dice haber completado la migración de 50.000 bases de datos – sin precisar cuántas eran de Oracle – cifra claramente exagerada. Al mismo tiempo, paga a Oracle unos 5 millones de dólares mensuales en licencias de uso de esa misma base de datos con la que gestiona la mayor plataforma de comercio electrónico global.
La amenaza de Andy Jassy, director ejecutivo de AWS, no se puede despreciar: «a principios de 2020 dejaremos de usar la base de datos de Oracle». Para llegar a ese punto, advierten los analistas, antes debería superar la brecha de escalabilidad entre sus propias bases de datos, [Aurora o Redshift] y la de su competidor. Y aun así, muchos dudan de que el ejemplo cunda: para las empresas de cualquier talla y sector, no hay reto más complejo que migrar las bases de datos, se llamen como se llamen, que soportan sus operaciones.
El analista Holger Mueller considera que Oracle sigue marcando la ´regla de oro` en materia de escalabilidad en procesos transaccionales; señala que a menos que si pretende cambiar el estado de cosas, AWS no tendría más alternativa que dotarse de una base de datos propia realmente competitiva.
En esta escaramuza, la reacción de Oracle es de libro: empezó hace tiempo ofreciendo su base de datos 12c en modo servicio, el año pasado modificó la nomenclatura de su producto estrella – la versión 12.2.0.2 ha pasado a llamarse 18c – y al poco la hizo accesible tanto en el formato convencional como en modo cloud, alojándola en una infraestructura de Oracle, adyacente o remota a elección del cliente. A esta conversión de Oracle al modelo de servicio cloud se suma la novedosa oferta de base de datos autónoma (DBA), automatizada gracias a las técnicas de machine learning.
La literatura sobre DBA la describe como un servicio autogestionable, autoreparable y ´autosecurizado` (sic). Su primera vertiente (Autonomous Data Warehouse Cloud) se lanzó en marzo y ya está cumplida la promesa de acceder a ella también on-premise. Vendrán más servicios: Analytics, Mobility, Application Development e Integración, cada uno precedido del consabido adjetivo Autonomous.
La premisa en la que apoya el mensaje se repite una y otra vez: Oracle 18c sería doce veces más rápida que Aurora en las prestaciones típicas y cien veces más rápida (!) cuando se trata de combinar cargas mixtas. Esta es una respuesta explícita al riesgo que AWS conlleva para su negocio más antiguo, estable y rentable: «lo que nuestra base de datos hace en un minuto, a Amazon le lleva cinco minutos, lo que supone que la relación de coste es de 1 a 5».
Otro señuelo que no carece de interés económico es la garantía contractual de que ninguna interrupción fortuita del servicio durará más de 2,5 minutos mensuales. Además, los clientes actuales podrán moverse hacia el modo cloud sin necesidad de adquirir nuevas licencias, pagando sólo el alquiler de la infraestructura de Oracle que utilicen.
La intención de estas iniciativas es manifiesta: proteger su control sobre el parque instalado de bases de datos (aproximadamente un 40% de cuota mundial) contrarrestando así la atracción que puede representar un rival cuya baza es el holgado dominio de los servicios de infraestructura cloud (IaaS) pero, a la vez, no oculta su interés en invadir la golosa parcela de las aplicaciones como servicio (SaaS), mercado en el que Oracle ocupa la segunda o tercera posición.
Adicionalmente al lanzamiento de capacidades ´autónomas` en su oferta de base de datos [eje de una estrategia PaaS], Oracle anunció novedades en su propuesta SaaS, que incluye aplicaciones ERP y gestión de la cadena de suministros sin coste extra para los clientes actuales.
Salesforce, cuña del mismo palo, también busca una alternativa para liberarse de su histórica dependencia de la base de datos de Oracle. Como ocurre con Amazon, mientras no diga cuál es esa alternativa, el terreno está abonado para la beligerancia de Ellison y sus lugartenientes. Su discurso de combate se va precisando: mucho énfasis en la capacidad de Oracle para combinar SaaS, IaaS y PaaS, las tres categorías discernibles que identifican el modelo cloud. Los competidores – Ellison dixit – «están centrados exclusivamente en SaaS [referencia a Salesforce] o bien en IaaS [como Amazon] mientras que Oracle está en condiciones de ofrecer todas las opciones que da la nube y sin romper los ecosistemas instalados».
Esta, pues, sería la razón por la que Thomas Kurian, presidente de desarrollo de productos, ha podido decir que nueve de cada diez de los grandes clientes han adoptado «al menos uno de los pilares» de la nube de Oracle. Mientras tanto, sin bombo ni platillos, la compañía sigue con su política de adquisiciones que complementan esa estrategia.
La beligerancia ayuda a entender que en las últimas semanas, Oracle se haya puesto a la cabeza de una coalición informal de competidores [entre ellos Microsoft, Google e IBM] rebelados contra la intención inicial del departamento de Defensa de Estados Unidos de adjudicar a AWS, como proveedor único, su proyecto Jedi de infraestructura cloud, por un valor de 10.000 millones de dólares.
A todo esto, ¿cómo se refleja esta estrategia de Oracle en su cuenta de resultados? Al cierre del año fiscal, el 31 de mayo, se quedó a las puertas de la meta de 40.000 millones de dólares de ingresos; exactamente fueron 39.831 millones, con un 6% de incremento anual (o 3% calculado en moneda constante). El beneficio operativo de 13.679 millones, un 34% de los ingresos, creció un 8%. La cuestión clave es qué papel ha jugado el viraje de la compañía hacia el negocio cloud.
Es difícil decirlo porque Oracle ha vuelto a corregir su modo de presentar los resultados de ese negocio. Dos capítulos se prestan a confusión: cloud services and licensing support (66% de los ingresos totales) y cloud license and on-premise license (aporta el 16% al total). El primero agrega de modo genérico y sin el deseable desglose, los ingresos generados por SaaS, PaaS e IaaS, más sus actualizaciones y soporte, con un crecimiento del 10%, lo que no estaría mal en otra compañía que no pretendiera compararse con Amazon.
Porque, paralelamente, AWS registraba un crecimiento del 42%. De hecho, los informes de analistas del mercado cloud no individualizan a Oracle como un competidor reseñable. Lo que no debe entenderse como una pérdida de peso en la relación que mantiene con su base de clientes: más bien al contrario, en modo alguno significa que pierda peso en la estrecha relación con las empresas: simplemente, asegura sostenibilidad contra eventuales incursiones de competidores como por ejemplo AWS, que no disimula sus intenciones de atacar las categorías en las que destaca Oracle.
En todo caso, para aguantar el envite Oracle está haciendo un esfuerzo de inversión en infraestructura y multiplicar sus datacenter. Es un asunto que merecería más espacio: si Oracle pretende realmente alinearse con los pesos pesados de la nube (AWS, Azure y Google Compute) le costará miles de millones.
Según los análisis disponibles, el capex de estos tres ronda el 12% de sus ingresos, mientras que el de Oracle es del 4,8%. Es interesante comparar Oracle con Microsoft: al iniciar el siglo, las dos eran empresas de software ligeras en activos, con similares ratios capex/ingresos hasta 2005, paridad que se ha roto: para alcanzar el estatus de proveedor de plataforma cloud, Microsoft tuvo que duplicar sus inversiones. ¿Hará lo mismo Oracle?
La revisión de las cuentas ha tenido la virtud de cuadruplicar los ingresos que la compañía identifica como cloud, pasando de 1.570 millones en el tercer trimestre a 6.800 millones en el cuarto. Durante la presentación, los analistas bursátiles se detuvieron en este detalle, al punto de sugerir que se les escamoteaban las cifras verdaderas. La respuesta de Safra Catz, ahora co-CEO y antes CFO de Oracle, fue cortante: «no hay ocultación alguna; nuestras cifras de cloud son mejores que las previstas, nuestra facturación crece y el margen también».
Ha sido una tormenta en un vaso de agua. Según Catz, el nuevo criterio busca reflejar adecuadamente la opción BYOL (bring-your-own-license) que da a los clientes la opción de desplazar hacia la nube licencias de software originalmente contratadas on-premise.
[publicado parcialmente en La Vanguardia de 26/8]