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Acaba de publicarse el libro póstumo de Ulrich Beck, Metamorfosis del mundo (Paidós). En su obra clásica La Sociedad del riesgo, el sociólogo alemán analizaba las contrapartidas de la era posindustrial: la mejora del nivel de vida y el aumento de la productividad, por un lado; los riesgos latentes (y manifiestos) de la obsesión por el crecimiento. Según leo en las reseñas de su testamento intelectual – falleció antes de dar el libro a imprenta – en 2015 Beck se inquietaba por el advenimiento de un mundo digitalizado, en el que las fronteras se han vuelto líquidas y flexibles y en el que emergen amenazas desconocidas e incontrolables.
Sin haber leído Metamorfosis del mundo he recuperado un artículo de su autor, publicado en 2013 en Die Welt: «[…] para los economistas. el homo oeconomicus es sólo una hipótesis que forma parte de un modelo. Pero en el drama real, cuyo desenlace está abierto, en el que todos somos participantes y espectadores, víctimas y cómplices, lo que está en juego es cómo el homunculus oeconomicus —un ciborg, un androide, una figura artificial, a medio camino entre la máquina y el hombre— se ha escapado de los laboratorios frankensteinianos de Wall Street […] La narración dramática extrae su potencia de la brutal sencillez con la que se reacciona a la complejidad extrema del mundo: 1/0, sí/no, conectar/desconectar: los hombres actúan con códigos informáticos de acuerdo con las leyes de los economistas».
Este newsletter empieza de modo inusual, porque a) no sería razonable rehuir la noticia del ciberataque masivo del viernes, b) no obstante, temo no tener nada original que decir, tras lo mucho publicado estos días, y c) la lista de víctimas no añade nada sustantivo porque es impensable que el episodio sea el último de una serie que se remonta a 2005, cuando se supo del primer ransomware.
Vuelvo a citar a Beck: «las respuestas locales no valen para resolver problemas globales, y nuestra mentalidad no está equipada para abordarlos a escala global». El viernes, cada persona con la que hablaba me preguntaba por Telefónica; supongo que en Alemania el tema del día sería el ataque a Deutsche Bahn, en Francia Renault… y así de seguido.
De hecho, cada organismo nacional a cargo de la ciberseguridad ha hecho su propio balance – tirando a complaciente – de los daños provocados por Wanna Crypt (o Wanna Cry) en su respectiva jurisdicción. Toda empresa que vende productos y servicios de seguridad ha publicado su respectiva nota de prensa, que no se diga que estaban durmiendo. Pero ni unos ni otras han dicho por qué no supieron prever la posibilidad de que una práctica tan corriente, pudiera multiplicarse como amenaza global simultánea.
Los estudios disponibles sostienen que los atacantes innovan más en infraestructura que los defensores, y que estos se resignan o, como mucho, adoptan una mentalidad de actuarios, calculan una fórmula de coste/beneficio. Porque si hay puede decirse con un 100% de seguridad es que la seguridad al 100% no existe. También dicen los estudios que la superficie de ataque aumenta exponencialmente con la aparición de nuevas categorías [IoT, coche conectado,…] en el mercado. O se anticipan. .
En realidad, el ciberataque del viernes no ha sido muy sofisticado. Las mejores descripciones se las debemos a Cisco, vía su servicio de ciberinteligencia Talos y al blog de Kaspersky Lab.
Talos identifica la ´puerta trasera´ usada para explotar una vulnerabilidad desvelada en marzo por Microsoft. En el caso de Kaspersky, su analista Anton Ivanov advertìa en abril que «el coste de desarrollar un programa ransom es muy bajo comparado con otros tipos de software malicioso; estos programas están vinculados a un modelo de monetización eficaz, y el número de víctimas potenciales es de una amplitud sin precedentes» .
Causa gracia, o más bien bochorno, que quien consiguió bloquear las consecuencias económicas de WannaCry fuera un joven británico de 22 años, que resultó ser más sagaz que todos los organismos y empresas especializadas. No insistiré en la anécdota, pero cuesta entender que una organización criminal no registrara el dominio del falso sitio web usado como cebo para su fechoría. Quizá su intención se limitara, esta vez, a lanzar un aviso al mundo acerca de su omnipotencia. En todo caso, ellos sí tienen esa «visión global» de la que, pensaba Beck, carecemos el resto de los mortales.
Quiero decir que pudo ser mucho peor y que todavía puede ser mucho peor. Destacaré dos componentes. Los ignotos ciberdelincuentes habrían robado una herramienta creada por la NSA con la que esta agencia de ciberespionaje aprovechaba una vulnerabilidad en Windows XP. Si ha funcionado, es porque las empresas y organismos afectados no habían sustituído el obsoleto sistema operativo, que todavía está instalado en el 7% del parque mundial de PC. Pese a que Microsoft dejó de soportarlo en 2014. En vista del desastre, Microsoft ha distribuído de inmediato un parche que arregla esa vulnerabilidad. Algo no me cuadra: ¿las empresas atacadas, que no son pymes ingenuas, siguen usando XP?
Queda por comentar la exigencia de que el rescate se pagase en bitcoins. Saben los lectores habituales que no comparto el entusiasmo por las criptomonedas [perdonen la petulancia, pero cursé Económicas, no uno de esos MOOCS que se llevan ahora]. Pedir un rescate de 300 bitcoins [570.000 dólares el viernes] por recuperar el control de un sistema crítico es en sí mismo un modelo de monetización.
Al hilo de esto, los diarios del fin de semana traían explicaciones e infografías de cómo funciona el bitcoin; algunos colegas se detenían admirativamente en su naturaleza descentralizada, en que se trata de una moneda libre y alternativa, fuera del alcance de las autoridades. Mi primer pensamiento – una ocurrencia – ha sido que la segunda derivada del ciberataque ha sido una legitimación del bitcoin ante la opinión pública.
Si las dos partes se enrocan en sus posiciones, la partida que libran Apple y Qualcomm puede acabar mal para ambos. Y no sólo para ellas: podría Incluso distorsionar el delicado equilibrio en que se apoya todo el sistema de pagos por las llamadas patentes esenciales. La discrepancia viene de lejos, pero se ha recrudecido con la decisión de Apple de suspender el pago de royalties por el módem que Foxconn ensambla en los iPhone basado en la propiedad intelectual de Qualcomm. El último movimiento (hasta ayer) es una supuesta petición de prohibir la importación del iPhone a Estados Unidos. La desafiante respuesta de Tim Cook, CEO de Apple ha sido «que decidan los tribunales». Leer más
Hasta pocos días antes de la conferencia F8, sólo algunos enterados sabían lo que se cocía en el Building 8 de la sede de Facebook en Menlo Park. El edificio da nombre a un grupo de trabajo con más aspiraciones que la de ser un laboratorio de ideas futuristas. Inspirada directamente por Mark Zuckerberg, la iniciativa responde a la convicción de este de que la compañía debería crear productos destinados a la venta. Y quien dice productos, dice hardware. La premisa es que los desarrollos sean rápidos y, si no tienen perspectivas claras en el mercado, descartarlos y empezar otros. La responsable de todo lo que se cuece en el Building 8 es Regina Dugan, con un currículo difícil de igualar. Leer más
Como prometí el miércoles, aquí van mis comentarios sobre los resultados de Apple. Para empezar, tiene narices que Tim Cook culpe a la prensa por difundir rumores sobre el próximo iPhone, como causa de la debilidad de ventas de los modelos vigentes. Fue su respuesta al analista Steve Milunovich (UBS) quien aludió a una encuesta según la cual las intenciones de compra de un nuevo iPhone están en su nivel más bajo de los últimos nueve años. Lo que suena muy mal, porque el iPhone nació hace diez años, en junio del 2007.
Los rumores no los trae el polen. Son componentes de un mecanismo de marketing, tan sofisticado como discreto, que se canaliza a través de una cohorte de cronistas que simpatizan con la marca. ¿Por qué no reprocharles que se quedaran cortos el trimestre anterior?. Es sintomático que decenas de analistas que trabajan en contacto permanente con Apple, consensuaran hace una semana que en el trimestre se habrían vendido 52,27 millones de iPhones, y que al final fueron 50,76 millones. Se me ocurren tres observaciones:
1.- Inusualmente, los analistas fallaron esta vez por exceso, no por defecto. Por su lado, la prensa especializada tiene cogido el hábito de rastrear los informes que esos profesionales escriben para los inversores; para los medios es materia con la que captar audiencia. Últimamente, tratan de anticiparse a una noticiaa que no se confirmará hasta septiembre. Es un ejercicio que no me interesa, pero Cook no lo objetaba con el viento a favor.
2.- En su mayoría, los rumores se originan en Taiwan y China, y son creíbles porque se atribuyen a ´fuentes` de las empresas que fabrican componentes para el iPhone. Por citar un caso real, cuando Ming-Chi Kuo, analista de KGI Securities, describe un problema de suministro o de fabricación, se acepta como fidedigno, obviando el hecho de que pudiera estar influenciado por intereses creados.
3,- A mi juicio, la idea de que lo publicado sobre el (supuesto) iPhone 8, han deprimido las ventas de los modelos actuales, no se sostiene.La diferencia entre expectativas y realidad se debe en cierta medida a la contración del mercado chino, donde las ventas del iPhone cayeron un 14%. Téngase en cuenta que la región Greater China representa una quinta parte de los ingresos totales.
Por otra parte, si las especulaciones – no necesariamente periodísticas – acerca del sucesor del iPhone 7 han sido más abundantes que otros años, se debe a la existencia de un ambiente propicio. Mucha gente opina que en dos generaciones del producto estrella apenas ha habido innovaciones capaces de provocar una rotación más rápida de la base instalada. Implícitamente, Apple validó la tesis con su intento de reforzar la demanda con un modelo de transición, el iPhone 7 Plus. Bien hecho, porque – según Cook – se ha vendido muy bien [de lo que se deduce que las cifras hubieran sido peores en su ausencia].
Otro hecho conocido es que el iPhone aporta el 63% de los ingresos de Apple. Por consiguiente, la contracción del segundo trimestre debería ser más aguda en el tercero, y quizá también en el cuarto, en espera del nuevo iPhone.
Esa dependencia es una debilidad estructural, que tiene mala solución. Indica que el relevo del iPhone no lo puede tomar ningún otro producto, y por esto el discurso de Apple pone énfasis en los servicios. En diciembre, eran 150 millones de usuarios, que a finales de marzo subieron a 165 millones. Este crecimiento secuencial es un éxito indudable, sólo que eclipsado por el ruido en torno a cuántos iPhones se han vendido. El CFO de Apple, Luca Maestri, ha recordado una característica de negocio de servicios: «la gente empieza con un cierto nivel de gasto y luego tiende a aumentarlo con el tiempo; esta es la clave del modelo».
Vale. Sin decirlo, Maestri hacía referencia a algo que no puede ocurrir con los ciclos, cada vez más largos, de reposición del iPhone. Hay que fijarse en las cifras: en los últimos cuatro trimestres, sólo en la categoría de servicios Apple obtuvo 26.514 millones de dólares de ingresos; casi triplican los de Netflix en el mismo período o, mejor aún, equivale al 87% de los ingresos totales de Facebook. Como sugería Maestri, la clave del modelo está en que sin el iPhone, Apple no vendería servicios.
Entre otras cosas, de la conferencia F8, el evento anual de Facebook, quedó de manifiesto que la realidad virtual pierde fuelle ante el empuje de su prima hermana la realidad aumentada. Una contrariedad para la compañía de Mark Zuckerberg, paladín de los universos virtuales desde que compró Oculus. Ahora predica las maravillas de la realidad aumentada. Combinándolas. La VR dejaría de ser un capricho pasajero para integrarse junto con la AR, en la cotidianeidad. El mensaje es fruto de un hecho que a los entusiastas les cuesta aceptar: todas las estimaciones coinciden en que el mercado de la realidad aumentada será mucho más amplio y más rentable que el de la realidad virtual. Leer más
Los lectores asiduos de este blog ya conocen el argumento: en las duras y en las maduras, el mercado de servidores ha sido un indicador fiable de la disposición de las empresas a invertir en T.I. para soportar proyectos y/o ampliar sus centros de datos. Desde hace unos años, otro factor complica la valoración de la tendencia: la demanda de los llamados hyperscalers. Compran servidores para satisfacer sus necesidades de infraestructura, y han llegado a representar grosso modo una cuarta parte del mercado, unas 600.000 unidades/año. Cada datacenter que abren o posponen [son miles de servidores] producen arritmias en el mercado global. Y las consecuencias no son sólo cuantitativas. Leer más
Con las consabidas cábalas, ayer se esperaba con interés los resultados de Apple al cierre del primer trimestre natural – segundo de su año fiscal – pero a la hora de escribir no los he visto todavía. Tengo pendientes de comentar otros presentados la semana pasada: Alphabet, Intel y Microsoft, tres empresas muy distintas entre sí, pero entrelazadas: Cada una con su perfil, me valen como observatorio de las tendencias del mercado global en el arranque de 2017. Sus cifras son buenas en general, pero lo sabroso está en los detalles.
Comenzaré por Alphabet, matriz de Google, cuya capitalización bursátil de 631.000 millones le confiere el segundo puesto del ranking. Su cotización está en máximos históricos, cerca de alcanzar los 1.000 dólares. Todos los parámetros del trimestre han sido impresionantes: ingresos [24.750 millones de dólares, un 22% de aumento interanual]; beneficio operativo [6.568 millones, +27%], beneficio neto [5.426 millones, + 29%].
No hace mucho, algunos analistas advertían que se estaba quedando sin iniciativas para seguir creciendo, a la vez que los inversores no se fiaban de las ideas futuristas, tan mediáticas como generadoras de pérdidas Las búsquedas en dispositivos móviles, gran apuesta de Sundar Pichau como CEO de Google, se han convertido en una formidable arma publicitaria. Al mismo tiempo, la disciplina impuesta por Ruth Porat, CFO desde 2015, está dando frutos: las así llamadas «otras apuestas» han dado un salto del 49% en ingresos: 3.100 millones que han generado pérdidas de 855 millones, asumibles en esta escala en nombre de la ´visión a largo plazo`.
Por otra parte, dos buenas noticias para Alphabet: 1) la administración Trump no está interesada en seguir investigando las denuncias por infracción de la legislación antitrust, y 2) el temido boicot de ciertas marcas a YouTube por la aparición de sus anuncios en sitios extremistas, no ha tenido impacto financiero y, en todo caso, Google ha tratado el asunto con mucha mano izquierda.
Para Microsoft, en su tercer trimestre fiscal ha podido lucir excelentes cifras en la categoría más mimada por Satya Nadella, los servicios cloud. Si los ingresos [23.560 millones] se quedaron un poquito cortos para las expectativas de los analistas, se debería a una inflexión en la categoría que la nomenclatura de Microsoft denomina More Personal Computing, y dentro de esta a que las ventas de Surface cayeron un 25%, en ausencia de nuevos modelos para reactivarlas.
Lo importante, digo, ha sido el mensaje acerca de la nube: el ritmo de crecimiento ha doblado el de Amazon Web Services, aunque la comparación no es apropiada porque Microsoft mete en el mismo saco la oferta SaaS de la que AWS carece. Azure ha cerrado el período con un 94% de crecimiento, Ofiice 365 con un 45% y Dynamics 365 con un 82%. Por cierto, merece apuntarse que LinkedIn, ahora como unidad de negocio de Microsoft, aportó 975 millones de dólares, un 2% más que en su último trimestre como empresa independiente.
En lugar de proceder al desglose de cifras – nada sencillo, dada la confusa nomenclatura con la que Microsoft clasifica sus resultados – me parece más fértil señalar que Nadella está consiguiendo, sin prisa pero sin pausa, que Microsoft deje de ser una compañía articulada por Windows para convertirse en otra cuyo eje son los servicios cloud. Sin embargo, la parte legacy del negocio aguanta dignamente el envite: los ingresos atribuibles a Windows aumentaron un 5% y otro 8% los de la suite Office en su forma convencional.
En tercer lugar, me he detenido en los resultados de Intel. A sus 14.796 millones de ingresos [+7% interanual] les faltó un pelo para coincidir con el pronóstico consensuado por los analistas [también podría decirse que estos se pasaron por un pelo]. Es relevante que el beneficio operativo haya crecido un 20%.
La división Client Computing Group, que aportaa el 53% de los ingresos, creció el 6% hasta casi 8.000 millones, lo que no está mal si se tiene en cuenta que su principal línea de productos son los procesadores para PC. En cambio, el mismo porcentaje es decepcionante cuando procede del Data Center Group [4.232 millones], porque ha pasado en doce meses de contribuir con el 68% del beneficio operativo a sólo el 42%. Según algunos analistas, esta división «está soportando los costes embrionarios de la conversión a procesos de fabricación de 10 nanómetros» que debería estar en el mercado el año próximo. Un negocio emergente para la compañía, las memorias no volátiles registra un crecimiento del 55%, pero es todavía una parte marginal de un conjunto cada vez más diversificado.
El CEO de Intel, Brian Krzanich, ve el año con optimismo: «el precio medio está mejorando en todos nuestros segmentos de actividad» e insiste en que el mundo vive una explosión de datos, de la que la compañía saldrá reforzada.
En fin, bienvenidas a una semana corta. Anoche no tuve tiempo de conocer los resultados de Apple, por lo que me reservo un eventual comentario para otro día. Aun así, la crónica de hoy está dedicada a Apple; mejor dicho, al proceso que en cuatro meses llevará a la presentación del próximo iPhone, en una situación muy especial. Hasta mañana
Norberto
Se da por descontado que Apple presentará su nuevo iPhone a mediados de septiembre, como es costumbre. Para festejar el décimo aniversario de su producto estrella, los medios afines propagan la idea de que este iPhone será el inicio de un «superciclo». Pero incluso entre ellos crece el temor a una eventual demora en la comercialización si no se resuelven a tiempo ciertos problemas de suministro de componentes. Es curioso que esto ocurra, porque si algo explica el éxito de Apple es la eficacia de su cadena de suministro. Además de reducir el tiempo de entrega y ajustar los costes, es esencial que el conjunto sea lo bastante innovador como para que los usuarios renueven su confianza en la marca. Leer más
Cuando Hortonworks empezó su andadura, en 2011, se hablaba de Big Data como algo que se ocupaba de datos en reposo, pero desde entonces los datos en movimiento se han convertido en el tesoro del que más valor se quiere extraer. Esta evolución viene marcada, en primer lugar, por el auge de Internet de las Cosas y, segundo, porque a diferencia del análisis predictivo que se postulaba hasta ahora, hoy se pueden sacar conclusiones analizando los datos en tiempo real. Este fue un eje central del DataWorks Summit, celebrado en Munich a principios de abril. Ya no se llama Hadoop Summit, y el cambio de nombre tiene su razón de ser: el ´ecosistema` del elefantito tiende a una apertura de miras. Leer más