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Algo raro pasa cuando las dos fuentes reconocidas de análisis de mercado discrepan tan radicalmente en sus cifras y en sus adjetivos cuando valoran las ventas – en rigor, los despachos – de PC en el primer trimestre cerrado en marzo.
Empiezo por las cifras. Según iDC, 60,3 millones de unidades despachadas; por su lado, Gartner contabiliza 62,2 millones despachadas. En el primer caso, un leve aumento interanual – que ya es noticia – del 0,6%; en el segundo un descenso del 2,4%. Para colmo de confusión, Gartner llega a su resultado excluyendo los Chromebook [sin molestarse en explicar a qué limbo o purgatorio los ha enviado]. Ahora, los adjetivos: Gartner califica la situación como «estancamiento», mientras IDC escribe que el mercado ha alcanzado una línea de «estabilidad».
Desde sus inicios, este blog ha basado sus comentarios en las cifras periódicas de IDC, que por lo general son consideradas más fiables en la industria, de modo que con ellas construye la serie histórica. Esta revela que el mercado ha entrado en zona positiva por primera vez desde 2012. El analista Jay Chou subraya que el ciclo de vida de los PC en servicio se ha estirado lo suficiente como para que los despachos cayeran un 11% desde el pico de 2011.
Diagnostica IDC que siguen vigentes las fuerzas que configuraron el mercado mundial en la segunda mitad de 2016: la escasez de suministro de componentes – sobre todo memorias NAND y DRAM – «sigue perturbando los inventarios, y algunos vendedores procuran adaptar su cadena anticipándose a nuevos aumentos de coste». Esto está en función de su capacidad financiera, por lo que es lógico esperar que los competidores menores seguirán perdiendo peso o abandonarán la batalla: de hecho, las tres marcas dominantes – HP, Lenovo y Dell – representan el 58,1% del total, cuatro puntos más que un año antes.
Dadas estas circunstancias, se espera una gran volatilidad de precios en los próximos meses. En lo fundamental, la demanda habría dejado de caer – se estabiliza, dice IDC – gracias a que «muchos proyectos empresariales están pasando del modo piloto a la sustitución masiva del parque instalado».
Como regla general – resume Chou – los usuarios han postergado durante más tiempo de lo esperado el reemplazo de sus PC, pero no han desertado en favor de otros dispositivos [alusión implícita a la fuerte caída de las tabletas y a la saturación de los smartphones]. Las compras corporativas han iniciado un nuevo ciclo, pero Chou se resiste a echar las campanas al vuelo. Por cierto, el pronóstico precedente, que apuntaba una caída del 1,8%, se ha visto desmentido por el 0,6% positivo en la realidad. En cuanto a los consumidores, su demanda sigue floja, con excepción del segmento gaming«.
El desglose geográfico no es del todo tranquilizador. Estados Unidos sufre una leve caída, mientras la región APeJ (Asia y Pacífico, excluyendo Japón) sigue bajando su volumen, igual que América Latina. Queda, pues, Europa – o esa abstracción que llaman EMEA – para sostener el débil crecimiento global.
Si todo lo anterior se toma como introducción, la noticia del trimestre ha sido la recuperación de HP, que vuelve a la primera posición del ranking mundial con 13,1 millones de PC despachados, un 21,8% de cuota, desplazando a Lenovo. Dell queda en un airoso tercer puesto. Puede que la mejor explicación de la vuelta de HP al primer plano sea la de Mikako Kitagawa, analista de Gartner. HP ha sido la única marca que ha crecido (un 16%) en Estados Unidos, mercado que representa una quinta parte del mercado mundial, donde ha derrotado a Lenovo, además de sacar ventaja en la gama premiun no sólo a Dell sino incluso a Apple.
No deberia relacionarse directamente ambos datos, pero es ilustrativo que al cierre de su primer trimestre fiscal [noviembre-enero] la división Personal Systems de HP vio aumentar sus ventas hasta 8.200 millones de dólares (+9,9%) con unos beneficios operativos un 37% más altos. Se puede suponer que mantendrá la tendencia en los resultados de febrero-abril.
¿Por qué ha perdido Lenovo el primer puesto que ocupaba desde 2013? Básicamente, por su fracaso en el mercado estadounidense, donde ha retrocedido por primera vez en ocho años. He aquí otra diferencia entre Gartner e IDC: la primera mantiene a Lenovo como líder del mercado mundial con cuatro décimas de ventaja sobre HP.
Por su parte, Dell ha cerrado un trimestre positivo en todas las regiones, menos en Estados Unidos. Al final, su crecimiento global ha sido del 6,2% interanual. Apple, pese a las críticas que recibe la falta de renovación de su familia Mac, ha logrado una ratio positiva del 4,1% y una cuota mundial del 7% (equivalente a 4,2 millones de unidades). Acer ha vuelto a la quinta posición, en parte debido a la errática estrategia de Asus, pero su crecimiento del 2,9% obedece a la comparación con el pésimo primer trimestre de 2016.
Ni IDC ni Gartner formulan un pronóstico para el resto del año. Pero «analistas independientes», citados por Barron´s y con base en fuentes de suministradores asiáticos, apuestan por un rango de 64 a 65 millones de unidades en el segundo trimestre y una proyección anual entre 266 y 269 millones, naturalmente provisional. O sea que no se espera un 2017 mejor que 2007.
El futuro de Toshiba se presenta oscuro, casi negro. Sólo un excelente guionista de cine de catástrofes hubiera podido imaginar una cadena tal de errores y desastres. Sin remontarse al escándalo de manipulación contable, se argumenta que el hundimiento tiene origen en la crisis de su filial Westinghouse [o, por qué no, con la decisión de comprarla en 2005], incapaz de honrar los contratos de construcción de dos centrales nucleares. Si la corporación tuviera que asumir una provisión que cubra la totalidad de las pérdidas y las deudas de Westinghouse, triplicaría el valor consolidado de los activos.
La supervivencia del conglomerado es incierta. En una declaración formal, Toshiba expresa «dudas sustanciales» acerca de su capacidad de seguir operando. La mayor urgencia es evitar su expulsión de la bolsa de Tokio tras haber tenido que presentar sus cuentas del tercer trimestre fiscal sin la firma preceptiva del auditor. La rama nipona de PwC ha declarado su «incapacidad para formarse una opinión sobre la corrección del estado financiero de la compañía».
Entretanto, siguen las frenéticas negociaciones para la venta – se suponía que parcial, ahora se dice que total – de su negocio de memorias, con la que sacrificaría su primera fuente de beneficio operativo a cambio de salvar el resto de actividades [menos Westinghouse, bajo la protección de la ley de quiebras estadounidense].
Como es lógico, hay más confusión que información. Se ha comentado la existencia de diez interesados, pero sólo cuatro han sido identificados: Western Digital, SK Hynix, Foxconn y Broadcom en consorcio con el fondo Silver Lake. En principio, ningún candidato japonés, lo que sólo inquieta al gobierno: los accionistas quieren vender cuanto antes al mejor postor. En la trastienda, los bancos quieren que Toshiba reciba suficiente dinero para pagar sus deudas, y evitar una quiebra que impediría liquidar sus activos a su mejor valor.
Extraoficialmente, la oferta más alta habría sido la de Foxconn [con el respaldo implícito o explícito de Apple, que quisiera evitar el riesgo de depender de Samsung también para las memorias]. Foxconn – taiwanesa, pero con fuertes vínculos en China – se apoderó el año pasado de Sharp, por lo que el gobierno de Shinzo Abe sufriría otra derrota, impotente para impedir que tecnologías clave escapen de la economía japonesa para caer en manos chinas.
Western Digital, associada a Toshiba en la fabricación de memorias NAND, habría presentado una oferta inferior, pero hará todo lo que esté a su alcance para evitar que un competidor se adjudique la parte de la fábrica que no controla. Si se diera el caso, su posición en 3D NAND sería débil y perdería la posibilidad de hacer frente a Samsung y Micron. Estos días, WD ha hecho saber que impugnará por violación de su contrato con Toshiba la venta de esta a cualquiera que no sea ella misma.
Puede que nadie esté más desesperado que la coreana SK Hynix: sabe que no ha llegado a tiempo para desarrollar la tecnología 3D NAND, y comprar los activos de Toshiba le permitiría ser competitiva de la noche a la mañana. Pero, ay, su oferta económica habría sido la más baja de las cuatro conocidas, por lo que tiene pocas posibilidades. Broadcom, por su parte, no compite en el floreciente mercado NAND [tampoco Foxconn, pero su ambición no tiene límites]. Así las cosas, tendré que volver pronto sobre el asunto: en cuanto haya noticias.
Siguiendo la estela de Facebook, Microsoft podría estar dando la puntilla al mercado de servidores tal como se ha conocido durante décadas. El instrumento sería el llamado proyecto Olympus, consistente en un diseño de referencia basado en código abierto. En su origen, este proyecto se inspira en el Open Compute Project (OCP), promovido por Mark Zuckerberg en 2011, que Facebook abrió pronto a ´la comunidad` open source. Lo que en su día pudo parecer una utopía entre tantas, es hoy una posibilidad real de que los centros de datos sean flexibles, el hardware se diseñe para adecuarse a las necesidades cambiantes de sus procesos y – consustancial a la idea – combine distintos suministradores. Leer más
Once meses ha durado la gestación de DXC, la nueva compañía nacida el 1 de abril fruto de la fusión entre división Enterprise Services de Hewlett Packard Enterprise (HPE) y Computer Science Corp (CSC) en una compañía conjunta. Inicialmente, los accionistas de HPE controlarán el 50,1% de la nueva entidad; los de CSC el 49,9%, resultado de la ecuación de canje de acciones pactada. Nace así una compañía que en su primer año debería facturar entre 24.000 y 25.500 millones de dólares, con una nómina de 170.000 empleados y una cartera de casi 6.000 clientes en 70 países. Sus primeros pasos en Wall Street han sido auspiciosos: la primera sesión se cerró con 19.300 millones de capitalización. Leer más
El crecimiento de cloud computing es tan evidente que se diría no necesita demostración. Pero necesita cifras que permitan medir el tamaño de este mercado. En un informe reciente que contiene numerosas predicciones, los analistas de Gartner se ha apuntado un tanto al estimar que crecerán de 23.300 millones de dólares en 2016 a 68.400 millones en 2020. O sea: su valor de mercado se triplicará y será el factor determinante del gasto en TI al cerrarse la década.
Es fácil compartir la tesis de Gartner de un desplazamiento masivo de las TI hacia las infraestructuras híbridas, puntualizando que incrementa la complejidad de elegir las herramientas idóneas en un entorno múltiple». Se agradece que, aparte de conceptos, ofrezca números [admitamos que sufrirán ajustes, por lo que deben tomarse como un diagnóstico, más que como un pronóstico]. A tal fin, distingue tres grandes categorías genéricas: 1) el tradicional outsourcing de datacenter (DCO), 2) la computación en la nube y 3) los servicios de hosting.
Estos son los números. La categoría DCO se achicará, pasando de 55.100 millones en 2016 a 45.200 millones en 2020. Es la única categoría que descenderá, casi una quinta parte en cuatro años. Por su lado, los servicios cloud subirán en el mismo lapso de 23.300 a 68.400 millones [tres veces más, redondeando], mientras los de hosting y co-locación también aumentarán, de 53.900 a 74.500 millones de dólares. Dos bloques menores: infrastructure utility services (IUS) y almacenamiento como servicio, han sumado 23.000 millones en 2016 y sumarán 39.700 millones en 2020. Suficiente para confirmar la tesis de la hibridez creciente. Lo más interesante es que, tomadas en su conjunto, las cifras revelan un aumento del gasto total en lo que Gartner llama datacenter services: de 154.000 millones el año pasado a 228.000 millones en 2020. Y en ese tránsito, la categoría tradicional habrá perdido peso.
El informe confirma otra evidencia: «el mercado de cloud pública IaaS está dominado por Amazon Web Services y Microsoft Azure, dominio que han acentuado en 2016 en perjuicio de sus competidores y [aquí viene lo más interesante] combinados, no sólo multiplican varias veces la capacidad de computación de todos los demás, sino que tienen un poder de inversión y de recorte de precios que los competidores no pueden igualar».
Por consiguiente, la criba será casi imposible de pasar. Aventura el analista DD Mishra, que «en 2019 el 90% de los proveedores nativos de IasS tendrán que abandonar la escena, forzados por el duopolio AWS –Azure». A la luz de esta perspectiva, puede interpretarse la decisión reciente de VMware de dar un paso atrás (o al costado) en su estrategia cloud.
La tesis del duopolio intratable no es nueva, pero Gartner la ventila a propósito de los precios. Entre 2008 y 2016, calcula bajadas de entre el 5 y el 12% en los servicios DCO, dependiendo del volumen de los contratos. Consecuencia directa de la necesidad de adaptarse a las rebajas impuestas por los dos líderes [sorprende que el informe de Gartner no preste casi atención a Google Cloud Platform o a IBM como competidores viables de IaaS ]
La conclusión no puede menos que ser alarmante para la industria TI clásica: «en 2020 – afirma Mishra – los servicios tradicionales serán minoritarios y coexistirán a duras penas en entornos de escala industrial […] algunos proveedores tendrán que renunciar al mercado DCO debido a la presión de los precios, mientras otros tendrán que desarrollar nuevas capacidades para sobrevivir».
La operación por la que VMware transfiere a OVH su negocio basado en vCloud Air, merecía haber sido mejor explicada; por ejemplo, que por primera vez vez revelara el número de clientes y, desde luego, la cuantía de la transacción. En este marco, me ha gustado la sinceridad con la que Ajay Patel, vicepresidente de VMware y responsable del desarrollo de productos y servicios cloud, ha respondido a la interpretación según la cual vCloud Air habría sido un esfuerzo infructuoso. Patel dijo a un grupo de periodistas en Palo Alto: «hemos conseguido algo importante, que muchas empresas con centros de datos virtualizados con software de VMware y dispuestas en principio a migrar cargas de trabajo a la nube pública, hayan podido montar entornos híbridos sin necesidad de una nueva arquitectura».
La decisión de vender las operaciones de vCloud en Estados Unidos y Europa, incluyendo infraestructura, personal y clientes, no es el punto final, precisó Patel, porque la tecnología subyacente se queda en VMware, de lo que puede deducirse que siguen vigentes los acuerdos con ciertos partners que la utilizan para sus servicios híbridos, como IBM o Rackspace. No hay noticia de qué hará VMware con la actividad de vCloud Air en Asia Pacífico, especialmente en Australia.
La cuestión a dilucidar es si se trata de una renuncia a la iniciativa lanzada en 2008 [entonces bajo el nombre de vCloud Hybrid Service] para extender el alcance de vSphere a un modelo de cloud híbrida, o si es «el próximo paso en su evolución», como ha declarado escuetamente Pat Gelsinger, CEO de VMware.
Originalmente, vCloud Air tenía por objetivo competir con Amazon Web Services o, mejor dicho, evitar que la potencia competitiva de AWS (y de Azure] degradaran el peso de VMware en los centros de datos «definidos por software». Pasaron muchas cosas desde entonces: la incomodidad de Gelsinger ante la compra de Virtustream por EMC y, posteriormente, la absorción de EMC (que implica el control de VMware) por Dell.
La estrategia cambió en octubre, coincidiendo ¿casualmente? con la toma de control por Dell, cuando a la vista de la disparidad de fuerzas con AWS, Gelsinger decidió tragarse una frase suya muy recordada [«cuando una carga se mueve a Amazon, la perdemos, y cada vez que Amazon gana, todos perdemos»] para alinear las estrategias forjando una alianza en la que la tecnología de VMware estaría disponible a los clientes de infraestructura de AWS [etiquetada como VMware Cloud on AWS] y, a su vez, sería partner primario de esta. Aparentemente, la idea es que las cargas puedan moverse en ambos sentidos entre nubes privadas, híbridad y públicas.
Un poco antes, VMware había vendido a un proveedor local su rama de cloud gubernamental en Estados Unidos. Otro movimiento significativo fue el anuncio de Cloud Foundation, una suerte de agregado de componentes – vSphere, Virtual SAN y NSX – en un paquete único para ser desplegado on-premise o en un centro de datos gestionado por terceros. Nos pasó inadvertido un detalle: las licencias contratadas sobre componentes sueltos podrían consolidarse en la plataforma común, un cambio en el modelo de negocio tradicional. Esta seguidilla de movimientos crearon inquietud en la red de partners – más de 4.000, según Patel – construida por VMware en los últimos años.
Uno de estos socios, la compañía francesa OVH [declarado ´partner del año` en 2016] , supo apreciar la oportunidad que se abría. Octave Klaba, su fundador y CEO, ha declarado que el plan es «ayudar a que los clientes de la nube de VMware muevan sus cargas a nuestros centros de datos sin disrupción, con un simple clic». OVH, fundada en 1999 por Klaba y su familia, cuenta con una veintena de centros de datos en 17 países, con 260.000. La compra de los activos de vCloud Air coincide con su esfuerzo por reforzar su presencia en Estados Unidos.
Quedan muchos detalles por conocer. Pero desde ya puede decirse que la transacción favorece a las dos partes: VMware se descarga de una actividad cuyo éxito ha sido discutible; OVH hereda un número indeterminado de clientes, además de cinco datacenter en Estados Unidos y dos en Europa [algunos, compartidos con Equinix y Century Link].
Como si no fuera ya estúpida la expresión economía ´colaborativa`, se ha extendido otra, ´uberización`, pretendido destino de toda empresa o sector de la economía no digitalizada. No sería mala idea congelar el palabro [y, de paso, moderar el tópico de la transformación digital], a la vista del descrédito en que ha caído Uber, que da nombre a la supuesta tendencia. No sólo por sus múltiples litigios en tribunales de medio mundo [en España, en manos del Supremo] sino por el impresentable comportamiento de su fundador y CEO, Travis Kalanick. Expertos en control de daños han sido convocados con la misión de evitar que los escándalos del CEO contaminen la reputación y el valor de la compañía. Leer más
Si 2017 fuera un año normal, los nuevos miembros de la familia Galaxy – secuencialmente bautizados S8 y S8 Plus – deberían haberse presentado en el Mobile World Congress. El mercado mundial da claras muestras de saturación, por lo que competir en el segmento de gama alta equivale a llevarse una fracción, relativamente pequeña pero rentable y mediática, del mercado. En esta franja premium, los consumidores suelen ser fieles a una marca, pero cuando la abandonan puede que sea para siempre.
No es 2017 un año normal. No lo es para Samsung, que necesita redimirse del desastre del Note 7, con la urgencia de anticiparse al golpe de efecto que prepara Apple con su próximo iPhone, el del décimo aniversario. Ojo, la marca de la manzana también tiene un problema: desmentir a quienes dicen que con el iPhone 7 se ha repetido a sí misma. Por si fuera poco, hay un tercero en discordia, Huawei, que empuja con voluntad de subir a la segunda posición en 2018 y a la primera en 2021: el caso es que a finales de febrero, la marcha china aprovechó la debilidad de Samsung para causar sensación con su smartphone P10.
Permítase un apunte sobre el mercado. Según IDC, Samsung (22,8%) y Apple (11,7%) cubren una tercera parte de la demanda mundial, seguidos por Huawei (9,3%). Estas cifras son demasiado genéricas, porque a) Samsung tiene un extenso catálogo y Apple sólo compite en la gama premium, y b) el mercado chino representa el 53% de las ventas de Huawei [un año antes era el 60%] con fuerte progresión en Europa y nula presencia en Estados Unidos.
Este es, creo, el contexto en el que analizar la presentación de los nuevos Galaxy en Nueva York el pasado día 29. Cuando, dentro de un par de semanas, se publiquen los resultados del trimestre, ya se verá. De momento, ya tenemos un par de datos significativos: Huawei ha reconocido que su desaceleración en 2016, explicándola por la caída de márgenes y el incremento de inversiones en su división de consumo. Tal vez sea más interesante saber que Foxconn ha anunciado un descenso de beneficios por primera vez desde que salió a bolsa en 1991, en su caso debida a la contracción de órdenes de Apple.
En general, puede decirse que los consumidores ya no se excitan con el hardware de un nuevo smartphone [ni con las aplicaciones, pero esta sería otra historia]. Queda por ver qué influencia tendrán los elogios que se han escrito estos días.
Los directivos de Samsung están convencidos de que aún se puede hacer mucho para atraer a los consumidores con novedades en lo más obvio, el formato. Lo que lleva a su apuesta por las pantallas curvas y la ratio de aspecto Infinity Edge (18.5:9] en estos dos nuevos modelos. Cuando podía pensarse que los smartphones habían alcanzado el máximo tamaño aceptable, Samsung ha encontrado la manera de sorprender: en estos dispositivos, toda la superficie es pantalla.
«La gente quiere pantallas grandes, pero no quiere móviles grandes», explicó durante la presentación D.J.Koh, cabeza de la división de móviles de la compañía. Curiosamente, dicen, una pantalla de 5,8 sin bezel deja la misma impresión que un S7 de 5,1 pulgadas. ¿Valdrá la misma regla para el S8+, de 6,2 pulgadas?
Estas características – opinan mis amigos ´gadgetólogos` – pueden jugar a favor de Samsung en la competencia que se avecina. Según ellos, atentos a los rumores circulantes, el próximo iPhone también tendrá 5,8 pulgadas, sin bezel y esconderá el ID Touch. Las incógnitas por aclarar son: ¿qué dispositivo van a reemplazar los nuevos Galaxy? ¿Otro modelo de la misma marca, otro Android o quizás un iPhone? ¿Seguirán otras marcas el mismo camino, banalizando estas innovaciones? La canibalización aparece como la mejor salida en un mercado saturado. Aunque algunos predican por ahí la proximidad de un «superciclo» que cambiaría las tornas.
No hay duda de que la apariencia marca diferencias sustanciales. Pero puede que sean igualmente valiosas ciertas funciones ya conocidas en modelos anteriores: carga inalámbrica, resistencia al agua, distintas formas de desbloquear el móvil. En síntesis: sin perder la continuidad, Samsung ha renovado su hardware para mejorar la llamada ´experiencia de usuario`. Hasta con la batería – asunto delicado – se ha atrevido: según dijo Koh, una nueva química asegura más duración y evita una prematura degradación.
Otro signo es el énfasis puesto en el asistente personal Bixby, cuya utilidad dependerá de su cualidad de deep learning, por tanto de que sea usado intensamente y de las complicidades de terceros. Pero, para mi gusto – ya que no he visto ni tocado un S8 – lo más destacado es el accesorio DeX, que transforma el smartphone en un PC, así como Samsung Connect, una aplicación a través de la cual los usuarios podrían activar dispositivos IoT. Son intentos de algo que Samsung puede permitirse: articular un ´ecosistema` de productos bajo su marca.
Hay demasiados candidatos a liderar un mercado que no existe, el de la conducción autónoma. Que no exista, no impide que en su nombre se estén desarrollando tecnologías de mucho interés para perfeccionar lo que ya existe, la conducción humana. Entre tantos candidatos hay algunos como el grupo alemán Bosch, que fabrica componentes para la industria del automóvil. Bosch convocó en Berlín a unas 2.500 empresas – proveedoras de servicios, aplicaciones y software, en su mayoría – para presentar su Automotive Cloud Suite, un conjunto formado por componentes y sensores conectados a Internet, software que procesa la información y aprende de ella gracias a técnicas de inteligencia artificial. Leer más