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Salvo imprevistos, el trimestre abril-junio habrá marcado, por primera vez desde 1991 – 26 años, se dice pronto – la pérdida del liderazgo de Intel en el mercado mundial de semiconductores. Samsung Electronics, que oficialmente hará públicos sus resultados dentro de dos semanas, van a confirmar una facturación de 15.000 millones de dólares atribuídos a su división de semiconductores, superando así los 14.400 millones en que se estiman los ingresos comparables de Intel. No es una ventaja irreversible, desde luego, pero a este paso Samsung podría coronarse como nuevo líder mundial al cierre del año.
La explicación es sencilla. Samsung está sacando partido del aumento de precios de los chips de memoria y de la demanda creciente de smartphones más potentes. La tendencia puede resumirse en que el relevo de los PC por los smartphones como dispositivos dominantes actúa como motor del mercado de chips. Con el agravante de que Intel dejó pasar en su día el tren de los smartphones y, por otra parte, ocupa la quinta posición en el ranking las memorias de estado sólido (7,2% de cuota frente al 36,1% de Samsung).
Mientras la mayor parte del beneficio (no así del volumen) lo aportaban los procesadores para PC y servidores, Intel (y otros fabricantes) se llevaban la parte del león, pero las tornas han cambiado.
Este año han confluído los dos factores mencionados. Los beneficios que deja cada chip para smartphones son claramente inferiores a los de un procesador Xeon o un Core i7, pero cuando en la ecuación se introduce el volumen – creciente en un caso, declinante en el otro – la situación acaba dando un vuelco, como se está viendo. Entretanto, los precios de las memorias DRAM han subido un 45% en en el primer trimestre y los de las NAND aumentaron un 40%. Algunos analistas hablan de ´superciclo` por varios años, mientras el suministro siga siendo suficiente y la demanda no flaquee. En tercer lugar, la confusión que rodea el destino de Toshiba sólo puede reforzar la posición de Samsung.
En la actualidad, mientras Intel juega sus cartas a una diversificación hacia otros dominios, Samsung está decidida a seguir dominando los dos segmentos clave del mercado de semiconductores. Con este fin, tiene previsto invertir unos 18.600 millones de dólares durante los próximos cuatro años en sus plantas en Corea y China. Un análisis de Nomura Securities conjetura que las condiciones del mercado favorecen el plan de la empresa coreana de concentrarse en productos de máximo beneficio, lo que implica invertir para defender su ventaja en la gama alta. Además, no es un pequeño detalle, de sus contratos como suministrador de Apple.
En realidad, Intel y Samsung llevan años corriendo en distintos carriles, pero la coreana ha corrido más rápido. Un síntoma ha sido la reciente proclama de la firma californiana en la que se jactaba de que su proceso de fabricación de 10 nanómetros «lleva una generacion de ventaja» sobre el de su rival coreano. A lo que este replicó que ya produce chips con esa tecnología y está asimilando la siguiente generación, de 7 nm, e incluso la futura de 5 nm.
Gracias a que Samsung Electronics tiene por costumbre anticipar genéricamente las cifras consolidadas, ya sabemos que en el segundo trimestre sus ingresos han aumentado un 18% hasta los 60 billones de won (52.000 millones de dólares). Su beneficio operativo se calcula a priori en 12.200 millones de dólares, un 73,2% más que en igual período de 2016.
El comunicado de Samsung identifica como factor adicional las ventas del smartphone Galaxy S8, comparables hasta el momento con las del Galaxy S7. Otro elemento relevante será OLED. En agosto empezarán las entregas de pantallas a Apple para el montaje de su próximo modelo. En consecuencia, los beneficios del tercer trimestre volverán a subir y al acercarse el final del ejercicio ya nadie recordará los problemas que ha vivido la compañía: Su reputación ha salido indemne de la crisis del Galaxy Note 7, del que por cierto saldrá una nueva versión el mes próximo.
De la fusión pactada entre Telecom Argentina y Cablevisión, que refuerza la concentración del mercado argentino de telecomunicaciones, se puede decir que es un contratiempo esperado por Telefónica, que obtiene el 7% de sus ingresos en aquel país, pero también tiene por delante un nuevo escenario de negociación. Sin ningún disimulo, la fusión es fruto de la política, en el sentido más denostado de la palabra; pero por esto mismo se contempla un nuevo escenario de discusión del futuro marco regulatorio que sustituiría las reglas de juego dictadas a través de ´medidas de urgencia` [el gobierno está en minoría parlamentaria] al poco de asumir la presidencia Mauricio Macri.
El trato de favor que el ganador de las elecciones ha otorgado al grupo multimedia Clarín huele a compensación por los conflictos que este mantuvo con los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Pese a declararse liberal – quien durante su visita a Madrid se entrevistó con José María Álvarez Pallete – ha favorecido una mayor concentración del mercado. «Te lo digo como opinión personal, pero si primara la lógica, la asimetría debería llevar marcada una fecha de caducidad cercana», ha sido el único comentario – y lo agradezco – que he podido arrancar telefónicamente a un directivo de la filial argentina.
Se me ocurre que asimetría es la palabra que mejor define la situación: en marzo, el país contaba con 9,9 millones de clientes de telefonía fija [repartidos entre Telefónica y Telecom] en una excepcional relación de 1:6 con los 63,3 millones de telefonía móvil [el tercer competidor es Claro, del grupo América Móvil].
El conglomerado naciente será la mayor teleco de Argentina, con un 42% de la telefonía fija, el 34% de la móvil, el 56% de las conexiones a Internet y el 40% de TV de pago. Su valor de mercado se estima en unos 11.000 millones de dólares, repartido en proporciones del 55% para Telecom Argentina y el 45% para Cablevisión. La participación de capital ha sido pactada en 40% y 33% respectivamente, y el resto cotizará en bolsa.
¿Quiénes son los protagonistas de la operación? Telecom Argentina – en los años 90 fue una joint venture de France Télécom y Telecom Italia – ha pasado por varios cambios de propiedad hasta pasar a manos del inversor mexicano David Martínez y su grupo Fintech Advisory. La fusión venía prefigurada por el hecho de que Fintech posee también el 40% de Cablevisión [no confundir con el grupo del mismo nombre en EEUU, adquirido por Altice] cuya mayoría detenta el grupo Clarín.
Con el argumento de su enorme poder mediático – el diario del mismo nombre, dos radios de gran audiencia, el canal 13 de TV y varias cadenas de cable – los Kirchner impidieron a Clarín la entrada en el negocio telefónico. Sólo tras el triunfo de Macri pudo adquirir Nextel, un competidor marginal con sólo 675.000 suscriptores frente a los 19,3 millones de Personal, la marca de Telecom. Con ese movimiento menor adquirió espectro, pero la jugada mayor estaba por venir.
La operación anunciada – y que con toda probabilidad será aprobada por el regulador ENACOM – ha sido facilitada por un cambio legislativo que, en nombre de la convergencia, autoriza por primera vez a los operadores a prestar servicios ´cuádruple play` a partir del año próximo. Parte con ventaja el conglomerado Telecom/Cablevisión. Hay que prestar atención a un cuarto actor cuyo papel podría ser determinante para Telefónica en un eventual canje de cromos en América Latina: AT&T, bajo la marca DirectTV, ofrece televisión de pago y acaba de lanzar servicios de Internet por satélite, pero no tiene licencia para operar en telefonía móvil.
He dicho que Telefónica se esperaba la fusión, pero estaba cantada para todo el mundo. El bulo de que la compañía española pudiera amenazar con retirarse del mercado es eso, un bulo carente de fundamento. No tendría sentido a la vista de las inversiones que la compañía está haciendo en el país. Durante su trayectoria en Argentina, las ha visto de todos los colores e incluso fue forzada a vender sus activos en TV de pago. El conflicto más reciente de Telefónica, ya con Macri en la Casa Rosada, ha consistido en amagar con la mediación del CIADI – organismo interamericano de arbitraje en materia de inversiones – gesto suficiente para adelantar de 2019 a 2018 el plazo para prestar quad play y, de paso, prolongar por 15 años su exclusividad en el último tramo de su red.
Quedan flecos pendientes, como una probable redistribución de espectro, ejercicio obligado por la alta concentración territorial de la demanda. O, quizá más grave, puesto que se habla de convergencia, la carrera por los contenidos de TV de pago. Está por ver si a la hora de negociar contratos para los servicios cuádruple play, pesará más la preeminencia del emporio Clarín o los vínculos de un operador global como Telefónica.
Desde que Google presentó un prototipo de coche sin conductor, Tesla un coche eléctrico de lujo y Uber una plataforma de transporte falsamente colaborativa – tres iniciativas que, recuérdese, llevan un lustro a sus espaldas – el sector de automoción vive una constante transformación. La repercusión combinada de electrificación, conectividad y autonomía – las dos primeras son reales, la tercera una tendencia en ciernes – ha conseguido que los fabricantes de coches y sus componentes se pusieran a rediseñar estrategias, aliándose o comprando empresas de T.I. para no quedar fuera de juego en el nuevo escenario de la automoción. La fiebre que se ha desatado para tomar posiciones no tiene visos de aflojar. Leer más
Por alguna razón, Cisco omitió en 2016 el ritual del Analyst Day anual. Quizá Chuck Robbins, CEO desde julio del año anterior, quiso darse un margen para transmitirles su estrategia de largo alcance. Ha cumplido con el rito en 2017, pero siguiendo una secuencia peculiar. Primero, anunció una nueva red «capaz de aprender, adaptarse y evolucionar» [según la nota de prensa] y luego hizo coincidir el encuentro con los analistas y el comienzo en Las Vegas de Cisco Live, evento al que estaban convocados clientes y partners. En síntesis, Robbins se trabajó la buena voluntad de los intermediarios con los inversiores, y convenció incluso a los menos entusiastas.
Lo que subyace en la sucesión de noticias es una confirmación oficial de que Cisco – universalmente respetada por su hardware – ha tomado el camino que la llevará a ser una empresa de software y servicios, lo que implica propiciar con urgencia un modelo de ingresos recurrentes. No es una idea nueva, puesto que la inició John Chambers en 2015, pero ahora queda claro que se trata de un movimiento profundo.
El Analyst Day no fue una conferencia rutinaria – para eso están las citas trimestrales – sino una discusión abierta con dos decenas de profesionales del mundo bursátil cuyo trabajo consiste en seguir la evolución de la compañía. El tándem formado por Robbins y la CFO Kelly Kramer pasó airosamente el examen, a juzgar por los informes de los analista presentes.
De entrada, Kramer reconoció que la previsión de crecimiento de entre el 3% y el 6% en los próximos tres a cinco años no se va a cumplir. El nuevo cálculo apunta un rango del 1% al 3% en los ingresos de Cisco durante ese período. Probablemente sea conservador, pero Robbins prefiere llevarse el mérito eventual de superar las bajas expectativas. Además, responde a la apreciación general del mercado.
Kramer llevó la discusión a un asunto crucial, el esfuerzo por transformar el modelo de negocio de Cisco hasta conseguir que en 2020 el 30% de sus ingresos sea aportado por el software, un salto importante sobre el 22% del actual año fiscal, que cerrará probablemente con 11.000 millones de dólares. Si al software se suman los servicios, en 2020 cruzarían la barrera del 50% de los ingresos totales.
Tanto o más interesante es otro pronóstico: los ingresos recurrentes van a crecer un 10% anualizado hasta 2020, llegando al 37% del total. Los recaudados en régimen de suscripción seguirán ganando peso frente a licencias perpetuas. estimándose que ese año equivaldrán al 3% del total. Asimismo, Kramer subrayó un desplazamiento del modelo hacia la nube: el 7% del software será servido en modalidad híbrida (con especial énfasis en el de seguridad) y el 15% corresponderá a aplicaciones en modo SaaS.
Kulbinder Garcha, analista de Credit Suisse, juzga que los anuncios de los últimos días impulsarán un gradual cambio de modelo de negocio a la vez que ayudarán a Cisco a «consolidar a largo plazo su cuota en el mercado del datacenter en el sentido más tradicional».
Pierre Ferragu, de Bernstein, introduce a sus clientes en una cuestión delicada: ¿está perdiendo Cisco cuota de mercado en los segmentos de los que ha vivido históricamente? La respuesta es que sí, pero añade que los accionistas ya tienen asumido el declive gradual de las principales líneas de producto, por lo que más les importa ahora es conocer la capacidad de adaptación de Cisco a los cambios en su entorno. En la categoría de switching, por ejemplo – escribe Ferragu – tiene asegurado un piso sólido en las empresas, y sólo se ve amenazada entre los hyperscalers, proclives a comprar en función del precio. En la otra categoría clave, routing, el mercado está en franco retroceso, y la culpa la tendría, una vez más, el menor capex de los operadores. El optimista Ferragu prevé un cambio positivo de tendencia.
Última hora, por el momento: la junta general de Toshiba ha acordado aplazar sin fecha la venta de su filial de memorias. Al mismo tiempo, la compañía ha replicado a la ofensiva judicial de Western Digital con su propia demanda por, entre otras razones, tratar de sonsacar información confidencial a sus empleados. El trasfondo es la urgente necesidad que tiene Toshiba de desprenderse del 50% de la fábrica de memorias flash de Yokkaichi, que ambas compañías comparten. ¿Postureo? Las dos partes necesitan, cada cual por sus razones, que no se malogre el know-how acumulado en su factoría y en las compañías suministradoras adyacentes. Y al parecer lo menos costoso es la parálisis. Leer más
De entrada, Margrethe Vestager, comisaria europea a cargo de la cartera de Competencia, ha querido disipar la sospecha de una ´causa general` contra Google, al insistir en que la Comisión Europea no tiene nada contra los algoritmos de Google mediante los cuales esta organiza y muestra los resultados de sus búsquedas, ni tampoco objeta la posición dominante que ha alcanzado sino un efecto perverso de esta: «[algunas de sus prácticas] son ilegales a la luz de las reglas de la Unión Europea, al negar a otras compañías la oportunidad de competir en igualdad de condiciones». y sacar provecho de la innovación propiciada por Internet». Por su parte, Kent Walker, director de los servicios jurídicos de Google, ha replicado que «estamos respetuosamente en desacuerdo».
La noticia se puede resumir así: 1) la CE ha constatado que Google da preeminencia a su propio servicio de comparación de productos online, Google Shopping, al reservarse una posición privilegiada en los resultados de su buscador; 2) cuando un usuario busca un producto en Google, el enlace que se despliega es el comparador de Google, relegando a sus competidores a las páginas siguientes.
En consecuencia, la CE ha impuesto a Google una multa de 2.400 millones de euros, dándole 90 días de plazo para modificar sus procedimientos, a la vez que se establece un mecanismo de seguimiento durante «varios años». Walker ha sugerido que Google recurrirá la sanción, pero los juristas que se han pronunciado dudan de tenga posibilidades de ganar en apelación. Lo que está en juego vale mucho dinero: la publicidad relacionada con la venta online presenta una tercera parte de los ingresos publicitarios de Google en Europa o, lo que es lo mismo, el 7% del total de esos ingresos.
Más allá de Google Shopping, la relevancia del caso está en que Vestager lo califica de «precedente que establecería un marco para la persecución de este tipo de conducta empresarial». Ese marco podría aplicarse a otros servicios de información vertical como los mapas, los restaurantes o los viajes, que Google enlaza directamente con anuncios pagados que – precisó prudentemente Vestager – «requerirán análisis específicos según la naturaleza de cada mercado». Uno de los primeros sectores en arrimar el ascua a su sardina ha sido la asociación europea de agencias de viaje online – que, entre otras, representa a Priceline, Expedia y TripAdvisor – al denunciar «el impacto negativo de la conducta de Google sobre este segmento de negocio, a expensas del interés de los consumidores».
Más allá de estas y otras denuncias sectoriales, que sin duda van a proliferar, la decisión de la CE puede verse como un aviso a otras plataformas digitales para que eviten transformar su dominación de facto en barrera a los competidores.
Como era de suponer, algunos medios han aprovechado la ocasión para activar la sospecha de un sentimiento antinorteamericano en Bruselas. Han recordado que la Federal Trade Commission examinó el mismo asunto en paralelo a la CE y en 2013 decidió que no había mérito para tomar medidas contra Google. A Ed Black, presidente de la asociación CCIA – algo así como la patronal estadounidense de Internet – le faltó tiempo para acusar a Vestager de «resentimiento contra las empresas que ganan dinero». Alude a una presunta inquina de la comisaria hacia Apple fingiendo ignorar que se trata de un asunto bien distinto, el apaño fiscal con Irlanda.
Por el contrario, siete empresas de EEUU – entre ellas Oracle, Yelp y News Corp – dirigieron hace dos semanas una carta a Vestager apoyando su investigación con esta advertencia preliminar: «a medida que se acerca la hora de una decisión de la CE, Google y sus aliados propagan la ficción de que cualquier medida que les afecte es la consecuencia de un supuesto proteccionismo europeo». Oracle ha sido especialmente virulenta en sus críticas a Google, a la que está enfrentada en varios litigios.
El caso Google Shopping se inició en 2010 por la denuncia de un lobby inicialmente inspirado y financiado por Microsoft [que optaría luego por una postura no beligerante]. Durante tan larga tramitación, el comisario Joaquín Almunia llegó a un principio de acuerdo con Google en 2014 que sería rechazado por sus colegas. Probablemente los abogados de la compañía interpretaron o no supieron interpretar el cambio de interlocución en Bruselas.
La nueva Comisión, heredó una profunda crisis de confianza de los ciudadanos europeos hacia el equipo Barroso, que ha intentado paliar tomando medidas de cercanía con los consumidores: una de ellas ha sido la plena eliminación del roaming de telefonía móvil, vigente desde el pasado día 15. La multa a Google preanuncia otras medidas inminentes contra la compañía: una estaría relacionada con la integración del buscador y otros servicios propios en el sistema operativo Android. El mecanismo de publicidad AdSense también está siendo investigado por sospecharse que falsea la competencia.
En lugar de flexibilizar su postura tras el frustrado acuerdo con Almunia, Google prefirió atrincherarse en su posición. Otras empresas han optado por eludir la confrontación con la CE: Amazon alcanzó un acuerdo discreto con el que cortó una investigación relacionada con su tienda de su ebook Kindle. Los expertos en public affairs de Facebook, otra investigada potencial, han aprendido a caer simpáticos a los funcionarios comunitarios. Google no se apea del burro.
Los analistas no se ponen de acuerdo sobre el efecto que las medidas coercitivas en Europa [que no serán imitadas en Estados Unidos] puedan tener sobre el comercio online. El abogado Walker ha señalado en su alegato que el verdadero riesgo de monopolio es Amazon: «muchos consumidores se dirigen directamente a esta plataforma, saltándose la posibilidad de comprobar si un producto está en venta a mejor precio en otros sitios web».
Los comparadores de productos y precios han jugado un papel en la expansión de este modelo de negocio. Google es, sin duda, la más importante fuente de tráfico para los sitios de ecommerce – que la premian con la inserción de anuncios – y gracias a ello se asegura el control de un caudal de datos que contribuye a su preponderancia en otras esferas del mercado.
Rodeado de múltiples gadgets con pantallas, el televisor sigue ocupando el centro del hogar y por tanto el de la industria de electrónica de consumo, con un mercado estabilizado en unidades y facturación. Hablar de estabilidad es relativo, porque los fabricantes no tienen más remedio que aumentar cada año el tamaño y la calidad de los televisores e invertir en el desarrollo de pantallas y diseños más sofisticados y más caros, que apenas tendrán repercusión en el precio final. El progreso tecnológico es lento y horizontal, con lo que la pantalla más impactante no llega a desbancar a la mejor establecida. Ejemplo: las pantallas OLED no consiguen desplazar a las LED en la gama más alta. Leer más
He leído algunos juicios sumarios e inexactos acerca del ´desenlace` del caso Toshiba, en los que se dice, por ejemplo «Toshiba vende su fábrica de memorias a un consorcio gubernamental japonés». Para empezar, no hay tal desenlace ni tal venta.
Lo que hay es un anuncio de la dirección de Toshiba según el cual ha elegido como candidato ´preferente´ a un consorcio – que tampoco es gubernamental – para iniciar negociaciones sobre la venta de Toshiba Memory, filial creada expresamente para titularizar su 50% de la fábrica de memorias de Yokkaichi, cuya propiedad comparte con Western Digital, que a su vez heredó la otra mitad al adquirir SanDisk. Tras meses de confusión, el calendario ha forzado una solución (?) justo a tiempo para presentarla ante la junta de accionistas del jueves 28. Aunque la junta validara la propuesta, las negociaciones serían ensombrecidas por la oposición de Western Digital, que ha pedido un interdicto ante un tribunal estadounidense, a la vez que planteaba un arbitraje internacional. En el primer caso para bloquear la transacción, en el segundo para dirimir el litigio.
¿Qué litigio? Western Digital – que habría mostrado disposición a adquirir el 50% que no posee – sostiene que cualquier transmisión a terceros que afecte la propiedad de la fábrica de Yokkaido sin su consentimiento, violaría el contrato entre las partes. Hay motivos, pues, para compartir el escepticismo de quienes piensan que ninguna negociación a espaldas del socio americano tendría buena salida.
Salida. Interesante palabra. Toshiba tiene urgencia por someter sus cuentas a la junta general, pese a no haber conseguido que sean auditadas. Porque la filial local de PwC, auditor designado, se ha negado a visarlas. Se trata de una anomalía que pone al borde del abismo a Toshiba, que ha apostado su existencia a dos cartas: memorias y energía nuclear. Enajenar su participación en Yokkaichi le permitiría enjugar las pérdidas de su filial Westinghouse Electric, condición para encontrar un socio o – más difícil – un comprador que se haga cargo de los compromisos adquiridos. Sobre el conglomerado pesa el aviso de que si cerrara en negativo el actual año fiscal, en marzo de 2018, sería automáticamente excluido de cotizar en bolsa y, consecuentemente, se quedaría sin el crédito bancario que ha sido una especie de respiración asistida.
Ahora bien, la composición del consorcio candidato no está libre de la controversia. El primer ministro Shinzo Abe se ha visto presionado para encontrar una solución que preserve el empleo y el control nacional sobre una tecnología crítica. Como antecedente, se le reprocha que el gobierno no supo evitar la venta de Sharp a la taiwanesa Foxconn.
Hay que observar que en ambos casos el capital privado se ha llamado a andanas. El keiretsu, mecanismo informal de ayuda mutua entre empresas niponas, ha fallado esta vez, como falló en 2012 cuando no evitó que Renesas cayera en manos del fondo KKR.
Las autoridades han tenido que orquestar un consorcio heterogéneo, en el que dos fondos (uno público y otro público-privado), se adjudicarían el 66,5% de la instrumental Toshiba Memory; en compensación, se da entrada con el 33,5% a la gestora estadounidense Bain Capital, que ha firmado discretamente un acuerdo con SK Hynix, fabricante coreano de memorias y, por consiguiente , competidor de Western Digital. Esta ha puesto el grito en el cielo. El precio, equivalente a unos 18.000 millones de dólares, no supone diferencias entre los involucrados.
Se habían presentado otras ofertas. La de Western Digital, que propuso quedarse con el 100% de la fábrica, no fue bien recibida. Foxconn, siempre a la que salta, presentó la suya y creyó que sería más convincente si desvelaba el respaldo de Apple, interesada en asegurarse el suministro de memorias. En este momento, el proceso está tan enredado que Terry Gou, ´patrón` del grupo taiwanés, aseguró el viernes a sus accionista que todavía confía en cobrar la presa.
Los aspectos industriales del asunto serán analizados otro día en mi site. Lo que me propongo hoy es volver sobre un tema que me atrae desde hace años: ¿qué razones subyacen en la aparente impotencia del capitalismo nipón para defender la preeminencia que en otros tiempos tuvo su industria electrónica y que, evidentemente, ha perdido a manos de Corea, Taiwán y China?
He encontrado un texto de Alicia Ogawa, profesora de Columbia Business School, que aporta ideas sobre el particular. Ante cada escándalo que ha desvelado la existencia de malas prácticas en empresas japonesas, dice, los accionistas han permanecido con la boca cerrada. Lo atribuye, en parte, a un rasgo típico de la economía japonesa: la propiedad cruzada de acciones entre compañías, que con los años se ha reducido formalmente mediante transferencias de un accionista leal a otro no menos leal pero igualmente silente. En el caso de Toshiba, el 30% de su capital estaba en manos de los bancos ´amigos`, que hicieron la vista gorda ante el falseamiento contable.
Según la profesora Ogawa, esta complicidad suele explicarse como una barrera frente a inversores ´activistas`, con frecuencia considerados ´buitres` que vienen a perturbar la armonía corporativa. La legislación, que en principio fue diseñada para obstaculizar el lanzamiento de OPAs hostiles, funciona en la práctica como una protección para los directivos. Por su lado, los fondos de pensiones, que poseen grandes paquetes de acciones, se comportan pasivamente, desinteresados en seguir el día a día de las empresas.
Otra complicidad, que pudo influir en las calamidades de Toshiba, se dice que tiene raíces ´culturales`: en una sociedad tan jerarquizada, afirma Ogawa, el empleo vitalicio justifica que a cambio de estabilidad laboral se mantenga una lealtad sin fisuras al jefe. Según una investigación interna del año pasado, los empleados de Toshiba «se sintieron incapaces» de desobedecer las órdenes recibidas para inflar ficticiamente la facturación y así enmascarar las pérdidas.
Por interesantes que sean estas observaciones, el dilema en que se debate Toshiba va mucho más allá de las críticas al gobierno corporativo. Se trata de evitar la quiebra provocada por la desastrosa compra de Westinghouse, para la que no encuentra comprador mientras que a la división de memorias le sobran novios. He aquí mi opinión: es triste que se sacrifique una rama de la empresa que ha sido a la vez innovadora y rentable.
Sostiene PwC en su estudio Industry 4.0: Building the digital enterprise que la materialización del concepto Industria 4.0 traerá un cambio trascendental pero no gratuito, que exigirá inversiones cuantiosas y trastocará la gestión, la organización y el tratamiento del talento dentro de las empresas. Los autores tienen la cortesía intelectual de dar «su» definición acerca de la también llamada cuarta revolución industrial: «[será] impulsada por la digitalización e integración de las cadenas horizontal y vertical de valor, de la oferta de productos y servicios, así como del modelo de negocio y relación con los clientes». Difieren de las definiciones centradas en la pura automatización. Leer más