wp_head() ?>
Si alguien duda, a estas alturas, de que las comunicaciones móviles son una revolución, no tiene más que consultar el Ericsson Mobility Report, uno más de la secuencia de estudios que periódicamente elabora la empresa sueca. Pero, como todas las revoluciones, esta también tiene distintas velocidades, no ya en cuanto a su dimensión geográfica sino también por innumerables factores económicos, sociológicos y tecnológicos. En el primer trimestre de este año, el número de líneas móviles creció un 8% interanual a escala mundial, pero las de banda ancha móvil dieron un salto del 45%, alcanzando los 1.700 millones. Este es sólo el entremes de un estudio que se hace difícil resumir. Leer más
Aparentemente, la secuencia de newsletter y post dedicados a la compra de Nokia por Microsoft ha despertado la atención de los lectores. Uno de ellos me pide ser más extenso en el tratamiento del capítulo de patentes en el acuerdo. Si se trata de ser extenso, no podré hacerlo hoy, paciencia. Paco H. me pregunta si creo que Stephen Elop será escogido como sucesor de Steve Ballmer, y en tal caso si dará la talla. Lo que creo es que no tengo la menor idea, y también creo que nadie lo sabe fuera del sancta sanctorum de Redmond. Sobre Elop, o más bien contra Elop, ha empezado a circular una campaña en Internet, descalificándolo por el fiasco de sus tres años al frente de Nokia.
Veamos: lo del fiasco es discutible, salvo que se comparta la opinión de quienes sostienen que Nokia debería haber prolongado la vida de Symbian, seguir el desarrollo de MeeGo o, llegado el caso, sumarse al ejército de androides, pero de ninguna manera adoptar Windows Phone. Como opinión, es legítima, pero nadie puede aseverar que así se hubiera evitado la quema. Dicho esto, vuelvo a la pregunta: después de haber sido CEO de Nokia, ¿aceptará ser «sólo» vicepresidente de Microsoft? Tampoco lo sé, pero en la biografía de Elop hay un detalle que dice algo al respecto.
A finales de 2005, Stephen Elop fue nombrado CEO de Macromedia, que meses después fue adquirida por Adobe. Según me han contado, permaneció en la compañía como número dos del CEO, Bruce Chizen, y se marchó cuando comprendió que no sería elegido para suceder a Chizen. Tras un paréntesis como COO de Juniper Networks, fue fichado por Microsoft para presidir la división que aporta a la compañía el gran negocio de Office.
A finales del 2010, cuando aceptó la oferta de Nokia, la retirada de Ballmer parecía lejana, y una apuesta audaz era preferible a esperar que llegara su momento. Así contada, claro que con intención manifiesta, parece la historia de una ambición: si Elop fuera elegido CEO de Microsoft [se supone que sería el candidato preferido de Ballmer, pero quién sabe qué] habría consumado su carrera; si no fuera elegido, dudo mucho de que asimilara seguir en segundo plano.
Roger Casals ha creado sucesivamente ocho empresas, de las que ha vendido cuatro, y se declara afortunado porque sólo ha sufrido «la mitad de un fracaso», por apoyar un proyecto ajeno. En esta ocasión, Casals es noticia porque ha vendido PasswordBank, que fundó en 2008, a la multinacional Symantec. No había ninguna prisa por vender – precisa – «porque teníamos financiación suficiente y clientes en medio mundo; sabíamos perfectamente que una startup de nuestro tamaño era un bocado apetecible, y se presentó una oportunidad que no podíamos dejar pasar». Rehúsa confirmar si el precio ha sido el que se comenta: 25 millones de dólares, pero se le nota que está muy satisfecho por el éxito alcanzado. Leer más
A medio camino entre las noticias de Microsoft de la semana pasada, y los anuncios que se esperan de Apple mañana por la noche, he leído un artículo de Paul Krugman [sí, el célebre economista, profesor y columnista] en el que traza una especie de vidas paralelas entre Apple y Microsoft. Nos dice que en sus tiempos iniciales Apple, segura de que su sistema operativo era sin duda el mejor, leyó mal la naturaleza del mercado, y Steve Jobs decidió construir un muro que lo aislara de la competencia para cobrar precios más altos. Su rival siguió otra línea: optó por licenciar su sistema a los fabricantes de máquinas más baratas que las de Apple, y adquirió así una posición dominante a través de las externalidades de red [ya saben: «la gente usa Windows porque otra gente usa Windows, y esto hace que haya más software disponible, etc»]. Krugman nos avisa de que escribe su post en un portátil Windows 7 porque los técnicos de su facultad no dan soporte a los productos de Apple.
Con el tiempo, fue Microsoft la que leyó mal la naturaleza del mercado de dispositivos móviles, se dejó comer el terreno y facilitó que Apple se pusiera «temporalmente por delante de la curva». Krugman aclara por qué usa el adverbio: «en mi limitada experiencia, los productos de Apple son muy buenos, pero no tienen una ventaja de calidad decisiva [frente a sus competidores] y sin embargo su precio es más alto». Nuevamente, gracias a las externalidades, que en este caso responden al volumen de aplicaciones disponibles para iOS, la principal ventaja competitiva de Apple.
¿Cuál es, según Krugman, la perspectiva del reinado de Apple, comparado con el de Microsoft, que ha mantenido su control sobre el mercado pese a que este ha cambiado varias veces en décadas? La respuesta del economista de Princeton es asombrosamente sencilla: el cerrojo de Apple no asegura que pueda mantenerse a la vanguardia, y esto se debe en parte a que su éxito se basa en la fidelidad de individuos, en contraste con el de Microsoft, que se ha basado hasta ahora en la lealtad de los directores de TI, que son «inheremente conservadores»
Nada hay en estas frases que sea realmente novedoso para quienes estamos en (o cerca de) de este sector, pero aun así resulta interesante constatar que las noticias de los últimos días son merecedoras de un nivel de análisis a la vez riguroso y legible, ni más ni menos que el que reciben del mismo autor los hechos de la política económica y monetaria. Otros articulistas, en cambio, no consiguen sustraerse a lo poco que saben hacer: destilar sus filias y sus fobias. Ya vale para que se me entienda,
Si se prescinde del subjetivismo con el que algunos han recibido la noticia, en muchos aspectos la compra de una parte de Nokia por Microsoft evoca la adquisición de Motorola Mobility por Google, en agosto de 2011. Las dos compradoras buscaban reforzar sus respectivos negocios de servicios, cada vez más condicionados por las plataformas móviles, y para ello implicarse directamente en el diseño, fabricación y distribución de terminales. Pero, a diferencia de Google, Microsoft no tenía otra opción: sin Motorola, Google podía seguir contando con decenas de marcas que apoyan Android; para Microsoft, la cuesta abajo de Nokia arrastraba a Windows Phone hacia el abismo. Leer más
Una de las reacciones más notorias a la compra de Nokia por Microsoft ha consistido en emitir lamentos por la desaparición de una compañía que años atrás fue un faro de la tecnología europea. Vale, pero seamos sinceros: ¿a alguien le sorprende este triste desenlace? Desde luego, el proceso no empezó con la llegada de Stephen Elop, en setiembre del 2010. La fábula de una conspiración montada por Steve Ballmer [léase la diatriba que firma Javier Martín en El País] es un ejercicio fantasioso.
¿Pudo haber premeditación? No lo sabemos, si acaso la hubo, el primer responsable fue el legendario chairman Jorma Ollila, que fue a buscar a Elop, desairando a media docena de aspirantes internos. Durante años, estos altos directivos – todos finlandeses – habían predicado que la centenaria empresa se había reinventado tantas veces que volvería a hacerlo, a despecho de Apple. Fue Ollila, no alguien externo a la compañía, el autor de esta enénisma reinvención, cuya consecuencia ha sido desmontar uno de los socorridos mitos sobre la tecnología europea.
Luego, pasó lo que pasó. Los números cantan: bajo el mando de Elop, Nokia perdió por el camino la mitad de su valor bursátil. Si se tratara de otra empresa, hubiera echado al CEO a la calle; en cambio, lo que ha hecho Nokia al cabo de dos años ha sido abrazarse al único salvavidas que tenía a mano.
Dicho brevemente, la venta a Microsoft de su división de dispositivos móviles, es buena para Nokia: 1) se quita de encima la rama que le ha traído la ruina, 2) se deshace sin coste de una parte muy numerosa de su plantilla, 3) conserva la propiedad de lo que fuera Nokia Siemens, saneada y con un enfoque renovado, y 4( retiene el negocio de la antigua Navteq, hoy por hoy el único competidor viable con la cartografía de Google. Claro está que Nokia se ha achicado, con la virtud de que por hacerlo recibe una tonificante inyección financiera. Esto sí que es una reinvención. ¿El impacto de la operación sobre Microsoft? Ah, esa es otra historia, para otro día.
Al cierre del segundo trimestre, Lenovo ha alcanzado por fin la cúspide del mercado mundial de PC, desplazando a HP, líder desde hace años. Gianfranco Lanci rehúsa festejar il sorpasso: el veterano directivo italiano, máximo responsable de las actividades de Lenovo en la región EMEA (Europa, Medio Oriente y África) responde telefónicamente que «ninguna cuota de mercado es para siempre, y no podemos descartar que un competidor nos adelante en algún momento». Se comprende la discreción de Lanci, porque la diferencia que separa a Lenovo de HP es de sólo tres décimas. Aunque se hace difícil imaginar que una empresa que controla el 40% del mercado chino vaya a caerse del trono. Leer más
Se prepara uno los temas, más o menos a conciencia, y viene la realidad a mover el telón de referencia. Esto es lo que me ocurrió al desayunar – literalmente – con la noticia de la compra de Nokia por Microsoft. No es que fuera imprevisible, sino que me enteraba en mal momento. Por tanto, he decidido seguir por donde venía, con la segunda crónica del encuentro de las telecos en Santander.
Abrió plaza Francisco Román, presidente de Vodafone España, quien entre otros asuntos enjundiosos lanzó una enérgica pero caballeresca crítica de la regulación vigente. Uno de los aspectos en los que puso el acento fue la vigencia de la noción de ´dominancia compartida`, figura que – en el mejor de los casos – pudo tener discutible justificación en 2006, pero no en 2013, cuando ha quedado completamente desfasada ante la realidad de mercado español.
Permítaseme añadir de mi coleto que en aquel año 2006 había tres operadores móviles y se daba por supuesto que el cuarto titular de licencia no llegaría a operar, pero con el tiempo se convirtió en Yoigo. Tampoco habían nacido los operadores virtuales, que ahora son decenas y ya suman un 17% del mercado. Por no haber, no había prácticamente portabilidad, ese mecanismo que con los años ha condicionado los modelos de negocio. Por lo tanto, dijo Román, la ´dominancia compartida` es una anomalía en Europa y carece de sentido mantenerla como tal en España; textualmente, “una regulación que se basa en el principio de que ´cuantos más operadores, mejor` es imperfecta porque no atiende a la sostenibilidad de esos operadores”.
El segundo aspecto suscitado por Román fue el rechazo del acuerdo entre Movistar y Yoigo por el cual el primero y el cuarto operador compartirán el espectro adjudicado a este. Vodafone lo ha impugnado porque, a su juicio, cambia sin justificación las reglas de juego con las que se basó la subasta de espectro para 4G.
Por su lado, António Coimbra, consejero delegado de la filial española de Vodafone mantuvo un encuentro con la prensa, en el que abundó en otro tema controvertido: la compartición de las redes de fibra óptica hasta los hogares. Concretamente, subrayó Coimbra que Vodafone no está de acuerdo con el precio de referencia fijado por la CMT como base para que otros operadores accedan a los verticales de Telefónica (que tiene un pacto bilateral con Jazztel ) del que Coimbra dijo que eleva abusivamente el coste a otros competidores por hacer uso de la infraestructura desplegada.
Los rumores de los últimos meses sobre un (presunto) iWatch de Apple, se han topado con que su mayor rival, Samsung, se le adelantará con el lanzamiento – hoy en Berlín – de un competidor que se llamará Galaxy Gear. Este será un punto de inflexión, o más bien el pistoletazo de salida, del mercado de los llamados relojes inteligentes o smartwatches. Los tímidos intentos de otros fabricantes no han valido hasta ahora para que la demanda despegue. Aun no hay garantías de que el artilugio, entendido como complemento para los smartphones, lleguen a triunfar entre los consumidores. O tal vez sí, gracias a la visibilidad que le confiere una marca con los atributos de la coreana. Leer más