Séptima fortuna del mundo y al parecer en excelente forma a sus 75 años, Larry Ellison no suelta el timón de Oracle, la empresa que fundó hace 42 años. Todo lo contrario, acumula más funciones cada vez que pierde algún lugarteniente. Ya no tiene mérito apostar a qué competidor dedicará sus pullas en OpenWorld, el evento anual para clientes que acaba de celebrar en San Francisco. Su actual enemigo declarado es Amazon Web Services (AWS) y no parece que haya paz posible. A otros adversarios – IBM, SAP, Workpay o Salesforce, sus némesis históricas – directamente les ignoró en esta edición. En cambio, tuvo palabras amables para Microsoft, con quien se ha resignado a firmar un acuerdo táctico.
El campo de batalla entre Oracle y AWS es el mercado cloud, pero la trinchera es la base de datos, por razones que este blog ha analizado con alguna frecuencia: Oracle no ha conseguido pasar de una posición marginal en el segmento IaaS cuyo líder es la filial de Amazon, mientras que esta trata de penetrar en la parcela más valiosa de Oracle, lo que conduce a la confrontación a cara de perro que Ellison escenificó un año más en San Francisco.
Por consiguiente, la impronta de OpenWorld de este año ha estado marcada por la base de datos ´autónoma`. Tras un tímido anuncio en 2017 y la disponibilidad sólo parcial en 2018, en OpenWorld de este año se han conocido novedades que enriquecen la Autonomous Database (OAD, para abreviar). Aderezadas, eso sí, con alusiones punzantes o desdeñosas hacia AWS.
Según Ellison, 2019 es el año en el que las funciones autónomas empiezan a definir lo que llamó “la próxima generación cloud”. Explícitamente dijo que aquello que el mercado conoce hoy como computación en la nube no es más que una primera generación. El único beneficio tangible hasta ahora sería la introducción del pago por uso, pero lo relevante en la segunda generación es que “hemos logrado despejar de la ecuación el trabajo humano”.
Interesante parrafada. “Este es el verdadero ahorro que ofrece la nube. Compartir o arrendar ordenadores no es tan caro como pagar la mano de obra que se ocupa de esas máquinas. Si se busca una ventaja económica, la segunda generación (autónoma) es mucho más barata que la primera. Siendo muy importante, lo es mucho más que la segunda generación previene el robo de datos, algo que la primera generación (manual) nunca podría hacer”.
Este es un argumento central para postular ese atributo de autonomía por el que la base de datos de Oracle se autoconfigura, autoparchea y autoprotege sin necesidad de intervención humana. Al eliminar el trabajo humano ya no hay riesgo de error, adoctrinó Ellison a los miles de personas que llenaban hasta la bandera el auditorio del Moscone Center.
“¿Cuál es la maravilla de conducir un coche autónomo?, preguntó Ellison, que tiene acciones de Tesla. “La maravilla consiste en reducir el riesgo de errores humanos, en recortar drásticamente la tasa de accidentes… se evita la pérdida de vidas […] Análogamente, la base de datos autónoma prevé que los usuarios cometan un error catastrófico con resultado de pérdida de datos. No hay manera de conseguirlo en una nube manual, en esto consiste el cambio de juego”.
No obstante, subrayó que las organizaciones comprobarán que reducir la complejidad no implica perder el control de sus procesos: “siempre podrán retomar el volante”, posibilidad que – supuestamente – debería tranquilizar a los directivos de TI, no siempre a gusto con el rol que les reserva la transformación de las organizaciones.
Ellison, competidor compulsivo, describió la posición de Oracle en el mercado de esta categoría. “Somos el proveedor de bases de datos dominante sobre este planeta. En las batallas de años anteriores, que se libraban on-premise, Oracle ha sido más grande que IBM y Microsoft combinados, nuestros mayores competidores. Además, hay un manojo de bases de datos open source más especializadas, probablemente una docena o más. Pero ninguna de ellas es autónoma. Ninguna es segura. Ninguna se autogestiona mientras trabaja. Ninguna ofrece un 99,995% de disponibilidad. Lo digo muy seriamente: somos 100 veces más fiables que cualquiera de nuestros competidores”.
A propósito de seguridad, Ellison subrayó que esta es una cualidad intrínseca de la OAD y con prolijidad detalló las características de las funciones que incorpora bajo los nombres de Cloud Guard, Data Safe y, en particular, Maximum Security Zones (diseñada esta última para aquellas aplicaciones que requieren un entorno con estricto control sobre la gobernanza de los procesos).
Al respecto hizo intencionada mención del reciente hackeo del que fue víctima el banco CapitalOne y que afectó a más de 100 millones de cuentas y tarjetas. Aseverí que si este banco hubiera sido cliente de Oracle, no hubiera sido posible, pero ocurrió que… CapitalOne es cliente de Amazon Web Services. “En los contratos sobre la nube de Amazon – remachó – el cliente que comete un error es el responsable de cualquier pérdida de sus datos; en Oracle Cloud Infrastructure (OCI), como no concebimos que haya errores, la responsabilidad no sería del cliente sino de Oracle”. En las conversaciones ´fuera de cámara` con escalones intermedios de Oracle, al día siguiente se trataba de matizar rebajando una interpretación al pie de la letra de lo dicho por Ellison.
Al decir de Oracle, su base de datos autónoma está teniendo un razonable éxito: en el pasado trimestre habría añadido 500 nuevos clientes, con la particularidad de que un 13% de ellos no eran usuarios anteriores de la base de datos convencional de la compañía. En el primer trimestre del nuevo año fiscal, ha añadido 3.700 clientes en pruebas de OAD: ahora mismo, los clientes de pago son más de 2.000. Pero lo más notable, dijo el fundador de la compañía, es el hecho de que el 13% no eran clientes de Oracle y, más aún, “el 43% de las cargas que están yendo a OAD son nuevas, no se trata de migraciones de on-premise a la nube”
Un aspecto que fue más tratado en sesiones paralelas que en las dos intervenciones de Ellison fue lo que con gracias se ha llamado “nuestros nuevos amiguitos”. La frase tiene dos nombres propios: Microsoft y VMware, un reflejo de que Oracle ha llegado a la convicción de que necesita estar allá donde estén sus clientes. Esto es, que la tendencia al multicloud es bien real y los clientes buscan opciones entre las cuales escoger. A muchos asiduos de OpenWorld se les hacía un poco extraño que Ellison hablara de más colaboración e integración con otros en la industria.
Una expresión clave de ese espíritu sería el acuerdo con Microsoft. Se sabe poco sobre sus alcances y la invariable respuesta a las preguntas es que las conversaciones se encuentran en una fase técnica tras la que vendrán los detalles comerciales. Ese momento no ha llegado: si alguien tuvo la fantasía de ver un logo de Microsoft en OpenWorld 2019, o bien estaba equivocado o era un deseo prematuro.
El anuncio del acuerdo con Microsoft es relativamente reciente y muchos de los conectores necesarios no existen todavía: cuando se activen, las empresas esperan ser capaces de mover cargas entre los dos entornos sin trauma alguno. Más sencillo de implementar parece el trato con VMware que elimina barreras al movimiento de cargas virtualizadas on-premise a la nube de Oracle, ahora rebautizada OCI (Oracle Cloud Infrastructure).
La posición de Oracle es muy buena como proveedor de aplicaciones en la nube. De sus competidores en IaaS, sólo Microsoft tiene un portfolio amplio de aplicaciones empresariales cloud, pero la conveniencia mutua – y la imposibilidad de acercarse a AWS, Google o IBM – hacen que esta unión inverosímil se convierta en plausible.
Algún competidor en SaaS puede arrogarse el liderazgo en nichos como el back office, pero la distancia que lleva Oracle gracias a su base de datos es decisiva. En su segunda keynote, Ellison subrayó con insistencia que su compañía es el número uno en ERP y aplicaciones de recursos humanos en la nube, así como el número dos en CX (ventas, marketing, servicio al cliente y comercio) pero sus competidores en esos campos carecen de una infraestructura cloud en la que apoyarse. SAP, el más próximo en ERP, ha adquirido capacidades cloud – dijo – “pero ha olvidado reescribir sus aplicaciones para el cloud […] en su lugar, ha construido una base de datos, Hana, con la que pretende, sin éxito, competir con la de Oracle”.
Una anécdota menor del evento de este año ha sido la renovación del logo de la compañía, una O aplanada, y un rojo corporativo rebajado que – según los exégetas – suaviza la imagen que alguna gente tiene de Oracle y del verbo de su fundador. Que por Pantone no sea.
[versión ampliada del texto publicado en La Vanguardia el 6/10]