1/04/2022

Nvidia prueba que hay mucha vida fuera de ARM

No hubo la menor huella de frustración por el fiasco de su oferta de 40.000 millones de dólares por la británica ARM. Jensen Huang ni siquiera aludió al asunto ante la conferencia GTC 2022, que ha consagrado  “a los desarrolladores en la era de la AI”. Su mensaje estaba implícito: aun sin esa compra, Nvidia, la empresa que este inmigrante taiwanés fundó hace 28 años vale en bolsa más que ninguna otra empresa del sector. Y sin ella está decidida a seguir creciendo en mercados que van más allá de los videojuegos y los centros de datos. Su nuevo rumbo está marcado por los vehículos autónomos y el ancho campo que abren la inteligencia artificial y la supercomputación.

Jensen Huang

De paso, corresponde advertir que las peripecias de ARM distan de haber acabado. Tras el rechazo de Estados Unidos, Reino Unido y China a la venta, su propietaria, Softbank, amaga con un plan de salida a bolsa del que dice pretender más dinero que el pactado con Nvidia: hasta 60.000 millones de dólares, supuestamente. La contrapartida es que esta declaración ha vuelto a enervar a algunos clientes significativos, temerosos de que sus secretos tecnológicos puedan acabar en manos de competidores.

Volviendo a Nvidia: sin mirar atrás, quiere seguir creciendo tanto como hasta ahora. Para ello, no bastaría con sus dos grandes negocios actuales: los procesadores gráficos – omnipresentes en el hardware para videojuegos – y los destinados al datacenter, en ambos casos bajo el efecto acelerador e la pandemia. La extensión de su radio de acción abarca el emergente segmento de los vehículos autónomos, en los que lleva años trabajando y de la que espera crecimientos del 30% en los próximos años hasta generar un negocio de 1.000 millones de dólares en el año fiscal que finalizará en enero de 2024.

Otras vías de crecimiento deberían estar relacionadas con los gemelos digitales o con el metaverso, para el que Nvidia prefiere otra nomenclatura, Omniverse. En total, está en juego una oportunidad de negocio de 300.000 millones, según dijo el CEO de la compañía en divertido diálogo con el avatar de sí mismo. El responsable de Enterprise Visualization, Bob Pette, dejó caer que su área será el primer motor de crecimiento este año, gracias a la ampliación del ecosistema, que en 2021 ya se multiplicó por diez. En noviembre pasado, Huang avanzó la intención de construir la supercomputadora para IA más potente, dedicada a predecir el cambio climático, bautizada EARTH-2, para lo que crearía un gemelo digital del planeta Tierra dentro del omniverso.

Sin lugar a duda, en la GTC, el anuncio más llamativo fue Omniverse Cloud, presentado como un conjunto de servicios en la nube específicamente dirigido a artistas, creadores, diseñadores y desarrolladores interesados en trabajar con la plataforma de Nvidia cuyo fruto será el omniverso que predica Huang. A través de la herramienta colaborativa Nucleus Cloud, esos profesionales pueden interactuar para compartir y editar los archivos 3D directamente desde la nube. Les bastaría con usar las aplicaciones Omniverse Create y Omniverse View, que se ejecutan con la tarjeta gráfica GeForce, de manera que sea posible la colaboración con independencia del dispositivo y del sistema operativo con el que trabajen.

Jensen Huang omniverso

Este anuncio es prometedor y quizá prematuro, por estar en desarrollo. En todo caso, indica la proliferación de iniciativas generadas para dotar a los eventuales creadores del multiverso/omniverso de la caja de herramientas para la construcción de mundos virtuales. En este caso, evidencia el giro de Nvidia hacia el software. Lo que sí existe es un programa para que los novicios (sic) empiecen a usar Nucleus Cloud.

Otra aportación en el ámbito del software es una aplicación (Launch Pad) que permite a las empresas conocer de primera mano las posibilidades que podrían obtener de Omniverse, incluyendo en el paquete un servicio de búsqueda basado en lenguaje natural y el uso optimizado de recursos de realidad virtual.

La ventaja añadida de este enfoque que suma el software y los servicios a la conocida sapiencia de Nvidia en el hardware, consiste en la posibilidad de obtener ingresos de manera regular y predecible. La directora financiera de Nvidia, Colette Kress, apuntó durante la conferencia que la compañía está explorando la posibilidad de un modelo comercial en el que el software se venda por separado. Esto incluiría como pieza central el software CUDA, que al decir de Huang es “el sistema operativo para la inteligencia artificial” y que ha hecho las delicias de los desarrolladores que utilizan los chìps gráficos de Nvidia para sumergirse en la computación avanzada.

Parecido enfoque aplica Nvidia a otros ámbitos en los que acelera la marcha. A partir de 2024, los modelos que lance Mercedes y un año después los Jaguar Land Rover, traerán consigo beneficios por la vía del hardware de Nvidia y su sistema operativo DRIVE. Estará a disposición de los OEM y la compañía hará caja durante toda su vida útil, lo que no es moco de pavo toda vez que en las proyecciones de Kress se espera que 10 millones de coches autónomos lleven el software de Nvidia.

Por otro lado, en cuanto al hardware asociado a Omniverse, también se hicieron anuncios, como es el caso de OVX, servidores para generar gemelos digitales industriales que estarán disponibles para finales de este año a través de Lenovo, Supermicro e Inspur.

Inevitablemente, otro motor del crecimiento esperado por Huang tiene que venir de la mano de los grandes hyperscalers, que no escatiman en seguir invirtiendo en sus centros de datos en los que Nvidia ha ido metiendo la cabeza y, cómo no, de las perspectivas que dibuja el proyecto de Meta.

Visto lo visto, no sorprende que los analistas del grupo Dell´Oro pronostiquen que el crecimiento de la inversión en centros de datos se moverá en dos dígitos, lo que hace plausible que los ingresos de Nvidia por esa vía lo hagan en más de un 50%. Y esto pese a que el procesador que Nvidia planeaba con ARM no podrá ver la luz hasta la primera mitad del año próximo.

Se trata de Grace, un superchip de CPU – así lo han bautizado – que con 144 núcleos sería un 50% más rápido y dos veces más eficiente energéticamente que dos de los mejores Epyc de AMD combinados. Con un enfoque claramente orientado a la AI y la supercomputación (HPC), Grace parece destinado a estar en el punto de mira de quienes trabajan con análisis de datos, computación científica y computación a hiperescala.

Una de las múltiples razones por las que Grace es importante para el futuro de Nvidia es que esta CPU no es un procesador más de los que se acogen a la arquitectura ARM, sino que promete correr todo el software que la compañía ha desarrollado para sus GPU. Lo que no se ha dicho es si la CPU Grace será vendida como producto separado para que terceros – ¿proveedores cloud o fabricantes de servidores? – las monten en sus propios sistemas.

Estrechamente ligada a Grace fue anunciada la arquitectura Hopper [un homenaje a Grace Hopper, científica de la computación a la que se atribuye la separación entre los lenguajes de programación y la máquina en la que corren] en paralelo con la GPU H100, que toma el relevo de Ampere A100, diseñado para la supercomputación enfocada a capacidades de inteligencia artificial.

Prevista para el tercer trimestre de este año, incorpora 80.000 millones de transistores y será fabricado por TSMC con un proceso de 4 nanómetros personalizado, que añade un 50% de memoria y otro tanto de ancho de banda. Esto, junto con la multiplicación del rendimiento, dará como resultado que sólo de cara al entrenamiento de AI, la nueva GP podrá ofrecer un rendimiento nueve veces superior al de su antecesora.

Aquí se plantea una paradoja muy propia de esta industria. Históricamente, Nvidia se ha apoyado en TSMC para la fabricación de sus GPU, pero de boca de Huang se ha sabido que no descarta aprovechar la nueva línea de negocio para terceros creada por Intel y, por consiguiente, tendría un tercer fabricante alternativo [también subcontrata a Samsung] De esta manera, Nvidia podría fortalecer su táctica de vender varias generaciones de GPU al mismo tiempo.

Si así fuera – podría tratarse de un gesto para la galería – alguien podría ver en ello un riesgo de fricción con Intel, que a su vez está empeñada en una carrera para competir con las GPU de Nvidia. Esta brecha tecnológica entre ambas compañías es una de las varias razones por las que Nvidia vale en bolsa 690.000 millones de dólares, más de tres veces lo que vale Intel. Claro que también vale un 12% más que Meta, su presunto rival en el metaverso.

Si los planes de Huang pasan efectivamente por hacer de Earth-2 el mayor superordenador dedicado a investigar el cambio climático, de momento puede presumir de que otra máquina de Nvidia será dentro de unos meses el superordenador de IA más rápido del mundo: se trata de EOS, que emplea elementos de computación cuántica, contará con 576 sistemas H100 de una familia concebida para alcanzar los 640.000 millones de transistores.

[informe de David Bollero]


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