Brad Smith tendrá bien presentes los años 90, en los que siendo director de los servicios jurídicos de Microsoft le tocó batallar contra las acusaciones antimonopolio de la Comisión Europea. Batalla que perdió por la inflexibilidad del CEO Steve Ballmer, que todavía tenía el apoyo de Bill Gates. Muchas cosas han cambiado, entre ellas el CEO de la compañía: Satya Nadella presume de karma, talante que le ha valido una diferencia en el trato que Bruselas dispensa a Microsoft, en contraste con los expedientes abiertos contra Amazon y Google. La tarea actual de Smith, ahora presidente a la vera de Nadella, consiste en evitar que rebroten litigios como aquellos que perdió hace ya cinco lustros.
El mes pasado, Smith viajó a Bruselas en plan apaciguador con relación a una investigación discreta – por ahora, no más que una consulta – iniciada por la Comisión Europea tras recibir una denuncia firmada por un grupo de proveedores europeos de servicios cloud, encabezado por la compañía francesa OVH Cloud. Se quejan de las consecuencias de un cambio en las condiciones de licencia del software ofimático de Microsoft cuando es migrado a una nube que no sea Azure.
Según los denunciantes, Microsoft ha empleado tácticas anticompetitivas que tienen como objetivo atraer clientes de sus rivales hacia Azure, en particular los de AWS, que domina el mercado de la nube pública. Así habría conseguido ganar puntos en su combate contra la filial de Amazon, pero de paso ha perjudicado a competidores mucho europeos mucho más pequeños.
El cambio de condiciones se remonta a 2019, pero las circunstancias han hecho que la mayoría de las empresas no le dieran trascendencia práctica debido a que, por lo general, los contratos de licencias corporativas de Microsoft tienen una vigencia de tres a cinco años. Según Michael Silver, analista de Gartner, “los clientes de Microsoft tienen motivos para sentirse frustrados cuando perciben que si migran Office a la nube de su preferencia terminarán pagando más caro, a menos que se trate de Azure”.
Formalmente, no es una discriminación, opina Silver, ya que las condiciones son en principio iguales para todas las nubes, incluida la de Microsoft, tabla rasa que no impide recompensar la fidelidad a Azure con descuentos que, en la práctica, compensan el mayor coste. Se trata de un movimiento legítimo con el resultado de acortar distancias con AWS.
Por cierto, el coste adicional es aplicable a los clientes que hayan pagado licencia por usar el mismo software en sus centros de datos. Otra práctica que está siendo revisada por la CE es la agregación de varios servicios en un paquete, aunque el cliente sólo quiera uno de ellos. Esto sucede, por ejemplo, con el nivel más alto de seguridad de Microsoft 365, únicamente disponible en su versión premium E5. Inicialmente, se contemplaba el uso exclusivo de Edge como navegador predeterminado en Windows 11, cláusula que fue eliminada casi inmediatamente por la propia compañía.
Estas tácticas pueden hacer rasguños a AWS o a Google Cloud, como revela el gráfico anterior, pero son dañinas para los pequeños proveedores de servicios cloud, como los denunciantes, que temen ser marginados en un mercado ya dominado por tres gigantes – uno de ellos Microsoft – que acaparan el 62% del mercado mundial y, al decir de OVH Cloud, el 80% del mercado europeo.
Tras su visita a Bruselas, Smith enlazó una gira de relaciones públicas por capitales europeas, con un mensaje que se resume en un comunicado de la compañía.
En ese documento, se atribuye a Smith el reconocimiento de que “aunque no todas las afirmaciones [de la denuncia] son válidas, algunas sí lo son”. Lo cierto es que, para ser sólo algunas, a la batería de medidas que Microsoft presenta prometen mucho, tal vez demasiado. Se resumen en cinco principios de actuación a los que se compromete en su relación con Europa. A saber:
- Asegurar que nuestra nube pública cumple con las necesidades y valores europeos.
- Asegurar que nuestros servicios cloud constituyen una plataforma para el éxito de los desarrolladores europeos de software.
- Asociarnos con proveedores europeos y daremos soporte a sus soluciones cloud.
- Asegurar que nuestra oferta cloud satisface las políticas de soberanía tecnológica de las instituciones europeas en colaboración con proveedores locales de confianza.
- Reconocer las competencias regulatorias de los gobiernos europeos y nos adaptaremos en consecuencia.
Puede parecer una declaración vacua, pero la primera muestra de aplicación de estos principios es bien tangible: Microsoft abre las puertas de su Solution Providers Program a proveedores cloud originarios de Europa. Smith dijo entender que algunos piensen que esto tiene como finalidad atraer a estos a su dispositivo de comercialización de Azure, por lo que intentó explicarse mejor con esta frase: “vamos a facilitar e incluso ayudar que los proveedores europeos alojen los productos de Microsoft en sus infraestructuras, incluyendo aquellos que habitualmente han sido licenciados exclusivamente para correr en los ordenadores y servidores propiedad de los usuarios finales”.
Otro compromiso concreto que Smith enunció en sus apariciones ante la prensa europea ha sido el de reescritura de la política de licencias “en términos más claros que aquellos en los que está escrita, lo que permitirá a los clientes determinar fehacientemente sus costes de licencia”.
Asimismo, el programa Software Assurance será modificado para que los clientes dispongan de más flexibilidad en sus opciones de despliegue, dijo tras esta sorprendente admisión: “en este momento [dicho programa] no incluye derecho a la movilidad de la licencia en productos como Windows, Office o Windows Server, como sería de manera que puedan usarlos junto con un software restrictivo o con un hardware dedicado”.
Al menos uno de los proveedores europeos firmantes de la denuncia ante Bruselas, la compañía alemana Nextcloud, ha acogido con desconfianza este planteamiento. Smith ha querido ponerse la venda antes de la herida, cortando en seco la apertura de un expediente comunitario. Ya ha conformado un equipo para ponerse a disposición de los servicios a las órdenes de la comisaria de Competencia, Marghette Vestager y trabajar en una hoja de ruta para cumplir sus promesas.
Michel Paulin, CEO de OVH Cloud actúa como portavoz oficioso de los denunciantes. En su opinión, el problema central es la interoperabilidad. Reprocha no sólo a Microsoft sino otras compañías estadounidenses por desincentivar que los clientes se salgan de su propio ecosistema.
El directivo del grupo francés insiste en que los servicios cloud deberían ser abiertos, reversibles e interoperables. Por el contrario, dice, “gracias a su musculatura financiera, los grandes vendedores “tienen capacidad para imponer sus soluciones al resto del mundo y al resto de los clientes” lo que erosiona la libertad de elección y, a más largo plazo, la innovación. Paulin es un acérrimo defensor del proyecto europeo Gaia X, a la vez que se alarma de que haya pasado de 22 miembros iniciales a 343, con la incorporación de empresas estadounidenses aparentemente interesadas en desnaturalizar los objetivos de la iniciativa.
Mientras otras destacadas Big Tech resisten las embestidas regulatorias en Europa, el jefe de la diplomacia de Microsoft es consciente de que el nuevo marco jurídico no es propicio para que la compañía se meta en esos jardines.