3/04/2023

Magnus Frodigh

Vicepresidente y Director de Investigación de Ericsson

La pregunta inicial tenía valor de premisa: ¿qué sentido tiene hoy hablar prematuramente de 6G, cuando 5G está lejos de haber cumplido sus promesas? Respuesta: una regla de facto dicta que han de pasar diez años entre cada generación de redes de comunicaciones móviles y la siguiente. Ha ocurrido antes y está ocurriendo ahora: se espera que 5G dé el relevo a 6G en 2030. Un informe reciente de Ericsson explica el por qué: “[para entonces] grandes transformaciones de nuestras sociedades habrán sido modeladas durante una década por las redes 5G. Las lecciones aprendidas serán aplicables en la siguiente ola. Mientras, habrán surgido necesidades y servicios que no serían posibles con las tecnologías actuales”.

Magnus Frodigh

Superar las limitaciones técnicas de 5G – de las que los usuarios no son conscientes – facilitará la extensión de servicios críticos para las empresas con una Internet de las Cosas omnipresente y asentará las comunicaciones inmersivas que hoy son acogidas con escepticismo. Una bajísima latencia (tiempo de respuesta) y la disponibilidad de nuevas bandas de frecuencia serán ingredientes indispensables de esa evolución.

Con Magnus Frodigh, director de Investigación de la compañía sueca, con rango de vicepresidente, mantuvo una conversación el autor de este blog durante el reciente Mobile World Congress en Barcelona. Según Frodigh, un cometido de 6G será la superación de los limites de las tecnologías que forman una generación no del todo consumada.

Es notorio – dijo – el incremento del número de aplicaciones que están exigiendo bajar la latencias a la vez que imponen altas ratios de datos y que son condición para que sean operativas la realidad virtual (o aumentada, o mixta) y el control remoto de sistemas de alta sensibilidad. Esta demanda se va a profundizar, pero en las universidades y en la industria – incluidos los laboratorios de Ericsson – con 800 personas a cargo de Frodigh se  trabaja  desde hace más de tres años en el diseño de lo que deberán ser los estándares de 6G. Por el camino, 5G ha alcanzado un estatus que le permite liberarse de tener que apoyarse en la infraestructura 4G y se aproxima a su fase, 5G Advanced, una progresión que replica lo que ocurriera con las generaciones anteriores.

Con la disponibilidad de 5G SA, vez las redes 5G no dependen de la infraestructura 4G. ¿Empieza la cuenta atrás hacia 6G?

Tácitamente se acepta que el ciclo de 5G empezó a contar en 2020, por lo que el siguiente ciclo empezaría en 2030. Tiene lógica:  Ericsson se mantiene fiel a esa hoja de ruta, pero no podemos descargar cierto retraso debido al esfuerzo de inversión que va a requerir. En mi experiencia, todas las actualizaciones del estándar han dado lugar a mejoras a su debido tiempo, generalmente con intervalos de dieciocho meses […] Como es normal, cada ronda suele valorarse como un refrescante punto de partida, pero hay quien la interpreta como una pausa en la innovación, hasta que se pone en evidencia que nunca se ha detenido.

¿Cuál es la lógica de esa secuencia con releases intermedios?  

No es automática ni está reglada, pero así ha funcionado. Lo que quiero señalar es la dificultad que supone ir añadiendo nuevas funcionalidades, por la necesidad de que sean compatibles con versiones anteriores. Como es sabido, los primeros smartphones que se presentan tras la aparición de una release no son perfectos, pero dan pistas acerca de lo que vendrá con el ciclo de estandarización.

[…] El mercado no aceptaría que esos modelos rompieran la continuidad con los anteriores.

Más que eso. Confiere sentido a los cambios de generación en generación. De otro modo, seríamos prisioneros de unas restricciones heredadas. Cada incorporación de tecnologías lleva un cierto tiempo de maduración, pero no puedes ir tan rápido como para perturbar su aceptación. En materia de  radio, por ejemplo, cada tres o cuatro años las conferencias mundiales de la UIT abren nuevas oportunidades de uso del espectro […] La próxima será a finales de este año en Dubái y la siguiente debería convocarse en 2027; obviamente, el período entre una y otra será de intenso trabajo en los comités técnicos. Después, las decisiones necesitan tiempo para su aplicación a cada país […] De manera que durante el ciclo decenal entre 5G y 6G, como el de 4G a 5G, se producen movimientos de los que el público no suele enterarse, pero que son trascendentes.

¿Se pueden acelerar? ¿Acaso se pueden ralentizar?

Sería difícil ir más rápido. Bajar el ritmo estaría dentro de lo posible, aunque no vemos la necesidad ni la conveniencia. Estamos lejos de aprovechar el potencial de 5G, pero tenemos ideas muy claras acerca de los desarrollos siguientes en una curva exponencial. Si las proyecciones y estimaciones que manejamos se materializan en la práctica, surgirá servicios verticales para una variedad de dispositivos que serán prolongaciones de los actuales, así como nuevos desarrollos que eclosionarán cuando se perfilen los estándares. Durante este proceso, habrá mucha información que compartir sobre los requerimientos de las futuras redes. Naturalmente, 6G ya está en marcha, pero tendrá que ir despejando un ciclo de inversión paralelo al tecnológico.

Es conocido que en la definición de los actuales estándares de 5G dentro del 3GPPP han tenido mucha influencia las proposiciones chinas, algo que hoy chocaría con el contexto geopolítico. Con el riesgo consiguiente de que las disensiones dificulten lograr unos estándares de validez global.

[…] Estamos trabajando completamente al margen de esas conjeturas. Las ventajas de contar con un estándar común para todo el mundo son obvias: es la única manera de asegurar que los beneficios del mercado llegarán a traducirse en un flujo abundante de recursos de I+D que hagan avanzar la tecnología. Lo que usted sugiere no está sobre la mesa; si por alguna razón el mercado global se fragmentara, una consecuencia sería el encarecimiento de los costes de I+D. Y esta es una más de las razones por las que todas las partes interesadas deberían trabajar juntas. Tampoco creo que las cosas tengan que ser tan blancas ni tan negras.

En eso estaremos de acuerdo [risas]

Quiero decir que, en este momento hay servicios de Internet fragmentados sin que nadie se rasgue las vestiduras: algunos funcionan en Occidente, pero no en China y con otros ocurre exactamente lo contrario. En la práctica funcionan como ecosistemas separados pero encuentran la manera de entenderse. Podemos imaginar que ocurra algo parecido en la computación, pero cuando se trata de la RAN, es más complicado: se necesita un interfaz unificado para que los chipsets de un fabricante y los de otro puedan ser implementados indistintamente y podamos hablar de ecosistema. Lo contrario sería meternos en un terreno accidentado: cómo podríamos alcanzar una escala que sea consistente con la demanda, que no represente un paso atrás en lo conseguido.

En tal caso, ¿sería un obstáculo insalvable?  

La tecnología siempre busca y encuentra soluciones: es posible imaginar versiones ligeramente diferentes que empleen una misma pieza de silicio en todos los estándares. Asimismo, que los cambios de software se puedan gestionar con facilidad. Por consiguiente, esta es mi opinión personal: aunque finalmente no fuera posible un estándar tan articulado como el que tenemos actualmente, deberíamos buscar elementos comunes, ya que las economías de escala son importantes para todos en esta industria. […] En fin, temo que nos estemos adelantando a los hechos.

¿Por qué no?

Realmente, la fragmentación es un rasgo conocido: regiones diferentes cuentan con regímenes diferentes de espectro. Este problema deja de serlo cuando se usan a filtros y amplificadores de potencia o componentes con los que todos estamos familiarizados. De modo que la industria podría fabricar equipos de red con buena cobertura para que sean viables comercialmente y tunearlos para las frecuencias que se utilizan en países y regiones diferentes. Por supuesto, creo que sería excelente contar con un espectro que funcionara en 5G con la misma facilidad que vale para WiFi, pero hoy no es posible, en parte por lo que hemos heredado […] Nos hemos acostumbrado a lidiar con ello.

Podríamos tener estándares separados y espectro fragmentado, pero aun así diseñar ecosistemas globales […]

Lo que digo es que los problemas existen y deben resolverse en un proceso multilateral, que no empieza hoy: llevamos más de tres años trabajando en ello, aunque no salga en los medios. Quizá fuera bueno no tener que resolver problemas, pero la fragmentación es difícilmente reversible. Así que habrá que seguir viviendo con las diferencias. Por fortuna, el eje dominante del mercado es la banda de 2,5 GHz y la tecnología de antenas está muy avanzada, por lo que los operadores pueden disponer de capacidad suficiente en una proyección razonable de las condiciones de demanda. Además, nos queda el recurso de las ondas milimétricas, todavía poco utilizadas. Creemos que muchas cosas cambiarían para bien si se abrieran las frecuencias en el rango de 7 GHz a 15 GHz: sería una solución de gran capacidad para 6G y con una cobertura razonable.

[…] Parece que tenemos costumbre de promover cada generación con promesas que sólo serán cumplidas con la siguiente. 5G se ha “vendido” exponiendo casos de uso interesantes que tendrán que esperar a que llegue 6G.  

Es difícil predecirlo […]

Porque la pregunta tiene algo de sociología

[..] Fijémonos en las macrotendencias de la digitalización. Empresas que tienen poco en común están creando gemelos digitales o hacen una explotación intensiva de sus datos y podemos decir sin riesgo de equivocarnos que este es el rumbo que sigue la sociedad. Durante los próximos cinco años, viviremos enormes cambios en esas direcciones y en el uso de la inteligencia artificial […] Serán cinco años en los que 6G va a seguir adelante con vistas a desplegarse en 2030. Una característica de esta fase será la conexión masiva de sensores que generarán datos en tiempo real y que, creemos, será uno de los fundamentos del paso de 5G a 6G. Otro sería que al tratarse de tecnologías que ayudan a cumplir los objetivos de reducción de emisiones, ya se están haciendo cuantiosas inversiones en esa línea. Todos los plazos se acoplan: el periodo de cinco años nos lleva a 2028, momento en el que los fabricantes deberían empezar a escalar el desarrollo de dispositivos para estar a tiempo cuando los operadores empiecen los despliegues de 6G. Y no se trata sólo de smartphones; todo apunta a que 2028 será un año clave. .

Los informes de Ericsson que he leído transmiten un optimismo exacerbado, un entusiasmo que no es compartido por quienes van a ser beneficiarios de la próxima generación

Genéricamente, la visión acerca de 6G es compartida por todo el mundo, lo que no excluye que cada actor ponga de relieve aquellos aspectos en los que espera obtener ventaja relativa. Esto es obvio entre los fabricantes de dispositivos y por eso creemos que la demanda se va a regenerar en torno a la multiplicación de servicios y usos. En el campo de la infraestructura, hay tendencias notorias: desagregación, virtualización, redes privadas. Son movimientos que aún tienen que fraguar.

¿Recuerda si a la misma altura del desarrollo de 5G se vivía un ambiente como el actual?

Salvando cualquier otra circunstancia, lo recuerdo perfectamente. En 2013 por estas fechas, estábamos aquí en el Mobile World Congress, discutiendo sobre 5G: ¿hacía falta o podríamos arreglárnoslas con la evolución prevista de 4G? No era un paisaje muy distinto del que tenemos diez años después.


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