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  24/05/2023

La nube pública crece, pero menos

Parece irresistible la tentación de pensar que la suma de resultados de tres gigantes como AWS, Azure y Google Cloud bastará para medir la temperatura de ese mercado que coloquialmente se conoce como nube pública – entiéndase como la suma de Infraestructura como Servicio (IaaS) más Plataforma como Servicio (PaaS) – puesto que juntos acaparan el 65% del gasto mundial en esas categorías, según el último informe de  la consultora Synergy Research. En el primer trimestre del año ingresaron 63.000 millones de dólares, con un crecimiento del 20% sobre el primer trimestre de 2022 y del 4% secuencial sobre el cuarto. Lo más interesante viene con los detalles.

Crecimientos del 30%, usuales durante años, no son viables en las nuevas circunstancias, opina la consultora como corolario de sus estimaciones. No es preocupante, desde luego, pero que cada uno de los tres hiperescalares afronte el contexto macroeconómico de distinta manera. Entre otras cosas, porque se ganan holgadamente la vida con otros negocios. Detrás, un abismo les separa de Alibaba (4%) e IBM Cloud (3%).

Conste que Synergy Research mantiene a Amazon Web Services en el primer puesto, con un 32% de la facturación total y nueve puntos porcentuales de ventaja sobre Azure. Al 23% de la nube de Microsoft le sigue Google Cloud con un 10%. Y a mucha distancia están en carrera Alibaba (4%) e IBM Cloud (3%), según la misma fuente.

La posición relativa de AWS y Azure es la discrepancia más significativa entre las estimaciones de la consultora y las cifras oficiales publicadas por ambas compañías. En lugar de nueve puntos de diferencia en favor de AWS, los informes registrados indican que Azure la ha superado, según se verá en las tablas más adelante.

Puede tener explicación porque cada compañía tiene su modo de computar las líneas de negocio que caben dentro del concepto genérico de nube pública. Desde este punto de vista, los análisis de Synergy Research son plausibles, aunque las cifras en las que se apoyan difieran. Aclarado esto, salvo mención expresa, las referencias numéricas que se usan en esta crónica remiten a los resultados que Amazon, Microsoft y Google atribuyen a sus respectivas filiales.

Con este criterio, lo primero que salta a la vista es que AWS ha crecido un 15,7% interanual hasta los 21.354 millones, mientras que secuencialmente se ha estancado e incluso ha descendido ligeramente. Aunque, al mismo tiempo, ha ganado importancia dentro del grupo, al que aporta un 16,7% de los ingresos totales.

Sin embargo, la rentabilidad de AWS muestra fisuras: el beneficio operativo ha sido un 21,5% inferior al del primer trimestre de 2022 e incluso ligeramente más bajo que el del cuarto trimestre. Al margen de la estacionalidad, el CFO de Amazon, Brian Olsavsky, ha reconocido que muchos clientes están optimizando (sic) sus gastos en la nube “como respuesta a las difíciles condiciones económicas”. Al igual que sus competidores, AWS basa su marketing en la promesa de que con la nube se ahorra dinero, mensaje que acompaña de tácticas para capturar – sola o reforzando el papel de sus partners – cargas de trabajo que hasta ahora se alojaban on-premise.

Andy Jassy, quien fuera artífice del crecimiento de AWS y ahora es el CEO de Amazon, ha mencionado el dilema de bajar los precios para evitar que ciertos clientes reduzcan capacidad o, en el peor de los casos, migren a otra nube. Esta es la dificultad de gestión de márgenes, no tan generosos como antes, a cambio de asegurarse la fidelidad de la clientela.

La entrada en juego de la inteligencia artificial puede alterar el terreno de juego. El más evidente candidato a aprovechar la oportunidad es Azure, pero AWS ha replicado a tiempo con su servicio Bedrock, un set de herramientas para que las empresas empiecen a trabajar en la nube con modelos sencillos de IA mediante APIs. AWS tiene su propio modelo de lenguaje generativo LLM, llamado Titan, pero también recurre a otros de terceros. El giro se vislumbra como una eventual fuente de ingresos futura.

El optimismo de Jassy con respecto a la nube pública se basa en una premisa que no tiene por qué cumplirse a corto plazo. Según el sucesor de Jeff Bezos, el 90% del gasto total en TI todavía se dedica a cargas on premise. Una afirmación de la que se deduce que sólo el 10% corresponde a la nube pública, por lo que los hiperescalares tienen una ancha avenida por delante.

Un análisis publicado por Morgan Stanley tras el cierre del trimestre aconseja paciencia con la acción de Amazon porque AWS se está ocupando de proteger los ingresos del grupo a largo plazo. Por su lado, Lloyd Warmsley, de UBS, advierte categóricamente que no ve a corto plazo una nueva aceleración del mercado de la nube pública, a lo que añade la dificultad de comparar trimestres que reflejan coyunturas dispares.

La apuesta de Microsoft por la IA generativa, tras su inversión en OpenAI lleva ventaja y podría fructificar en Azure. En la conferencia con analistas, Satya Nadella ha puntualizado que buena parte del negocio de Microsoft en la nube proviene de compañías de tecnologías de consumo, más proclives que otras a utilizar las API de OpenAI, alojadas exclusivamente en Azure. Aun así, en la misma línea que su colega Olsavsky, la CFO de Microsoft, Amy Hood, ha señalado que los clientes de Azure son cautelosos a la hora de abordar nuevos proyectos cloud.

La primera cualidad de Microsoft es su diversificación, aunque podría pensarse lo contrario al ver que Intelligent Cloud, nomenclatura bajo la que se cobija Azure (pero también otros servicios), representa el 41,7% de los ingresos de la corporación. Su tercer trimestre fiscal (primero del año natural) se cerró con un modesto aumento del 2,6% secuencial y del 10,6% en doce mees. Sin embargo, su beneficio operativo ha sido un 6,4% y un 14,4% superior, respectivamente.

El tercer hiperescalar, Google Cloud, ha salido por primera vez de números rojos: hace un año perdía 931 millones y en el trimestre enero-marzo ha anunciado un beneficio operativo de 191 millones. Magro, sin duda, pero ya era hora. El mensaje que transmite Thomas Kurian, CEO de esta rama del conglomerado Alphabet, es de “asentamiento de la rentabilidad y creación de valor”, lo que se interpreta como un signo de que se han acabado los tiempos en que era admisible quemar efectivo con tal de mantener una cuota de mercado que – ahora sí, según Synergy Research – no pasa del 10% sobre el total.

La CFO de Alphabet, Ruth Porat, haciendo honor a sus galones, tiró de los temores por la economía estadounidense y de la consabida ´optimización` de costes para justificar que la facturación de Google Cloud haya detenido en el primer trimestre su vertiginoso crecimiento anterior (ver tabla). Tan cierto como que los ingresos de sus servicios cloud apenas representan el 10,7% del conjunto del grupo, ahora sometido a cura de adelgazamiento.

Sundar Pichai, CEO de Alphabet, ha preferido emplear otro tono. Según él, lo relevante es que en los tres últimos años el volumen anual de acuerdos firmados por Google Cloud ha crecido casi un 500%, gracias a contratos que en algunos casos llega a los 250 millones de dólares. Esto evidenciaría, en su tesis, que está haciendo mella en sus rivales directos, a la vez que se afianza en líneas de negocio afines En particular, la nube híbrida, la IA y la ciberseguridad, campo este en el que ha sido trascendente la adquisición de Mandiant.

A manera de resumen, puede decirse que pese a que se habla de la nube pública con la misma intensidad, los crecimientos explosivos de antaño se han rebajado. Lo que no necesariamente implica que el mercado deje de crecer, en lo que mucho influirá el viento a favor que traiga la IA.


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