Lip-Bu Tan, nuevo CEO de Intel, se mostró humilde en la apertura de la conferencia Vision 2025: la situación de la compañía no da para alardes. Prometió priorizar la ingenieria, cultivar el talento y escuchar a los clientes, tres en uno, tras reconocer que los errores (sin decir cuáles) la han llevado al borde del desastre. Era su primer aparición pública ante clientes, para los que tenía este mensaje: “os merecéis algo mejor”. Sólo habían pasado dos semanas desde que Tan tomó el relevo de Pat Gelsinger , estigmatizado por no haber recuperado la pasada gloria de la compañía y, sobre todo, porque su empatía con Joe Biden le invalida para tratar con Donald Trump . E Intel necesita dinero federal.

Lip-Bu Tan
En media hora larga de su mensaje inaugural de Intel Vision 2025 (sucesora del clásico Intel Developer Forum, IDF), el CEO leyó cansinamente su discurso. Elogió, cierto que sin pasarse, sus méritos como ingeniero, inversor y directivo de empresas – la última, Cadence, fabricante de software para diseño de chips – e implícitamente defendió su papel como miembro rebelde del consejo de administración de Intel: sus desavencias con la estrategia de Gelsinger le indujeron a dimitir y, a la postre, eso mismo le convirtió en favorito para la sucesión.
No dio pistas, más allá de las previsibles, acerca del plan que tiene en mente: Intel se desprenderá de sus negocios “no esenciales” – que no enunció – a la vez que prometió apoyarse en tres principios genéricos que cualquiera en su lugar suscribiría: 1) primar una mentalidad de diseño basada en el software, 2) reforzar su dominio de la inteligencia artificial y 3) dotar a los productos de un propósito definido. Tres requisitos que fueron entendidos como una referencia a laa nueva familia de procesadores Panther Lake, más conocida como 18A, que según dijo estará disponible hacia finales de este año, sin dar más precisiones.
En la conferencia de Las Vegas se anunció que el nodo 18A ha entrado en preproducción, de lo que puede entenderse que está siendo sometido a pruebas con un bajo volumen de unidades antes del ajuste final de la maquinaria. Directivos de la compañía llegaron a afirmar e que con este paso se ha cumplido (sic) la promesa de completar el plan de cinco nodos nuevos en cuatro años (5N4Y, en la jerga interna) que fuera el caballo de batalla de Gelsinger tras su regreso a Intel https://norbertogallego.com/intel-aguantara-con-respiracion-asistida/2024/10/02/.
Originalmente, el plan 5N4Y fue anunciado en junio de 2021 y, a pesar de haberse pospuesto la producción a gran escala del 20A para recortar costes, sólo falta que el 18A alcance la escala prometida. Dos interrogantes han quedado sin respuesta: ¿el 18A está destinado sólo a Panther Lake o también a cumplir contratos con clientes externos? y ¿cuál ha sido la cooperación que Intel ha recibido de TSMC para acelerar esta fase? Lo único que ha trascendido es que las primeras obleas han sido producidas en la fábrica que Intel tiene en Arizona.
De momento, lo más tangible que Tan ha heredado con la hoja de ruta preparada por su antecesor, es la nueva generación de procesadores Core Ultra de la serie 2xx, tanto para ordenadores portátiles como de sobremesa. En el CES de Las Vegas, en enero pasado, se desvelaron los CPU Core Ultra 200H y 200HX. Dos meses después, en el MWC de Barcelona, se dio a conocer el resto de la gama, con los Core Ultra 200U, 200S y 200V, todos ellos con distintas versiones: 5, 7 y 9. Desde finales de marzo están disponibles, con lo que previsiblemente podrían encontrarse ahora mismo en el canal de distribución.
Los responsables de estas líneas de producto – sensatamente confirmados en sus puestos – recordaron en la conferencia que 2025 será un año crucial para la renovación del parque de ordenadores, gracias a estos nuevos procesadores que ofrecen hasta un 15% más de rendimiento, comparados con la generación anterior de CPU de Intel, numerada como 11. Se dice que superan a los Snapdragon Elite X de Qualcomm, que goza del respaldo de Microsoft.
A finales de febrero, Intel también lanzó sus nuevas CPU para servidores Xeon 6 de la serie E (nombre de código: Granite Rapids) que amplían la gama iniciada el pasado septiembre, pero el propio Tan sugirió que en ciertas categorías de uso podrían no ser competitivos frente a los racks de servidores de Nvidia por su consumo de energía. Como contrapartida, la nueva Intel puede beneficiarse del contrato que le asignaría Nvidia para fabricar sus tarjetas gráficas en cumplimiento de la promesa que esta hizo a Donald Trump de comprar (y más adelante fabricar) chips made in USA.
En ciertas frases de su alocución, tan pareció distanciarse del dogma que ha dado en llamarse ley de Moore, que Gelsinger se empeñó en revitalizar con la puesta en marcha de sucesivas generaciones de procesos que, desafortunadamente, han sufrido importantes retrasos.
En la práctica, la llamada ley de Moore es muy discutida, aunque puede comprenderse que funcione como tótem en la cultura de la compañía . Se refiere a la constatación empírica de que cuanto más juntos estén los transistores de un chip, más rápidamente conmutarán y menos energía consumirán, además de ser más baratos al requerir menos silicio. Este postulado económico voluntarista – no es una ley de la física – se cumplía hasta finales del siglo XX y si pudo aguantar hasta la primera década del XXI fue gracias a que Intel tenía los medios de hacerlo viable. Tecnológicamente, ha ido perdiendo credibilidad: al hablar de nanómetros como unidad de medida, Intel (y AMD con renuencia) se valen de una terminología comercial con el fin de denotar que una generación de chips con menos nanómetros es necesariamente más avanzada que la anterior. Lo cierto es que Intel recurre cada vez menos al comodín: la prueba es una nomenclatura que evita la amalgama con las denominaciones pasadas.
Lo que no cambia, ni cambiará, es la arquitectura de diseño X86, que durante medio siglo ha seguido mejorando, a despecho de quienes sostienen que sería mejor renovarla drásticamente. En septiembre del año pasado, Intel y AMD constituyeron un equipo conjunto para que X86 contrataque a la amenaza de sus competidores. Sutilmente, la línea que Tan apenas ha tenido tiempo de esbozar pone el acento en la innovación del software en lugar de fiarlo todo a un proceso avanzado de fabricación (en el que, ciertamente, el software juega un papel esencial). Tiene sentido que así sea, ya que la IA será el eje vertebrador de la oferta futura. Y no basta con decirlo: lo que realmente importa es que existan una hoja de ruta creíble y catálogo disponible que ofrecer a los clientes: Cuanto antes mejor.
Pese a que algunos inversores habían reclamado, con su proverbial lógica financiera, que Intel debería renunciar al plan de fabricación para terceros – elemento central de la estrategia del anterior CEO con apoyo de la administración Biden – y a que el propio Tan, desde su posición como consejero, expresaba reticencias, en su nueva posición ha reiterado la intención de seguir adelante con el plan, aunque con plazos más largos y aliviando los compromisos industriales. Matizó, y esto ya resulta sugerente, que espera trabar alianzas con dos o tres clientes importantes que, eventualmente, pudieran sumarse como socios al proyecto. Esto parece indicar que mantendrá, aunque modificada en esa línea, la división Intel Foundry, pero sería temerario asegurarlo.
La venta de negocios no esenciales no sólo está en la agenda, sino que la primera semana de abril Intel acordó vender al fondo Silver Lake el 51% de Altera sobre una valoración total de 8.750 millones de dólares, poco más de la mitad de los 16.700 millones que pagó por ella en 2015. Al pasar a ser socio minoritario, Intel ha tenido que aceptar que Raghib Hussain, procedente de Marvell, sea el nuevo CEO de la compañía, en lugar de Sandra Rivera, que ha soportado los malos tiempos. El tiempo dirá si es una solución transitoria.
El nuevo CEO prometió ser más explícito sobre sus planes a finales de abril y probablemente lo sea este jueves 24 al presentar los resultados trimestrales. Tan ha de ser consciente de que no dispone de mucho margen de maniobra, pese que teóricamente podría dar crédito a la falacia mediática sobre los periodos de gracia. De momento, el tímido alza de cotización que produjo su nombramiento se ha evaporado, aunque de esto último tiene más culpa Donald Trump que nadie.
[informe de Lluís Alonso]