Por razones que han sido exploradas con frecuencia por este blog en crónicas y entrevistas, Intel ha perdido competitividad en un mercado, los semiconductores, en el que la innovación es clave. La adhesión dogmática a la llamada ´ley` de Moore no sale gratis: es un postulado voluntario que exige inversión constante para cumplirla y obligar a otros a cumplirla. En su caso, el esfuerzo no ha bastado para superar la barrera de los 10 nanómetros de densidad en el proceso de fabricación de sus chips, mientras los rivales asiáticos seguían invirtiendo y avanzando: TSMC ya entrega chips de 5 nm y muy pronto de 3 nm. Esta es la piedra de toque para Pat Gelsinger, CEO de Intel desde hace un año.
Inversiones masivas en I+D, externalización parcial de la producción que se combina con la decisión de fabricar para terceros (clientes no van a faltar) y una hoja de ruta renovada resumen la fórmula que Gelsinger defendió a mediados de febrero en un Investor Day con muchísimo más contenido técnico que financiero.
Una noticia incómoda alteró el evento online: la admisión de otra demora, esta vez del nonato procesador conocido como Granite Rapids, que ha tenido que ser desplazado de 2023 a 2024. La relevancia del retraso no sería tanta si no se tratara del chip de Intel para servidores en el que se aplicará la litografía ultravioleta extrema (EUV), tecnología en la que Intel ha depositado en parte sus esperanzas de recuperar terreno gracias a un acuerdo preferencial con el fabricante de equipamiento ASML.
Cualquier contratiempo despierta inquietud en la medida en que cuestiona, siempre es mal momento, la capacidad real de Intel de ponerse al día. No es para menos, puesto que se trata de procesos extremadamente complejos y con acechanzas por el camino. De hecho, el propio Gelsinger ha justificado el cambio de planes asegurando que la postergación de Granite Rapids ha sido imprescindible para que el resultado sea más avanzado de lo que se contemplaba en el diseño original.
En la ruta trazada para recuperar el liderazgo en 2026, Granite Rapids era un paso intermedio cuyo timing se aleja, pero no mucho. Tras el sinsabor, Intel ha optado por un plan que presenta como más agresivo que los de sus rivales: asegura que será capaz de lanzar cinco nodos nuevos en los cuatro años venideros. La idea es seguir un calendario bianual, con el que Gelsinger ha querido tranquilizar a las marcas de servidores que usan susproductos. Según dijo, ha llamado personalmente a cada uno.
Los cinco nodos sucesivos se acompañan de un drástico cambio de nomenclatura, ya conocido y comentado desde el año pasado. Si 2021 fue el año de Intel 7, identificado con los procesadores Alder Lake para PC, a partir de este año le seguirán Intel 4 (7nm) y sucesivamente Intel 3 en 2023, Intel 20A a principios de 2024 e Intel 18A a finales del mismo año, si bien los dos últimos no llegarían al mercado, Gelsinger ha querido curarse el estigma de los retrasos precedentes ilustrando con más de dos años de adelanto cómo será el proceso de fabricación del Intel 18A. Sin duda, una prueba de su voluntad de transparencia e innovación acelerada.
Merece la pena prestar atención a los dos últimos nodos mencionados, ya que se supone serán los que impriman un sesgo cualitativo determinante y con ello descontarían distancia a los rivales. Intel 20A, con procesadores llamados Arrow Lake, traerá cambios importantes de diseño: RibbonFET en los transistores y Power Via en el suministro de energía, liberando espacio para integrar más circuitos y seguir cumpliendo las exigencias de la ley de Moore. Por su parte, Intel 18A y los procesadores Lunar Lake refinan aún más el chip para mejorar su rendimiento.
A estas innovaciones habría que sumar una tercera, la del empaquetado, que vincula diferentes chiplets – formato encapsulado que alberga varios chips en una misma pastilla – para lograr procesadores más potentes. Así, mientras que Sapphire Lake, de la familia Xeon, utiliza la tecnología EMIB, el Meteor Lake – previsto para el año próximo – utiliza otra, llamada Foveros.
La familia Xeon es particularmente importante ahora que Intel se siente amenazada en su dominio del datacenter. Sobre todo, si se cumplen la profecía de que el mercado de PC va a crecer más lentamente una vez pase la inercia generada por la pandemia.
Sapphire Rapids, que debería aparecer en este trimestre – aunque las entregas sólo serán significativas en el próximo – utiliza el proceso de Intel 7 (10 nm) y una microarquitectura que ya se empleó en Alder Lake. Luego vendrá Raptor Lake, también construido con Intel 7 – como Alder Lake, con el que comparte socket – con mejoras de rendimiento prometidas de hasta dos dígitos. En la misma familia heredera de Xeon – pero ya en 2023 – se promete el lanzamiento de Emerald Rapids, una evolución de Shappire Rapids a priori sin cambios extraordinarios.
En relación con Meteor Lake, ya se habían desarrollado algunos prototipos durante el último trimestre del año pasado, utilizando para ello el Intel 4 y se llegó a probarlos en PC estándar. Otro esfuerzo para ponerse al día con lo prescrito por la `ley` de Moore. Para ello, tanto Meteor Lake como su sucesor Arrow Lake (con proceso Intel 20A) emplearán una arquitectura de chip gráfico nueva, esencial no sólo para el procesamiento de imágenes en vídeo sino para aplicaciones de Inteligencia Artificial.
Para 2024 y con proceso Intel 3, sí se incluirán novedades sustanciales como sucede con el procesador Sierra Forrest, el primer E-core Xeon que podría apuntar directamente al decisivo mercado de los hyperscalers. Por su parte, el postergado Granite Rapids, que originalmente se desarrollaba con Intel 4, pasará a Intel 3 y ocupará la plaza de un Emerald Rapids de transición.
Al frente de la división de desarrollo tecnológico de Intel se encuentra una experimentada vicepresidenta ejecutiva, Ann Kelleher, que dedicó su presentación del Investor Day a avanzar otras mejoras que la compañía está adoptando para superar algunos de los problemas que ha sufrido en el pasado. Una de ellas es el enfoque modular, de manera que cuando surge una incidencia se aísla en su módulo sin afectar al resto del desarrollo.
Los procesadores gráficos (GPU) Intel ARC merecieron la atención de Kelleher, no sólo por el ligero retraso que arrastran, sino por las expectativas que han creado en torno a la competencia con Nvidia. A lo largo del segundo trimestre del año estarán disponibles los primeros de cuatro millones de unidades que se han comprometido. Aunque pueda parecer una cifra apabullante, representan sólo el 10% del volumen que el mercado mueve anualmente. Por cierto, la primera en llegar será la versión móvil Alchemist, cuya versión para PC estará lista en el segundo trimestre y para estaciones de trabajo en el siguiente.
La carrera con Nvidia es de alta prioridad para Intel. Celestial, una GPU que dirige a lo que llama “segmento de ultraentusiastas” está siendo objeto de trabajos de arquitectura de una próxima generación. En cuanto a la muy mentada Ponte Vecchio, que en 2020 se anunció para finales del 2021, no ha comparecido todavía, pero sus rivales están en guardia porque promete resolver el punto flaco que este nicho de mercado (ya no tan nicho) siempre ha sido para Intel.
En el campo de la Inteligencia Artificial, Intel compró en 2019 por casi 2.000 millones de dólares la compañía israelí Habana Labs, especializada en plataformas de entrenamiento de redes neuronales profundas. Su producto estrella, Gaudi, era capaz de competir con los chips dedicados de Nvidia y era, desde luego, más prometedor que los Nervana de Intel. Pero, ay, esas esperanzas se han desinflado porque el Gaudi de 7 nm no tiene fecha de aparición.
A esta peripecia y sin perder de vista a Nvidia, los conmutadores Tofino – herencia de la compra de Barefoot Networks como respuesta a la compra de Mellanox por aquélla – parecían estar en vanguardia hace dos años pero se han ido quedando atrás.
Con este panorama, Gelsinger se ha presentado ante los inversores – y los analistas que no dan puntada sin hilo – con una alforja liviana de hechos. La remontada que le toca encabezar es titánica, tras la desidia inversora de sus antecesores. Como primer paso positivo, está recuperando las buenas prácticas de antaño. Eventos públicos como este funcionan bien como herramientas de marketing, pero los observadores esperan concreción. El menor contratiempo en la hoja de ruta les pondría de uñas.
[informe de David Bollero]