El mundo Linux anda revuelto y esta vez las causas son tan discernibles como identificables son los protagonistas. El lío salió a la luz pública en junio, cuando Red Hat anunció que dejaría de publicar el código fuente de su producto Red Hat Enterprise Linux – más conocido por la sigla RHEL – la distribución empresarial del sistema operativo más extendida del mercado. Quienes venían utilizando la versión gratuita “oficial” CentOS 7 y, especialmente, quienes habían desarrollado y utilizaban otros clones de RHEL, han puesto el grito en el cielo. Sospechan que ha sido IBM – propietaria de Red Hat desde 2019 quien ha estimulado este movimiento hostil. La onda expansiva era inevitable.
Están involucrados grandes nombres de la industria, como Oracle y SUSE, pero más grave sería si Microsoft entrara al trapo. No se trata exactamente de una disputa nueva, ya que las tensiones en este espacio del movimiento open source son congénitas. Tampoco puede decirse que Red Hat haya cambiado su estrategia de la noche a la mañana, ya que ha venido moviendo piezas en el tablero de Linux durante un tiempo suficiente para que otros jugadores vieran venir la jugada. Una cosa está clara: hay polémica pero difícilmente provocará un cisma.
Echando la vista atrás, CentOS (Community Enterprise), núcleo de esta discordia, nació en 2004, convirtiéndos en el clon de RHEL más popular, especialmente en el segmento de los servidores web, lo que nunca acabó de gustar a Red Hat, que consiguientemente, siete años después, empezó a incorporar parches directamente en su kernel. Al fin, Red Hat acabaría rindiéndose a la evidencia e incorporó CentOS Stream, pero manteniendo su gratuidad y su condición de entidad independiente, quizá confiando en que las organizaciones usuarias preferirían la estabilidad del soporte de RHEL. Pero no ha sido así.
CentOS Stream se pefila desde 2020 como la única fuente de la que podrán beber – dentro de ciertos límites – el resto de los actores que desarrollan y utilizan algún clon de RHEL. Esto, a su vez, viene influído porque CentOS llega al final de su vida útil, lo que implica que a partir de cierto momento dejarán de publicarse parches de seguridad y actualizaciones del software.
Hay algo que añadir: convertido en el único repositorio para las versiones públicas de código fuente relacionadas con RHEL, CentOS Stream resulta insuficiente para buena parte de la comunidad Linux, ya que no es perfectamente compatible con RHEL ni mucho menos igual de estable. Por este motivo, la comunidad Linux tiende a verlo como un sistema más válido para el desarrollo que para la producción, lo que tiene consecuencias.
Por otro lado, no puede obviarse que la caja de Pandora comenzó a abrirse precisamente con CentOS Stream, que marcó el nacimiento de dos nuevos clones de RHEL existentes, al tiempo que indujo a las empresas a migrar de instancias de CentOS a RHEL en la nube. No es algo residual, pues incluso compañías del calibre de Salesforce se han beneficiado de la versión gratuita de RHEL aunque finalmente optaran por migrar a RHEL 9.
Red Hat, además, no se ha andado con medias tintas: su anuncio de cierre del código abierto de RHEL ha venido acompañado de palabras gruesas: califica de “aprovechados” a quienes desarrollan clones del sistema operativo, lo que ha generado más malestar si cabe en una comunidad de suyo susceptible, activando sus mecanismos de autodefensa.
El más destacado de estos mecanismos es encabezado por Oracle, SUSE y CIQ bajo el nombre de Open Enterprise Linux Association (OpenELA), que agrupa a múltiples organizaciones que desarrollan sobre la base de RHEL y CentOS. Su mensaje de bienvenida es toda una declaración de intenciones: “Sin suscripciones. Sin contraseñas. Sin barreras. Los aprovechados son bienvenidos”. La finalidad de OpenELA no es otra que seguir proporcionando código fuente de Enterprise Linux, ya sin la marca de Red Hat a partir de finales de este año. Para ello, apuntan los responsables, utilizará código de RHEL 8 y 9, sin que hasta la fecha hayan asegurado el soporte para RHEL 7, que Red Hat se ventilará en 2024.
Entretanto, OpenELA se ha buscado extraños compañeros de viaje. La incorporación de SUSE y CIQ estaba dentro de lo previsible, no así la de Oracle, que pese a basar su Oracle Linux en Red Hat y de que incluso se ejecute esencialmente en este, ha seguido una línea marcada por el soporte a lo que la compañía llama Red Hat Compatible Kernel y Unbrekable Enterprise Kernel, con sus propias mejoras. Oracle Linux seguirá siendo compatible con RHEL hasta RHEL 9.2, aunque posteriormente no lo garantiza, ya que no dispondrá de acceso al código fuente de RHEL.
La alemana SUSE ha remarcado el firme compromiso de la compañía con sus distribuciones de OpenSUSE Linux. La compañía se encuentra en medio de un proceso de privatización y abandonará la bolsa de Francfort en el último trimestre de 2023, sólo dos años después de comenzar a cotizar. En sus 31 años de vida, esta compañía ya ha sido propiedad de otras firmas, como Attachmate y Novell.
Entre las ausencias destacadas en OpenELA, que pondrian de relieve la falta de homogeneidad en el movimiento contra Red Hat, hay que señalar dos. En primer lugar, Canonical, creadora de Ubuntu Linux, que ha decidido mantenerse al margen de la contienda. El otro caso digno de mención es AlmaLinux, que pasa por ser el clon de RHEL más moderno y cuenta con el respaldo de pesos pesados como CloudLinux, el CERN o AMD, entre otros. Su apuesta, como la de SUSE, pasa por bifurcar RHEL para seguir dando garantías a los usuarios. El CEO de SUSE, Dirk-Peter van Leeuwen, ha anunciado la inversión de 10 millones de dólares durante los próximos años para bifurcar RHEL, desarrollando y manteniendo una distribución compatible disponible para todo el mundo.
El blindaje de RHEL que pretende Red Hat, presuntamente dictado por las conveniencias de IBM, ha provocado un dominó más amplio de lo que pudo pensarse en un principio, pues la lista de reconstrucciones de RHEL y CentOS es muy extensa.
El debate que ha abierto Red Hat con su nueva estrategia es más complejo de lo que posiblemente imaginasen sus promotores. Para empezar, no hay consenso sobre la acusación de que incumple los términos y derechos que contempla la GPL (General Public License). Muchas voces implicadas consideran que, si bien es cierto que Red Hat ha invertido muchos recursos, no le pertenece en propiedad y no debería restringirlo.
La respuesta de Gunnar Hellekson, vicepresidente y director general de RHEL, sostiene que el código fuente de RHEL está disponible en el portal de clientes de Red Hat, lo que en la práctica implica que para acceder a él hay que pasar por caja. Además, divulgarlo después entre el resto de la comunidad podría suponer un delito, según el criterio de Red Hat, aunque los juristas de varias empresas creen que los tribunales podrían decidir otra cosa.
Expertos en la materia como Bradley M. Kuhn, miembro de Software Freedom Conseervancy (SFC) ha apuntado que, como poco, Red Hat bordea la línea del cumplimiento de la GPL y, desde luego, pervierte el espíritu open source cuando habla de “modelo de negocio turbio”. Por otro lado, no se puede obviar que la fuente primera de Linux es la Linux Foundation y no RHEL. A fin de cuentas, confiar todos los huevos a la cesta de Red Hat es arriesgar todo a la continuidad de compromisos olvidables.
Lo que se desprende de este episodio es que el movimiento open source está cambiando, empujado por las fuerzas del mercado. Se vio en su día cuando comenzaron a modificarse determinadas licencias al comprobar que Amazon estaba desarrollando productos comerciales aprovechándose del código abierto. Más recientemente, el LLM (Large Language Model) para inteligencia artificial de Meta, Llama 2, vio cuestionado su carácter open source al prohibirse su uso comercial y, con ello, está en entredicho que encaje plenamente en la filosofía del código abierto.
No son ganas de embarullar esta crónica, pero la empresa californiana HashiCorp ha avanzado que en ocho de sus proyectos de código abierto cambiará la licencia pública de Mozilla por otra de naturaleza empresarial. Y una estela de compañías – Mongo DB, Couchbase, Cockroach Labs y Maria DB – han cambiado sus licencias open source por otras más restrictivas. No faltará quien diga que pervierten el espíritu original.
A la espera de cómo se desarrollen los acontecimientos, Red Hat continúa evolucionando su sistema operativo con RHEL 9.2 y, además, va aportando alternativas de pago al finalizar el soporte de RHEL 7.9. Con RHEL Extended Life Cycle Support (ELS), los clientes que lo deseen podrán prolongar su soporte desde el 1 de julio de 2024 hasta el 30 de junio de 2026, aunque el ideal para la compañía es que migren a RHEL 8 o 9. Asimismo, la compañía del sombrero rojo extiende su ecosistema con acuerdos paralelos que abren la disponibilidad del sistema operativo en la nube de Oracle – una forma indirecta de mitigar las quejas de OpenELA . Simultáneamente, ha logrado que RHEL pase a ser la plataforma preferida para la iniciativa de migración a la nube Rise con SAP.
Conviene no engañarse. A pesar de tanto alboroto, el futuro de Linux se presenta optimista, sobre todo si se considera el papel relevante que está adquiriendo para ejecutar cargas de trabajo en la nube. Está previsto que el mercado de sistemas operativos Linux alcance en 2030 un valor total de 38.600 millones de dólares, con un crecimiento interanual del 22,9%. Por cierto, el segmento comercial de Linux (65% del total) aumentará aún más debido al creciente despliegue de sistemas híbridos en la nube. En esta línea, la consultora IDC prevé que el peso de Linux en la nube híbrida pasará del 78% en 2021 al 82& en 2026.
El responsable de Business Critical Linux de SUSE, Vojtech Pavlik, coincide con esa visión, generalizando el uso de Linux en los hyperscalers; esta puede ser una de las claves de otra derivada interesante en el universo Linux. Dado que Microsoft es un importante contribuyente a la Linux Foundation y es dueña de la plataforma GitHub, Azure cuenta hoy con muchas más instancias de Linux que de Windows Server, por lo que ¿hasta qué punto seria descabellado pensar en una versión MS-RHEL? Cosas más raras se han visto ¿no?