1/04/2025

CoreWeave, una aventura propia de este tiempo

Quienes, por lo que fuera, perdieron la ocasión de hacerse (más) ricos invirtiendo en Nvidia, tendrían una segunda oportunidad cuando saliera a cotizar en bolsa CoreWeave, startup cuyo modelo de negocio es tributario [parasitario, podría decirse] de aquella. Este era, a finales del año pasado, el comentario entre enterados y enteradillos. Y tenía lógica: CoreWeave se dedica a alquilar tiempo de uso de las GPU de Nvidia instaladas en sus centros de datos dedicados a procesos de inteligencia artificial. La segunda oportunidad se presentó por fin el viernes 28, pero no salió como se esperaba. Una de las explicaciones es el aparente enfriamiento del entusiasmo de los inversores acerca de la IA.

Mike Intrator

Habrá que estar atentos a lo que ocurra, en un contexto bursátil tan volátil como el actual, dominado por la incertidumbre sobre la inflación en Estados Unidos y la política arancelaria de la segunda administración Trump. Entretanto, los fundadores de la compañía – que ya habían abortado una salida a bolsa – optaron esta vez por  reducir el número de acciones ofrecidas y rebajar el precio de salida de 47 a 40 dólares A última hora de este lunes, CoreWeave cotizaba a 36 dólares y su capitalización – prevista en 23.000 millones – se ha quedado en 17.500 millones. Esto ocurría, todo hay que decirlo, en otra jornada pésima para todos en la bolsa y  en la que, precisamente la muy celebrada Nvidia ha seguido perdiendo valor.

¿Fue mal elegido el momento de la OPV?  Tal vez, pero la operación ya tenía su intríngulis. CoreWeave es la primera startup con un enfoque exclusivo en la IA que sale a cotizar, una misión que pudo corresponder a OpenAI o Anthropic, representantes más genuinas del fenómeno, pero su financiación – de mayor cuantía – requiere otras vías y seguramente ambas prefieren que alguien se moje antes. Si la OPV tuviera éxito, ya hay más candidatas a seguir por el mismo camino: las más notorias son Crusoe y Nebius, con modelos similares pero todavía inmaduras.

Los ingresos de CoreWeave el año pasado fueron de 229 millones de dólares en 2023 y saltaron a 1.900 millones en 2024 (+737%. Pero también las pérdidas pasaron de 594 a 863 millones (+45% interanual). Aunque a los inversores, la falta de rentabilidad les preocupa menos que la montaña de deuda, que la compañía reconoce en 8.000 millones y los analistas elevan a 13.000 de los que casi la mitad habrá que pagar o renegociar el año próximo. La obsolescencia de sus  activos es uno de los riesgos que corre: tendrá que seguir invirtiendo masivamente para reemplazar buena parte de los 250.000 GPU que hacen funcionar los 32 centros de datos que actualmente gestiona la compañía.

Esto tiene que ver con el origen de la compañía. En 2017, tres traders que operaban con materias primas se pasaron a la minería de criptomonedas, para la que compraron procesadores gráficos de Nvidia. Cuando las cripto sufrieron un batacazo en 2019, ellos rebautizaron su empresa y doblaron la apuesta financiera para comprar a precio de saldo todas las GPU que pudieron pagar (endeudándose) a otros aventureros que optaron por abandonar un negocio dudoso. El trío, cuyo cabecilla es Mike Intrator, el CEO de CoreWeave, se puso a la tarea de ofrecerlos como servicio cloud a grupos y laboratorios que trabajaban en el desarrollo de la IA generativa.

La idea pareció más brillante todavía cuando, en noviembre de 2022, OpenAI desveló ChatGPT y cerró un acuerdo por miles de millones con Microsoft que seria el punto inicial de una fiebre sostenida.  Que subiría varios grados debido a los problemas de Nvidia para satisfacer la demanda ansiosa por sus chips.

En principio, las 250.000 GPU propiedad de CoreWeave dejarían pronto de ser deseables. en contraste con las 450.000 más modernas que Nvidia vendió a Microsoft en 2024 y con los 600.000 que posee Meta.  La mayor parte de esos procesadores/aceleradores gráficos pertenecen a la generación Hopper, que fueron vanguardistas en 2023 pero se han quedado desactualizados. Jensen Huang, el CEO de Nvidia, advirtió en la reciente conferencia GTC2025 que “en determinadas circunstancias, las Hopper pueden ser fantásticas… pero no demasiado”.

Los chips Blackwell de primera generación son hasta 2,5 veces más rápidos en computación que las Hopper que posee CoreWeave y es inminente la disponibilidad de la segunda y luego la tercera generaciones. En los nuevos modelos de razonamiento, la diferencia de rendimiento puede ser de 40:1, según SemisAnalysis, lo que tiene una obvia repercusión sobre el precio que se puede facturar por hora de computación.

Intrator, el CEO de CoreWeave, cuenta otra historia en su campaña de seducción de inversores: los márgenes de beneficio de la empresa son del 76%, muy superiores a los de cualquier negocio de hardware. Otro argumento: la flota de GPU de la empresa funciona al 14% de su capacidad y podría alcanzar hasta el 65% sin necesidad de nuevas inversiones.

Los analistas de bolsa ven otro problema donde Intrator ve una ventaja: según el folleto de salida a bolsa, el 77% de los ingresos de CoreWeave procede de dos clientes. Uno de ellos, con el 62%, es Microsoft, con un contrato por 10.000 millones de dólares hasta 2030. Aunque, atención, se comenta que este cliente está dispuesto a reducir en 2026 su capex, si la adopción de la IA no despereza. El otro gran cliente -no confirmado oficialmente – sería Meta, pero a la lista se ha unido OpenAI, con quien ha firmado un contrato por cinco años y 11.900 millones de dólares para proporcionarle servicios cloud.

OpenAI necesita contar con CoreWeave por dos razones: una, que sus relaciones con Microsoft tienden a la desconfianza mutua; otra, que ya tiene cientos de millones de usuarios propios de ChatGPT, demasiada carga para su capacidad instalada. Se ha comentado que el acuerdo se destinará a cubrir cargas de trabajo de inferencia, no para entrenar nuevos algoritmos. Aquí sí, CoreWeave tiene algo que otros no tienen: sus centros de datos no soportan otras aplicaciones, sólo cargas de IA generativa.

En última instancia, CoreWeave está atada a Nvidia por múltiples vínculos. Uno, altamente simbólico: en abril del año pasado, Jensen Huang echó un cable a Mike Intrator al suscribir 100 millones en acciones y tras la OPV de la semana pasada poseería al menos un 6% del capital. Dos: Nvidia tiene ahí un cliente cautivo con acceso prioritario a sus productos y este podría ser el punto de partida de una intimidad definitiva. Más una suspicacia previsible: al parecer, Intrator y sus dos socios no han aprovechado la OPV para ampliar su participación sino para recortarla.  Se les ha visto el plumero.


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