Una circunstancia excepcional ha revitalizado la feria Computex este año: Nvidia, compañía (casi) taiwanesa se ha aupado al segundo puesto en el ranking de cotizadas por capitalización bursátil. Esta noticia y una espectacular keynote de su fundador, Jensen Huang, han relegado los demás asuntos de interés, que los hubo y muchos. Por no hablar del impacto que la reivindicación china de la reunificación – y las sanciones de Estados Unidos a Pekín – ejercen sobre la industria electrónica a informática mundial. Por lo demás, flota en el ambiente la sensación de que se acercan renovaciones profundas en la oferta tecnológica, de la que Computex ha sido durante años un escaparate de primer orden.
Sin este contexto, los comentarios acerca de Computex 2024 tendrían una limitación, los mensajes adocenados de nota de prensa. Para clarificar, conviene separar dos niveles: por un lado, los nuevos conceptos de ordenadores de sobremesa y portátiles buscan su primera cita con la demanda, enunciando su retahila de chips, arquitecturas, sistemas operativos y todo complemento imaginable, con la misión de integrar la inteligencia artificial en los dispositivos. Por otro, centros de datos evolucionados, más potentes y más caros, en los que precisamente Nvidia es el rey indiscutible, mientras Intel y AMD se atrincheran en defensa de sus cuotas históricas. El post de hoy se centrará en los PC y su conexión con la IA, dejando para mejor ocasión los centros de datos.
Está rotundamente claro que el conjunto de la industria informática – si este se usa todavía – ha apostado sus mejores cartas a la aceptación que pudieran tener los ordenadores para consumidores y empresas al contar con una capacidad integrada de IA sin necesidad de servidores externos que procesen a distancia la información requerida ( y no sólo los modelos lingüísticos). Que haya una demanda importante de estos dispositivos va a depender, entre otros factores, de que salgan a un precio razonable y congruente con sus prestaciones, pero al final el factor crucial será la abundancia de aplicaciones interesantes de IA, a la vez cautivadoras y sencillas de utilizar.
Que la oferta será intensa en los próximos meses y años está fuera de duda, como lo está que los AI-PC tendrán precios aceptables si se pretende que tengan demanda. En cambio, no está tan claro que los desarrolladores sean lo bastante diligentes como para innovar en sus aplicaciones, cuando tienen tantas otras cosas en mano.
Chaney Ho, descrito en las crónicas de Nikkei Asia como un veterano de la industria taiwanesa, declara que “lo que van a hacer los consumidores ante la primera generación de AI-PC es una incógnita». En el mismo medio, recalca Jeff Lin, analista de la consultora Omdia, que “la IA generativa es sólo una parte del ecosistema que llamamos AI-PC” a la par que le encuentra una pega: “los interfaces y sus interacciones pueden ser transformados completamente con estos nuevos equipos, pero llevará tiempo, hasta 2028 por lo menos, antes de su generalización. Porque, siendo francos, la llamada era del AI apenas acaba de empezar”.
Por la cuenta que les trae, la industria de semiconductores así como la de dispositivos, son mucho más optimistas. Con mas razón lo eran en la atmósfera de Computex, donde confluyeron las primeras espadas de Intel, AMD y Qualcomm, con presentaciones estelares arropadas por sus grandes clientes (Microsoft, HP, Lenovo, Dell, Samsung, Acer y Asus) así como los grandes integradores, que en Taiwan son legión. El único que se desmarcó del pelotón fue Nvidia: Jensen Huang, un icono pop para sus compatriotas, hizo su presentación fuera del programa oficial, llenando en solitario un auditorio con 4.000 asistentes.
En Computex han podido probarse discretamente las primeras unidades de Ai-PC, que saldrán a la venta el 18 de junio. Del concepto se viene hablando desde hace meses: en enero, en el CES de Las Vegas se conocieron las características genéricas del nuevo sistema operativo Windows, que hará funcionar el invento. En la feria se ha concretado que, para ser cualificado como AI-PC, un ordenador deberá tener, como mínimo, 16 GB de memoria RAM, 256 GB de disco SSD y un procesador neuronal integrado (NPU) capaz de manejar 40 millones de operaciones por segundo (40 TOPS), aparte del procesador central (CPU) y una tarjeta gráfica dedicada y potente.
En la definición más rigurosa de AI-PC, deberá llevar la versión Windows que Microsoft ha diseñado especialmente para procesadores basados en la arquitectura ARM y que incluye una tecla para acceder directamente a Copilot y otras funciones novedosas como Replay que, según se ha dicho, almacenará los contenidos en servidores de Microsoft, de donde el usuario podrá recuperarlos a su voluntad. Las voces criticas han mostrado de inmediato su inquietud por los riesgos de vulnerabilidad de los datos confidenciales.
En los últimos días se ha publicado que los AI-PC de AMD e Intel no van a integrar Copilot hasta que Microsoft lo haya incluío en el futuro Windows; de momento, sólo está previsto en los chips de Qualcomm. No es oficial, pero tiene lógica dar a esta un poco de cancha, que ha perseverado en las duras y las maduras. De paso, un motivo accesorio – ¿seguro que no el principal? – sería mejorar las ventas de los Surface de la propia Microsoft. A saber.
Para que se cumplan todos los requisitos y muy especialmente que el procesador funcione con la arquitectura ARM, de momento, no cabe otra posibilidad que Snapdragon X Elite o X plus de Qualcomm, los únicos existentes. “El PC ha renacido realmente”, se exaltó Cristiano Amon, CEO de Qualcomm, añadiendo que “la IA está redefiniendo por completo la experiencia del ordenador personal”. A renglón seguido se atrevió con una azarosa comparación al decir que evoca la introducción de Windows hace tres décadas.
La gran ventaja de los procesadores ARM de Qualcomm es su bajo consumo, que debería permitir a un portátil con grandes prestaciones durar varios días de trabajo intenso, a juzgar por las demostraciones en Computex. Qualcomm lleva casi una década fabricando procesadores ARM para portátiles que funcionan con un Windows modificado, pero ha tenido muchos problemas y nunca ha rozado el éxito, que se mide en miles de unidades. Esta vez, parece llegada la hora de los AI-PC con plataforma Qualcomm + Microsoft, a tenor del respaldo que reciben de los grandes fabricantes: Lenovo, HP, Samsung o Acer, entre otros.
A pesar de los elogios que se vuelcan con explicable precipitación sobre los AI-PC que combinan Windows ARM, Copilot y la plataforma de Qualcomm, la realidad es que serán una más entre las categorías de portátiles con IA integrada; su éxito comercial es una incógnita. Entre otras cosas, porque Intel y AMD aprovecharon Computex para iniciar su contraofensiva, apoyándose en una nueva generación de ordenadores que compiten con aquéllos y funcionan como de costumbre: con x86 y Windows.
La CEO de AMD, Lisa Sun – también taiwanesa y emparentada con Huang – desveló en Computex la plataforma para ordenadores “más potente de la actualidad”, la serie Rizen AI 300, que alcanza hasta los 50 TOPS y estará disponible a partir de julio, antes de lo previsto, en versión para portátiles. Este es probablemente, presumió, “el mayor cambio en el factor de forma de los PC de la última década, con toda seguridad”.
Intel no ha quedado atrás. Su CEO, Pat Gelsinger, se desplazó a Taiwan para presentar en público la próxima generación de procesadores con AI integrada, Lunar Lake, que llevaba meses prometiendo y que debería estar disponible en otoño, sin más concreción. Lunar Lake, aseguró Gelsinger, alcanzará los 48 TOPS, por encima de la plataforma de Qualcomm y de la que se espera de Apple, pero por debajo de la de AMD.
Hay alguna confusión, como es natural: cada suministrador entiende los AI-PC a su manera. Para Qualcomm, deben ser ARM, mientras que para Intel y AMD es suficiente con que llevan un procesador neuronal, un NPU según el argot, con al menos 40 TOPS y obviamente autonomía. Para Qualcomm, la arquitectura ARM permite que el dispositivo sea muy eficiente desde el punto de vista energético, mientras Intel y AMD replican que la x86 ha mejorado continuamente una gran variedad de dispositivos por más de medio siglo y lo seguirá haciendo al mismo ritmo.
Microsoft es un actor insustituible: apoyará en el mercado a Windows para ARM y a Windows para x86, simultáneamente. Una razón para no evidenciar una preferencia es que Copilot – su verdadera apuesta – funciona con las dos plataformas. La verdad es que Apple ha hecho mucho daño a la credibilidad de x86 con sus procesadores basados en ARM y que todos los smartphones (y la mayoría de las tabletas, sean iOS o Android)) llevan chips de arquitectura ARM.
Esto ha llevado a René Haas, CEO de la británica ARM Holdings a declarar en Computex que la compañía aspira a conseguir que las marcas que adhieren a su arquitectura pueden acumular más del 50% del mercado de Windows PC en un plazo de cinco años. En un tono menos jactancioso lo había dicho Cristiano Amón: “ las estimaciones que apuntan a un 50% de PC funcionando con ARM en los próximos años no son descabelladas”.
No se quedó corto Pat Gelsinger: “esperamos que el 80% de todos los PC sean AI-PC en 2028 y que Intel sea el líder de ese bloque”. Ya se ve que la fórmula A I-PC da para muchas interpretaciones, al menos mientras no pase de su actual fase de rodaje. Morgan Stanley, tratando de orientar a los inversores, se pronuncia en la misma línea que Qualcomm y ARM, mientras Counterpoint, más cercana a la industria, cree que Intel es la que tiene más posibilidades de cumplir su designio.
Queda por ver qué más prepara Nvidia en este terreno al que Huang dice tenerle echado el ojo. Durante meses ha dejado caer que pronto va a introducir un procesador ARM para PC, pero no hay indicios de esos supuestos planes, todavía. Con lo que tiene entre manos, debería estar saciado. ¿Lo está?