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18 de septiembre, 2013

No es exactamente una sorpresa, pero puede ser el disparador de una ofensiva de IBM. O, en particular, de una contraofensiva en la batalla planteada por Oracle. La noticia es esta: IBM invertirá 1.000 millones de dólares durante cinco años para promover desarrollos sobre Linux y su uso en los servidores de la familia Power. Como antecedente: en el trimestre más reciente, sus ventas de esta familia de servidores cayeron un 25% sobre igual período del año pasado. Esta cifra es más compleja de lo que parece: los que trabajan sobre AIX (variante de Unix propia de IBM] bajaron un 21% mientras los de Linux crecieron modestamente, el 1,5%. Según el último informe de IDC, Linux representa un 23,2% del mercado de servidores, y Linux el 15%.

IBM parece sinceramente convencida de que tiene que rebajar su apuesta por AIX y jugar sus cartas competitivas a, por una parte, los procesadores Power 8 – que presentará el año próximo – y por otra el sistema operativo Linux, que además tiene la ventaja de una mayor rentabilidad comparada con los basados en x86, que conforman la mayor parte del mercado. No obstante, la compañía promete dedicar recursos de I+D a su System X, servidores bajo x86, cuyas ventas han vuelto a caer. Es una manera de ratificar su apoyo a esta plataforma, tras el frustrado intento de venderla a Lenovo.

Volviendo a Linux: una parte de los 1.000 millones será destinada a un nuevo centro de desarrollo en Montpellier. Aunque el anuncio no es oficial, algunos especialistas creen que es un esfuerzo obligado por la conversión acelerada del mercado: los clientes de IBM están abordando las nuevas corrientes de cloud computing y big data con servidores que se basan en tecnologías envejecidas. Lo que se requiere – dicen – es un diseño de sistemas más abiertos y flexibles, atributos que Linux puede ofrecer con ventaja.

17 de septiembre, 2013

Este año está siendo propicio para que las startups españolas encuentren por fin su destino manifiesto: ser adquiridas por multinacionales de Estados Unidos. Tras la sensacional venta de PasswordBank a Symantec, llega ahora la noticia de que Indisys ha pasado a ser propiedad de Intel, que ya controlaba el 40% a través de su filial Intel Capital. Ambas transacciones tienen en común el haberse desarrollado con el apoyo del fondo de inversiones catalán Inveready, que en poco más de un mes ha cosechado los frutos de su siembra de años. Curiosamente, el valor de venta de las dos empresas habría sido – el dato es extraoficial – de 25 millones de dólares cada una.

Indisys, fundada en Sevilla en 2003 por la lingüista Pilar Manchón se inscribe en las tecnologías de lenguaje natural, que últimamente han encontrado un espectacular nicho de aplicación en los asistentes virtuales. Apple (Siri), Google y parece que también Microsoft, protagonizan esta carrera en torno al reconocimiento de voz y los interfaces basados en el habla. Indisys ha seducido a su nuevo propietario con algo más que tecnología: entre sus clientes figuran el BBVA, El Corte Inglés y Mapfre, además de tener un proyecto muy avanzado con Boeing para desarrollar un interfaz de control de vehículos no tripulados.

Aunque la mayor parte de sus clientes son españoles, la tecnología de Indisys es multilingüe, y se integrará en una unidad que Intel denomina perceptual computing, en la que caben interfaces no convencionales, el reconocimiento de gestos y los sensores de movimiento. A este fin, que está emparentado con la evolución de los móviles y con la corriente de Internet de las cosas, Intel ha presupuestado una inversión de 100 millones de dólares. Va en camino de desembolsarla pronto, porque hace dos meses adquirió por 40 millones de dólares la compañía israelí Omek, especializada en el reconocimiento de gestos.

Que es una entre varias buenas noticias, lo prueban otras operaciones recientes – además de la reseñada de PasswordBank – como la ronda de financiación por 26,5 millones de dólares cerrada por la compañía de seguridad AlienVault. Además, Inveready ha informado haber desinvertido parcialmente su participación en la web de descargas de software Softonic, adquirida por un fondo suizo.

Otras compañías en la cesta de Inveready son 3Scale, fundada en 2007, cuyo gestor de APIs es utilizado por 85.000 desarrolladores de aplicaciones, y Catchoom, de reconocimiento de imágenes, en la que David Marimón ha retomado la línea de trabajo que ya desarrollara en Telefónica I+D. Decididamente, es una buena temporada para los innovadores españoles. Y para los inversores que han confiado en ellos.

13 de septiembre, 2013

Nunca se había visto algo así: en las 48 horas siguientes al lanzamiento de dos nuevos modelos – por primera vez dos y no uno – la acción de Apple volvió a caer al nivel de mayo. Lo que indica que en las semanas precedentes se equivocaron analistas e inversores, inducidos por la máquina de rumores que la compañía tiene escondida en alguna parte. Gene Munster, el más afín de los analistas bursátiles (Piper Jaffray) lo dice así: «todos erramos y sufrimos una decepción […] habíamos previsto una oferta auténticamente dirigida a la parte baja del mercado, y ahora ajustamos nuestro modelo a la frustración de las expectativas; los ingresos del año fiscal y el precio por acción serán inferiores a lo que esperábamos».

Los estrategas de comunicación de Cupertino propagaron la fábula del iPhone low cost, y algunos picaron, como quien tituló ´Apple se suma a la guerra de precios`. O los que hicieron una tosca conversión para escribir que el iPhone 5C se venderá a 70 euros (!), dato que ningún operador europeo ha confirmado. Sobre Apple han caído las críticas. No al móvil en sí, que es tan excelente como el iPhone 5 sólo que dentro de una carcasa de policarbonato y en varios colores. Puesto que se filtró que sería un smartphone barato, el problema está en el precio y en la manera de comunicarlo. Anunciarlo «desde» 99 y 199 dólares con contrato de dos años de permanencia, es una verdad a medias. Los usuarios no contratan con Apple sino con los operadores – por ahora tres en Estados Unidos – y estos tendrá algo que decir en el precio final, puesto que su plan de tarifas tiene que permitirle recuperar el coste que fije Apple. Y, en principio, este coste será un porcentaje del precio sin contrato (549/649 dólares, que en Europa se traducirá en 599/699 euros.

No todos los operadores europeos van a pasar por el aro, o si lo hacen será de mala gana. No van a negarse a vender un iPhone, desde luego, pero no pondrán en ese empeño sus energías de marketing. La tendencia de esta industria apunta a recortar o directamente eliminar la subvención de los terminales, por lo que Apple tendrá dificultades a la hora de negociar con aquéllos el precio de transferencia del iPhone 5C.

Eso ya se verá. De momento, me quedo con la opinión de Horace Dediu, cuyos análisis respeto y envidio: «Las versiones premium [iPhone 5S] van a contribuir menos al volumen. La competición se está desplazando, para pelear por los usuarios tardíos en los mercados avanzados y por los nuevos usuarios en los mercados rezagados. El nuevo iPhone 5C, a su nivel de precio real, no es adecuado para ninguna de las dos categorías, pero al menos tiene la virtud de marcar el ´fin del principio`del mercado de los smartphones«.

11 de septiembre, 2013

Cuando a alguien le toca la lotería, inmediatamente encuentra nuevos amigos con gran facilidad, y reaparecen otros a quienes se ha perdido de vista hace tiempo. Algo parecido puede ocurrirle a Vodafone, súbitamente enriquecida por la venta de su participación en Verizon Wireless, y que ahora se enfrenta al doble reto de cuidar a la vez su espalda y su caja fuerte. En principio, se ha dicho que los 130.000 millones que recibirá por la transacción – sobre los que pagará un tributo a la plusvalía estimado en 5.000 millones, que envidiaría un acertante del gordo – se repartirá en tres grandes bloques: un generoso dividendo a sus accionistas; un programa de 6.000 millones de libras, aprobado con anterioridad, para inversiones en red, incluyendo la conversión masiva a LTE; y un fabuloso tesoro para salir de compras.

Este sería el plan de Vittorio Colao, pero puede haber turbulencias. A menos que pueda asegurarse la lealtad ´eterna` de sus accionistas, puede que llegue a su mesa una oferta de compra. Sí, de compra: la oferta tendría que ser gigantesca, pero no sería la primera vez en que alguien financia una compra para pagar con la tesorería adquirida. Dicen que para disuadir a los cazadores de dotes, el mejor antídoto es transformar el dinero contante y sonante en activos físicos. Vuelve a hablarse del interés de AT&T, pero el rumor no merece demasiada confianza: los problemas regulatorios serían enormes, y el monstruo americano ha demostrado que conoce muy bien su país pero nada del mundo exterior.

El otro reto para Colao es qué comprar. Desde luego, no saldrá a tontas y a locas, pero primero tiene que decidir lo qué quiere, para que encaje en una estrategia coherente. Según los analistas, una línea sería extender sus posesiones en telefonía móvil, ya sea entrando en mercados donde no está – y donde otros operadores no ganan dinero – o bien, por ejemplo, retornando a Francia, de donde se retiró a disgusto pero con una golosa plusvalía. Habrá que esperar que se calmen las aguas dentro del grupo Vivendi, para saber si el operador SFR – que Vodafone conoce bien – está en venta o no, pero no tiene por qué ser la única vía hacia París.

Aun así, quedaría mucho dinero en el banco para seguir la transformación de Vodafone en operador convergente. La oferta que ha presentado por Kabel Deutschland pasa por unos días difíciles – algunos accionistas se han subido a la parra y amenazan con bloquear la operación, ahora que a Vodafone le ha tocado la lotería – pero tanto si se arregla como si no, hay al menos otra media docena de empresas de cable europeas en manos de fondos de inversión, que se frotan las manos en espera de una llamada de Londres. Sin contar con la versión recurrente según la cual John Malone estaría dispuesto a liquidar Liberty Global, su imperio cablero en Europa. Créanme: esto de ser rico es una lata.

10 de septiembre, 2013

Aparentemente, la secuencia de newsletter y post dedicados a la compra de Nokia por Microsoft ha despertado la atención de los lectores. Uno de ellos me pide ser más extenso en el tratamiento del capítulo de patentes en el acuerdo. Si se trata de ser extenso, no podré hacerlo hoy, paciencia. Paco H. me pregunta si creo que Stephen Elop será escogido como sucesor de Steve Ballmer, y en tal caso si dará la talla. Lo que creo es que no tengo la menor idea, y también creo que nadie lo sabe fuera del sancta sanctorum de Redmond. Sobre Elop, o más bien contra Elop, ha empezado a circular una campaña en Internet, descalificándolo por el fiasco de sus tres años al frente de Nokia.

Veamos: lo del fiasco es discutible, salvo que se comparta la opinión de quienes sostienen que Nokia debería haber prolongado la vida de Symbian, seguir el desarrollo de MeeGo o, llegado el caso, sumarse al ejército de androides, pero de ninguna manera adoptar Windows Phone. Como opinión, es legítima, pero nadie puede aseverar que así se hubiera evitado la quema. Dicho esto, vuelvo a la pregunta: después de haber sido CEO de Nokia, ¿aceptará ser «sólo» vicepresidente de Microsoft? Tampoco lo sé, pero en la biografía de Elop hay un detalle que dice algo al respecto.

A finales de 2005, Stephen Elop fue nombrado CEO de Macromedia, que meses después fue adquirida por Adobe. Según me han contado, permaneció en la compañía como número dos del CEO, Bruce Chizen, y se marchó cuando comprendió que no sería elegido para suceder a Chizen. Tras un paréntesis como COO de Juniper Networks, fue fichado por Microsoft para presidir la división que aporta a la compañía el gran negocio de Office.

A finales del 2010, cuando aceptó la oferta de Nokia, la retirada de Ballmer parecía lejana, y una apuesta audaz era preferible a esperar que llegara su momento. Así contada, claro que con intención manifiesta, parece la historia de una ambición: si Elop fuera elegido CEO de Microsoft [se supone que sería el candidato preferido de Ballmer, pero quién sabe qué] habría consumado su carrera; si no fuera elegido, dudo mucho de que asimilara seguir en segundo plano.

9 de septiembre, 2013

A medio camino entre las noticias de Microsoft de la semana pasada, y los anuncios que se esperan de Apple mañana por la noche, he leído un artículo de Paul Krugman [sí, el célebre economista, profesor y columnista] en el que traza una especie de vidas paralelas entre Apple y Microsoft. Nos dice que en sus tiempos iniciales Apple, segura de que su sistema operativo era sin duda el mejor, leyó mal la naturaleza del mercado, y Steve Jobs decidió construir un muro que lo aislara de la competencia para cobrar precios más altos. Su rival siguió otra línea: optó por licenciar su sistema a los fabricantes de máquinas más baratas que las de Apple, y adquirió así una posición dominante a través de las externalidades de red [ya saben: «la gente usa Windows porque otra gente usa Windows, y esto hace que haya más software disponible, etc»]. Krugman nos avisa de que escribe su post en un portátil Windows 7 porque los técnicos de su facultad no dan soporte a los productos de Apple.

Con el tiempo, fue Microsoft la que leyó mal la naturaleza del mercado de dispositivos móviles, se dejó comer el terreno y facilitó que Apple se pusiera «temporalmente por delante de la curva». Krugman aclara por qué usa el adverbio: «en mi limitada experiencia, los productos de Apple son muy buenos, pero no tienen una ventaja de calidad decisiva [frente a sus competidores] y sin embargo su precio es más alto». Nuevamente, gracias a las externalidades, que en este caso responden al volumen de aplicaciones disponibles para iOS, la principal ventaja competitiva de Apple.

¿Cuál es, según Krugman, la perspectiva del reinado de Apple, comparado con el de Microsoft, que ha mantenido su control sobre el mercado pese a que este ha cambiado varias veces en décadas? La respuesta del economista de Princeton es asombrosamente sencilla: el cerrojo de Apple no asegura que pueda mantenerse a la vanguardia, y esto se debe en parte a que su éxito se basa en la fidelidad de individuos, en contraste con el de Microsoft, que se ha basado hasta ahora en la lealtad de los directores de TI, que son «inheremente conservadores»

Nada hay en estas frases que sea realmente novedoso para quienes estamos en (o cerca de) de este sector, pero aun así resulta interesante constatar que las noticias de los últimos días son merecedoras de un nivel de análisis a la vez riguroso y legible, ni más ni menos que el que reciben del mismo autor los hechos de la política económica y monetaria. Otros articulistas, en cambio, no consiguen sustraerse a lo poco que saben hacer: destilar sus filias y sus fobias. Ya vale para que se me entienda,

5 de septiembre, 2013

Una de las reacciones más notorias a la compra de Nokia por Microsoft ha consistido en emitir lamentos por la desaparición de una compañía que años atrás fue un faro de la tecnología europea. Vale, pero seamos sinceros: ¿a alguien le sorprende este triste desenlace? Desde luego, el proceso no empezó con la llegada de Stephen Elop, en setiembre del 2010. La fábula de una conspiración montada por Steve Ballmer [léase la diatriba que firma Javier Martín en El País] es un ejercicio fantasioso.

¿Pudo haber premeditación? No lo sabemos, si acaso la hubo, el primer responsable fue el legendario chairman Jorma Ollila, que fue a buscar a Elop, desairando a media docena de aspirantes internos. Durante años, estos altos directivos – todos finlandeses – habían predicado que la centenaria empresa se había reinventado tantas veces que volvería a hacerlo, a despecho de Apple. Fue Ollila, no alguien externo a la compañía, el autor de esta enénisma reinvención, cuya consecuencia ha sido desmontar uno de los socorridos mitos sobre la tecnología europea.

Luego, pasó lo que pasó. Los números cantan: bajo el mando de Elop, Nokia perdió por el camino la mitad de su valor bursátil. Si se tratara de otra empresa, hubiera echado al CEO a la calle; en cambio, lo que ha hecho Nokia al cabo de dos años ha sido abrazarse al único salvavidas que tenía a mano.

Dicho brevemente, la venta a Microsoft de su división de dispositivos móviles, es buena para Nokia: 1) se quita de encima la rama que le ha traído la ruina, 2) se deshace sin coste de una parte muy numerosa de su plantilla, 3) conserva la propiedad de lo que fuera Nokia Siemens, saneada y con un enfoque renovado, y 4( retiene el negocio de la antigua Navteq, hoy por hoy el único competidor viable con la cartografía de Google. Claro está que Nokia se ha achicado, con la virtud de que por hacerlo recibe una tonificante inyección financiera. Esto sí que es una reinvención. ¿El impacto de la operación sobre Microsoft? Ah, esa es otra historia, para otro día.

4 de septiembre, 2013

Se prepara uno los temas, más o menos a conciencia, y viene la realidad a mover el telón de referencia. Esto es lo que me ocurrió al desayunar – literalmente – con la noticia de la compra de Nokia por Microsoft. No es que fuera imprevisible, sino que me enteraba en mal momento. Por tanto, he decidido seguir por donde venía, con la segunda crónica del encuentro de las telecos en Santander.

Abrió plaza Francisco Román, presidente de Vodafone España, quien entre otros asuntos enjundiosos lanzó una enérgica pero caballeresca crítica de la regulación vigente. Uno de los aspectos en los que puso el acento fue la vigencia de la noción de ´dominancia compartida`, figura que – en el mejor de los casos – pudo tener discutible justificación en 2006, pero no en 2013, cuando ha quedado completamente desfasada ante la realidad de mercado español.

Permítaseme añadir de mi coleto que en aquel año 2006 había tres operadores móviles y se daba por supuesto que el cuarto titular de licencia no llegaría a operar, pero con el tiempo se convirtió en Yoigo. Tampoco habían nacido los operadores virtuales, que ahora son decenas y ya suman un 17% del mercado. Por no haber, no había prácticamente portabilidad, ese mecanismo que con los años ha condicionado los modelos de negocio. Por lo tanto, dijo Román, la ´dominancia compartida` es una anomalía en Europa y carece de sentido mantenerla como tal en España; textualmente, “una regulación que se basa en el principio de que ´cuantos más operadores, mejor` es imperfecta porque no atiende a la sostenibilidad de esos operadores”.

El segundo aspecto suscitado por Román fue el rechazo del acuerdo entre Movistar y Yoigo por el cual el primero y el cuarto operador compartirán el espectro adjudicado a este. Vodafone lo ha impugnado porque, a su juicio, cambia sin justificación las reglas de juego con las que se basó la subasta de espectro para 4G.

Por su lado, António Coimbra, consejero delegado de la filial española de Vodafone mantuvo un encuentro con la prensa, en el que abundó en otro tema controvertido: la compartición de las redes de fibra óptica hasta los hogares. Concretamente, subrayó Coimbra que Vodafone no está de acuerdo con el precio de referencia fijado por la CMT como base para que otros operadores accedan a los verticales de Telefónica (que tiene un pacto bilateral con Jazztel ) del que Coimbra dijo que eleva abusivamente el coste a otros competidores por hacer uso de la infraestructura desplegada.

3 de septiembre, 2013

Sería tarea imposible recoger en el espacio de este newsletter la variedad de reflexiones escuchadas en la primera jornada del encuentro del sector de las telecomunicaciones en Santander. De entre muchas, entresaco una de la intervención de José María Álvarez-Pallete, que ha llamado mucho mi atención. Comparando los parámetros financieros de una muestra de telecos europeas con los de Facebook y Google – epítome de las llamadas OTT – el ponente señaló que los múltiplos que reflejan el valor de cada una sobre EBITDA y sobre free cash flow operativo son superiores en estas empresas de Internet, llegando al 22,5x y al 38,8x en el caso de Facebook. En cambio, el rendimiento por FCF es superior en las telecos (7,7% frente al 1,6% en el mismo caso).

En este apartado de su presentación-río, Pallete sacó dos conclusiones explícitas, que en la práctica son una sola: 1) parte del valor que generan las telecos se está transfiriendo a otros actores, y 2) esos múltiplos implican que los inversores están sancionando a las telecos y premiando a las empresas que operan over-the-top. Implícitamente – no lo dijo tal cual – vino a decir que los inversores (y los analistas) desconfían de una regulación excesiva, que puede llegar a bloquear las inversiones, que en Europa son imprescindibles. “Europa – añadió – es la única región del mundo en la que el sector telecom no crece en ingresos pese al fuerte incremento del tráfico”. De lo que dedujo dos condiciones necesarias: consolidación [hay 339 operadores móviles en Europa frente a 9 en Estados Unidos] y un entorno regulatorio simplificado.

Volveré otro día sobre ese asunto. Entretanto, muy lejos de Santander se cerraba el tan predicado trato entre Vodafone y Verizon, que en los últimos días ha conmocionado a toda la industria. Para el Financial Times, que durante años ha preconizado esta salida el acuerdo merece un comentario muy llamativo: al quedarse sin su participación indirecta en el mercado de Estados Unidos, el grupo británico es hoy más rico pero también vulnerable (sic), porque ha perdido el paraguas protector contra una eventual opa que – por su magnitud – sólo podría venir de AT&T.

Esta hipótesis es audaz, pero no descabellada, y sugiere una segunda derivada, la advertencia a Vittorio Colao para que piense muy bien lo que hará con el cheque americano. Una expansión haría, sin duda, que Vodafone gane tamaño – advierte – pero la primera misión del CEO no es otra que recompensar la paciencia de los accionistas.

2 de septiembre, 2013

¿Todo bien? Enhorabuena por las vacaciones. Para reanudar el contacto con mis lectores, he recopilado en un post único las noticias de agosto que he encontrado más relevantes. Saltando al presente, hoy, 2 de setiembre, empieza en Santander el encuentro del sector de las telecomunicaciones, que organiza la UIMP y patrocina AMETIC. Este será un año especialmente rico en asuntos candentes. Sin ir más lejos, sigue vivo el cabreo de Vodafone y Orange por el acuerdo que han firmado Movistar y Yoigo para comercializar en común los servicios de 4G y de fibra óptica, y sin duda Francisco Román y Jean-Marc Vignolles lo reflejarán en sus ponencias, cada cual en su estilo. Como José María Álvarez-Pallete hablará el primer día, no tendrá necesidad de responder sus críticas.

El contexto regulatorio dará mucho que hablar. En primer lugar, porque ha sentido mal en el sector la decisión gubernamental de rebajar la categoría de la CMT sumergiéndola como dirección general de un nuevo supervisor único, por cuya eficacia nadie apuesta un euro. Nace la CNMC en un momento delicado, cuando en Bruselas se está dirimiendo una batalla antigua entre los comisarios Neelie Kroes y Joaquín Almunia, a menos de un año de las elecciones europeas, que gira en torno a las ideas maestras de una reforma criticada por los principales operadores. En lo inmediato, el punto de conflicto es el roaming, un asunto de indudable importancia económica, pero en el fondo se trata de saber si la CE obstaculizará o no un proceso de consolidación del sector, que está en el aire – a cambio de la promesa de invertir en redes. Dilema que mi colega Nacho ha condensado en esta fórmula: precios bajos u operadoras fuertes.

La casualidad ha querido que el encuentro se celebre en coincidencia con dos hechos que subrayan esa disyuntiva. Uno es la operación – que en este momento parece cerrada – por la cual Vodafone dispondrá de una masa financiera suficiente para revolucionar el paisaje de las telecomunicaciones en Europa, comprando operadoras móviles y de cable, con lo que ganaría mucho tamaño. El otro caso es el envite de América Móvil, que tal vez no se esperaba las reticencias holandesas a su plan para apoderarse de KPN; ante el pacto entre Carlos Slim y Telefónica para que esta pueda comprar ePlus, el mejor activo de KPN, cabe preguntarse qué han negociado a cambio estos dos gigantes que compiten entre sí ferozmente. Quien diga que todos estos asuntos no están relacionados, se equivoca o engaña.

En fin, que con tan ligeros apuntes temáticos – que desarrollaré más adelante, según lo que aprenda en Santander, donde escribo esta epístola – queda formalmente reabierto este blog.

30 de julio, 2013

Circula estos días una polémica, previsible en gente que cree necesario (o conveniente a sus intereses) tomar partido por Apple o por Google en cuanto terreno se enfrentan estas marcas rivales. En su versión actual, la polémica gira en torno a las virtudes, y en su caso carencias, de Chromecast comparadas con las de AirPlay. Los dos son dispositivos para streaming y, por tanto, rivalizan como opciones para quienes sueñan con llevar la televisión en el bolsillo. El primero tiene apariencia externa de dongle, y apenas se han publicado pruebas reales porque Google lo ha presentado hace unos días, por lo que se ha puesto el acento en su precio, 35 dólares en Estados Unidos (suponemos que, según la práctica habitual, será de 35 euros en Europa), que sin duda será un gancho pero no una garantía de uso real. Del otro, lo menos que puede decirse es que está en el mercado desde hace tres años sin haber conseguido el éxito esperado.

Como en este blog no se comparan productos, voy a limitarme a señalar lo que ambas propuestas tienen en común: asegurar a sus respectivas marcas un asiento de primera fila en el llamado futuro de la televisión, ya sea como alternativa o como complemento de la Smart TV que predica la industria especializada. Hablando claro, a esto se reducen las opciones: incorporar la capacidad de interacción en el televisor o bien utilizar un dispositivo externo conectado, se trate de un bluray, un set-top-box, una consola o los que, cada uno por su lado, promueven los protagonistas de esta batalla de una guerra que tendrá otros invitados (Microsoft y Amazon, con seguridad, tal vez Samsung y Sony).

Escribidores alineados con Apple sostienen que Chromecast es poco más que un dispositivo HDMI subordinado a YouTube, mientras que la marca de su preferencia tiene acuerdos con grandes proveedores de contenidos. Tienen parte de razón, si se omite que está en la rampa de lanzamiento, y que para Google es sólo un paso adelante en un camino que Apple abrió hace tres años y por el que, seamos claros, no ha avanzado mucho. Otro bando, los blogueros adictos a Google, replican con no menos razón que Chromecast presenta la flexibilidad de ser compatible con contenidos ´enviados` por cualquier dispositivo Android o iOS; a diferencia de AirPlay, que sólo funciona en el entorno cerrado de Apple.

Personalmente, me interesa mucho más un aspecto de esta polémica: ¿habrá pluralidad de plataformas versátiles y compatibles o prevalecerán los dispositivos dedicados?

29 de julio, 2013

Amazon se aparta de la norma. Quizá sea la empresa del sector que no se deja impresionar por la obsesión de dar cada trimestre lo que el mercado bursátil espera: una y otra vez, los analistas alertan sobre los riesgo de una estrategia que apunta más al crecimiento que al beneficio inmediato. Lo singular de Amazon es que esta actitud, que sería imperdonable en otras compañías, ha sido premiada con una cotización siempre en ascenso. La semana pasada, sus resultados trimestrales anunciaban unas pérdidas de 7 millones de dólares, que puede parecer poco dinero para una facturación de 15.700 millones (pero a nadie le gusta perder dinero). ¡Sorpresa! Al día siguiente la cotización volvía a batir su propio récord en Wall Street.

Los analistas, que en promedio habían pronosticado beneficios de 28 millones, no salían de su asombro; uno escribió «ya es hora de que Jeff Bezos (fundador y primer accionista) empiece a justificar con ganancias el valor que el mercado atribuye a su empresa». Según las cuentas presentadas, el margen operativo ha sido más escuálido que de costumbre, que ya es decir. Bastaría con la fórmula clásica de frenar el gasto para que Bezos cumpliera con el precepto de los analistas, pero ha hecho lo contrario: los gastos operativos aumentaron un 23% debido al esfuerzo de adquisición de contenidos (libros, música y vídeo) para sus dispositivos Kindle y a desarrollar un futuro dispositivo para que esos contenidos lleguen por streaming al televisor de cada hogar. La ampliación del negocio de cloud computing es otro de esos capítulos en los que Bezos sigue inyectando dinero.

No hay manera de saber cuánto factura la rama Web Services. Todo lo más, se sabe que forma parte del agregado Otros, que en el segundo trimestre ingresó 892 millones (12% más que en el primero, 64% más que hace un año), y aunque el subconjunto abarca otras fuentes menores, se mantiene la hipótesis según la cual la nube de Amazon alcanzará este año los 3.000 millones de dólares. No sólo se confirma como el líder de los servicios de cloud pública, sino que acumula fuerzas para irrumpir con una oferta de nubes privadas e híbridas, en principio más voluminoso. Si Bezos adoptara la misma actitud que en sus otros negocios online, ya se pueden ir preparando los competidores. Que, por cierto, no pueden esperar de los inversores un tratamiento tan benévolo.

26 de julio, 2013

De la crónica de hoy, he dejado fuera un tramo de la conversación con Jerôme Lecat que creo merece tratamiento aparte. No está relacionado directamente con el almacenamiento de ´objetos` ni tiene extensión suficiente para ser publicado como entrevista, pero revela el pensamiento que anima a una startup, Scality, atípica entre otras razones por su doble nacionalidad: francesa y estadounidense. El mes pasado, en su charla con un grupo de periodistas europeos, les contó Lecat que vender sus productos en Europa cuesta el doble que en Estados Unidos, una circunstancia que corrige sólo en parte gracias a su actividad de I+D en Francia, con costes más bajos que los del Silicon Valley [donde los especialistas en almacenamiento son cortejados y sus salarios se han disparado]. Citó otro factor: la dispersión de los mercados europeos exige contar con equipos de venta locales y producir documentación técnica y de marketing en diferentes idiomas. ¿Por qué, entonces, vender en Europa? Primero, porque los fundadores de la compañía son europeos; segundo, porque para los competidores americanos, habituados como mucho a diferenciar entre costa este y costa oeste, esos problemas se agravan, salvo que se trate de grandes compañías.

El diálogo continuó con tres preguntas al hilo. ¿Podría Scality ser objeto de compra por alguna de esas grandes compañías? Sí. ¿Estaría Scality interesada en recibir una oferta de compra? «Cualquier compañía que pueda pagar 1.000 millones de dólares sería un comprador potencial, y escucharíamos lo que tenga que proponer; mientras tanto, vamos a seguir haciendo crecer el valor de la compañía a través de nuestros productos y la conquista de nuevos clientes». ¿Podría ser atractiva la tecnología de object storage para llenar un vacío en el catálogo de otras compañías de almacenamiento? Al respecto, Lecat se remitió al juicio del analista Terry McClure, quien pronostica que en 2015 el 80% del almacenamiento se hará con tecnologías escalables, no sólo de objetos pero incluyendo la de objetos.

25 de julio, 2013

La oferta presentada por Telefónica, y en principio aceptada por KPN, para adquirir ePlus, filial alemana del operador holandés, presenta ángulos muy diversos para el análisis, necesariamente provisional. En primer lugar, la transacción por un total de 8.100 millones de euros, es compatible con las desinversiones del grupo español – entre ellas la salida a bolsa de su filial alemana – gracias a una delicada ingeniería financiera minimiza el coste para el comprador y maximiza la renta para el comprador, que controlará el 17% de Telefonica Deutschland – que opera con la marca O2 – y con el ingreso en efectivo podrá reanudar el pago de dividendos a sus accionistas. Este ´pequeño detalle` ha sido esencial para obtener la anuencia pasiva de Carlos Slim, dueño del 28% de KPN. ¿Todos contentos?

Para Telefónica, esta es la ocasión de convertirse en primer operador de telefonía móvil en Alemania por número de clientes (38% del total) y el tercero por ingresos. Corrige así parcialmente la tendencia a depender en exceso de América Latina, sobre todo de Brasil, un mercado que ya no crecerá como solía, y a la vez se afianza en la plaza más importante de Europa. Alemania representaría el 17% de los ingresos totales del grupo.

Circulan distintos cálculos sobre las sinergias posibles fruto de la transacción. Incluyen la menor inversión que la empresa fusionada tendrá que hacer para dotarse de una infraestructura LTE acorde con su tamaño, ahorrándose miles de estaciones base. Para ePlus en solitario hubiera sido demasiado onerosa, pero en el nuevo contexto la subasta de espectro para la cuarta generación, en 2014, va a tener un pretendiente menos. A los reguladores, el trabajo se les complica: Alemania ya es el escenario de la oferta de compra de Kabel Deutschland por Vodafone, con lo que ya son dos los casos que empujan hacia una consolidación de las telecos.

A priori, fusionar el tercer y el cuarto operador no parece un riesgo para la competencia, pero como toda operación intracomunitaria tiene que ser aprobada por Bruselas. En el caso austríaco – similar y de mucho menor envergadura – la CE sólo dio su consentimiento in extremis a cambio de concesiones que a punto estuvieron de hacer naufragar el acuerdo. En las periódicas fricciones entre los comisarios Almunia y Kroes, el expediente ePlus podría ser motivo de otro desencuentro.

23 de julio, 2013

El experimento de codirección ejecutiva en SAP llega a su final – ¿o sólo se interrumpe? – con el anuncio de que Jim Hagemann Snabe pasará a ocupar un puesto en el consejo de la compañía, dejando a Bill McDermott como único CEO de la compañía. La noticia se ha presentado como una decisión personal. sin omitir la mención ritual al deseo de Snabe de pasar más tiempo con su familia. Circulan interpetaciones menos ingenuas.

La coexistencia del americano McDermott y el danés Snabe, nombrados coCEO en febrero de 2010, ha sido formalmente modélica y exitosa para los resultados de la compañía alemana. El rasgo más evidente ha consistido en que mientras el primero se encargaba de que SAP creciera en el mercado de Estados Unidos, el segundo planificaba la estrategia global desde la sede alemana en Walldorf, y la exponía con brillo a través de Europa. Sus habilidades respectivas se complementaban: a McDermott le han colgado la etiqueta de especialista en marketing sin especiales conocimientos de la tecnología que vende, mientras a Snabe le ha tocado desempeñar el rol de visionario y ejecutor de la nueva orientación de la compañía hacia el cloud.

Estas estampas son esquemáticas. Si en tres años ha habido conflictos entre los dos, no han trascendido o las ha diluído la distancia. Un posible desencuentro pudo nacer de la compra de SuccessFactors, que encumbró temporalmente a su fundador, Lars Dalgaard, en la antesala de la cumbre. El invento no funcionó, se dijo que por manifiesta incompatibilidad entre Dalgaard (compatriota y protegido de Snabe) y el ascendente Vishal Sikka, CTO de la compañía. Con la dimisión de Dalgaard, Sikka pasó a ser el máximo responsable de la estrategia de productos, y hay quien opina que su ambición es ocupar el puesto de Snabe cuando este lo deje en mayo de 2014.

Queda espacio para otra sospecha: el centro de gravedad de SAP – primera empresa europea de software – se desplaza gradualmente hacia Estados Unidos, y el núcleo de la innovación hacia los laboratorios de Palo Alto, cuartel general de Sikka. También es posible alentar una discusión más propia de escuelas de management: ¿es viable una estructura de dirección ejecutiva compartida? SAP la ha ensayado dos veces, y la primera acabó mal. Para enfocar mejor este ´relato`, habría que añadir un detalle trascendental: el anciano fundador de la compañía, Hasso Plattner, es quien ejerce el verdadero poder, sin dar signos de estar pensando en cederlo a un sucesor. Lo que introduce otra posible (y audaz) conjetura sobre el futuro de Snabe.

22 de julio, 2013

Cuatro grandes empresas del sector – Intel, IBM, Microsoft y Google – han sido castigadas en Wall Street tras presentar unos resultados que los analistas calificaron como ´decepcionantes´, siguiendo alguno de sus parámetros usuales pero que, objetivamernte, no merecerían tan unánime punición. Mañana, martes, puede ser el turno de Apple y en días sucesivos puede haber otros episodios dictados también por los excesos de una enfermedad endémica que en las bolsas, por mal nombre, se conoce como expectativas. Veamos los cuatro casos de los últimos días.

Los resultados de Intel del segundo trimestre han seguido un libreto previsible: flojera del mercado de PC, dinamismo en el de los datacenter, decisión de recortar las inversiones de capital; su peor debilidad, los chips para móviles, lleva camino de resolverse. Financieramente, el beneficio por acción correspondió a lo esperado, pero los ingresos se quedaron cortos con respecto al «consenso» que – como las salchichas – más vale no saber cómo se elabora.

Se mire como se mire, IBM tuvo un trimestre débil que prolonga un año del mismo tenor, pero la compañía, según sentencia de Bloomberg, «disimula como mejor sabe la caída de sus ingresos: huyendo de los negocios de bajo margen, recortando plantilla y acentuando su plan de compra de acciones propias». Todo sumado, la receta puede parecernos buena o mala, pero no es ni más ni menos que la que recomiendan los que mueven el mercado bursátil. ¿A qué viene escandalizarse?

De Microsoft me ocupo con detalle en la crónica de hoy: nada que pueda sorprender a un inversor mínimamente avezado. En las últimas semanas, su acción tocó el máximo de cinco años, y hacía falta una excusa para rebajarla aunque sólo sea temporalmente. El bendito «consenso» contemplaba un PER de 0,75 y en el mundo real se ha quedado en 0,59 por motivos nada esotéricos. Es como para plantearse si esta ratio sirve realmente como herramienta de predicción.

¿Qué se puede decir de Google? Elevó un 19% sus ingresos y un 16% sus beneficios en el trimestre que va de abril a junio. Excelente, juzgaría quien sólo atienda a los hechos http://www.norbertogallego.com/google-renueva-su-arsenal/2013/05/23/ , pero a los inversores – vamos, a quienes hablan y escriben en su nombre – les supo a poco, y la acción cayó al día siguiente. ¿Motivo? El descubrimiento súbito de algo sabido y reconfirmado: que la publicidad online se desplaza de los ordenadores a los móviles, y que los anunciantes se resisten a pagar en los segundos la misma tarifa (costo por clic) que en los primeros.

Como he dicho, preparémonos para el martes por la noche, cuando Apple anuncie sus resultados trimestrales. A menos que, ¡sorpresa! contengan datos inesperados – y descartando de entrada que revele su calendario de nuevos productos – es probable que los críticos parasitarios le apliquen otro correctivo.

19 de julio, 2013

Entre otros comentarios útiles, Nacho O. escribe para advertirme de que el estudio patrocinado por Cisco que se glosó en este blog hace dos semanas, «carece de rigor académico y sirve como soporte argumental para la venta de routers y switches«. Sinceramente, creo que Cisco no expresaría así sus intenciones, pero tampoco las negaría. La advertencia me ha llevado a rastrear el asunto de fondo, y he descubierto un par de cosas interesantes.

El crecimiento del tráfico de Internet y la consiguiente complejidad que presiona sobre las redes de los operadores y proveedores de servicio, clientes de Cisco, no es un argumento sino un hecho verificable. Otra cosa es que se compartan o no las proyecciones estadísticas en un horizonte de diez años. La consultora Infonetics predice que el mercado de routers y switches crecerá hasta 2017 al ritmo del 8% anual. Como líder que es de ese mercado, Cisco quiere llevarse la parte del león de ese crecimiento, y la compañía ha dicho, al anunciar su nuevo router CRS-X, que «esta es la innovación que necesitamos para elevar la facturación en este segmento hasta 10.000 millones de dólares» , rompiendo la ´barrera histórica` de los 8.000 millones, vigente de facto hasta ahora.

La división responsable del nuevo producto representará este año fiscal – que concluye a finales de julio – en torno al 17% de los ingresos de Cisco. Por otro lado, la línea CRS-X es capaz de manejar diez veces más datos que el primer router CRS, presentado en 2004, y sale al mercado a competir con el router 7950 de Alcatel Lucent, que en su momento fue despreciado verbalmente por los directivos de Cisco pero, según los analistas, podría arrebatarle algún punto de cuota de mercado [Cisco cree, a su vez, que con su nuevo producto podría ganar dos puntos adicionales].

Esto es lo que hay: una batalla por la cuota en el core de las redes de los operadores, en la que también entran rivales como Juniper y Arista, con productos recientes y competitivos. Para Cisco, es una vuelta a sus raíces, no porque las hubiera olvidado sino porque durante un tiempo se distrajo con planes de diversificación [hasta 30 nuevos sectores, en la visión fantástica de John Chambers] ahora abandonado. La venta de Linksys y varias adquisiciones recientes confirman que la compañía retoma su eje tradicional: participar del nuevo ciclo inversor al que los operadores están obligados por el crecimiento de la demanda inducida por la movilidad, el vídeo y lo que ha decidido llamar a su manera ´Internet of everything´. Es respetable que, entre otros instrumentos, recurra a elaborar estudios que respaldan sus iniciativas de marketing. Pienso seguir comentando otros estudios del mismo género que a mi juicio merezcan atención informativa.

17 de julio, 2013

Para Apple, divorciarse de Samsung está resultando más difícil que la convivencia que ambas empresas han mantenido durante años. Son encarnizados competidores, se desafían en los tribunales de medio mundo y se dedican mutuamente campañas de publicidad agresivas o sarcásticas, según los días. Pero esto, con ser grave, no impide que mantengan vivo un contrato por el cual el conglomerado coreano suministra procesadores y memorias a la marca californiana, por valor de miles de millones de dólares. Hasta ahora, Samsung ha fabricado en exclusiva los procesadores para los dispositivos iOS, incluyendo el actual A6, pero el contrato expirará en 2014, y la industria de semiconductores se pregunta con quién negocia Apple para más allá de esa fecha.

Digitimes, que se publica en Taiwan, ha informado sobre un acuerdo por el cual TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Co) fabricará los chips de cuatro núcleos A6X, con tecnología de 20 nanometros a partir del año próximo [la versión que actualmente suministra Samsung se fabrica con el proceso de 32nm] para pasar en las series posteriores a la de 14nm, a partir de 2015.

Esa es la versión de un medio que refleja los intereses de la industria taiwanesa, a la que replica otra fuente no menos sospechosa, Korean Economic Daily. Según este diario de Seúl, Apple y Samsung han pensado mejor sus relaciones, lo que ha dado como resultado otro acuerdo, por el cual la segunda fabricará – esta vez sin exclusividad – el procesador A9, que debería equipar a partir de 2015 un dispositivo en teoría llamado iPhone 6S o quizá iPhone 7.

Parece haber tres razones posibles para este doble rasero de Apple. Una sería su exigencia de contar con la garantía de un cierto volumen de entregas, bajo condición de una sanción económica si el proveedor no cumpliera. Pero TSMC, cuyas fábricas tuvieron problemas de producción el año pasado, se habría negado a firmar esa cláusula. Como segunda razón, se apunta que Samsung ha demostrado la viabilidad de su tecnología de 14 nm, mientras que TSMC todavía no lo ha hecho a plena satisfacción de cliente tan exigente. Sin menoscabar la tercera: que esos procesadores se fabricarían en la planta que Samsung está ampliando en Texas.

La diversificación de sus fuentes deseada por Apple estaría cumplida, pero es en este preciso momento cuando aparece – en el Wall Street Journal, que no está libre de intereses creados – otra versión, según la cual GlobalFoundries – antigua rama industrial de AMD, hoy controlada por Abu Dhabi – ha interferido en las negociaciones, ofreciendo fabricar esos mismos chips, con la misma tecnología, en la factoría que actualmente construye en el estado de Nueva York. Aquí podría entrar en juego la sobrevenida vocación nacionalista que Apple exhibe últimamente.

Quedan otras conjeturas: 1) Apple estaría dispuesta a invertir lo que haga falta en una fábrica que le garantice acceso a la tecnología de producción de chips, y eso podría llevarla a entrar en el capital de GlobalFoundries; y2) tales acuerdos, reales o supuestos, no han interrumpido las conversaciones entre Apple e Intel, que por su parte no tendría reparo en poner su capacidad industrial para fabricar obleas de procesadores basados en la arquitectura ARM, fuente de innumerables quebraderos de cabeza. Por lo visto, el poder de convicción de Apple es directamente proporcional a su peso en el mercado.

16 de julio, 2013

Commoditización, así en spanglish, es vocablo que en este sector se usa con mucha asiduidad y bastante imprecisión. En general, para describir la banalización de un producto, cuyo efecto suele ser una bajada de precio y su consecuencia un deterioro de los márgenes. Commodity, ahora en plain english, se relaciona con los mercados de materias primas como los metales o los cereales, entre otros. En la intersección de ambas nociones se origina la idea de Deutsche Börse de crear un mecanismo «neutral, seguro y transparente» de negociación de capacidades cloud. Un directivo de la bolsa alemana no ha tenido reparo en compararlo con el comercio de commodities: «lo mismo que con las bananas, es posible ponerse de acuerdo en el precio aunque no se parezcan unas a otras».

La iniciativa se llamará DB Cloud Exchange, y nace de la asociación entre Deutsche Börse y la empresa Zimory, con el fin de establecer un mercado en el que se puedan negociar contratos de infraestructura de manera a la usual sobre valores o energía. En ese mercado, los proveedores de capacidades externas de computación y almacenamiento las pondrían a disposición de los demandantes, instalando en cada partícipe un API diseñado por Zimory. Los clientes podrán escoger libremente entre la oferta y seleccionar la jurisdicción en la que residirán sus datos se supone que con distintos precios. Por ahora, ha despertado más interés entre vendedores que entre compradores: una de las primeras compañías – todas alemanas – que han declarado su disposición ha sido T-Systems.

En definitiva, se trata de un instrumento financiero asociado a un servicio, como otros lo están a un producto [de ahí la metáfora de las bananas].En una primera fase, a partir de marzo del 2014, funcionará en Frankfurt y Nueva York, sedes a las que se añadirá luego Singapur para cubrir los mercados asiáticos, muy activos en lo concerniente a externalización. De entrada, se negociarán contratos on spot (sobre capacidades disponibles) con la ambición de lanzarse después al negocio de los derivados (con el que se daría juego a las apuestas sobre futuros).

No es la primera vez que a alguien se le ocurre una idea parecida. Allá por 2005, Sun Microsystems se asoció con la plataforma de transacciones electrónicas Archipielago, que luego sería Euronext (hoy propiedad del NY Stock Exchange), pero la inmadurez del mercado cloud les llevó a renunciar al proyecto. Más recientemente, se fundó SpotCloud, que promete empezar a funcionar pronto. Pero la verdadera competencia puede venir de donde podía esperarse: Amazon ha diseñado un nuevo modelo de negocio llamado AWS Reserved Instance Marketplace, en el que los clientes pueden comprar contratos de hasta tres años de duración sobre una instancia de computación. No es un mercado, pero dice cumplir con un objetivo primario: ahorrar hasta un 60% sobre el precio normal de AWS.

Lo más probable es que la propuesta de Cloud Exchange seduzca más a la oferta – los proveedores de servicios en la nube – como plataforma de compensación recíproca, que a la demanda, las empresas potencialmente clientes de tales servicios. Esta descompensación podría derrumbar el tinglado. Pero, y si estas iniciativas prosperasen, ¿qué haría Microsoft, VMware, IBM, HP y otros proveedores de servicios IaaS como OpenStack ¿Por qué no los operadores cada vez más presentes en este negocio? Unos y otros, ¿promoverán sus propios instrumentos de negociación flexible, o dejarán pasivamente que los intermediarios financieros invadan su terreno?

15 de julio, 2013

Tiene guasa que el Wall Street Journal se pregunte si Huawei es hoy una compañía «menos china» que hace un año. Guasa porque este diario ha sido uno de los que con ahinco ha propagado la denuncia sobre los peligros que para las compañías estadounidenses tendría confiar su equipamiento tecnológico a esta empresa, precisamente por su nacionalidad. Es sólo un titular calculado para contar a los lectores que Huawei ha fichado a Colin Giles, australiano y durante años presidente de Nokia en China, como vicepresidente de productos de consumo.

En la práctica, este puesto le daría una alta responsabilidad sobre el marketing de los smartphones de la marca, a las órdenes de Richard Yu, a quien la compañía describe como chairman (sic) de la división Devices. En 2012, las ventas de móviles de Huawei crecieron un 60%, incluyendo unos 32 millones de smartphones. En recientes declaraciones, Yu dijo de Apple que «se ha quedado dormida» y del Galaxy S4 recordó que «está hecho de plástico».

La sorpresa por el fichaje es muy relativa: primero, porque Giles conoce muy bien los negocios en China (habla mandarín con fluidez) y, segundo, porque en la segunda línea de Huawei hay otros occidentales en puestos de no menor relieve. El año pasado, contrató a CT Johnson, experto en finanzas corporativas que antes trabajó para Ericsson y ahora es la mano derecha de la directora financiera Cathy Meng, hija del fundador de Huawei, Ren Zhengfei. Más recientemente, John Suffolk – ex CIO del gobierno británico – fue nombrado cybersecurity officer con la misión de disipar suspicacias en esa materia.

Otros ejecutivos occidentales de alto rango son el americano Scott Sykes y el alemán Roland Sladek, ambos con rango de vicepresidente a cargo de las relaciones con los medios internacionales [según sus perfiles en LinkedIn, el primero proviene de Alcatel Lucent, y el segundo de ST Ericsson] Habrá sin duda más fichajes en los próximos tiempos, porque Huawei necesita construirse una reputación de cosmopolitismo y transparencia, dentro de lo que cabe. De ahí a suponer que por ello será «menos china» hay un abismo retórico.


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